jueves, 26 de abril de 2018

El rey del insulto se queja de guerra sucia


Pablo Hiriart, El Financiero 26 abril 2018
López Obrador acusó que en la campaña sus contendientes usan “calumnias, ofensas, fomentan el miedo, la polarización, el terror, la violencia”.
No hay que tener muy buena memoria para recordar que él lleva casi quince años recorriendo el país haciendo precisamente eso.
En el debate no tuvo valor para decir a la cara a sus contendientes lo que en plazas de todo México ha dicho de ellos con insultos, gritos, mentiras y calumnias.
Sus adversarios le dicen que acusó a Alfonso Romo de corrupto en uno de sus libros, y ahora lo tiene de jefe de asesores. Le dicen que ha mentido sobre sus ingresos. Le dicen que el secuestro se disparó con él en la capital del país. Le dicen que hace pactos con delincuentes. Le dicen que su plan es amnistiar a criminales. Se lo dijeron de frente.
¿Y qué responde López Obrador cuando le dicen todo eso en la cara y ante la nación?
Calla, se va a su casa y graba un video: Uy, hay guerra sucia. Todos contra mí. Quieren polarizar.
Ha dicho, entre otras ofensas y calumnias:
“La aeronave del pequeño faraón, acomplejado y corrupto de Peña, es para 280 pasajeros” (Reforma 9-11-15).
“El desvergonzado Calderón quiere que su esposa sea candidata en 2018 porque cree que los mexicanos somos tontos” (El Universal 23-11-15).
“Un achichincle de Carlos Salinas, quien es el jefe de jefes, el presidente del PRI Manlio Fabio Beltrones, propuso una reforma electoral para que yo no apareciera, borrarme…” (El Universal 23-11-15)
“Ya está operando Carlos Salinas con Enrique Peña, Liébano Sáenz, Televisa y Milenio para golpear a Rodríguez Calderón (El Bronco) y minarlo” (La Jornada 28-5-15)
“Olegario Vázquez Raña e hijo, que encarnan la corrupción, me atacan en su inmundo pasquín por la quinta que heredé de mis padres en Palenque” (Twitter 16-9-16).
“Una de las dos cadenas de televisión que se licitarán en los próximos meses será entregada al Grupo Atlacomulco… y por ello se conformó una sociedad entre el dueño del grupo transportista Toluca, Roberto Alcántara; Maccise, propietario de periódicos y estaciones radiofónicas en la entidad, y el grupo Prisa, editor de El País” (La Jornada 2-6-14).
“Las leyes secundarias de telecomunicaciones es el pago de Peña Nieto a Televisa. Televisa se impuso porque impuso a Peña Nieto. No olvidemos que fue impuesto por la mafia del poder, del dinero y por esa televisora… Desde luego eso no va a ser eterno, pues cuando triunfe nuestro movimiento vamos a abolir esos monopolios” (La Jornada 7-7-14).
“La mafia del poder no va a poder, en la elección del año próximo, imponer al nuevo títere, al nuevo pelele, a Meade” (El Financiero 29-11-17).
“(Los ministros de la Corte) están maiceados por la mafia del poder para actuar bajo consigna, a pesar de que el dinero que ganan es de los impuestos de los mexicanos. ¿Qué hacen? ¿Se sabe de alguna resolución de la Suprema Corte en beneficio del pueblo? Nada. Están de alcahuetes de la mafia del poder, por eso los tienen bien maiceados” (Red Política, Tuxpan, Veracruz, 15-2-13).
“(Sobre su hermano Arturo, que en Veracruz apoyó al candidato de un partido diferente a Morena) … en la familia siempre hay alguien que desentona, que le gusta acomodarse. Se dice en el argot, en el hampa de la política: a colarse. Y son aspiracionistas, no tienen ideales, no tienen principios, por eso yo ya no tengo hermanos” (video suyo en Facebook).
“(Sobre el PRD, que lo hizo dos veces candidato presidencial) … traiciona a los mexicanos y es alcahuete del régimen de corrupción, de injusticia que tanto daño le ha hecho al pueblo de México” (La Jornada 7-6-14).
“Refrendamos nuestro compromiso de luchar sin tregua ni descanso hasta revertir las reformas a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, promovidas por Enrique Peña Nieto para entregar el sector energético nacional a particulares, sobre todo a corporaciones extranjeras” (Villahermosa 18-3-14).
Podríamos llenar páginas y páginas con insultos, mentiras y guerra sucia de López Obrador.
Sólo unas preguntas:
¿Quién polariza? ¿Quién calumnia? ¿Quién infunde miedo? ¿Quién siembra la violencia (apoyo a la CNTE hasta cuando queman autobuses y hasta cuando raparon a otros maestros)?
¿Quién arrancó campaña anticipada con 3.5 millones de spots ofensivos? ¿Quién recorrió todos los municipios del país denigrando a otros en un pertinaz fomento del odio entre mexicanos?
Ahora que están sus contendientes, cara a cara, se queja: uy, me hacen guerra sucia.

jueves, 19 de abril de 2018

Carta dirigida a Andrés (ya sabes quién…)

Estimado Andrés:
Esta semana y la pasada he estado leyendo varias declaraciones tuyas en La Razón y otros medios, que me han puesto a reflexionar mucho acerca de tu posible mandato en caso de que ganaras estas elecciones.
Declaraciones muy netas que son para ponerle los pelos de punta a más de un ciudadano.
Declaraciones muy andresistas que, por supuesto, son de creer.
Y dentro de tantas declaraciones que has hecho estos días, me han llamado la atención tres propuestas.
Propuestas que no logro entender por qué las dijiste.
Te explico:
Quieres derogar las dos reformas más importantes en los últimos sexenios: La Energética y la Educativa.
Además de cambiar el nuevo aeropuerto a Santa Lucía.
Y no es que me llamen la atención esas declaraciones, sino, más bien, lo que me llama esa atención es que quieras derogar esas reformas positivas para la gente más necesitada.
Reformas muy bien pensadas por gente mexicana muy preparada.
Y también que estés negando una real apertura comercial de México con el resto del mundo.
Eso es lo que me llama la atención.
Tus declaraciones tan desafortunadas.
Estás eliminando estos dos proyectos porque no los hiciste tú.
Y estás minimizando un aeropuerto de calidad mundial.
Porque ese tipo de aeropuertos México no los merece.
Y no perderé el tiempo con las mamadas de que vas a vender el avión presidencial y hacer otro parque en Los Pinos.
Porque ésas son señales de que no respetarás la institución presidencial.
En fin, Andrés, esa es bronca tuya.
La otra cosa que me está llamando mucho la atención es tu forma de hablar.
Sin querer, queriendo, cada día hablas más parecido a Hugo Chávez.
No sé si es casualidad o es a propósito.
Pero esas mamadas del tigre o lo que el pueblo decida, si están muy pesadas.
Trump, Castro, Chávez, Maduro, y tú le echan la culpa de las desgracias de su país a otros países o sectores.
Trump le echó la culpa a México.
Castro, a Estados Unidos.
Maduro, a los burgueses.
Y tú, a la mafia del poder.
Todos han tenido mucho éxito para hipnotizar al tigre, o al pueblo.
Y no sabes Andrés, me apanica esa forma de hablar.
Estás haciendo todo perfectamente bien para que las grandes masas caigan rendidas a tus pies.
Y para desgracia del sesenta y cinco por ciento de mexicanos que te odia, a lo mejor nos vas a gobernar.
Y si llegas a gobernar, todas tus decisiones serán “porque el pueblo bueno las pide”.
Como si el pueblo bueno supiera de energía eléctrica o de educación de calidad mundial.
Y te aclaro una cosa:
Coincido contigo en que México está jodido y que debe mejorar.
Pero…
¿Va a mejorar con tu populismo?
Neta, neta…
No lo sé…
Steve Jobs decía:
“Yo no le pregunto a la gente lo que quiere, porque no son ingenieros”.
“Yo les demuestro el producto que creo que necesitan y si les gusta, lo produzco”.
Así de simple Andrés Manuel.
Así de simple…
https://www.razon.com.mx/carta-dirigida-andres-ya-sabes-quien/
Carlos Alazraki

martes, 10 de abril de 2018

AMLO, puerta al inframundo

Jaime Sánchez Susarrey

La comparación de López Obrador con Luis Echeverría Álvarez (LEA) le hará al ‘rayito de esperanza’ lo que el viento a Juárez. De entrada, porque 48 por ciento de los electores son millennials (nacieron entre 1980 y 2000) e ignoran no sólo los excesos que se cometieron en el sexenio 1970-76, sino quién era presidente de la República.
Así que, desde un punto de vista estrictamente propagandístico, la estrategia carece de sentido. Para que funcionara, habría que armar un curso o distribuir folletos sobre el gobierno de Echeverría y luego proceder a la comparación. En otras palabras, sale más caro el caldo que las albóndigas.
Eludir este problema argumentando que, aunque los millennials no sepan quién es Luis Echeverría, sus padres y sus abuelos sí lo recuerdan, equivale a suponer: a) que tienen una influencia total sobre estos jóvenes; o b) que, preocupados por el porvenir del país, se dedicarán a instruirlos y alertarlos. De nuevo, el caldo sale más caro que las albóndigas.
Pero dejando atrás este ‘pequeño problema’, voy al fondo del asunto. Aunque Luis Echeverría implementó políticas populistas, fue ante todo un priista institucional. Llegó por dedazo, ejerció el poder sin contrapesos –porque no los había–, al cabo de cinco años eligió a su sucesor y el sexto año entregó la presidencia de la República a López Portillo. Acató, pues, los principios esenciales del régimen priista, que Daniel Cosío Villegas describía como una monarquía sexenal.
Durante su gobierno, Echeverría hizo estragos: estatizó empresas, incrementó la emisión de papel moneda, disparó la deuda pública, el déficit fiscal, la inflación y terminó con 22 años de estabilidad cambiaría.
Su estrategia económica fue sintetizada en una frase: la política económica se maneja en Los Pinos. Liquidó, así, un pacto implícito que dejaba el manejo de la economía a los técnicos de Hacienda y del Banco de México.
Todo lo anterior con el propósito de superar la ‘atonía’ de los primeros años de su gobierno y acelerar el crecimiento. No sólo eso. Consumó expropiaciones arbitrarias en el norte del país, que luego se convirtieron en el preludio de la estatización de la banca en 1982.
Simultáneamente, ejerció el poder con mano dura. Fueron los años de represión de la guerrilla, de Lucio Cabañas a la Liga Comunista 23 de Septiembre. A contrapunto, sin embargo, denunció a los grandes empresarios como ‘riquillos’ y se enfrentó abiertamente a ellos.
Pero todo lo descrito es un juego de niños si se compara con Fidel Castro y Hugo Chávez. La clave de la cuestión está en el liderazgo y la perpetuación en el poder. El PRI abolió la época de los caudillos entre 1929 y 1936. En Cuba y Venezuela, por el contrario, se construyeron regímenes en torno a un caudillo populista –con sesgo comunista en el primer caso y socialista en el segundo.
Es cierto que la admiración de AMLO por LEA no es ningún misterio. Está ampliamente documentada. Según su versión de la historia, los males de este país empezaron con Miguel de la Madrid. De ahí su denuncia del neoliberalismo y las reformas estructurales, que sin duda echará abajo para restaurar el estatismo y el proteccionismo.
Pero asumir que López Obrador es una reedición de Echeverría es un simplismo. AMLO no es un priista, es un populista. Llegará al poder por sus propios medios, no por dedazo. Se asume como líder único, no como parte de un sistema institucional. Y sufre el mismo tipo de delirio que Castro y Chávez. A LEA, en cambio, ni en sus momentos más febriles se le hubiera ocurrido compararse con Juárez, Madero y Cárdenas.
No se puede descartar que Echeverría haya soñado con perpetuarse en el poder, pero jamás intentó una reforma constitucional para tal efecto. AMLO sí puede hacerlo. Y, si es mínimamente congruente con su pensamiento, la pondrá en marcha. Una encomienda histórica mayor, como la que cree asumir, no se concreta en un sexenio.
Por eso la comparación con LEA pierde de vista lo esencial. AMLO no es una alternativa a probar por seis años, es un riesgo mayor. El PRI, con todos sus fallos y lacras, dejó atrás caudillos y hombres fuertes. Andrés Manuel es, en pleno siglo XXI, la puerta de entrada a ese inframundo.