Es posible que –como muchos creen–, exista un conflicto de interés en los intríngulis de la compra y construcción de la llamada casa blanca
Es posible que –como muchos creen–, exista un conflicto de interés en los intríngulis de la compra y construcción de la llamada “casa blanca”, de la esposa del presidente. Y es posible porque más allá de socorridos actos de fe y de los frecuentes juicios mediáticos, serán las instituciones del Estado las responsables de indagar, probar y castigar.
Es probable que la gestión de Enrique Peña Nieto –tanto en el gobierno mexiquense como en la responsabilidad presidencial–, resulte otro ejemplo de corruptelas, malos manejos, prebendas para los amigos y derroche sin límite, como ocurrió antaño en gestiones como la de José López Portillo, entre otros presidentes surgidos del PRI. En todo caso, los juicios de la historia y de las instituciones se encargarán de poner en su lugar a los responsables.
Sin dudas que ofende a muchos mexicanos que una mujer que ha vivido de la actuación, siempre vinculada con Televisa, tenga capacidad económica para comprar una mansión como “la casa blanca”. Y sin duda que ofende a muchos otros que, en tanto esposa del presidente Peña Nieto, la señora Rivera no haya mostrado la sensibilidad de la justa medianía, prudencia y moderación en la ostentación de la riquezas y la presunción de bienes como “la casa blanca”.
Es cierto que resulta un agravio para la desigualdad que enfrentan millones de ciudadanos que –en una sociedad donde más del 90% no tiene lo indispensable y menos del 10% acapara la riqueza–, la familia del presidente prepare su retiro en un castillo, más allá de que sea legitima o no la posesión de “la casa blanca”.
Y no existe la menor duda de que escándalos como “la casa blanca” –además de tragedias como la de Iguala, supuestos excesos como los de Tlatlaya y fallas garrafales como la revocación del tren México Querétaro–, han colocado al gobierno de Peña Nieto en el nivel más bajo de su credibilidad y debilidad institucionales. Y tampoco hay duda que ante esa debilidad y falta de credibilidad en el gobierno de Peña Nieto, crecen las voces que cuestionan su legitimidad.
Sin embargo, también es cierto que ante los escándalos que han creado “la crisis perfecta” en el gobierno de Peña, no podemos y tampoco debemos ser ingenuos. ¿Por qué? Porque detrás de todos y cada uno de los escándalos existe una clara dosis de odio, doble moral y abierta intención política por debilitar y hasta tirar al gobierno de Peñas Nieto. ¿Tienen dudas?
1.- En el tema de “la casa blanca” resulta curioso que –mas allá de que se prueben los supuesto o reales conflicto de interés, corrupción y opacidad y que, en su caso, sean castigados–, los vehículos empleados para engordar el tema son los mismos que engordaron el supuesto alcoholismo del entonces presidente Calderón; los mismos que inventaron el “No Más Sangre” y la patraña de que Calderón mató a cien mil mexicanos; los mismos que han sembrado campañas de odio y culparon a Peñas Nieto de la tragedia de Iguala. Los mismos que, de manera sistemática, justifican la injustificable opacidad en la vida de políticos amigos o aliados –como AMLO–, mientras destruyen a enemigos o adversarios.
2.- Es evidente que los mismos altoparlantes que con razón o sin ella engordaron el escándalo de “la casa blanca”, engordaron la impostura de que Peña Nieto llegó al gobierno gracias a una elección fraudulenta, que compró la elección y que debe irse porque además de ilegítimo “es ratero”; son los mismos altoparlantes que combatieron las reformas y dieron voz a los grupos violentos –como la CNTE y sus franquicias–; que declararon la guerra a enmiendas como la Educativa y que presionaron para beneficio de grandes capitales en reformas como la energética y de telecomunicaciones.
3.- Son los mismos altoparlantes que exaltaron vandalismo, violencia, caos y la búsqueda de un mártir que justificara la oposición a las reformas y que, con la tragedia de Iguala, encontraron no un mártir sino toda una causa; los mismos que convirtieron en franquicia “los mártires de Ayotzinapa”, igual que antes hicieron franquicia “el gobierno ilegítimo” de Calderón, “el gobierno criminal de Calderón”, el “gobierno fraudulento” de Peña Nieto; los mismos que hace dos décadas hicieron una rentable franquicia del alzamiento zapatista.
Si, que exhiba todo lo que daba exhibir el gobierno de Peña Nieto, pero también los gobiernos del DF, los líderes sociales, de partidos, gobiernos estatales… Y que se exhiba la doble moral –y todo lo que hacen y pretenden–, quienes apuestan por un golpe de Estado o por tirar a Peña Nieto. Al tiempo.
Tomado de El Universal.
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