miércoles, 8 de febrero de 2023

AMLO y la corrupción

 


 

  • Frank Lozano

Ciudad de México / 24.08.2020 04:36:36

La relación de López Obrador con la corrupción y el dinero mal habido está documentada desde que fue jefe de gobierno de la Ciudad de México. Los nombres de René Bejarano, Gustavo Ponce y Carlos Ímaz (exesposo de Claudia Sheinbaum) fueron relacionados a escándalos de corrupción.

Posteriormente, se dio a conocer que en el año 2006 el Sindicato Mexicano de Electricidad, el SME, desvió 66 millones de pesos para sostener el plantón de López Obrador en avenida Reforma.

En el año 2015, Jessica Avendaño, esposa de Arturo López Obrador, hermano del presidente, desvió 80 millones de pesos del gobierno de Veracruz cuando fue oficial mayor de la secretaría de Educación en el gobierno de Javier Duarte, quien entregaba 2.5 millones de pesos mensuales al Morena.

En el año 2017 a propósito del temblor del 19 de septiembre en la ciudad de México, siendo presidente de Morena, López Obrador desvió 64 millones de pesos destinados a ayudar a víctimas del sismo para usarlos en campañas de candidatos de Morena.

Ya como gobierno, López Obrador ha tolerado la corrupción de miembros de su gabinete y ha permitido la realización de negocios entre cuates, desde la compra de ventiladores a sobreprecio, a la compra de cubrebocas en 214 pesos. Los nombres de Ana Gabriela Guevara, Zoé Robledo, Manuel Bartlett, Rocío Nahle o Irma Sandoval salen a relucir. En su gobierno abunda el nepotismo en los nombramientos y hay familias enteras acomodadas en distintas dependencias, el ejemplo emblemático, nuevamente es Irma Sandoval.

El affair del video escándalo donde aparece Pío Obrador recibiendo distintas sumas de dinero de parte de David León Romero, es solo el último episodio de una tragedia llamada cuarta transformación.

La lucha contra la corrupción del gobierno de López Obrador es un simple ardid publicitario. No hay un compromiso verdadero por hacer del combate a la corrupción una política pública. La Unidad de Inteligencia Financiera, más que el brazo ciego de la ley, representa el látigo político del régimen. La Fiscalía, lejos de ser un agente de justicia, es una agencia de filtración de bulos, videos y chismes. La clase política de la cuarta transformación se ha convertido en un lastimoso corifeo que al unísono reproduce la narrativa que le impone el demagogo de palacio.

La distorsión de la realidad y la negación de la misma han llegado a un punto de cinismo nunca antes visto. Lo que hace mi opositor es corrupción, lo que hacen mis militantes son actos humanitarios. Bajo esa lógica, los más de 60 mil muertos por covid-19, murieron por su culpa; los más de 60 mil asesinados murieron por culpa de Calderón; los millones que perdieron su empleo no existen porque ya hay recuperación económica; los niños que no tienen medicamentos contra el cáncer tienen que tener paciencia. Para cada problema hay una excusa, un culpable, un sofisma, una evasión, nunca hay una política pública, nunca un Estado que enfrente y resuelva las cosas.

De ahí que no extraña que, contra toda evidencia, la corrupción de López Obrador y sus secuaces termine por venderse como un acto solidario incomprendido. Lo bueno es que nada sucede sin la aprobación del presidente, dicen.

franklozanodelreal@gmail.com