viernes, 31 de enero de 2020

¿Qué podemos hacer?

Guillermo Velasco Barrera
en MURAL
31 Ene. 2020


Se combinan en el ambiente diversas sensaciones en virtud del momento político que vivimos: incertidumbre, hartazgo, miedo, rencor, esperanza, confianza, en fin, toda una gama de estados de ánimo y actitudes, muchas de las cuales, evidentemente, tienen que ver con la postura que tenemos frente al gobierno que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Hay quienes piensan que caminamos de forma inexorable hacia una dictadura, y quienes están convencidos de que el nuevo gobierno federal representa una alternativa real de cambio, en la que se acabará la corrupción, la desigualdad y la violencia. Entre estos extremos existen muchos matices: posturas críticas al Presidente, pero reconocimiento a algunas de sus acciones; o cuestionamientos a la 4T, pero con una expectativa positiva respecto al futuro del país.

Ahora bien, más allá de percepciones que emanan muchas veces de encuadres ideológicos, preferencias partidistas, valores determinados y un sinfín de circunstancias que condicionan nuestra visión del mundo, existen indicadores concretos y puntuales que dibujan la realidad por la que atravesamos.

Dichos indicadores exhiben, entre otras cosas, una inseguridad creciente, nulo crecimiento económico, baja calificación de la reputación crediticia de México, caída de inversiones y desabasto de medicamentos. Pero también exhiben solidez y autonomía del Banco de México, estabilidad del peso frente al dólar y confianza de los mercados tras la reciente aprobación del T-MEC.

Si bien en lo político las valoraciones se vuelven más complejas y subjetivas, hay señales claras de intromisión del gobierno en las instituciones. El ejemplo más palpable es la CNDH, desmantelamiento de programas gubernamentales de administraciones anteriores a pesar del beneficio que representaban para la sociedad, presupuesto con criterios electorales, desprecio a las voces discrepantes y verticalidad e intransigencia en el ejercicio de gobierno.

Pero en todo caso, el Presidente goza aún de una amplia popularidad en diversos sectores de la población, a pesar de que muchos de estos sectores se han visto afectados severamente por los errores y omisiones del gobierno. Sigue pesando la narrativa de López Obrador señalando culpables y exacerbando el rencor social, lo que no resuelve los problemas de las personas, pero mantiene en pie de guerra a su base electoral. Algo que hay que destacar positivamente es la estrategia de comunicación de la 4T.

Pero a pesar de la popularidad del Presidente, parece que crece el desencanto y la preocupación por el rumbo que toma el país, y existen dos preguntas recurrentes ante las decisiones que está tomando López Obrador: ¿Qué va a pasar en México y qué podemos hacer los ciudadanos para participar activamente?

Me quedo con la segunda interrogante, la cual interpela incluso a aquellos que aprecian algunas cosas positivas en la gestión del actual gobierno federal, pues no se trata de ir contra el Presidente, sino de participar de forma activa para construir un mejor futuro. Tomando como referencia el maravilloso libro Sobre la tiranía: Veinte lecciones que aprender del siglo XX, de Timothy Snyder, sugiero cinco acciones concretas para el momento que vivimos:

1. Cuidar a las instituciones, cada quien en su ámbito de acción puede velar por la salvaguarda de la institución que le sea más cercana.

2. Discrepar, disentir y proponer: no quedarnos nunca callados ante lo que consideramos arbitrario o injusto, a pesar de narrativas que buscan imponerse.

3. Sumar con otros, encontrar los puntos de coincidencia por encima de las diferencias.

4. Participar activamente en política, en el corto plazo lo más importante es lograr contrapesos en el Congreso en las elecciones de 2021.

5. Abrazar alguna causa ciudadana. La verdadera transformación se gestará desde la sociedad.

La otra posibilidad es quejarnos, enviar memes o comprar nuestro cachito para la rifa del avión presidencial. ¡Hasta el próximo viernes!



@gvelascob

¿Por qué los populistas hablan tanto?


Los populistas hablan mucho porque aman el sonido de su voz, pero también para sustituir la realidad con su relato, para preservar y acrecentar su influencia y su poder.

 Luis Antonio Espino 30 enero 2020

Además de la narrativa del “pueblo bueno” luchando contra las “élites malvadas”, hay otra cosa que los líderes populistas comparten: la necesidad imperiosa de llenar el aire con el sonido de su voz. No es raro que Donald Trump tenga intervenciones que superan las dos horas, lo que es mucho comparado con los discursos promedio de sus predecesores, pero muy poco comparado con los mensajes de hasta cuatro horas y media de duración que recetaba el compañero Evo Morales a los bolivianos.

A los presidentes populistas también les gusta que su voz llegue a todos lados. En Ecuador, Rafael Correa usó en un solo año más de 600 veces el recurso de la cadena nacional. Por su parte, Cristina Fernández de Kirchner usó 121 veces esa facultad a lo largo de su mandato, a veces para hablar por más de 3 horas, a pesar de que la ley argentina ordenaba que se usaran solo para emergencias o mensajes de alta trascendencia institucional. Y todos recuerdan a Hugo Chávez y su programa de televisión dominical, Aló presidente, que llegó a durar hasta 7 horas ininterrumpidas.

¿Por qué los políticos populistas hablan tanto? ¿Será que aman el sonido de sus cuerdas vocales? No solo es eso. El populismo es, más que una ideología, una forma de hacer política fuertemente basada en el relato. María Esperanza Casullo considera que el “énfasis en el discurso se justifica por el papel único que la palabra política desempeña en este tipo de movimientos y gobiernos: la naturaleza misma del lazo carismático entre el líder y sus seguidores requiere de un constante ida y vuelta de palabras y sentidos”. Casullo dice, con razón, que para los gobernantes populistas resulta esencial mantener vivo el mito del “ellos” contra “nosotros”, lo que exige una explicación permanente de quiénes son “ellos”, quiénes forman el “nosotros” y cuáles son los agravios que el “nosotros” victimizado debe vengar.

Todo esto viene a cuento porque la conversación pública en México lleva desde julio de 2018 centrada de manera exclusiva en las formas y contenidos de la comunicación del presidente Andrés Manuel López Obrador, especialmente en lo que dice en sus conferencias de prensa matutinas. Esta comunicación –basada en los principios de demagogia, desahogo, división y distracción– le ha resultado muy eficaz para:

Establecer el marco en el que todos entendemos y discutimos los problemas del país: culpar al pasado y a ciertos grupos de la sociedad de todos los males para excusar los errores y abusos del presente;
Fortalecer la narrativa demagógica del “ellos” contra “nosotros”, lo que permite al presidente y a su movimiento eludir la rendición de cuentas;
Reafirmar el arquetipo psicológico del presidente como un “padre severo” (trabajador, guardián de la moral, proveedor y castigador de los “malos hijos”) a diferencia del “padre ausente” (disoluto y derrochador) que tuvimos el sexenio pasado.
“Gobernar en vivo” para hacer sentir a la gente que participa en una “junta” en la que puede ver cómo el presidente toma ante nuestros ojos decisiones que antes se tomaban “a espaldas del pueblo”;
Y consolidar, a fuerza de repetición, el mito de AMLO como un hombre honesto y bien intencionado que, aunque no puede cumplir todo lo que promete, hace su mayor esfuerzo por cambiar a México para bien. Esto es crucial para entender la brecha entre resultados del gobierno y aprobación presidencial.
A estas alturas, es público y notorio que las conferencias matutinas son un ejercicio de propaganda y no de comunicación. Mucho se ha escrito sobre el récord de afirmaciones no verdaderas que ahí se realizan, y sobre los ataques y amenazas del presidente a la prensa y a la oposición. También se ha dicho mucho sobre si el las conferencias realmente dictan agenda mediática, la irritante presencia de falsos periodistas que asisten para ganar notoriedad alabando al presidente, así como del efecto distractor de los largos monólogos plagados de ocurrencias que AMLO quiere hace pasar por respuestas dignas de un Jefe de Estado.

Todo eso se sabe. Y nosotros podremos decir misa sobre la “misa mañanera”. Pero viendo las encuestas, las conferencias matutinas son y le seguirán siendo muy útiles al presidente. Por eso, ahora promete –o amenaza, según se vea– extender el espectáculo a sábados y domingos. No sería sorprendente que, a medida que se acerquen las elecciones intermedias, el presidente decida hacer conferencias dos veces al día, de lunes a domingo.

Los populistas hablan mucho porque aman el sonido de su voz, es verdad. Pero también hablan mucho para que estemos descontentos, divididos y distraídos. Hablan mucho para sustituir la realidad con su relato. Y hablan mucho para preservar y acrecentar su influencia y su poder sobre nosotros.

¿Qué podemos hacer los ciudadanos? De eso escribiré la próxima semana.

jueves, 30 de enero de 2020

Contra farmacéuticas

 Sergio Sarmiento En REFORMA 30 Ene. 2020


"Y si no quieren así,
y van a querer sabotear
para que no tengamos
los medicamentos,
compramos los medicamentos
en el extranjero".

Andrés Manuel López Obrador


Como candidato Andrés Manuel López Obrador prometió la autosuficiencia, pero como Presidente parece empeñado en destruir una de las industrias más importantes de nuestro país, la farmacéutica.

El pasado 28 de enero el secretario de Salud, Jorge Alcocer Varela, publicó en el Diario Oficial de la Federación un decreto que permite la libre importación de medicamentos avalados por un grupo de reguladores internacionales. En principio esto no debería ser un problema. La apertura comercial, como sostienen los liberales, beneficia a los consumidores al darles acceso a los productos más competitivos del mundo. Solo que esta apertura no se extiende a los productores mexicanos, que están sufriendo una asfixiante regulación burocrática de Cofepris, nuestra Comisión Federal para la Protección de Riesgos Sanitarios, la cual está encabezada hoy por funcionarios que quizá sean 90 por ciento honestos, pero que difícilmente llegan a un 10 por ciento de capacidad.

Las historias de horror se multiplican. Una empresa se queja de que la Cofepris le cerró la producción de un medicamento, y le ordenó un recall, un costosísimo retiro de mercancía, porque había un error de dedo en los datos del proveedor suizo de la materia prima. Otra me dice que Cofepris le canceló el registro sanitario de un producto que representaba más de 70 por ciento de sus ventas, también por razones burocráticas que no generaban riesgos sanitarios, y sin permitirle ninguna aclaración. La empresa ha tenido que despedir a decenas de empleados, pero aun así está al borde de la quiebra.

A esto hay que añadir los problemas del nuevo gobierno para adquirir medicamentos para el sector público. Las compras consolidadas se han retrasado y muchas claves han quedado desiertas. La escasez de 2019 probablemente se agravará en 2020.

El Presidente y sus funcionarios afirman que todos los problemas son producto de la corrupción anterior. Acusan en particular a la firma tapatía Pisa, el mayor fabricante de genéricos del país, sin nunca revelar el detalle de sus supuestas irregularidades. Sí han señalado que la compañía no quiso entregar al gobierno sus existencias de metotrexato, un medicamento contra el cáncer, pero la producción tiene sellos de clausura de Cofepris, también por razones burocráticas, y la empresa no quiso violarlos sin un oficio de la autoridad. El gobierno respondió importando el medicamento de la India a través de una empresa registrada en Francia.

El único caso claro de corrupción recae en el actual gobierno, en las compras a Laboratorios Solfrán, empresa propiedad del ex superdelegado en Jalisco, Carlos Lomelí. La Secretaría de la Función Pública ha cancelado ya tres de las cuatro partidas que se le adjudicaron en diciembre de 2019.

Si el propósito del gobierno es acabar con la industria farmacéutica nacional, va por buen camino. Solo un 50 por ciento de la capacidad instalada de la industria está operando. Los despidos ya han empezado y se espera que aumenten en este 2020.

Pero es una tragedia. La industria farmacéutica mexicana, que tiene una alta calidad técnica, genera cerca de 87 mil empleos directos y poco más de 400 mil indirectos. Aporta alrededor del 7 por ciento del producto manufacturero (KPMG). Destruirla por razones políticas es una de las decisiones más irracionales del actual gobierno.



· ¿COINCIDENCIA?

El amparo directo de Sergio Aguayo fue turnado al 13er tribunal colegiado civil que preside la magistrada María Concepción Alonso Flores, una de las que condenó a Olga Wornat y a Proceso a pagar una indemnización a Marta Sahagún por daño moral. Proceso fue posteriormente exonerado por la Suprema Corte, no así Wornat.


@SergioSarmiento

Aspirinas para el cáncer

Jorge Suárez-Vélez en MURAL 30 Ene. 2020


Ante la precaria situación económica, muchos se preguntan por qué no hay más rechazo al gobierno actual. Quizá ésta no sea tan crítica como parece. La medición estadística de la actividad económica en México tiene una limitación importante: sólo incluye actividades legales. ¿Cómo se vería nuestro PIB si incluyéramos narcotráfico, extorsión, secuestro, cobro de piso, huachicoleo y tráfico humano? Las cifras serían más halagüeñas.

Eurostat, entidad equivalente al INEGI en la Unión Europea, lleva rato proponiendo que las cifras de PIB incluyan actividades ilegales como prostitución, narcotráfico y contrabando de tabaco. En Estados Unidos, el Bureau of Economic Analysis estima que, si se incluyera este tipo de actividad, el PIB estadounidense sería 1% más alto (200 mil millones de dólares más). ¿Por cuánto lo sería el de México?

Es evidentemente difícil contar con precisión actividades ilícitas. Estimados del tráfico de droga de México a Estados Unidos van desde 20 hasta 40 mil millones de dólares anuales (entre 1.5% y 3% del PIB de México). Sin embargo, me parece que sería más relevante analizar cómo la actividad criminal desplaza a la legal. Es decir, que conforme crecen robos, cobros de piso o secuestros, la inversión formal y la actividad empresarial -desde el pequeño emprendedor hasta la gran multinacional- decrecen más que proporcionalmente.

La actividad ilegal y la criminalidad desenfrenada son como un cáncer. Parte del daño que un tumor le ocasiona a un organismo proviene de que, para crecer, acapara nutrientes y otros recursos de los que priva a órganos vitales. En una economía pasa lo mismo. Cuando una organización criminal entra en una entidad, extorsiona, roba, secuestra, y provoca que el empresario reduzca su actividad o, en el extremo, que se vaya a otra plaza o cierre. Pero, además, se vuelve la recolectora informal de impuestos, canjeando seguridad por pago de piso, suplantando al Estado.

La estrategia de seguridad propuesta por López Obrador se equivoca. Intenta contener un grave cáncer con remedios caseros. Es una necedad insistir en que basta con el desarrollo de una Guardia Nacional. Hace falta mucho mayor inversión para desarrollar policías locales, capacidad y tecnología para investigación e inteligencia, y mucho mejor impartición de justicia. Necesitamos desarrollar una estrategia seria, a sabiendas de que tomará años en dar fruto. Aquí el desarrollo de Estado de derecho es la mejor quimioterapia. Si no lo hacemos, las organizaciones criminales crecerán como un cáncer que desplaza e inhibe a la economía legal, y pone en jaque al cuerpo (Estado).

Quitan el sueño las nuevas soluciones propuestas. Ante las limitaciones -lógicas y esperables- que ha mostrado el nuevo sistema penal acusatorio, se busca revertirlo para reinstalar el viejo sistema punitivo que privó de su libertad a tantos inocentes (pobres en su mayoría). La brutal reforma judicial que viene le dará a este gobierno facultades para espiar y detener legalmente a quien les venga en gana, sin proceso judicial previo. La venden como si fuese indispensable para combatir la inseguridad. Esto es peligroso y sorprendente, al provenir de un gobierno que se dice liberal, y no de uno de ultra-derecha como el de Bolsonaro.

Después de ver que este fin de semana López Obrador y sus seguidores lincharon sin pudor a víctimas legítimas de la violencia reciente, tachándolos de traidores y de vendidos porque osan exigir soluciones, ¿podemos asegurar que este gobierno no abusará de las patibularias leyes que busca?, ¿que no las usará como medio para castigar o extorsionar a críticos, enemigos políticos, o empresarios disidentes? Mientras más delicada sea la situación, más probable será que lo haga.

López Obrador está en un callejón sin salida. La inseguridad desenfrenada y sus propuestas insensatas ahuyentarán a la inversión privada. El desempleo irá en aumento, caerá la recaudación fiscal y tendrá que recurrir a recortes crecientemente dolorosos para mantener la disciplina fiscal prometida. Todo con tal de no corregir un rumbo errado.


@jorgesuarezv

La devaluación de Solalinde

 30/01/2020 Salvador Camarena

El padre Alejandro Solalinde ni siquiera intenta dar maromas a la hora de justificar cómo pasó de ser un respetado defensor de migrantes a un oficioso vocero del gobierno que manda cuerpos policiacos y militares para correr de territorio nacional a pobres (de pobreza y de indefensos) centroamericanos.

La transmutación de este religioso ha sido tan evidente como bochornosa de observar.

Ahora, una entrevista de Solalinde con El Faro, plataforma de periodismo en Centroamérica respetada internacionalmente, desnuda sin piedad al cura. Y también, hay que decirlo, sin mucha dificultad: es el propio prelado el que reconoce que hoy su prioridad es la defensa del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, postura que el padre confunde discursivamente al decir que sobre los inmigrantes antepone a México.

He aquí que tenemos a un religioso partidista. Como se advierte en esta frase publicada el día de ayer: “Mi papel es ayudar a los migrantes, no involucrarme en ello, y mucho menos causar un problema internacional entre mi gobierno, un gobierno legítimo, y Donald Trump”.

Un hombre de fe con gobierno. Cosas del 2020. Pero Solalinde abunda: “he seguido apoyando y acompañando a los migrantes, pero, obviamente, no puedo apoyarlos en su derecho a ir al norte, porque tienen derecho a ir al norte, pero no puedo apoyarlos en este momento”.

-¿Por qué?, le cuestiona el reportero Carlos Martínez.

“Porque son muy importantes, pero México debe ser lo primero”.

El reportero pone cara de perplejidad.

“Escucha lo que te estoy diciendo. ¡Sí, absolutamente! Te lo explicaré: durante muchos años, México ha sufrido la corrupción de los regímenes que nos pisotearon y nos mantuvieron sometidos, y digo que, si no rescatamos a México, no estará allí para Centroamérica o para los migrantes, o para América Latina, o para nadie... Este es el punto. Creo en este presidente, Andrés Manuel López Obrador. También creo que las políticas que está llevando a cabo no son la mejor política pública, se tambalea y tropieza, en términos de política de inmigración. Por supuesto, pero lo entiendo, porque ni Andrés Manuel ni la Secretaría de Gobernación ni la Cancillería ni ninguno de los dos comisionados de inmigración anteriores, excepto, teóricamente, el primero (Tonatiuh Guillén), ni Alejandro Encinas (el subsecretario de Derechos Humanos, Población e Inmigración), ninguno de ellos sabe nada sobre migración. Así que su error ha sido ignorar a las organizaciones de la sociedad civil, porque el año pasado hicimos un trabajo extraordinario, teníamos doce grupos de trabajo y presentamos propuestas de política pública, y simplemente las tiraron a la basura. No escucharon”. (https://elfaro.net/en/202001/internacionales/23971/Migrants-Are-Very-Important-but-Mexico-Comes-First.htm)

Como leyeron. Solalinde está entregado a un gobierno que, al mismo tiempo, descalifica como ignorante y, palabra mía, irresponsable por desconocer la materia migratoria y encima desechar buenas propuestas de expertos.

El reportero le recuerda que “durante mucho tiempo sostuviste que los valores humanos, los llamaste valores cristianos, trascendían gobiernos y fronteras, pero ahora crees que México tiene prioridad, el gobierno de México”.

-Bueno, porque de ahí surgen los derechos humanos de los mexicanos y de los migrantes. Quiero decir, veamos, ¿por qué no me dices cuál debería ser la prioridad? ¿La prioridad debería ser defender un enorme desplazamiento de personas para que puedan continuar causando un problema internacional?

Un año antes, Solalinde había declarado al mismo periodista que México daría la bienvenida con trabajos y alternativas a los migrantes. Pero que aquellos que no quisieran esas opciones, serían respetados en esa voluntad y podrían seguir su camino.

Aunque en las últimas horas Solalinde lamentó en otras declaraciones la torpeza del gobierno al intentar prohibir a las ONG entrar a centros de detención de migrantes, lo cierto es que en todo este tiempo en que el gobierno que él defiende ha usado a la Guardia Nacional para impedir que migrantes no sólo crucen la frontera sur, sino también la norte, su voz ya no se levantó más para defender a los que antaño defendía, como si los derechos de los migrantes valieran menos que los de los mexicanos.

Hombre de dogmas, parece haber pasado de la caridad cristiana al dogma amlista de hacer todo lo que Trump diga. Sin dudar.

miércoles, 29 de enero de 2020

Morena no se puede gobernar

Pablo Hiriart, 29 enero 2020. El Financiero.

El partido en el poder tiene dos presidentes porque Bertha Luján, presidenta del Consejo, le dio 'golpe de Estado' a Yeidckol Polevnsky, presidenta del CEN, nombraron como presidente interino a Alfonso Ramírez Cuéllar, y la presidenta depuesta acudirá al Tribunal Electoral para ratificar la ilegalidad del Congreso que la derrocó. ¿Qué tal?

No pueden gobernarse a sí mismos, lo que explica por qué tampoco pueden gobernar al país.

Unos apuntan a destruir el INE, el Tribunal Electoral, el Estado de derecho, y otros pierden el tiempo en rifas del avión presidencial, pelearse con los médicos, hacer añicos el sistema de salud, y tiran la economía del país a crecimiento bajo cero.

En el gobierno unos prometen apertura energética, otros, cerrazón a la iniciativa privada. Dicen que van a continuar con el aeropuerto y días después los desmienten del propio Ejecutivo.

Las máximas autoridades invitan a los migrantes centroamericanos a venir a México para darles viaje todo pagado a la frontera norte, y otras máximas autoridades mandan a soldados y a la Guardia Nacional a apresarlos en el río Suichate, y también se mandan tropas a fortalecer el muro de Trump.

Morena es el fiel reflejo del gobierno, que tiene habilidad y vocación para destruir y está incapacitado para construir.

El problema de Morena es que su élite en realidad es una partida de fanáticos e intolerantes que no entienden de civilidad, de democracia, sino que viven en el pleito eterno.

Ese partido debió tener elecciones el año pasado y renovar su dirigencia, pero no pudo porque en las asambleas hubo pleitos físicos, sillazos, artefactos explosivos, balazos, heridos, candidatos excluidos del padrón, y debieron acudir el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para que les ayude a gobernarse.

El Tribunal dijo que no podían citar al Congreso, y por supuesto que una de las tribus sí lo hizo, y aprovechó la ocasión para destituir –en ausencia– a la presidenta del partido y seis integrantes más del Comité Nacional.

Analistas dicen que lo anterior sucede porque el Presidente de la República “no ha intervenido” en la vida interna del partido. Sí, cómo no.

En la turbulenta tarde del domingo, la presidenta del Consejo Nacional, Bertha Luján, dijo: “Hubo por ahí un árbitro que nos sentó (a ella y a Yeidckol) a la mesa y ahí salió un acuerdo de unidad para emitir una sola convocatoria, firmada por ambas, y quedaban sin efecto los congresos emitidos por el CEN y el Consejo, y convocar a uno solo para atender la sentencia del Tribunal” (nota de Enrique Méndez, La Jornada de este lunes).

¿Quién es ese poderoso árbitro que las convocó y las sentó a las dos? El único con autoridad para hacerlo es ya sabemos quién.

El Presidente opera, y apoya a la corriente de Luján porque Yeidckol desde hace rato cayó de su gracia. Basta ver a sus medios afines, sus cartonistas militantes y alfiles en radio, en columnas y en redes sociales, para saber de qué lado está el poder.

La maquinaria de propaganda oficialista está cargada del lado de Luján y descuartiza a Polevnsky, lo cual, dicho sea de paso, nos tiene sin cuidado.

Para su Congreso del fin de semana pasado dicen que tuvieron quorum porque se acreditó la asistencia de mil 310 congresistas, de “alrededor de dos mil 600” consejeros nacionales. Ilegal por donde se vea.

Por supuesto, Ramírez Cuéllar fue electo presidente del CEN con el cien por ciento de los votos. Una banda hizo el Congreso, dejó fuera a la otra banda, y ganó por unanimidad.

El pleito irá al Tribunal, al que siempre han despreciado por ser “un tentáculo de la mafia del poder” (cuando no les da la razón).

Así es Morena. Una camarilla de fanáticos e intolerantes que no se pueden gobernar en su propio partido, donde supuestamente comparten ideología, principios e ideales.

Por eso, también, el país tiene las prioridades de cabeza. Porque nos gobiernan ellos.

viernes, 24 de enero de 2020

¡Qué vergüenza!

24/01/2020  Raymundo Riva Palacio

Rosario Piedra Ibarra rindió su primer informe de actividades como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ante el Pleno de la Comisión Permanente. Morena, el partido en el poder que la impuso en el cargo, no se cansó de aplaudir. La oposición, de protestar. La activista dijo que el modelo de derechos humanos creado hace 20 años, está agotado y debe cambiar. ¿Para dónde va? Para lo que quiere su patrón, el Presidente: acabar con la CNDH, parte de las reformas democráticas de segunda generación, y que los derechos humanos regresen a la tutela del Ejecutivo. De esta forma, la defensa de las garantías será discrecional, limitada y perjudicial para la nación.

La comparecencia de Piedra Ibarra es una vergüenza para la democracia mexicana, y uno de los emblemas del nuevo México que se construye a partir del cinismo, la ignorancia, la incompetencia y la soberbia. Las cuatro categorías definen a la presidenta de la CNDH, incapaz de articular un discurso propio, y que repite como merolico los postulados presidenciales. Lo más importante para ella, según sus jerarquías, es apegarse a la “austeridad republicana”, disminuyendo presupuestos y eliminando herramientas de trabajo, como teléfonos celulares y automóviles blindados. Piedra Ibarra dijo que eran automóviles de lujo, acomodándose a la narrativa oficial, pero mostrando lo primitivo de su pensamiento.

Hablar de ello no es lo de menos. El blindaje, como los bonos y estímulos que también eliminó, eran proporcionados a un grupo de funcionarios de la CNDH porque, en la primera instancia, era la única defensa frente a atentados; en la segunda, como compensación, porque diariamente se jugaban la vida. Ni ella ni su equipo requieren de ello, porque la defensa de los derechos humanos es cosa del pasado. No necesita medidas de protección para minimizar los altos riesgos, porque no los va a tomar. Ya lo estamos viendo. No ha hecho nada durante su gestión, salvó desparramar solidaridad con víctimas, sin tomar acciones para ir tras sus victimarios. Las acciones cautelares y las recomendaciones se han ido al mínimo. Pero su analfabetismo legal, en contraste, es inconmensurable.

Hace unos días ordenó la revisión de la recomendación de la CNDH sobre el caso Ayotzinapa porque, dijo, no existe un método para calificar su estado o nivel de cumplimiento. Piedra Ibarra no está enterada, siquiera, de los asuntos de mayor relevancia que hizo la CNDH durante el último año. La investigación, de acuerdo con cuatro artículos de la normatividad del organismo, está cerrada y concluida, presentó sus recomendaciones –resultado de un trabajo cuyo documento base tiene un millón de páginas– y se ajustó al Reglamento. Las conclusiones fueron reconocidas por la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el subsecretario para Derechos Humanos, Alejandro Encinas, quienes dijeron que aportaba elementos importantes para profundizar en una nueva investigación.

Piedra Ibarra se ha convertido en un dique en la vigilancia y protección de los derechos humanos. Desde que llegó al cargo, el 12 de noviembre pasado, la CNDH prácticamente se ha paralizado. El momento más notorio quedó evidenciado el miércoles, cuando se presentó al Pleno de la Comisión Permanente, y la prensa le preguntó insistentemente su posición sobre la violencia contra los inmigrantes centroamericanos en la frontera con Guatemala. La señora guardó un silencio inexplicable, ignorando repetidamente los cuestionamientos. Después de casi 24 horas, la CNDH emitió un comunicado donde condenó todo acto de violencia contra los inmigrantes, y exhortó a las autoridades a evitar violaciones a los derechos humanos. No hizo nada más. Los funcionarios de la CNDH en la zona –que aún no han sido purgados por la nueva presidenta–, recabaron las quejas de los inmigrantes, que no fueron suficientes para obligarla a tomar una posición hasta el jueves, tras la andanada de críticas por su mutismo.

Piedra Ibarra es la funcionaria ideal para el presidente Andrés Manuel López Obrador, que se ha dado a la tarea de colonizar los organismos autónomos que servían de contrapeso a los abusos del poder, con personas de capacidad cuestionable, cuyo principal atributo debe ser la subordinación sin pudor. La CNDH, que critica López Obrador como un instrumento inservible, repetido por su empleada, se enfrentó en el pasado al Ejército –en el caso Tlatlaya–, a la Policía Federal –en Tanhuato y Nochixtlán–, y a la Marina, por ejecuciones extrajudiciales, por citar sólo unos cuantos ejemplos, y se había convertido en un observador incómodo del gobierno federal. La llegada de Piedra Ibarra cancela esos trabajos y esos avances que costaron mucho, a muchos.

Es paradójico que Piedra Ibarra, cuyo hermano Jesús fue víctima de los abusos de poder durante la Guerra Sucia en los 70, insulte la memoria de quienes optaron por las armas como un método para cambiar el estado de cosas, y repudie con su servilismo la lucha para construir mecanismos a favor de los derechos humanos. Sin embargo, no es ella a quien hay que reclamarle en última instancia; ni siquiera al Presidente, a quien los derechos humanos le dan urticaria. Los principales responsables de esta aberración en la democracia mexicana son los senadores, que tuvieron en sus manos impedir que Piedra Ibarra llegara a la CNDH.

¿Qué hicieron? Una marranada. En la votación del 7 de noviembre hubo quorum con 116 senadores, y necesitaba una mayoría calificada de 77, pero como no la alcanzaron, se repitió la votación, sin dos de los senadores iniciales en el Pleno, con lo que alcanzaron la mayoría calificada de 76. La votación fue en papeleta, que oculta quién de la oposición, por miedo o componenda, le dio su voto. Ganó la infamia. En ellos descansará la irresponsable destrucción del mecanismo que salvaguardaba las garantías individuales. Piedra Ibarra, mientras tanto, seguirá navegando en el cinismo, característico de la época.

El año más violento


Jorge Ramos Ávalos
en MURAL
20 Ene. 2020

El primer año de Andrés Manuel López Obrador como Presidente fue el más violento en la historia moderna de México. Algo no está funcionando bien y, claramente, las posibles soluciones no han dado resultado. Mueren y desaparecen mexicanos como si México fuera una zona de guerra. Los feminicidios están fuera de control. Y a veces no pareciera existir ningún sentido de urgencia para enfrentar esta crisis. "No me quita el sueño ningún problema", dijo AMLO recientemente.

Bueno, este problema debería quitarle el sueño o, al menos, darle pesadillas.

Del 1o. de diciembre del 2018 al 30 de noviembre del 2019 fueron asesinados 34,579 mexicanos, según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública del gobierno de México. Es el año más sangriento desde el fin de la Revolución y la Guerra Cristera (1926-1929).

Esta cifra es superior a los 33,743 homicidios dolosos que se registraron en el 2018 (bajo la Presidencia de Enrique Peña Nieto hasta noviembre y ya a partir de diciembre con López Obrador) y de los 27,213 asesinatos que ocurrieron en el 2011, el año más mortífero de Felipe Calderón en la Presidencia.

Ningún año en las presidencias de Peña Nieto, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas o cualquier otro mandatario en casi un siglo fue tan violento como el primero de AMLO en el gobierno, según datos del INEGI. Esa es la realidad basada en cifras del mismo gobierno de AMLO. No hay otras.

Ahora, hay dos preguntas: una, ¿de quién es la culpa de tanta violencia? Y dos, ¿de quién es la responsabilidad de encontrar una solución y dar resultados?

La escalada de violencia se da a principios del sexenio de Felipe Calderón (2006-2012) cuando se declara la guerra contra el narco. El reciente arresto en Dallas de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Calderón, acusado de supuestamente recibir sobornos millonarios de narcotraficantes, indica que este no es un problema nuevo. Lo llevamos arrastrando por más de una década.

Nadie culpa a AMLO del terrible legado de violencia que le dejaron. Pero ¿de quién es la responsabilidad de encontrar una solución? La respuesta inequívoca es: del gobierno de López Obrador. Para eso, entre otras cosas, lo eligieron 30 millones de mexicanos; para encontrar soluciones a sus problemas. En todas las elecciones del planeta se escogen líderes para resolver los asuntos pendientes. Y el 22 de agosto pasado, AMLO tomó absoluta responsabilidad del tema de la violencia al decir: "No quiero seguir responsabilizando a la administración pasada y a los de antes de esa administración".

Pero poco ha cambiado. En la conferencia de prensa del 5 de noviembre, AMLO dijo: "Ya tenemos resultados; ya se ha podido detener la escalada de violencia". Aunque se haya reducido la tendencia a la alza, tener más de 34 mil muertos no se puede considerar un éxito en ningún país. Y AMLO no quiere cambiar o ajustar su estrategia de seguridad.

Tres días después, en la "mañanera" del 8 de noviembre, insistió: "Ahí vamos avanzando (...) hay capacidad". Pero su gabinete de seguridad a veces no sabe qué hacer, como quedó demostrado con la reciente liberación del hijo del Chapo en Culiacán. AMLO se rehúsa a despedir a funcionarios que no funcionan.

Y el 13 de diciembre, AMLO dijo: "No hay en el mundo un Presidente o un primer ministro que atienda el problema de la inseguridad y de la violencia como lo hacemos nosotros. De lunes a viernes de 6 a 7 de la mañana". Pero aquí está confundiendo horas de trabajo con resultados. De lo que se trata es de ser efectivo.

Estamos de acuerdo: este problema no lo creó AMLO. Pero su estrategia a largo plazo -más inversión social para enfrentar las causas de la violencia- y a corto plazo -la Guardia Nacional- es insuficiente.

Esta semana asistí a otra de las "mañaneras" de López Obrador. (Tengo que reconocer que el acceso de los periodistas al Presidente es inusitado; en ningún otro país del mundo el Presidente da una conferencia de prensa diaria). Y le pregunté cuándo habría resultados. "Este año", prometió. (Aquí lo pueden ver: https://bit.ly/2R0XATu).
Nadie quiere que le vaya mal al Presidente. Pero hasta el momento solo vemos muertos, secuestrados y desaparecidos.
________
@jorgeramosnews

Cuentos para dormir

Guillermo Velasco Barrera
en MURAL
24 Ene. 2020


Si en algo ha sido consistente el presidente Andrés Manuel López Obrador es en su narrativa, en el relato que hilvana todos los días, con nuevos y variados capítulos, mediante los cuales fija la agenda mediática y marca la pauta de las conversaciones políticas, familiares y de toda índole.

La propuesta de rifar el avión presidencial es una de las pruebas más contundentes de lo anterior. Dicha propuesta es un hito más de la historia que el hoy Presidente comenzó a contar desde la campaña, cuando repetía como disco rayado "este avión no lo tiene ni Obama". Tal expresión, hizo del TP-01 un símbolo para mostrar el derroche y los excesos de gobiernos anteriores. Un símbolo tan importante como lo fue el muro en la campaña de Donald Trump.

El avión no ha podido venderse ni se venderá, ha salido más caro tenerlo detenido que usarlo, sumado lo anterior a los gastos que ha significado movilizar al Presidente y a los miembros de su gabinete en vuelos comerciales, pero no se trata de un tema de recursos económicos, ni ahorros, sino de exacerbar el resentimiento, ponerle nombre y apellido a la corrupción y mostrar a un Presidente que viaja como "cualquier ciudadano".

Este cuento da para muchos capítulos, el Presidente ya escribió el primero cuando dijo "érase un gobierno faraónico en el que sus monarcas se trasladaban en aviones de lujo...". Lo que sigue hacia adelante puede derivar en cualquier cosa, hasta donde alcance la imaginación a los propagandistas de la 4T.

Han sido dos los ejes rectores de la narrativa presidencial, muy ligados entre sí: la lucha contra la corrupción y los excesos de los gobiernos anteriores. Los cuentos para alimentar esta narrativa han sido muy variados y eficaces. La supuesta lucha contra el huachicol que generó un verdadero caos en el país fue una acción propagandística notable para concretar en algo tangible el discurso contra la corrupción. Sin embargo, la ordeña de ductos sigue y no hay ningún "pez gordo" detenido.

Como parte de su discurso contra la corrupción, López Obrador hizo alusión incluso a la conquista de México y calificó a Hernán Cortés como el primer corrupto en nuestro país. No son disparates, son frases bien pensadas para seguir exacerbando el odio y la división en un país que, a consecuencia de la leyenda negra, sigue sumido en el rencor y en los complejos, de lo que por cierto nuestro Presidente es fiel reflejo.

Culpar al pasado ha sido algo fundamental en esta telenovela. La 4T no es responsable de nada: ni de la inseguridad, ni de los muertos, ni del caos que hoy significa la salud pública, lo que incluye a los niños con cáncer que no tienen medicinas, tampoco lo es del nulo crecimiento económico. Todo es responsabilidad de los gobiernos anteriores y de los conservadores.

Pero la realidad es la realidad, aunque el Presidente tenga otros datos, y ante la falta de resultados este gobierno requiere distractores. La cortina de humo de la rifa del avión presidencial tiene además el propósito de ocultar una acción estratégica para el gobierno, como lo es la pretensión de modificar el sistema de impartición de justicia penal con una serie de medidas regresivas para, en el nombre del combate a la corrupción, intimidar, perseguir y encarcelar a opositores del régimen. El andamiaje de las dictaduras, para decirlo claramente.

Mientras en lo oscurito se "cocina" la verdadera agenda de la 4T, el jefe máximo sigue entreteniendo al pueblo sabio con fábulas, cuentos e incluso con clases de religión. Pero al lobo se le cae la piel de oveja y poco a poco muestra su verdadero rostro.

Llegará un momento en donde los cuentos presidenciales serán algo anecdótico y la popularidad del Presidente algo irrelevante, pues cuando se tiene todo el poder, ya no se requiere la aprobación de la sociedad para seguir ejerciéndolo. Llegados a ese punto, el relato sería ciertamente dramático.



@gvelascob

A Solalinde se le salió el diablo con los migrantes

Para el padre Alejandro Solalinde, la actual caravana migrante está hecha para golpear al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y pide a los migrantes que mejor se queden en Guatemala. ¿Pastor de hombres o pastor de borregos?

Por Massimo

Para el padre Alejandro Solalinde, la actual caravana migrante está hecha para golpear al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y pide a los migrantes que mejor se queden en Guatemala.

En entrevista para el Heraldo de México, el sacerdote declara que los migrantes, deberían esperar en Guatemala en lugar de cruzar la frontera mexicana.

Aunque él mismo señala que los migrantes pueden buscar ir a donde ellos quieran, si no respetan las leyes mexicanas, mejor que ni le busquen:

 “El Estado mexicano ha puesto condiciones como cualquier otro. Yo pienso que las personas migrantes pueden respetarlos. Si no quieren respetar eso, pueden esperar en Guatemala, al menos hasta que pase este tiempo electoral tan terrible y furioso de Donald Trump”, declaró Solalinde para El Heraldo de México.

La caravana está manupulada para golpear a AMLO
Y es que el sacerdote antes reconocido por su labor de defensa a migrantes, parece tener una causa más fuerte que defender: El gobierno de López Obrador.

Porque afirma que se trata de una movilización manipulada, con líderes interesados sacarle dinero a los migrantes.

Y de acuerdo con Solalinde, esas movliizaciones golpean al gobierno de la 4T.

“Perjudican también al nuevo gobierno de México que busca un proyecto nuevo de nación”, señaló el padre Alejandro.

Respecto a esa presunta estrategia, el padre señaló para el diario La Razón existe una táctica mediática: confrontar a niños y mujeres con la Guardia Nacional.

“Su táctica es unirse y avanzar poniendo a niños, mujeres y familias por delante (…) ésa es la estrategia mediática: confrontarlos con la Guardia Nacional”, expuso en entrevista para La Razón.

Por ello, el padre Solalinde pide a los migrantes que busquen las vías legales de tránsito.

Y como respuesta a los fines de la caravana, nadie del equipo de Solalinde acompaña a los migrantes en su tránsito, como sí ha sido con otros contingentes.


Alejandro Solalinde
@padresolalinde
Desde ayer me están preguntando los medios, si yo envié un equipo  a la frontera sur para acompañar la caravana No hemos mandado a nadie. Nuestro acompañamiento y atención integral es a familias migrantes que ya están en el país.


Quizás Alejandro Solalinde, ya está cambiando el oficio… y ahora en lugar de ser pastor de hombres, se convirtió en pastor de borregos… o de lobos con piel de cordero.

Y si no lo creen, aquí está la última defensa del gobierno… cuando el padre Solalinde exigió a la familia LeBarón aclarar de qué lado estaba. O bueno, para frases en defensa del gobierno actual, hay de dónde escoger.

lunes, 20 de enero de 2020

Ya mostró sus intenciones

 PabloHiriart 20/01/2020 - 8:09

Se nos ha puesto a hablar de la rifa del avión presidencial para ocultar el desastre que acumulan, pues no saben gobernar y, para hacerlo, les estorba la democracia y dan pasos hacia la tiranía.

Lo de la rifa es un distractor porque el miércoles el gobierno enseñó, en el Senado, lo que pretende construir: una tiranía.

Como no pueden con la tarea de gobernar, van por la anulación de garantías, la facultad de encarcelar a opositores, empresarios, críticos, periodistas y ciudadanos en general, con pretextos menores.

Integrantes del gabinete se presentaron en el Senado el miércoles con un paquete de reformas judiciales que configuran la pérdida de libertades políticas e individuales. Nada menos.

Se tuvieron que echar momentáneamente para atrás (hasta febrero) pues el líder de su propio partido en el Senado, Ricardo Monreal, les dijo que eso era una locura, impasable.

La intención, sin embargo, ahí está. Quedó al descubierto y tienen que sacar la payasada de la rifa del avión para cambiar de tema.

Entre las propuestas del Ejecutivo está ampliar el arraigo a todos los delitos, no sólo a delincuencia organizada.

Cualquier persona acusada sería susceptible de ser arraigada, en la cárcel, en una casa de la FGR, en separos o donde haya espacio, antes de iniciar un juicio. No importa que el señalado sea inocente: basta la acusación. Más soviético, imposible.

Las reformas que llevaba el gobierno bajo el brazo plantean autorizar las intervenciones telefónicas en temas fiscales y electorales.

¿Se dan cuenta de lo que eso significa? Toda persona, especialmente los empresarios, son sujetos de sospecha de evasión fiscal. Se acabó la privacidad para ellos porque vivirán intervenidos, bajo sospecha.

Desde los dueños de la compañía, sus directivos hasta los contadores, podrán ser espiados, legalmente, sin derecho a reclamar.

El contribuyente que no es empresario también puede ser sujeto de sospecha y espionaje legal. Así el clima de terror se extiende a prácticamente toda la población.

Los que no comulgan con el gobierno actual, aunque nada deban, a temblar: sus vidas privadas, con los pecadillos personales –que son privados y no asunto del Estado–, estarán expuestos a la exhibición pública.

Así quieren controlar a toda la población. Y que los ciudadanos se sientan atemorizados ante el gobierno que tiene en sus manos su vida privada y su libertad.

También los miembros de Morena –para inhibir crítica y prevenir deserciones– podrán ser espiados legalmente, con el pretexto de sospecha de delito electoral, y esas escuchas obtenidas por la intervención telefónica pueden usarse para desprestigiarlos o encarcelarlos.

¿Así o más soviético lo que pretende el gobierno, y por ahora se pospuso?

De acuerdo con el planteamiento que por ahora se detuvo para “profundizar”, serían legales las intervenciones de las comunicaciones privadas ante sospechas de delitos electorales. Y como el gobierno tiene derecho a sospechar de todos los dirigentes opositores, tendrá el garrote en la mano. Además, el arraigo con la sola acusación será legal.

Hay algo peor, si es que cabe. La propuesta oficial plantea validar en un proceso las pruebas obtenidas de manera ilícita.

Con lo anterior se legalizan la tortura y la extorsión de parte del gobierno. La confesión que quieran, contra quien quieran, la pueden obtener mediante el suplicio o el chantaje y pretenden que sea legal.

Pide reincorporar al Código Penal, con cárcel de seis meses a seis años, el delito de “la imputación que se hace a otro de un hecho cierto o falso”. Mientras se desarrolla el juicio, el comunicador quedará preso en una casa de arraigo de la FGR o en las mazmorras que elija el régimen.

¿Verdad que no nos equivocamos durante años, cuando señalábamos a AMLO con tendencias dictatoriales?

¿Ya se dieron cuenta, distinguidos intelectuales y académicos, a quiénes llevaron al poder?

Para remachar, el gobierno plantea reformar el derecho de amparo, que es la joya de nuestra Constitución contra los abusos del poder.

Todo lo anterior es la construcción de una tiranía.

No es propaganda de los malquerientes de López Obrador ni de Morena. Lo hicieron los más altos funcionarios del gobierno.

Esas son sus intenciones.

La rifa del avión es un distractor para cambiar la conversación pública, luego de que esta vez no contaron con el respaldo de Monreal ni del presidente de la Corte. Por ahora.

Insistirán, porque no pueden gobernar en democracia.

Intuición y aislamiento

Jesús Silva-Herzog Márquez
en MURAL
20 Ene. 2020

Gobernar es fácil. Esa es la convicción profunda del Presidente. No requiere ciencia. La experiencia está sobrevaluada, la técnica es sospechosa. Lo que nos dice el Presidente es que, a lo largo de los siglos, las civilizaciones han perdido el tiempo tratando de precisar las complejidades del gobierno. Bibliotecas enteras dedicadas a lo obvio. La ciencia de la administración, la mecánica de los incentivos, el catálogo de experiencias son entretenimientos triviales. No hay dificultad alguna en el mando, en la gestión, en la economía, en la ley. Nada perderíamos si desaparecieran esas bibliotecas que han tratado de escudriñar los misterios y complejidades de lo social. En realidad, nos dice el presidente de México, eso de gobernar no necesita estudio. Y no me refiero, por supuesto, a una disciplina universitaria o a un diploma. Me refiero al respeto por lo complejo, a la atención al conocimiento. Lo que se desprecia en la práctica presidencial es el análisis de los enredos que caracterizan lo público, la seria ponderación de los costos, la carga que implica cualquier decisión. Se impone en el gobierno la simpleza de un moralismo elemental: cuando uno es bueno, todo lo que se hace será bueno. De esa soberbia moral proviene la idea de que las soluciones son siempre obvias y no requieren mayor reflexión.

Para gobernar no se requiere reflexión ni se necesita equipo. La política de la intuición es la política del aislamiento. Aunque se abrigue de multitudes, el Presidente es un político aislado. Un gobernante omnipresente y un gabinete invisible. Y no creo que lo imperceptible del equipo se deba a la discreción de los funcionarios. Es el personalismo instintivo e impetuoso del jefe lo que impide el funcionamiento del equipo. La rutina misma del Presidente corroe cualquier posibilidad de colaboración estable y productiva. Toda política pública cuelga de su saliva. Cada mañana la administración suspende la respiración. Habrá que ajustar la política a lo que en ese instante ha declarado el Presidente. La improvisación que caracteriza su homilía cotidiana puede imponer un viraje radical a la labor de meses. No hay coordinación que resista esa frenética locuacidad.

El arreglo de las competencias que establece la ley le importa poco al Presidente. Cuando era alcalde la capital hizo que la titular del órgano encargado de cuidar el medio ambiente supervisara su regalo a los automovilistas. La confianza del caudillo está por encima de cualquier normativa. Los cargos importan poco: el canciller puede encargarse de la política migratoria y encarar una de las más severas crisis de seguridad del país. Un subsecretario de Relaciones Exteriores puede anular las competencias de la Secretaría de Economía y negociar (a solas) los acuerdos comerciales.

Esta semana vimos que el aislamiento presidencial se traduce en exhibiciones grotescas de descoordinación. Hace unos días, con el fiasco de la iniciativa de reforma judicial, se exhibe una terrible incomunicación. No abordo el contenido de la propuesta. Lo que me interesa aquí es el desbarajuste en la casa presidencial. El poderosísimo presidente López Obrador no es capaz de poner en sintonía a su propio equipo. El signo más claro de este desorden es el vacío en la primera silla de la administración. Desde hace un año, México vive sin titular de la Secretaría de Gobernación. Como se han encargado de difundir la broma los propios integrantes del equipo presidencial, la encargada de esa oficina cumple funciones decorativas. Una secretaria virtual. Se le puede ver de tarde en tarde en ceremonias públicas. Va al teatro. Pronuncia discursos. Recibe visitantes en el palacio que ocupa. Viaja en representación de su jefe. Pero nada que muestre el cumplimiento de sus atribuciones como coordinadora del gabinete, como garante del Estado laico o conductora de una política migratoria respetuosa de los derechos humanos. Lo último que se supo de ella corresponde a su breve paso por el Senado. Desde diciembre del 2018 ha fungido como observadora con cargo.

Penosa, o más bien triste, la labor de la primera mujer a cargo de la Secretaría de Gobernación. Doña Olga Sánchez Cordero encarna en este gobierno lo que Rosario Castellanos llamaba en un brillante discurso, la "abnegación" de la mujer mexicana. La mujer que se nulifica, que se niega a sí misma.
__________
http://www.reforma.com/blogs/silvaherzog/