miércoles, 31 de mayo de 2017

"Profesor reprueba a la totalidad de la clase"



En una universidad americana, un profesor de economía decía que nunca había reprobado a un solo alumno, hasta que una vez reprobó a toda la clase.

Esa clase en particular, había insistido en que el socialismo realmente funcionaba: con un gobierno asistencial  intermediando en la riqueza, nadie sería pobre pero nadie sería rico, todo sería igual y justo.
Entonces, el profesor les dijo:

- "Ok, vamos a hacer un experimento socialista en esta clase. En vez de dinero, usaremos sus notas, las que obtengan de las pruebas. Todas las notas serían concedidas con base de la media de la clase y por tanto seria "justas". Todos recibirán las mismas notas, lo que en teoría, significa que  nadie será reprobado, así como también nadie recibirá un 10".

Tras la primera prueba, el profesor calculó la media y  todos recibieron un "7".

Así, quien estudió con dedicación quedó indignado, pero los alumnos que no se esforzaron, quedaron muy felices con el resultado.

Tras la aplicación de la segunda prueba, los estudiantes flojos estudiaron mucho menos -ellos esperaban sacar notas buenas de cualquier forma; y los que al inicio habían estudiado mucho, decidieron que ellos también aprovecharían el tratamiento propuesto para sus notas. Como resultado, la media de la segunda prueba fue de "4".

Por supuesto, a nadie le gustó...

Después de la tercera prueba, la media general fue de "1".

Si bien, las notas no volvieron a niveles más altos, los desacuerdos entre los estudiantes y la búsqueda de culpables, se llenaron de malas palabras, que pasaron a ser parte de la atmósfera de la sala de aquella clase. La búsqueda de "justicia" entre los estudiantes, había sido la causa principal de las quejas, mientras que el odio y el sentido de injusticia se convirtieron en parte común de ese grupo.

Al final de todo, nadie quería estudiar más para beneficiar al resto de los estudiantes del curso....

Por tanto, todos los alumnos repetirían aquella materia...

Para su gran sorpresa, el profesor explicó:

- "El experimento socialista fracasó, porque cuando la recompensa es grande, el esfuerzo por el éxito individual es grande; pero, cuando el gobierno quita todas las recompensas, tomando los logros de otros para darlos a los que no batallaron por ellas, entonces nadie más va querer  hacer su mejor esfuerzo.  Tan simple, como por ejemplo son Cuba, Corea del Norte y Venezuela...

1. No se puede llevar al más pobre a la prosperidad, quitando la prosperidad del más rico.

2. Para cada uno que recibe sin haber tenido que trabajar, hay una persona trabajando sin recibir.

3. El gobierno no consigue dar nada a nadie, sin que para ello tenga que quitar algo a otra persona.

4. Al contrario de lo que predica el socialismo, es imposible multiplicar la riqueza intentando dividirla.

5. Cuando la mitad de la población entiende la idea de que no necesita trabajar, entonces la otra mitad entiende que no vale la pena trabajar para sustentar a la primera mitad, entonces llegamos al comienzo del fin de una nación.

6. Haz tu parte, lee esta información. Enseña a los ignorantes lo que realmente significa el socialismo.

A partir de esta simple explicación, ya sabemos que el socialismo ni es bueno, ni funciona. Quienes opinan lo contrario, lo hacen por ignorancia, y cambiaran su opinión, cuando el dinero de los demás se acabe.

- Sir Winston Churchill

Hay que difundirlo para sensibilizar a la gente sobre el riesgo de los populismos...

lunes, 29 de mayo de 2017

De rico a pobre

JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
26 May. 2017

"Ser rico es malo, es inhumano. Así lo digo y condeno a los ricos".

Hugo Chávez
 
 
Venezuela llegó a ser el país más próspero de América Latina. En 1960, según el Banco Mundial, tenía un PIB per cápita de 1,072 dólares. México alcanzaba entonces 342 dólares y Brasil 209 dólares (data.worldbank.org). Según las últimas cifras del Fondo Monetario Internacional, publicadas en 2016, el PIB per cápita de Venezuela en términos de paridad de poder de compra era de 13,761 dólares contra 18,938 de México (Wikipedia, "List of Countries by GDP, PPP, per Capita").

La realidad, sin embargo, es bastante peor. Estas cifras se basan en datos oficiales que Venezuela reporta al mundo, pero que no son ya creíbles. Como otros países autoritarios, Venezuela ha manipulado su información estadística. Por otra parte, el país tiene distintos tipos de cambio que varían de manera muy importante. Según el nuevo sistema cambiario que el Gobierno anunció en marzo pasado, el tipo de cambio protegido se cotiza en 10 bolívares por dólar, mientras que el Simadi o flotante alcanzaba el 18 de mayo 727.71. El tipo de cambio realmente libre, el del mercado negro, estaba por arriba de los 4 mil bolívares el pasado mes de febrero (economiahoy.mx). Como podrá usted imaginarse, no es lo mismo calcular el PIB con un tipo de cambio de 10 que con uno de 727 o uno de 4 mil.

Aun así, la información disponible sugiere que Venezuela atraviesa una verdadera crisis humanitaria. El país sufre un desabasto brutal de una amplia serie de productos, especialmente los de primera necesidad, que han sido sometidos a controles de precios desde hace años, lo cual ha desmotivado la producción.

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida que se dio a conocer en febrero y que se levantó entre 6,500 familias del país, la pobreza general en Venezuela alcanzó el 82 por ciento de la población en 2016 mientras que la pobreza extrema se ubicó en 52 por ciento. Ángel Oropeza, integrante del equipo de la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar que levantó el estudio, ha dicho: "Ya pasamos a ser el país más pobre de América Latina, incluyendo a Haití. En términos de ingresos, somos más pobres que Haití" (unidadvenezuela.org).

Esta transformación aparente -y digo aparente porque las cifras estadísticas no dan certeza- del país más rico al más pobre de Latinoamérica ha ocurrido a pesar de la riqueza petrolera del país. "En el subsuelo venezolano reposa la mayor reserva probada de petróleo del planeta. Son 298,350 millones de barriles de crudo, que podrían cubrir la demanda actual de Estados Unidos para los próximos 70 años, según datos del Ministerio del Petróleo de ese país sudamericano" (El Español, 26.05.16).

Hugo Chávez declaró en 2005 que ser rico es inhumano. Durante sus años de gobierno dedicó sus fuerzas a combatir a los empresarios a quienes identificaba como los ricos. Nicolás Maduro, el actual Presidente, ha mantenido los esfuerzos para acabar con la riqueza del país. Lo curioso del caso es que mientras el socialismo del siglo 21 ha destruido muchas de las viejas fortunas, las de quienes invertían en Venezuela y generaban empleos, ha hecho surgir también una nueva clase de multimillonarios que tienen ligas con el régimen y aprovechan los contratos oficiales o participan del narcotráfico.

El ejemplo de Venezuela confirma que sí es posible pasar de ser un país rico a uno pobre en unos cuantos años. Es importante que lo tomemos en cuenta. Lo mismo podría ocurrir en nuestro país.

¿A cuál López Obrador creerle? ¿Al de Romo o al de Ackerman?


Yo creo que a los dos porque AMLO, precisamente, tiene esas dos caras para jugar en dos pistas distintas. Usa a Romo (y Romo lo usa a él porque así es la política) para presentarse como un candidato moderado al cual los empresarios no tienen por qué temerle.

03 de Abril de 2017

Hace poco, en el programa de televisión que conduzco en FOROtv, tuve una buena plática, de sustancia, con Alfonso Romo sobre el proyecto de gobierno de Andrés Manuel López ObradorRomo es un exitoso empresario regiomontano que está encargado de coordinar la elaboración de dicho proyecto. Analizamos diversas propuestas que describe el candidato presidencial de Morena en su más reciente libro, La salida: decadencia y renacimiento de México. Después de una hora de charla, me quedó claro que Romo ve en AMLO a un político pragmático, moderado en muchos sentidos, que no cometería ningún tipo de locuras de ganar la Presidencia.
Unos días después de esta entrevista, López Obrador viajó a Nueva York y Washington como parte de sus giras para promover su candidatura presidencial en Estados Unidos. Ahí, presionado por uno de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, acusó, de manera indirecta, al Ejército mexicano por lo ocurrido la fatídica noche del 26 de septiembre de 2014. Esta misma postura —de la presunta culpabilidad de las Fuerzas Armadas— ha sido impulsada por el editorialista de La JornadaJohn Ackerman, quien acompañó a López Obrador en esa gira internacional. Ackerman es un militante de la izquierda radical. Está en todo su derecho. Hace unos días, en su espacio editorial, defendió al régimen político de Nicolás Maduro en Venezuela considerando que ese país era “más democrático y respetuoso a los derechos humanos que México”. Yo, desde luego, no estoy de acuerdo, pero ése es otro tema. Lo que quiero destacar en este artículo es el papel de Ackerman en la campaña de AMLO. El también académico de la UNAM trabaja activamente a favor del tabasqueño a quien considera como la única salvación para el país por los grandes cambios que haría de llegar a la Presidencia. El de Ackerman es un López Obrador diametralmente distinto al de Romo: un político ideológico de la izquierda más pura que impulsaría una verdadera revolución.
La pregunta, entonces, es a quién creerle: ¿Al López Obrador de Romo o al de Ackerman?
Yo creo que a los dos porque AMLO, precisamente, tiene esas dos caras para jugar en dos pistas distintas. Usa a Romo (y Romo lo usa a él porque así es la política) para presentarse como un candidato moderado al cual los empresarios no tienen por qué temerle. Utiliza a Ackerman (y Ackerman a él) para quedar bien con la base electoral de la izquierda más radical.
Esta manera de actuar de López Obrador no es nueva. Ya la vimos. En su campaña presidencial de 2006, convivían dos políticos muy diferentes en el círculo lopezobradorista: Manuel Camacho y Gerardo Fernández NoroñaCamacho era el personaje sensato cuyo objetivo era convencer al electorado más moderado, en particular a la clase empresarial. De hecho, el día después de las elecciones, pensando que López Obrador había ganado, escribió en El Universal que había llegado el tiempo de la moderación y unificación del país. AMLO, sin embargo, había perdido y, desde la noche del 2 de julio, comenzó su radicalización que lo llevaría a la toma de Reforma y su autodeclaración como Presidente Legítimo. Número uno en esta línea de acción se encontraba Fernández Noroña, un provocador experto —como hoy Ackerman— en insultar a todos los que cuestionaban la verdad divina del líder.
Como en su momento me costaba un trabajo endemoniado visualizar a Camacho y Fernández juntos en una reunión de campaña, hoy no puedo imaginarme la misma escena con Romo y Ackerman. Por un lado, el empresario juicioso, creyente en el libre mercado y acostumbrado a tomar decisiones con base en la evidencia empírica. Por el otro, el activista fanático, ferviente opositor de la economía capitalista y habituado a lanzar graves acusaciones sin prueba alguna en contra de personas e instituciones. En medio, López Obrador, diciéndoles la verdad a ambos, pero también engañándolos. Usándolos dependiendo las circunstancias. Si el viento sopla a su favor, sacando a Romo para serenar los ánimos. Si el viento va en contra, activando a Ackerman para exacerbar emociones. Son las dos caras de AMLO: con la que se puede dialogar civilizadamente en un programa de televisión y con la que es imposible hacerlo porque, a las primeras de cambio, ofenden a sus interlocutores.
                Twitter: @leozuckermann

jueves, 25 de mayo de 2017

Señor, pare de insultar

Pablo Hiriart 
25/may717

¿De veras queremos a un personaje así de soberbio e iracundo en la presidencia de la República?

¿Seis años –cuando menos– de majaderías, atropellos y groserías a diestra y siniestra?

Cuidado. El país puede entrar en un profundo laberinto de odios que no sabemos adónde nos va a conducir.

El enfrentamiento entre gobierno y sociedad que se da en Venezuela puede tener réplica en México si elegimos como presidente a un personaje cargado de odios como es Andrés Manuel López Obrador.

Como si no hubiese problemas con la violencia del narcotráfico, coludido en muchos casos con autoridades corruptas (recordemos Iguala), ahora queremos echarnos encima media docena de años de enfrentamiento civil.

Chávez tuvo la astucia de engañar a los venezolanos con un discurso semipacifista en 1998. Escondió sus rencores sociales y personales que salieron a la luz cuando asumió el poder.

López no. Agrede, juzga y amenaza verbalmente ahora. Que nadie se diga engañado. Es lo que nos espera si gana la presidencia.

Hay quienes justifican a López Obrador y dicen que está hecho un energúmeno, a menos de dos semanas de la elección en Estado de México, porque su candidata se estancó y no va a ganar.

No es así. Morena se encuentra en zona de competencia por el primer lugar.

Insulta simple y sencillamente porque así es él.

A veces se contiene por temporadas y se abstiene de insultar, a insistencia de sus fabricantes de imagen. Pero no se aguanta y vuelve con renovada ira a zaherir a sus adversarios. O a quienes piensan parecido a él pero le piden una relación de respeto, como es el caso de Juan Zepeda.

Frente al activismo de miembros del gabinete en el Estado de México, rechaza ir a las instituciones encargadas de investigar y sancionar las conductas ilegales:

“Ni modo que nos atengamos al INE, o al Trife o a la FEPADE. No sirven para nada. Todo esto no lo ven, están de alcahuetes, se hacen de la vista gorda”.

¿Alcahuetes? Son las mismas instituciones que anularon elecciones para gobernador en Tabasco y en Colima.

Al menos debería estar agradecido de las instituciones que han aceptado sus argucias para hacer campaña de manera anticipada y competir con ventaja rumbo a 2018 frente a sus futuros contrincantes.

Al doctor José Narro Robles, respetado por toda la comunidad nacional, lo trata de “rector convertido en mapache electoral”.

Cubrió de insultos al PRD y a su candidato Juan Zepeda por no rendirse y plegarse a la candidatura de Delfina Gómez.

Dijo en Nezahualcóyotl: “PRI, PAN, PRD, PT, MC, Nueva Alianza y el Verde, puro partido palero y alcahuete de la mafia del poder”.

¿Dónde está el respeto a la pluralidad?

¿No hay siquiera un dejo de gratitud hacia el PT, bajo cuyas siglas se aglutinan los senadores de Morena y cobran millones de pesos al año por ser 'grupo parlamentario'?

En la tierra de Zepeda le dijo a sus contendientes que no quisieron la alianza en los tiempos y formas que él lo exigió en un ultimátum: “¡Toma tu voto PRD!”. Y los acusó de “andar billeteando” en favor del candidato del PRI.

Cuánto odio. Cuánta procacidad política. Cuánta vulgaridad.

¿Qué hay en la mente de López Obrador para llevar una vida así? Eso no es materia de una columna periodística.

Lo que nos concierne es advertir que ese personaje puede ser presidente de México, si gana el domingo 4 en Edomex.

Twitter: @PabloHiriart

miércoles, 24 de mayo de 2017

Carnaval de desvergonzados


Está comprobado que a los vividores de la política en cualquier parte del mundo —sean de izquierdas o de derechas— les sobran colas para colgarse de rama en rama y acomodarse con el único propósito de lograr prebendas y dominio. El poder es droga maldita.
No es inmoral que ciudadanos terminen su militancia en un partido y se afilien a otro, siempre que sea el resultado de un análisis honesto pensando en el bien del país, no en el propio.
Por desgracia, en México se ha hecho costumbre despreciar todo concepto de honor y de lealtad a sí mismos y a la causa por la cual se dice luchar. El cinismo ha llevado a que muchos líderes salten de partido en partido, acumulando cuatro o cinco militancias sin el menor pudor, o se declaren “independientes”.
Pretenden engañarnos con discursos huecos, aludiendo a “valores y principios”, a “las demandas y el enojo social”, escondiendo su oportunismo y desvergüenza.
Y si eso sucede con liderazgos individuales, ¿qué esperar de las huestes que tienen bajo su control?
Un caso reciente:
ahora resulta que López Obrador abrió las puertas del partido de su propiedad, Morena, al grupo dirigido históricamente por la maestra Elba Esther Gordillo —yerno incluido— no obstante que durante años la acusó de corrupta al servicio de “la mafia del poder”, y de haberle “robado” la elección presidencial en favor de Calderón.

Con la simple llegada a Morena, la claque resulta purificada, deja de formar parte de “la mafia en el poder” y López solamente le pide a la profesora que “aclare” su participación en “el fraude de 2006”. Así todo quedó redimido. ¡Valiente honestidad!
Pero no se preocupe usted: el Rayito de Esperanza ofrece que “Morena actuará de manera precavida ante la adhesión pública de algunos líderes del SNTE que hace poco apoyaban a la mafia del poder”.
¡Viva México!
O sea: entren corruptos, sométanse ovejunamente a mis designios para construir la “República Amorosa”, denme una “aclaración” y aquí no pasó nada, ¡están purificados! A eso se reduce la “honestidad valiente” del redentor que nos quiere gobernar.
¡Lo que hay que hacer, si de llegar a la Presidencia se trata, cuando se es un corrupto más en el carnaval de desvergonzados que pudren la vida pública de México!
Por ello, es impostergable que quienes con verdadera honestidad participan en tareas del servicio público, así como millones de mexicanos de buena voluntad —a quienes nos duele el México de hoy— cerremos filas para echar a los abusadores del poder, y no permitir que la desesperación y el resentimiento entreguen el futuro del país a un corrupto más, ahora disfrazado de “pobre” y “honesto”, con las mañas que aprendió adentro y la ambición de poder personal que lo tortura y envilece. Todo autócrata es, por definición, un criminal.

jueves, 18 de mayo de 2017

¿Es cuestionable la honestidad de Morena?

RICARDO PASCOE PIERCE

12 de Mayo de 2017

Es Morena quien puso en la palestra pública a su honestidad como dato incuestionable. Al declarar que es el único partido honesto en México, y, por tanto, el único con un proyecto político distinto para el país, carga con la responsabilidad de poder probarlo fehacientemente. Es por esta circunstancia, y por los casos de Eva y Delfina, que su honestidad sí está a debate.
El PRI es estructuralmente corrupto, y cuadros del PAN, PRD, Verde y otros partidos se han sumado a la cultura de la corruptela como instrumento para hacer política (compra de votos, por ejemplo) y, en demasiados casos, para enriquecerse personalmente. Por esto, y por la prevalencia de la violencia corruptora del crimen organizado en el país, el combate a la corrupción es un problema de orden estratégico.
La relación entre corrupción y Morena viene desde su concepción del método de gobierno. Miles de funcionarios de estructura del gobierno de López Obrador recuerdan que les exigía 10% de su salario quincenal para “La Causa”, so pena de perder el empleo de no cumplir con esa exigencia de carácter “moral”, no escrita. Hoy dirán que fue voluntario el descuento. Nunca se reportó el destino de ese dinero. Por otro lado, operadores como Gabriel García Hernández, actual secretario técnico del Consejo Nacional de Morena, y Octavio Romero, Oficial Mayor del Gobierno de la Ciudad de México, de 2000 a 2006, formaron las organizaciones Honestidad Valiente y Austeridad Republicana para administrar y lavar grandes sumas de dinero, sin poder esclarecer ni su origen ni destino. Incluso, HSBC tuvo que cancelar la cuenta bancaria que tenía Honestidad Valiente en esa institución, porque recibía enormes sumas en efectivo, sin que dicha entidad tuviera operación profesional o productiva que justificaran sus movimientos. Central en la extracción de recursos del erario fue el manejo de los depósitos en las cajas de previsión para trabajadores en lista y la policía del gobierno local. Usaron fondos de los ahorros de los empleados para esquilmarles prestaciones y hacer jineteo de sus derivados. Todo rodeado de la opacidad de funcionarios centrales que daban su visto bueno a esas prácticas.
Lo que hizo Delfina Gómez en su gobierno municipal de jinetearles el dinero a 50 mujeres (¡solteras, pobres y vulnerables!) que recibían pensiones alimenticias que representó un desvío de seis millones de pesos en el transcurso de su gestión, simplemente honra el método de gobierno inaugurado por López Obrador en la Ciudad de México. Esta denuncia, hecha por las mismas afectadas, acompaña otra que hizo el PAN sobre el desvío, también confirmado documentalmente, de 36 millones de pesos en descuentos “voluntarios” a empleados del gobierno municipal.
Las prácticas oscuras de esta forma de hacer política vienen de muy lejos y, sí, vienen del PRI. Llegan vía dinero que el regente de la ciudad, Manuel Camacho, le entregó a López Obrador para concluir su protesta en el Zócalo, la expropiación ilegal del periódico La Verdad del Sureste y el apoyo personal a la gestión del presidente Ernesto Zedillo contra Carlos Salinas de Gortari.
Este telón de fondo explica la oscura historia de López Obrador en su intención por alcanzar la Presidencia, fincándose en un discurso anticorrupción, cuando aplica los mismos métodos de todos. Y quien queda expuesta en esa narrativa es la tonta útil del cuento: Delfina Gómez.
                Twitter: @rpascoep

El santo y la mafia

MACARIO SCHETTINO

En los últimos días, las acusaciones de comportamiento impropio o francamente de corrupción, han caído sobre Morena. Por un lado, la delegada en Tlalpan, Claudia Sheinbaum, siguió cobrando como investigadora a pesar de ocupar la jefatura delegacional. No sé si eso es legal o no, pero al menos parece inadecuado. Por otro, la candidata a la alcaldía de Las Choapas, Veracruz, fue filmada recibiendo dinero para, presuntamente, entregarlo a su líder, Andrés Manuel López Obrador. Ya no es candidata, y ha dicho que no recibió el dinero, o lo devolvió.

En realidad, nada nuevo. Lo mismo ocurrió cuando López Obrador era jefe de Gobierno del Distrito Federal (DF). Su secretario particular, apenas salido del cargo para coordinar la campaña de los asambleístas, fue filmado recibiendo dinero; lo mismo que Carlos Ímaz, esposo de la señora Sheinbaum. El secretario de Finanzas del gobierno fue captado apostando en un lugar exclusivo de uno de los hoteles más caros de Las Vegas. En todos los casos, López Obrador afirmó que era un montaje, y que él nada tenía que ver con eso. Ahora hace lo mismo.

Desafortunadamente, el comportamiento de los políticos afines a López Obrador no es diferente del mostrado por el resto: simplemente no son más honestos que los demás. Esto es una desgracia porque confirma que la política en México está corrompida profundamente. Leyes inadecuadas y además aplicadas de manera deficiente, no sólo no han corregido una tradición clientelar, sino que la han magnificado, al extremo de que hoy la política en México es un tema de dinero y más dinero, pero sin límite alguno, ni en su origen ni en su destino. De ahí que los gobernantes extraigan todo el recurso posible de sus puestos. Les es indispensable para seguir haciendo política. Algunos toman un poco para ellos y sus familias, y por eso presumen de honestos. Otros roban como si no hubiese mañana, y por eso hacen parecer honestos a los primeros.

El problema adicional para López Obrador ha sido su insistencia en su honestidad. Ésa ha sido su manera de diferenciarse de los demás, y con ello acusar al resto de los políticos de ser la 'mafia del poder', elemento indispensable para polarizar y construir una plataforma populista (recuerde: el pueblo bueno contra la mafia mala, el pasado dorado al que hay que regresar, el líder mesiánico que guiará ese tránsito). La evidencia que tenemos es que no hay diferencia significativa entre el grupo político de López Obrador y los demás: toman dinero para las campañas, sus familias gastan más de lo que pueden demostrar, y su paso por el servicio público resulta igual que el de cualquiera. A casi doce años de que López Obrador dejó el Gobierno del DF, no se percibe una orientación estratégica que mejorase la ciudad. Tuvo más en este sentido Marcelo Ebrard, su aliado, pero el despilfarro en la Línea 12 del Metro nunca ha sido explicado razonablemente. De los delegados, ni hablar: parecen empeorar en cada elección, como muestra el deterioro de la ciudad, que ha ido acompañado de construcciones y giros mercantiles que, o son fuente de recursos vía corrupción, o demostración de la más plena incompetencia de los funcionarios.

Decíamos ayer que gobernar se ha hecho mucho más complicado en lo que va del siglo, de forma que los opositores tienen gran ventaja frente a quienes defienden la posición. Esto ha permitido a AMLO convencer a los votantes de que él es diferente, porque no ha ganado. Pero también hemos comentado cómo estas posturas religiosas (el santo contra la 'mafia del poder'), aunadas a muy malas ideas económicas (regreso al pasado), siempre han dado como resultado una tragedia. Pues eso.

Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey.

Twitter: @macariomx

¡El matrimonio de AMLO con “la mafia del poder”!


Ricardo Alemán 17/05/17 12:51 AM


Algunos prefieren llamarle “el beso del diablo”. Otros dicen que se trata de un síntoma de vejez, ya que, con los años, hacen todo lo que criticaron a los 20. Los más aventurados le llaman “el matrimonio de AMLO con la mafia del poder”.
Sin embargo, aquí preferimos considerar que es una mezcla del síndrome de Estocolmo y el pragmatismo político duro y puro.
Es decir, que en el caso de la alianza entre Morena y la profesora Gordillo, por un lado, asistimos al curioso estado psicológico que hace que una víctima de violencia termine enamorada de su victimario, quien, además de causarle un daño extremo, le otorga un poder inimaginable.
Y, por el otro lado, que la impresentable alianza de grupos mafiosos —como los de Gordillo y Morena—, en realidad es una simbiosis política en la que las partes resulten gananciosas; Morena cree que la maestra le hará ganar la elección mexiquense, mientras que AMLO tendrá a la mano los secretos de Miguel Ángel Yunes, otrora escudero de Elba Esther y hoy el peor enemigo del tabasqueño.
Además, queda claro que López Obrador y Morena establecieron una alianza emergente con la más reputada integrante de la “mafia del poder”, que es la profesoraGordillo.
O si se quiere, que atacados por el síndrome de Estocolmo, López Obrador y Morena parecen enamorados de la señora Gordillo, la misma que en 2006 hizo perder la Presidencia a AMLO; la misma que hizo ganar a Felipe Calderón, la misma que le dio al PAN la diferencia de votos para arrebatarle el poder al PRD y a AMLO.
¿Y cómo se le llama a esa impensable conversión política? La respuesta es digna del diván y de la ciencia política: se llama amor por el golpeador, por un lado, y pragmatismo duro y puro, por el otro.
Y es que Morena es hoy el más pestilente receptáculo de lo peor del PRI, aquella clase política que el propio AMLO llamó “lo más corrupto” de los políticos mexicanos y la peor amenaza para la sociedad.
Y si dudan que Morena es la moderna versión del síndrome de Estocolmo, basta recordar que cuando nació el Frente Democrático Nacional (FDN) y luego, cuando se creó el PRD, el principal enemigo de la naciente unidad de izquierda no fue Carlos Salinas, sino el operador del salinismo, el hoy domesticado Manuel Bartlett.
¿Ya no recuerdan los morenistas que Bartlett fue el artífice del fraude electoral que según Cárdenas AMLO orquestaron “el salinismo” y “la mafia del poder” contra “las fuerzas progresistas” en la elección presidencial de 1988?
Hoy los fundadores de Morena tragan sapos y serpientes al pactar con su principal verdugo —Manuel Bartlett—, que es el nuevo prohombre de la honestidad valiente. ¡Ver para creer!
¿Tampoco recuerdan los fieles de Morena que Fernando Espino, el pillo líder del Sindicato del Metro —priista de toda la vida—, orquestó una feroz guerra sucia contra el gobierno de López Obrador en el Distrito Federal, donde presentó demandas contra el tabasqueño. Hoy Espino es otro símbolo de la honestidad valiente de Morena; otro ejemplo del amor al golpeador.
La lista de ofensores de las izquierdas, del PRD y de Morena, puede ser infinita. Sin embargo, los anteriores son botones de muestra que revelan la inclinación patológica deAMLO por el amor de su golpeador y secuestrador y por aquel que le causa daño. Es decir, que los casos anteriores serían suficientes para verificar la prevalencia del síndrome de Estocolmo en el partido Morena.
Pero frente a la desesperación política por una eventual derrota electoral en el Estado de México, los jefes de Morena debieron olvidar “los ascos” que les causan personajes impresentables de la política mexicana y debieron establecer un acuerdo político con la esperanza de salvar lo que queda de una candidata que, en medio de los escándalos de raterías e incongruencias, da tumbos y confirma que la “honestidad valiente” no es más que una fea broma engañabobos.
Y en medio de la náusea de los más, Morena hizo pública la mayor contradicción de su líder; el matrimonio de Morena con “la mafia del poder”: con la señora Gordillo.
¿Hasta dónde llegará ese matrimonio entre AMLO y la profesora Gordillo? ¿Será un amor eterno? ¿Servirá para que Morena gane el Estado de México?
Nadie tiene las respuestas. Lo cierto es que será la más costosa alianza de Morena y de AMLO. Y es que todos los aliados de la señora Gordillo se han arrepentido.
Al tiempo.

viernes, 12 de mayo de 2017

Nuestros hermanos los huachicoleros


Rubén Cortés
 
Los ladrones de combustible asesinaron la semana pasada a cuatro soldados, pero el crimen no ocupó una sola mención en la campaña presidencial de AMLO. Ni siquiera para dar el pésame a las familias de quienes llama “pueblo uniformado”.
Sin embargo, tras la filtración (por parte de los chupaductos o huachicoleros) de un video en el que un ladrón de combustible es asesinado por un soldado, AMLO lamentó que los militares mexicanos maten a “nuestros hermanos”.
En la videograbación (que muestra un enfrentamiento a tiros entre militares y delincuentes) se aprecia que la ejecución del huachicolero se produce después de que otro bandido asesina por la espalda a un soldado. Pero la reacción de AMLO fue por el chupaductos, no por el militar.
La verdad es que, por mucho que repita su frase castrista de “pueblo uniformado”, AMLO desprecia a los militares. Es un sentimiento que no se molesta en ocultar ni por consideraciones políticas o tácticas de búsqueda de votos entre éstos o sus familiares. Recordemos:
—La Marina abatió el 9 de febrero al jefe del cártel de los Beltrán Leyva en Nayarit, y AMLO acusó (sin pruebas y sin disculparse luego) a los marinos de asesinar a menores de edad: “No se puede quedar callado en torno a la balacera, donde elementos de la Marina ajusticiaron a seres humanos”.
—A mediados de marzo, en Nueva York, Antonio Tizapa, padre de uno de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, le reclamó a AMLO su amistad con el autor intelectual del hecho, el exalcalde de ese municipio José Luis Abarca, y le mostró una pancarta con una fotografía en la que aparece abrazando a Abarca.
—Pero AMLO le respondió: “El reclamo es al Estado, no a nosotros, el reclamo es a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen; no a nosotros”.
Pero ayer, al referirse al video del enfrentamiento de delincuentes contra “el pueblo uniformado”, AMLO fue más lejos todavía, al considerar “hermanos” a quienes toman las armas y matan por la espalda a esos mismos soldados que considera “pueblo uniformado, hijos de obreros y campesinos”.
En Pánuco, Veracruz, dijo que “se ordena a soldados aniquilar a sus hermanos, no es humano enfrentar al pueblo con el pueblo”. AMLO tiene razón, son seres humanos, pero se niega a reconocer que están del lado de los delincuentes, de delincuentes que han cobrado la vida de miles de mexicanos.
El Ejército es otra de las instituciones que desprecia y que manda al diablo este hombre que por tercera vez quiere ser presidente de México: un sentimiento que representa un peligro para México, porque, no juguemos con las palabras: lo que hace pensar es que desde ahora…
Quiere pactar con el crimen.
Twitter: @ruben_cortes

jueves, 11 de mayo de 2017

Alí Babá nos salvará


Para los avances nacionales no hay espacio, la información se agota en ignorancia, miseria, crímenes cotidianos, corrupción e impunidad que indignan a la sociedad.
Sin excusar la grave responsabilidad de los de arriba, analicemos lo que tenemos y cuál ha sido el comportamiento de los de en medio.
Tenemos diversidad étnica y vestigios de antiguas culturas que el mundo admira, ubicación geográfica privilegiada, un pasado que enfrentó con valor agresiones externas, clima sin mayores extremos, una superficie más grande que la de España, Francia, Inglaterra, Italia y Alemania juntas, un potencial humano y económico inmenso, y lo que tantos países quisieran tener: más de 11 mil kilómetros de litorales con el abrazo eterno de los mares. ¿Por qué, pues, las calamidades?
Si amplios sectores sociales han dado la espalda a sus deberes cívicos y políticos, con la falacia de que “la política es necesariamente corrupta y para corruptos”, hoy no deben llorar si los pillos los tienen así y les cantan mil promesas y mentiras. La indecencia e incompetencia en el ejercicio del poder no se daría sin la indiferencia, sumisión y desvergüenza de muchos gobernados, principalmente de arriba clasemedieros. ¿Cuántos gritan “¡cambio!”, y están prestos al acomodo?
La falta de auténticos ciudadanos impide sanear la vida pública, fortalecer las instituciones, hacer valer la ley y garantizar los derechos de la población. Eso sí, las campañas electorales nublan el cielo de dádivas, promesas y soluciones simples y voluntaristas.
Cierra el círculo un MESÍAS. Es un viejo político nacido, criado y educado en la más pedestre tradición oficialista; sin ideas, con mucha ambición y mantenido con dineros públicos y otros desconocidos, va por un atajo sinuoso pero eficaz: se deslindó de su pasado, dice luchar por los pobres (entre más haya mejor para él), hace alarde de pobreza material envuelto en “honestidad valiente” (como si hubiera honestidad cobarde), transfigurado en cómico involuntario con su dedito distingue a los puros de los impuros, abolirá la pobreza y la corrupción y, para lograr la República Amorosa, ante banqueros en Acapulco perdonó a “la mafia del poder”. Es limpio e incorruptible, jamás toca dinero bien o mal habido, carece de todo, pero explota el malestar social y se hace acompañar por un número indeterminado de pillos que a escondidas recogen dinero ilegal “para la causa”. Cuando son sorprendidos, él responde que lo esculquen, que es pobre y ama a los pobres, que “no miente, no roba y no engaña”, que son trampas de “la mafia en el poder”.
Ese MESÍAS“salvará a México”, un ALÍ BABÁ con “autoridad moral”, que se distingue de otros porque las fechorías que lo benefician están a cargo de sus 40 —o más— ladrones.

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