miércoles, 26 de junio de 2019

Los calumnistas

JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
26 Jun. 2019


"Muchos de los medios de información
son en verdad el enemigo del pueblo".

Donald Trump


Al Presidente no le gustan los columnistas: "Ya se acabó el régimen en donde no se podía tocar al intocable... a un juez, a un magistrado, a un ministro, a un gobernador, al Presidente, bueno, a un columnista... Debe haber como 100 columnistas en todo lo que es la prensa escrita, que hay periódicos que tienen hasta 10, 15, como 100, y de esos 100, yo creo que 90 o 95 están constantemente, un día sí y el otro también, cuestionándonos".

No es el primer Presidente que se queja de la prensa. Enrique Peña Nieto decía que a los periodistas "ningún chile les embona". También a López Obrador le molesta la crítica. Para él los columnistas no son más que calumnistas: "Nos convertimos en una de las industrias más importantes para muchos medios de información... Y dije que les íbamos a cobrar un impuesto, porque eran empresas muy lucrativas. Columnistas de 200, 300, 500 mil pesos mensuales... Éramos como los clientes preferidos".

Quizá el Presidente no leía a los perversos y ricos columnistas antes. Las quejas que escucho de López Obrador son las mismas que expresaban Peña Nieto, Calderón, Fox, Zedillo y Salinas de Gortari.

En su mañanera de este martes el Presidente dijo: "Ayer estaba yo leyendo una columna donde hablan de que una estación de radio, una cadena de radio que está vendiendo estaciones y que tiene que ver con una operación llevada a cabo desde el gobierno federal. Es falso, completamente... Nosotros no nos metemos en estos temas, no nos metemos a la vida interna de los medios".

No sabía yo si ponerme el saco, ya que el lunes dejé de trabajar para una cadena de radio después de 36 años. "Lo único que queremos -dijo el Presidente- es que no nos echen la culpa de lo que no tiene que ver con nosotros. Si a una empresa le va mal y ya no le alcanza, me refiero a un medio de comunicación, para pagarle a un conductor de un programa o a un columnista, y ya no va a trabajar ese columnista en ese medio, pues no es por culpa de nosotros. No es porque nos criticaban y entonces por eso lo despiden. No, nunca hemos hecho eso ni lo haríamos".

No sé si se refería a mí, pero no hay razón para pensar que pidió mi salida del grupo en que trabajé. No imagino a un Presidente perdiendo el tiempo ordenando el despido de un periodista. Tampoco creo que Fox haya pedido la salida de José Gutiérrez Vivó de Radio Red o Calderón y Peña Nieto la de Carmen Aristegui de W Radio y MVS Noticias, a pesar de que el presidente López Obrador lo ha afirmado varias veces.

Los presidentes suelen quejarse de los medios. López Obrador ha cuestionado varias veces a Pablo Hiriart de El Financiero y al Reforma, conservador, neoliberal y fifí, lo ha acusado de atacarlo. Es normal.

Pero un periodista debe ser crítico por naturaleza. A Fox yo lo cuestioné por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, a Calderón por la guerra contra las drogas y a Peña Nieto por la reforma fiscal, entre muchos otros temas. A López Obrador le he aplaudido su honestidad personal, pero he cuestionado muchas de sus decisiones concretas. Ese es mi trabajo. Cuando López Obrador afirmaba sufrir un cerco informativo, yo lo entrevisté las veces que él aceptó en televisión y radio. También es mi trabajo.

López Obrador nunca me ha censurado, ni como jefe de Gobierno ni como Presidente. Estoy convencido de que cree en la libertad de expresión. Pero eso no significa que los dueños de los medios no quieran quedar bien con él. Eso también es natural.


· SARGAZO

Sí es un problema serio, por lo menos para la gente que vive del turismo en Quintana Roo. La mejor solución, al contrario de lo que dice el Presidente, es tratar al sargazo como un negocio. Si se convierte en un producto, y se usa, por ejemplo, para fabricar ladrillos, pasaría de ser un problema a una bendición.


@SergioSarmiento

lunes, 24 de junio de 2019

Diálogo entre Gramsci y Morena, fantástico

POR  ,

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Tengo el gusto de reproducir un breve y reciente diálogo entre Antonio Gramsci -en su existencia etérea actual- y Morena -en cuya representación colectiva, intervienen personajes de la literatura fantástica de Tolkien (no se sabe si elfos de úmanyar u otros armados). Es un diálogo que se da en un lugar de incierto nombre, pero agradable y de buen clima.

Gramsci: ¡ah, que bien se siente estar en la superficie, que frescura! Estoy de plácemes pues se me ha autorizado salir para participar en este diálogo, más tengo el tiempo limitado, sépanlo.  Buenas noches Morena, un gusto conocerte, ¿qué tal todo?

Morena: ¡qué honor para nosotros el saludarlo! Nunca pensamos tener esta oportunidad única en su tipo. Debe saber que hemos seguido sus consejos, sobre todo aquéllos que escribió en “El Moderno Príncipe”, que es una maravilla; estamos tan agradecidos… Hemos sido fieles a su texto y evitado caer en el romanticismo ingenuo de algunos de sus intérpretes negadores de su vinculación con el leninismo; pero claro, hemos tenido que ajustar, que adaptar algunas de sus ideas Gramsci, al contexto actual -donde prevalece el neoliberalismo hegemónico- en esta etapa de arribo al poder, posibilitada por la total pérdida de adhesión de los grupos sociales a los partidos tradicionales, con motivo de una “crisis orgánica” de enorme peligro.

Pero dichos ajustes son transitorios, meramente preparatorios de la superior civilización por venir, de poder indiviso, con sus relaciones económicas, morales y jurídicas de nuevo cuño materialista, una vez enterradas las anteriores, tal como usted lo recomienda. Disculpe Gramsci por extendernos tanto.

Gramsci:  no hay problema. Es verdaderamente alentador saber que mis concepciones siguen vigentes en el Siglo XXI, mas ello es natural pues ese su arribo al poder es una “necesidad histórica”, porque detrás de la espontaneidad mítica, hay de veras, créanmelo, un “máximo determinismo”. ¡Qué gratos recuerdos me trae mi escrito del “Moderno Príncipe”! Ese Maquiavelo en el que me inspiré, es genial, un artista consumado que hace encarnar la política toda en el mito. Su Príncipe representa la “voluntad colectiva”, el mío una cosa parecida…

Morena: sí Don Antonio, efectivamente nuestra transformación es un hecho inexorable, aún antes de su existencia práctica, real; muchos no lo entienden, pero vamos a instruirlos moral e intelectualmente -como usted bien lo indica- para que conozcan esa necesidad. Sabemos que su moderno Príncipe, es la voluntad colectiva hecha partido de masas. Pero es precisamente aquí, donde nos vimos obligados a realizar un ajuste exigido por factores reales. En tanto alcanza concreción plena la voluntad colectiva en el partido, aquélla encarna ahora en una persona concreta de gran arrastre.

Otro ajuste que olvidábamos comentarle, es el de la adopción por ahora, de lo que llamamos nosotros: “neoliberalismo selectivo”, con un consejo asesor de aliados multimillonarios, muy dispuesto al colaboracionismo, junto con la realización mixta de obras de infraestructura que afectan al medio ambiente, a pueblos de campesinos, a comunidades indígenas intransigentes, pero obras en fin que son muy atractivas para estos aliados de ocasión, anhelantes de dinero y progreso. Ni modo, dos pasos adelante y uno atrás.

Gramsci: no me parecen mal tales ajustes, aunque les preguntaría si se está llevando a cabo una de las tareas fundamentales a la que debe dedicarse el partido: la “cuestión de una reforma intelectual y moral, …la cuestión religiosa o de una concepción del mundo”, de un materialismo absoluto, en sustitución de todo lo previo.

Morena: sí claro, esa tarea para nosotros admirado Gramsci, es clave. Ya dimos comienzo a su cumplimiento… con una cartilla laica combinada con un dejo bíblico cristiano-protestante, como especie encandiladora de táctica dilatoria; además contamos ya con un fondo editorial cuya dirección es muy afín a la concepción del mundo a la que se refiere usted Gramsci.

Gramsci: ¡qué bien sin duda!  Por otro lado, no deben olvidar nunca que el partido -parte fundamental del “espíritu estatal”-, ocupa el lugar de la divinidad, y que ello es el basamento de la radical “laicización” de toda vida y costumbre.

Morena: eso nunca lo olvidaremos, se lo prometemos formalmente, Gramsci. Pero díganos, se lo suplicamos, qué debemos hacer con quienes masivamente nos han brindado esperanzados su adhesión incondicional, a tal grado que como usted reseña en su texto, se exaltan ante los más pequeños actos internos del partido -a transformarse en Estado- mismos que tienen para ellos “un significado esotérico”, saturado de “místico entusiasmo”. ¡Qué maravilla!

Gramsci: ¡ah qué alivio que nunca lo olviden! Miren para contestar a su amable pregunta, hablemos en plata, la masa es como digo en mi texto, “simplemente de maniobra, y se la mantiene ocupada con prédicas morales, con estímulos sentimentales, con mesiánicos mitos de espera de épocas fabulosas, en las cuales todas las contradicciones y miserias presentes serán automáticamente resueltas y curadas”. Lo importante, recuerden, es el advenimiento de una nueva civilización hegemónica para felicidad de nuestros aliados, y del dictado implacable del proletariado frente a los adversarios.

Morena: ¡qué enseñanzas, qué claridad y franqueza! Gracias Don Antonio, de nuevo, gracias. Perdone, nos puede indicar ahora por favor, las condiciones básicas, mejor, los elementos con los que debe contar el partido para que perdure indestructible. ¿Pero, no estamos abusando de su valioso tiempo?

Gramsci: sí, por desgracia el tiempo se agota. ¡Ay el tiempo amigos, qué misterio, qué fugaz en un aspecto, y qué interminable y sombrío en otro! Pero bueno, contesto con entusiasmo a su atinada pregunta. Resumo los elementos de un partido indestructible, pues ya me están demandando que vuelva a mi círculo infernal. En primer lugar, “un elemento indefinido, de hombres comunes” que brindan su disciplina y fidelidad como participación, sin capacidad de organización en su estado actual, sin los cuales el partido no existiría, pero éste a la vez no podría existir solamente con ellos. Después tenemos el elemento fundamental del partido para perdurar en el poder: el de “cohesión principal centralizado”, el único capaz de transformar en potencias formidables las fuerzas antes desparramadas; la división de poderes, por cierto, es un inservible estorbo liberal. En suma, este elemento centralizado, indispensable, está constituido por los capitanes del partido.

Un tercer elemento puente, medio, que pone en contacto al primero y al segundo, es la creencia férrea, ciega, de que es necesaria, inexorable una “determinada solución de los problemas vitales”, de que no hay otro camino. Este elemento posibilita al segundo, muy pequeño en número, su regeneración, en su caso. Es la “herencia, el fermento” que permite a los capitanes el regenerarse de tiempo en tiempo… Y otro elemento que no debe descuidarse, es el de la participación militar en el proceso político, que por lo general es lento y complicado.

Morena: Le decimos con satisfacción Gramsci, que con esos elementos en lo básico, ya cuenta el partido, claro, con su capitán a la cabeza. Pero finalmente, díganos si no es molestia, qué papel juega el derecho en el proceso.

Gramsci: ¡qué adelantados están! Pero, antes de abordar su última cuestión, debo preguntarles porqué tienen esos rostros de literatura fantástica, esperando no contrariarlos con mi pregunta curiosa. Eso dicho, contesto: primero que nada, la nueva concepción del derecho debe ser “liberada de todo residuo de trascendencia y de absoluto, de todo fanatismo moralista…, sin embargo, el Estado debe ser concebido como educador, en cuanto tiende a crear un nuevo tipo de civilización”. ¿Está claro, no? Nada de derecho natural. El derecho deja de fundarse en la moral tradicional para convertirse en el “aspecto represivo y negativo” de la acción estatal; el partido también juega el papel de policía, recuérdenlo. Con esto termino, despidiéndome con añoranza, y esperando un ulterior diálogo, en el que me deberán hablar de tú, se los ruego.

Morena: sin duda nos hablaremos de tú, incluso ya desde ahora pues hay confianza; nos despedimos querido Toño con agradecimiento y veneración infinitos. Debes saber que ya hemos tomado medidas en el campo del nuevo derecho, con una guardia nacional constitucional en la que los militares juegan importante papel en seguridad pública, con la institución penal de la prisión preventiva oficiosa, con la claudicación de los organismos autónomos que dejan de serlo por ello,  con una ideología de género incorporada ya en la legislación nacional, ideología que destierra por fin tradiciones católicas de larga historia milenaria, como la de la familia natural. En otra ocasión Gramsci, te explicaremos lo que muestran nuestros rostros. ¡Adiós Toño querido, etéreo Gramsci!

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Espero que este diálogo -no apto para ingenuos- haya sido de su agrado. Hasta el siguiente que será entre un hobbit nacionalizado, de nombre Frido y Thomas Piketty, genial economista francés que últimamente ha hablado de una propuesta seria, fundada, innovadora y audaz que beneficia a las mayorías y a la clase media, lanzada por la precandidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, profesora de mi querida Escuela de Derecho de Harvard, Elizabeth Warren, adversaria acérrima del siniestro, racista y nada respetable trumpismo, protector de unos cuantos, del 0.1%. (Dedico este texto a un joven matemático de treinta años, brillante, egresado de la facultad de ciencias de la UNAM, quien se sirvió sugerir la forma de diálogo para expresar el pensamiento analítico).

https://www.proceso.com.mx/573652/dialogo-entre-gramsci-y-morena-fantastico

lunes, 17 de junio de 2019

Nosotros, los cretinos

Juan Ignacio Zavala, 17 junio 2019, El Financiero.
“Son muy cretinos”, dijo el presidente López Obrador respecto de sus opositores, a quienes agrupa en un inexistente “partido conservador” y a quienes reiteradamente califica de hipócritas. Son las palabras del Presidente. Muchos dicen que no hay que tomar en cuenta su lenguaje, que hay que usar otro. Creo que se equivocan. Si las palabras importan, las palabras de Presidente importan más y hay que hacérselo notar todas las veces que sea necesario. Es claro que él no se va a cansar de agredir y de insultar, no hay que cesar de subrayarle que está mal en eso y en todo lo demás en que se equivoque.
No me considero conservador, aunque al lado de AMLO cualquiera es un libertino. Pero soy opositor y para él no hay matices, todos los que nos oponemos a sus políticas, a sus dichos y a su proyecto somos la misma cosa y estamos en un mismo lugar. Así pues, somos cretinos.
Nosotros, los cretinos, señor Presidente, vamos a estar aquí aunque no le guste. Usted es nuestro Presidente –aunque no nos guste– y debería comenzar por tratar de tolerar nuestra existencia porque también somos mexicanos y será muy difícil callarnos a todos. No sólo somos cretinos, también somos insistentes, perseverantes y usted sabe lo útiles que son esas características.
Nosotros, los cretinos, señor Presidente, no tenemos intención de pelear, pero usted, sí. Una y otra vez el insulto, la provocación, el esparcimiento del odio salen de su boca. Después hace llamados a la unidad. Es un poco difícil, ¿no cree? Seguramente usted sabe si eso vale la pena, nosotros no, por cretinos y por falta de información. Pero nos vamos a defender de usted y de sus decisiones, se lo aseguro, ya sea en tribunales, en la calle y donde sea necesario. Cretinos, pero no dejados.
Entre nosotros, los cretinos, hay mucha gente con más conocimientos y talento que usted y su equipo, pero usted ganó y le toca gobernarnos; sin embargo, eso no es razón para no señalarle sus faltas y omisiones, sus abusos y sus ocurrencias. Quizá usted, acostumbrado a las limitaciones que muestra públicamente su equipo, siente que todos se le deben de plegar y le deben aplaudir como hacen ellos. No todos somos así. Con nuestras limitaciones, en el inmenso grupo de cretinos –que somos millones– hay expertos en un sinfín de materias, que les interesa su país, que saben más que los suyos y que tienen el deber de señalar lo que está mal porque para eso se prepararon, aunque usted desprecie el conocimiento en general y la especialidad en particular.
Nosotros, los cretinos, sabemos de las carencias y dolencias de nuestro país. Sabemos también de la corrupción que ha dominado en nuestro sistema. También sabemos que poco, pero habíamos avanzado en materia de transparencia, de candados a las decisiones arbitrarias de los gobernantes. Eso nos permitió controlar algunas cosas, señalar actos de corrupción y documentarlos en diversas instancias (medios, ONG). Su campaña se benefició –como sucede en cualquier democracia– de esos esfuerzos. Y qué bueno. Pero nos preocupa que no comprenda la utilidad de esas herramientas y quiera cancelar la participación social en ponerle lupa a su gobierno. Debe ser molesto, lo sabemos, pero si no lo hacemos los cretinos no lo hará nadie.
Cuente con nosotros, los cretinos, para la defensa ante las amenazas que el presidente estadounidense suelta en contra del país. Sabemos que las cotidianas agresiones de usted contra nosotros, aunque nos disgustan, siempre estarán por debajo de los intereses generales de la nación. No nos gusta que se esconda del mundo, que se achique en lo internacional, pero sabemos que lo de Trump no es su culpa, pero sí su responsabilidad. Creo que a todos nos gustarían menos insultos adentro y más presencia en el exterior.
Nosotros, los cretinos, señor Presidente, seguiremos haciendo uso de nuestra libertad y de nuestros derechos; nos defenderemos de los abusos, los señalaremos y no descansaremos porque la oposición, lo sabe usted, tiene su dosis de terquedad.
Nosotros, los cretinos, no extrañamos a Peña ni a Calderón ni a Fox ni a Salinas. Extrañamos, eso sí, tener un presidente para todos los mexicanos.