Es una lástima que jóvenes de buena fe hayan marchado ayer en protesta contra el “gobierno que desaparece estudiantes”, porque están siendo manipulados.
Y son manipulados, precisamente, por integrantes de ese complejo partidista, criminal y empresarial que desapareció a los normalistas y ocultó a los autores intelectuales de una monstruosidad.
Miembros de una empresa que prestaba servicios al conglomerado de la izquierda partidista, ocultaron al exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, y a su esposa María de los Ángeles Pineda, jefa política del cártel Guerreros Unidos.
El 26 de septiembre el alcalde y su esposa dieron la orden de detener a los normalistas, y sus policías los persiguieron a balazos para después entregarlos a los sicarios del cártel que los desapareció.
Mientras más se acerca la justicia a la verdad, más altos son los gritos en contra “del gobierno”, porque no quieren que se sepa lo que ocurrió.
Pero todo indica que la verdad no la van borrar con marchas, bloqueos de carreteras, o con cartones que defienden a los Abarca en la prensa afín a Morena.
Resulta por demás sintomático que en el diario de la izquierda partidista se trate de desacreditar la detención de los Abarca al compararla con el caso Florence Cassez.
Fue un gran golpe de la PGR y el Cisen, que encontraron y aprehendieron, sin violencia ni tortura, a los Abarca Pineda.
En redes sociales, los afines a López Obrador quieren desviar la atención hacia “el gobierno”, de un crimen de lesa humanidad cometido por la izquierda partidista y sus cómplices en la delincuencia organizada y en los negocios.
Noemí Berumen –también detenida el martes– es hija de los dueños de Grúas Berumen, que tenían negocios con los gobiernos perredistas de Iguala, de Guerrero y el Distrito Federal, en tiempos de López Obrador, Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard.
Fueron ellos los que instalaron físicamente el campamento de López Obrador en el Zócalo cuando protestó por los resultados de las elecciones de 2006.
Por una afortunada coincidencia, el mismo día en que Alejandro Encinas acusaba en un artículo de prensa de “incompetente” al gobierno federal por no poder encontrar al exalcalde y a su esposa, esta pareja fue detenida.
Ahora sabemos por qué tardaron tanto en encontrarla: porque ambos criminales habían sido ocultados por los beneficiarios de contratos de los gobiernos de izquierda, en un territorio completamente dominado por la izquierda partidista.
La tribu de René Bejarano, en voz de la diputada Aleida Alavez, lanza la insidia a Los Chuchos de haber ocultado en Iztapalapa a los Abarca porque, dice, donde los escondieron “es un área con influencia del exdirigente nacional Guadalupe Acosta Naranjo y de los diputados Carlos Augusto Morales y Daniel Ordóñez (Reforma de ayer miércoles)”.
Todo lo que tenemos a la vista por el muy doloroso caso de Iguala, que tanto le ha costado al país, es producto de la descomposición de la izquierda partidista.
Y por si faltaran pruebas de lo que son, en esta trama de protección criminal salen a relucir los mismos nombres de los perredistas, de distintas corrientes, que ocultaron en la Cámara de Diputados a Julio César Godoy Toscano, hermano del entonces gobernador perredista de Michoacán, empleado de La Tuta y prófugo de la justicia, para darle fuero y escapar impune.
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