viernes, 30 de julio de 2021

El circo de la consulta

Raymundo Riva Palacio 30 de julio de 2021

La consulta popular tiene resultados claros desde mucho antes que se decidiera realizarla para “esclarecer las decisiones políticas” de anteriores gobiernos. El primero es que la mayoría de los mexicanos sí quiere que se lleve a juicio a varios expresidentes, por razones fundadas e infundadas, objetivas o subjetivas. El segundo es que sin importar cuántas personas voten, el presidente Andrés Manuel López Obrador probablemente disparará obuses contra el Instituto Nacional Electoral y los medios, y los criticará porque no hubo mayor participación porque, alegará, la sabotearon, o mostrará su desprecio porque pese a ellos, dirá, hubo alta participación. En cualquier caso, políticamente ganará, que es de lo que se trata esta consulta.

La verdad es relativa en este régimen. La manipulación política es la marca de la casa y la despliega con impunidad. Contra lo que ha dicho el presidente, el INE sí promovió la consulta. En total, a través de tres mil 499 emisoras de radio y televisión difundieron 377 mil 833 spots promocionales y alrededor de 800 mil pautas en las redes sociales, al margen de los casi siete mil espacios de publicidad exterior y alternativos, y decenas de inserciones en diarios en todo el país.

Los medios han hablado profusamente de la consulta, y la evidencia empírica señala que han predominado las críticas, al exponer el galimatías del proceso para llevarla a cabo y la forma como el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, hizo maromas para satisfacer los deseos de su jefe político y vecino en Palacio Nacional. La pregunta original que quería López Obrador identificaba claramente a sus cinco predecesores, y les imputaba un presunto delito. 

Como la justicia no se resuelve por plebiscito, Zaldívar salió al rescate del presidente antes de que se rechazara su pregunta por inconstitucional, y logró que Corte aprobara una pregunta redactada en forma ambigua, farragosa, que no dice nada, pasar saber si desea quien vote “emprender un proceso de esclarecimiento de decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminados a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas”.

Quienes vayan a votar van a creer, porque así se los ha dicho el presidente, que ese es el camino para que pueda haber expresidentes que terminen en la cárcel, sin saber, porque no se los explicó López Obrador, que el resultado de la consulta, si alcanzara el 40% del voto del padrón nominal de electores, no obliga a proceder al Poder Judicial. Esto en el ideal, por supuesto. La realidad es menos idílica. Para que pudiera llegar al 40%, y que obligara al Ejecutivo y al Legislativo a tomar algún tipo de acción, por ejemplo, la creación de una Comisión de la Verdad -para la cual no se requiere preguntarle a nadie-, se necesita que voten 37 millones de personas.

Sólo para efectos apreciar la escala de ese número, porque no se pueden comparar manzanas con sandías, la votación que tuvo López Obrador en la elección presidencial de 2018 fue de 30 millones, y en las pasadas elecciones federales, la mayor en número de cargos de elección popular en juego, el total de votos emitidos fue de 49 millones, donde Morena tuvo 16.7 millones y sus aliados el Verde y el PT, otros 3.5 millones. Para efectos de argumentación, si Morena lograra que quienes votaron por sus candidatos sufragaran este domingo, no les alcanzaría para el 40% del padrón. De acuerdo con una encuesta publicada por El Financiero este miércoles, ni siquiera todos los morenistas están prestos para votar. Sólo el 61% de ellos dijeron que le interesaba “mucho” ir a la urna. Juntando a morenistas con simpatizantes de otros partidos o apartidistas, sólo uno de cada 10 de las personas entrevistadas mostraron alto interés en ir a votar. 

No parece, de acuerdo con lo que reflejó la encuesta, que la consulta vaya a tener una alta participación. ¿Pero acaso importa? El porcentaje de participación será irrelevante porque, como se espera, López Obrador cantará de cualquier forma la victoria del pueblo. Sería relevante, sin embargo, si la participación fuera tan baja que no pudiera ocultarse. Pero aún así, ¿quién define qué es alta participación o qué es baja?

Tampoco debemos olvidar que al presidente le importa muy poco cuántos votan para cumplir sus caprichos, como sucedió cuando el uno por ciento del padrón electoral, pese al acarreo masivo de votos en Chiapas y Tabasco y la movilización de Morena en el país, pidió en una consulta patito en octubre de 2018 que había que cancelar la obra del nuevo aeropuerto en Texcoco, que hizo tan pronto asumió la Presidencia, justificando su objetivo detrás de la  voluntad del pueblo sabio.

Es cierto que hay molestias fundadas e infundadas en contra de varios expresidentes, algunos por acciones que lastimaron a la Nación porque sus decisiones no beneficiaron a todos, o por la percepción de que tuvieron administraciones corruptas. También existe una enorme subjetividad en las acusaciones, que son mas políticas que penales, aunque en casos de corrupción podría encontrarse mayor sustancia, pero sólo contra el expresidente Enrique Peña Nieto porque, si la hubiera en anteriores administraciones, los delitos ya prescribieron.

Lo que tenemos enfrente este domingo es una pantomima. Por un lado, evoca al Imperio Romano, que para mitigar la inconformidad de sus súbditos y que no se rebelaran, les daba pan y circo en el Coliseo para que se olvidaran de los altos impuestos que tenían que pagar. Por el otro, está el combustible que le dará a la narrativa de López Obrador contra el pasado, porque es más fácil hablar de los problemas de ayer, que de los problemas de hoy. Esta consulta será una nueva faceta de la gran manipulación que ha logrado con gran éxito, enajenando a millones con su palabra. Al final, lo único concreto es que pagaremos 528 millones de pesos, lo que costará la consulta, para financiar únicamente el discurso presidencial.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Más que una farsa

Guillermo Velasco Barrera en MURAL

30 Jul. 2021

El próximo domingo se llevará a cabo la "consulta ciudadana" para juzgar a los ex presidentes, lo que fue una promesa de campaña de López Obrador como parte de su falaz discurso de terminar con la corrupción en México. Si bien tal ejercicio es, de entrada, aberrante, en virtud de que la legalidad y la justicia no es algo que pueda someterse a consulta, hay más de fondo en esta farsa que vale la pena analizar.

A pesar del "acarreo" que hará Morena para llevar gente a las urnas, el nivel de participación no será el que estimaba el Presidente, y desde luego no se alcanzará el porcentaje que marca la ley para que el resultado de la consulta sea vinculante, es decir, que la respuesta de los ciudadanos tenga consecuencias. En todo caso nunca las tendría.

Parte del desastre para la convocatoria a esta consulta, a pesar de la apuesta que está haciendo la 4T, es la profunda división que se vive al interior de Morena, no sólo en torno a esta "puesta en escena", sino en torno al proceso de sucesión presidencial al que, de forma muy anticipada, dio banderazo de salida el propio Presidente.

Pero el propósito de López Obrador con la consulta es muy claro: responsabilizar al Instituto Nacional Electoral del fracaso de la misma, para seguir con su intento de desaparecerlo, al calificarlo como una institución antidemocrática que responde a intereses neoliberales y que no respeta la voluntad del pueblo.

No nos equivoquemos, la consulta es para López Obrador un mero pretexto para seguir en su apuesta de reinstauración del viejo régimen, lo que implica minar el trabajo de las instituciones que han significado contrapeso y autonomía respecto a la verticalidad y al autoritarismo del viejo sistema político mexicano, uno de cuyos exponentes más notables es el actual presidente de México.

Por ello, Mario Delgado y otras voces incondicionales a López Obrador han centrado su discurso en el INE, criticando su trabajo para esta "consulta", y dejando de lado el discurso de la corrupción de los ex presidentes, lo que supuestamente sería la razón para haber llevado a cabo la consulta.

Por tanto, el verdadero riesgo de esta farsa no es la consulta en sí misma, sino el pretexto que tendrá el Presidente para seguir con su ataque contra la autoridad electoral, con el argumento de que ésta boicoteó la voluntad del pueblo que buscaba llevar a la cárcel a los políticos corruptos del pasado.

Y mientras buena parte de la población se "traga" esta farsa, y el Presidente sigue atacando a las instituciones democráticas, el pacto de impunidad con quienes permitieron el arribo al poder de López Obrador se sigue afianzando. De entrada, el ex presidente Peña Nieto no parece estar muy preocupado con la consulta que tendrá lugar el domingo, y que supuestamente tendría como objetivo juzgarlo. En las fotos que publicó recientemente su novia, con motivo de su cumpleaños, se le ve muy contento y tranquilo.

Un hecho reciente exhibe nuevamente este pacto de impunidad. Luego de que trascendiera que el gobierno de Peña espió a López Obrador y a varios de sus colaboradores, el Presidente dijo que no se emprenderían acciones legales contra esta práctica ilegal, pues él no es vengativo. En fin, ningún ex presidente será tocado, mucho menos su antecesor.

Así que es fácil anticipar cuál será el discurso del Presidente en la noche del próximo domingo, más allá de los resultados que arroje la consulta: el gran villano será el INE, quien limitó la expresión del pueblo sabio. Y como siempre, López Obrador, metido en esta narrativa de buscar culpables y señalar enemigos de su proyecto transformador, dejará de lado los graves y grandes problemas por los que atraviesa el país: inseguridad, falta de medicamentos para niños con cáncer, crisis económica y un repunte preocupante del Covid. Es importante denunciar esta farsa, y sobre todo, no ser parte de la misma. El tema de fondo es el ataque al INE.

@gvelascob

Desconsulta

Sergio Sarmiento en MURAL, 30 Jul. 2021

"Consultar. Buscar aprobación para una acción que ya se ha decidido".

Ambrose Bierce

 

 No solo la revista británica The Economist ha descalificado la Consulta Popular de este próximo domingo por tener una pregunta cantinflesca, nadie que haya leído la pregunta puede opinar de manera diferente. Además, los juristas señalan que es un despropósito por su vaguedad. Nadie sabe exactamente qué ocurriría si gana el "Sí" con la participación de 40 por ciento que la haría vinculante. Si bien la Suprema Corte determinó que la consulta no podía preguntar si debe enjuiciarse a los expresidentes, Morena ha hecho campaña diciendo que esto es exactamente lo que decidirá el votante. Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial le ordenaron al INE hacer la consulta, pero no le dieron recursos; y cuando el INE sacó 528 millones de pesos de donde pudo, el partido oficial le cuestionó que no tuviera suficientes casillas o promoción. El propio presidente López Obrador presentó la iniciativa, pero dice que él mismo no va a participar. No sorprende que la gente esté confundida.

Yo no soy un entusiasta de la llamada "democracia participativa". Una buena democracia representativa da posiciones de gobierno y de legislación a personas que representan a los ciudadanos y que pueden contratar el apoyo de asesores especializados para tomar decisiones. No es un sistema perfecto, en buena medida porque los políticos no son siempre los más preparados u honestos, pero es mejor que pedirle a la gente que defina decisiones complejas con preguntas binarias, de Sí o No, sin tener conocimiento sobre los temas y sí muchos prejuicios.

Algunos países y entidades subnacionales tienen sistemas de consulta o referendos para algunas decisiones. Suiza se presenta usualmente como el ejemplo más positivo a nivel mundial, pero ni siquiera en ese caso me parece bueno el resultado. Suiza fue el último país de Europa en aceptar el voto de las mujeres por el rechazo de la propuesta en los plebiscitos. En el de 1959, dos terceras partes de los participantes, todos hombres, rechazaron el voto femenino. Al final, el sufragio de las mujeres fue promulgado, pero solo en 1971. Más tarde, la Corte Federal Suprema de Suiza tuvo que intervenir para obligar al condado de Appenzell Rodas Exteriores a aceptar el voto femenino porque las consultas populares locales lo seguían rechazando.

Otros ejercicios de decisión de políticas públicas por consulta popular han sido usualmente negativos. Los votantes británicos, por ejemplo, sufragaron a favor del Brexit en 2016 sin entender cabalmente las consecuencias negativas que la medida tendría para su país. Unos cuantos meses después, con mayor información, las encuestas de opinión señalaban ya que la mayoría de los británicos se oponían a que se llevara a cabo la separación. En Venezuela, las consultas populares se han utilizado en varias ocasiones para ratificar decisiones políticas que han resultado muy negativas para el país, mientras que la Asamblea Nacional de oposición impulsó, por su parte, una consulta popular en 2020 para buscar la destitución del presidente Nicolás Maduro.

Si vamos a tener consultas, estas deben ser claras, tratar temas de fondo y no violar la ley. No es el caso con la consulta popular de este próximo 1o. de agosto, la cual es confusa, constituye un linchamiento de aquellos a los que el gobierno ve como sus rivales, y viola la ley... y, si no lo hace, se vuelve simplemente irrelevante.


· OUTSOURCING

 Este próximo domingo entra en vigor el nuevo régimen de subcontratación. Hasta ayer, según el CCE, se han registrado 2.5 millones de trabajadores, pero faltan 3 millones que quedarán en un limbo legal. Sabíamos desde el principio que la reforma era una locura, pero ahora los políticos están buscando un periodo extraordinario del Congreso para ampliar el plazo. Lo peor es que ya sabíamos que esto iba a ocurrir.

@SergioSarmiento

miércoles, 28 de julio de 2021

Ayuda sin consulta

Sergio Sarmiento en MURAL

28 Jul. 2021

"Debemos consultar nuestros medios más que nuestros deseos".

George Washington

 Al presidente López Obrador le gusta recurrir a las consultas públicas para justificar sus políticas, pero no en todos los casos. Si bien ha hecho consultas para saber si cancela un aeropuerto o una planta cervecera ya avanzados, o si aplica la ley a exfuncionarios que hayan cometido delitos, no ha convocado al pueblo sabio a decidir si es correcto que el gobierno envíe barcos cargados de medicamentos, alimentos y combustibles a Cuba en un momento en que nuestro país está sufriendo escasez de medicamentos, altos precios de alimentos y elevadas importaciones de combustibles.

"Tomamos la decisión por solidaridad frente a la situación del bloqueo, que quiere someter políticamente al pueblo y gobierno de Cuba -dijo el 26 de julio, aniversario de la toma del cuartel de Moncada-. Tomamos la decisión de ayudar, de ser solidarios".

El pueblo mexicano suele ser muy solidario, lo hemos visto una y otra vez en tragedias nacionales e internacionales. Cuando Haití fue devastado por un terremoto en 2010, las personas y empresas de nuestro país se volcaron a mandar ayuda a la isla. Pero el caso de Cuba es distinto. Es el gobierno el que ha tomado recursos del erario para mandar ayuda que, más que humanitaria, es política: su objetivo es apuntalar el gobierno de Miguel Díaz-Canel en Cuba que se encuentra en problemas. Los haitianos sufrieron el embate de un fenómeno de la naturaleza; los cubanos, en cambio, están pagando las consecuencias de las malas políticas económicas de un régimen dictatorial.

Sí, Cuba vive bajo una dictadura. No ha tenido elecciones libres desde que Fidel Castro tomó el poder el 1o. de enero de 1959. Si bien organiza comicios de manera regular, solamente permite la participación de candidatos del Partido Comunista o avalados por el régimen. Los electores pueden votar por un candidato a la Asamblea Nacional, a favor o en contra, sin que nadie represente otras opciones. Los miembros de la Asamblea eligen después al Presidente, siempre de manera unánime o casi. El régimen ha tratado de justificar la falta de libertades argumentando que tiene buenos programas de educación y de salud. Quizá, pero la falta de libertad no se compensa con dádivas, especialmente cuando el que fue uno de los países más prósperos de Latinoamérica ha quedado reducido a una miseria permanente.

El presidente López Obrador ha aceptado el dogma del régimen cubano de que todos los problemas económicos del país son producto del "bloqueo". Es verdad que Estados Unidos impuso en 1962, en represalia por la confiscación (sin indemnización) de activos de empresas estadounidenses, un embargo que impide a sus empresas tener transacciones comerciales o inversiones en Cuba, pero el embargo no incluye ni alimentos ni medicinas ni se aplica en general a empresas de otros países. El embargo ha sido desde entonces la gran excusa de los gobiernos cubanos para todos sus fracasos económicos, los cuales han paliado los subsidios generosísimos de la Unión Soviética y Venezuela. Hay sólidas razones para cuestionar el embargo, pero las dificultades de Cuba son producto de las barreras a la actividad económica privada y no del embargo.

AMLO quiere hoy reemplazar a Venezuela como el gran financiador de los fracasos económicos de Cuba. Sin embargo, no lo hace con su dinero personal, sino con recursos de los contribuyentes. En este caso, más que en ningún otro, debería llevar a cabo una consulta para saber si los mexicanos realmente quieren que el dinero de sus impuestos se utilice para ese propósito político.

· TRUMP Y BIDEN

 AMLO hizo todo lo posible por quedar bien con Donald Trump, pero hoy parece empeñado en pelearse con Joe Biden. El envío de un barco con combustible para apoyar al régimen cubano parece diseñado para generar irritación en Washington.

@SergioSarmiento

jueves, 22 de julio de 2021

Atreverse a emprender

Jorge Suárez-Vélez 22 Jul. 2021

Estados Unidos tiene casi 3 veces más habitantes que México, su territorio es casi 5 veces mayor y su economía casi 17 veces la nuestra (a precios de mercado). Pero la diferencia entre nuestras empresas es aún más notable. Las 6 empresas más grandes que cotizan en la Bolsa de México valen, en conjunto, 206 mil millones de dólares. Las 6 más grandes en la Bolsa de EU valen 47 veces más: 9.7 millones de millones de dólares. Lo que más sorprende es que la edad promedio de las mexicanas es de 91 años, contra 29 de las estadounidenses. Las 6 nuestras están en sectores de la economía tradicional, las de ellos son de la "nueva economía".

La brecha entre países industrializados y los que no lo somos se explica crecientemente por la posibilidad de participar en los nuevos sectores disruptivos y por el apoyo que recibe quien desea emprender. En México, nos convencieron de que el empresario es una especie de capataz abusivo y explotador que, por serlo, merece ser extorsionado por el fisco, exprimido por el crimen organizado, chantajeado por sindicatos y hasta timado por sus empleados. En países desarrollados se apoya, admira y emula a quien emprende con éxito. Se entiende que el futuro de un país está en su capacidad de innovar, que su prosperidad dependerá de crear riqueza y que ésta la generan las empresas, no el Estado. A éste le compete poner la mesa, proveer infraestructura moderna, seguridad, legislación que fomente competencia, Estado de derecho y dotar a la población con destrezas para insertarse en el mercado laboral con éxito.

Aun internamente nuestras diferencias regionales tienen que ver con el desarrollo de empresas. En enero de 2018, 57.5% de los empleos formales en México se crearon en los estados del norte y sólo 2.1% en los del sur o sureste.

Los países desarrollados, y EU en particular, han desarrollado un ecosistema en el que la falta de capital es el último impedimento para que una idea se convierta en empresa. Hay un ciclo virtuoso donde fondos de capital de riesgo ofrecen capital semilla; si la empresa logra despegar, entran los fondos de capital privado, y cuando la empresa madura se le coloca en Bolsa, devolviéndoles liquidez a los primeros inversionistas, para que tengan nuevas semillas que plantar. Muchas empresas no sobrevivirán ese trayecto, pero otras proveerán carretadas de utilidades a quienes tomaron ese riesgo. Lejos de que quienes lo hacen sean "especuladores", en el proceso participan fondos de pensiones, universidades que invierten su patrimonio y eventualmente el público inversionista. El proceso permite que muchos compartan la prosperidad forjada por emprendedores. Un dólar invertido en 1970 en la Bolsa de EU valdría $182 a fines de 2020, y 55% de los estadounidenses invierten en ella.

Sabemos que emprender nos es natural al constatar el éxito de nuestros paisanos cuando cruzan la frontera. De acuerdo con el New American Economy Research Fund, en 2017 había 1.4 millones de hispanos dueños de negocios, en su mayoría mexicanos. En el otro extremo del espectro, en 2020, la quinta oferta pública más grande en la Bolsa de Nueva York fue de una empresa, valuada en 32 mil millones de dólares, fundada por un empresario mexicano; otro vendió un pedazo de la empresa que fundó en 2004, valuada en casi 3 mil millones de dólares. Parece que en el ecosistema adecuado emprendemos tan bien como el mejor.

Hemos dejado que domine una narrativa de envidia y resentimiento de líderes mediocres que quieren acostumbrarnos a encontrar excusas y culpables, para manifestar nuestro resentimiento con rabia.

Aristóteles decía que el problema no es apuntar demasiado alto y fallar, sino demasiado bajo y atinar. La 4T lo ha hecho. Para ellos, debemos conformarnos con una supervivencia a partir de mulas y trapiches, agricultura de autoconsumo y becas a jóvenes resignados.

Nuestro futuro depende de sabernos capaces de crear, de emprender y de competir. Empecemos a preocuparnos más por crear riqueza que por repartir pobreza. Dejemos de escuchar a quienes nos quieren dóciles y adictos a las dádivas de un gobierno cada día más pobre.

@jorgesuarezv

jueves, 15 de julio de 2021

El dictador está asustado

Al gobierno cubano sólo le queda el diálogo para pactar su salida, o extender la represión hasta donde tope.

Pablo Hiriart, julio 15, 2021 | 8:50 hrs

MIAMI, Florida.- Al gobierno cubano sólo le queda el diálogo para pactar su salida, o extender la represión hasta donde tope.

No hay mal que dure 100 años.

Su sistema es un fracaso, conducido por un puñado de incompetentes con instintos homicidas.

Lamentable es el papel de nuestros gobernantes que culpan de las manifestaciones de protesta a una “campaña internacional contra Cuba”.

Señalan que la escasez de alimentos y medicinas que se vive en Cuba es consecuencia del ‘bloqueo’ de Estados Unidos. Falso.

Mienten porque saben que al caer la dictadura cubana, el efecto será en dominó. Para abajo el chavismo en Venezuela, fin a la desestabilización en Colombia, y la 4T de México se quedará hablando sola en el continente.

O con el “amigo” argentino y el imprevisible líder magisterial peruano que asumirá la presidencia de su país. Esa conversación, en todo caso, será rulfiana: entre muertos.

Cuba n es víctima de ninguna conspiración, sino de su incapacidad para producir bienes.

No hay comida, no hay medicinas, los hospitales están colapsados, la gente no tiene vida privada porque es vigilada por soplones a sueldo que reportan a los Comités de Defensa de la Revolución.

Del hombre nuevo, que a muchos nos entusiasmó, no queda más que una élite de dictadores y militares, y una población con hambre y sin libertades.

¿Y no quieren que haya protestas?

Vaya ‘humanismo’ del gobierno mexicano. Se solidariza con los represores y acusa a los sin comida ni medicinas ni libertades de ser parte de una conjura internacional.

Reaccionan así, no en defensa de la soberanía de un país, porque ningún enemigo externo lo está atacando.

La 4T se cura en salud. Para allá quieren llevar a México los radicales que ya destaparon a su candidata presidencial.

Lo del ‘bloqueo’ como causante de la caótica situación cubana es una falacia.

No hay ‘bloqueo’, sino embargo. Y es de un solo país, Estados Unidos, que no vende tecnología ni permite el envío de remesas hacia la isla. Es una barbaridad, un error.

Pero no digan que hay hambre porque no pueden comerciar con Estados Unidos. Eso es mentira. Y mienten quienes repiten esa consigna en México.

El país al que Cuba más le compra alimentos y productos agrícolas, en el mundo, no es Venezuela, ni Rusia, ni China. Es a Estados Unidos: 220.5 millones de dólares, en 2018.

Y si a ello sumamos lo que Cuba compra a Estados Unidos en medicamentos y productos médicos, el valor total de esas importaciones es de 275.9 millones de dólares en 2018 (sugiero ver la página del Departamento de Estado https://www.state.gov/u-s-relations-with-cuba/).

Cuba era una potencia agrícola, y ahora importa dos tercios de los alimentos que consume. Su sistema estatista no funciona. Extiende la pobreza, el hambre, y expropia la libertad a las personas.

Su economía tenía tres pilares y un bastón. Se acabó el subsidio soviético (aunque Rusia le perdonó, en 2014, una deuda por 32 mil millones de dólares), con lo que perdió el primer pilar.

La otrora rica Venezuela ya no puede cargar con la economía cubana, ni con la suya.

En siete años, Venezuela pasó de 3.6 millones de personas con hambre, a 21 millones 200 mil venezolanos en inseguridad alimentaria. La población total del país es de 31 millones de personas. Casi 70 por ciento de ellas padece hambre.

No funciona el sistema estatista. Venezuela ya no puede subsidiar a Cuba. Se cayó el segundo puntal.

El bastón era el turismo, y con el Covid quedó inutilizado.

Sólo queda un puntal en Cuba: el sacrificio del pueblo cubano.

Y ese sostén ha salido a la calle a protestar porque no come, salvo que haga largas filas en las tiendas para turistas, donde deben pagar en dólares o en euros.

Tampoco tiene medicinas. Y le exigen, a palos, que se mueran callados.

Ante las manifestaciones de protesta, en lugar de invitar al diálogo y escuchar ideas para solucionar problemas, el presidente Díaz-Canel mandó reprimir y convocó al enfrentamiento físico entre cubanos.

“La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios, a defender la revolución”, dijo con criminal prepotencia.

El gobierno de México acusó un complot internacional. Venezuela también se solidarizó con Díaz-Canel.

Hay dos opciones para el presidente de Cuba: abrir el diálogo o reprimir con el Ejército. Tiene las armas. ¿Las usará? Masivamente, no se va a atrever. ¿O sí?

El Ejército, ¿va a disparar contra su gente para defender un fracaso y el pellejo de un don nadie, ahora presidente?

Qué hacer ante esa incertidumbre, es una respuesta que sólo pueden dar los cubanos que están en Cuba.

Ya perdieron el miedo.

Díaz-Canel, sin el liderazgo ni la inteligencia de Fidel, está temblando ante la situación.

Esperemos que el dictador asustado no cometa una masacre con el pretexto que le regaló nuestro Presidente: “Cuba es víctima de una campaña internacional”.

martes, 6 de julio de 2021

“El principal problema que enfrenta México en términos económicos es que no hay dinero público”

 CARLOS URZÚA | EXSECRETARIO DE HACIENDA DE MÉXICO

El exsecretario de Hacienda Carlos Urzúa reflexiona sobre los desafíos y el estado en el que se encuentra la economía de México

JAVIER LAFUENTE México - 02 JUL 2020 - 15:51 CDT

Carlos Urzúa (Aguascalientes, 1955) habla de economía de forma apasionada. Durante una hora, va y viene con detallados análisis y reflexiones que complementa con anécdotas, la mayoría de su etapa de funcionario público, primero como secretario de Finanzas del entonces DF (2000-2003) y después como secretario de Hacienda del actual Gobierno, cargo que abandonó en julio de 2019. La salida de Urzúa supuso un portazo a la Cuarta Transformación por parte de alguien que no es que crea que los objetivos del presidente, Andrés Manuel López Obrador, no sean los correctos, sino por la formas en que se opera dentro del Gobierno. Sin entrar a valorar su salida, Urzúa, recién terminados los exámenes como profesor del Tecnológico de Monterrey que es a lo que dedica la mayor parte de su tiempo, repasa, a través de videoconferencia, la actualidad económica del país y reflexiona sobre los desafíos que encara México.

Pregunta. ¿Cómo definiría el estado de la economía de México?

Respuesta. Yo diría que es malo. Ya veníamos enfrentando problemas desde el año pasado y la crisis de la covid nos hundió y nos mandó por una espiral hacia abajo; pero el problema ya se veía venir desde antes. Entender lo que está pasando en México, al menos en términos económicos, no es difícil porque está muy bien diagnosticado desde hace mucho tiempo. ¿Cuál es el problema principal, seas el Gobierno federal o los estatales, que enfrentas? Esencialmente que no tienes dinero. La recaudación tributaria es ahorita del orden del 14% del PIB. Cuando tú tienes una recaudación así, a no ser que tengas ganancias extras muy grandes por derechos de hidrocarburos o del cobre, como en Chile, o cosas de ese tipo, no va a salir bien nada porque es demasiado poco dinero para la magnitud de los problemas que enfrentas. La gran mayoría de los países en Latinoamérica tienen al menos una recaudación tributaria del 20% del PIB. Si tú quieres ser un país que de manera, digamos, ordenada pueda progresar, donde la justicia misma sea evidente en el trato diario por parte del Gobierno a sus ciudadanos, donde haya grandes oportunidades de educación, de salud, etcétera, pues tienes que tener una cierta cantidad de dinero y México no la ha tenido. De vez en cuando nos salvan yacimientos petroleros como Cantarell, en la época de López Portillo, pero ahora sí estamos enfrentando el asunto de manera muy descarnada, simplemente no hay dinero, esa es la primera cosa.

La segunda es que si quieres crecer como país debes tener al menos una inversión del orden del 25%. La inversión pública ha ido reduciéndose a lo largo de los años. Cuando yo hablaba antes de entrar al Gobierno de lo que pretendíamos hacer, me gustaba mucho citar las cifras que en ese momento existían. Si mal no recuerdo, era de 22,4% en 2018. 3,3% era inversión pública, 19,1% era inversión privada, tanto nacional como extranjera. A mí me gustaba mucho decir que lo que íbamos a tratar de hacer era subirlo a un 25%. ¿Con qué? Con mayor inversión privada, nacional y extranjera, pero también esforzándonos nosotros como Gobierno y también me gustaba decir que ese 3,3% de inversión pública en el Gobierno anterior de Peña Nieto, como lo sigo creyendo, era de muy mala calidad, por corrupción, por malos diseños. Entonces, a mí me gustaba mucho decir: “Nuestra inversión va a ser buena. Nuestra inversión pública va a ser de mucha calidad”. ¿Qué es lo que pasó ya para 2019? Que en lugar del 22,9% del PIB acabó siendo 20,2% del PIB. ¿Por qué? Porque la inversión pública cayó, porque ya no hay dinero; que la inversión privada también cayó. ¿Por qué? Pues, por una falta de confianza, me parece a mí, en el Gobierno federal.

P. Como tantas veces, en México se diagnostican las fallas, pero si se conocen tan bien, ¿qué motivo impide que se adopten esas medidas que pueden mejorar la situación?

R. Bueno, en México, la gente y las empresas no están acostumbradas a pagar muchos impuestos. Cuando se tiene la oportunidad de quitar algún impuesto, los gobernantes lo hacen, en vez de ponerlo. El mejor ejemplo es el impuesto por la tenencia vehicular, que lo quitó en realidad, de manera implícita, no de manera directa, Felipe Calderón. Ese impuesto, que era federal y que lo administraban los Gobiernos locales y que lo usufructuaban los Gobiernos estatales era federal por la simple y sencilla razón de que si no, sucedería lo que acabó sucediendo: la carrera hacia el fondo donde todos los Estados empiezan a reducir sus impuestos y al final es lo que tenemos. Morelos no cobra tenencia vehicular. Los coches más valiosos en Ciudad de México. Hay una tradición de no pagar, una tradición incluso fomentada, yo diría, por las propias autoridades que impiden, no que impiden, pero que, supongo, ahuyenta, atemoriza a los gobernantes que empiezan su sexenio. López Obrador ha sido muy claro desde siempre. Él no quiere impuestos. Creo que no lo debía haber dicho, pero lo dice y lo repite todo el tiempo. Una de las razones por las que lo hizo fue obviamente para ganar votos.

P.¿Cuáles son los mayores riesgos ahora mismo que enfrenta México en materia económica?

R. Creo que lo que se nos viene encima va a ser sumamente complejo por muchas razones. El mayor riesgo que yo veo es este enfrentamiento que está germinando, pero que eventualmente se va a dar, muy pronto, entre los Gobiernos, sobre todo estatales y el Gobierno federal, porque no hay dinero. La gran mayoría de sus ingresos provienen de las participaciones federales, pero las participaciones federales dependen de cuánto recaudas y eso depende de la dinámica que tiene tu economía, y en este momento todo se esta cayendo. Todavía no hay cifras respecto a mayo, por ejemplo, pero seguramente el impuesto sobre la renta y el IVA se desplomaron. Eso, desde un punto de vista de la ley de coordinación fiscal, significaría que también las participaciones disminuirían de manera dramática, no solo las del Gobierno federal. Por fortuna, hay un fondo de estabilización de ingresos estatales que debe tener todavía unos 60.000 millones de pesos que nos pueden ayudar unos tres, cuatro o cinco meses, pero no más que eso, y hay también un fondo federal que nos puede ayudar, que debe tener ahorita unos 140.000 o 150.000 millones de pesos y que nos puede ayudar a paliar un poco la situación, pero no mucho. Hay un segundo riesgo que sí es muy preocupante y del que nosotros estábamos muy conscientes desde el inicio, que es el asunto de las pensiones, que a final del día es una bomba de tiempo que va a estallar.

P. Y ante esta perspectiva, ¿cuáles son las medidas más urgentes que se deben adoptar?

R. Muchos hemos sido muy críticos con el Gobierno federal respecto a esta falta, me parece a mí, de conocimiento económico. Dejemos el conocimiento económico, de solidaridad social. Yo creo que el Gobierno mexicano ha mostrado una frialdad que pocos Gobiernos podrían haber mostrado con lo que está pasando. Realmente, el gasto que tiene dedicado el Gobierno a paliar este problema es cualquier cosita, básicamente nulo, ¿no? Creo que la política fiscal ha sido muy mala, pero sobre todo creo que no se ha cuidado. Todavía no se ha entendido la importancia del sector formal en México. Estamos castigando la formalidad en México, y ahora a los empresarios y a los trabajadores, seguimos insistiendo en que deben estar cotizando en la seguridad social cuando no tienen dinero, cuando muchos de ellos no tienen capital de trabajo, están mermando su propia riqueza, la poca que van a tener en el futuro, y posiblemente pongan en riesgo incluso su situación de servicios médicos cuando estén viejos. Esencialmente, debió haberse subsidiado el empleo formal, al menos el Gobierno pagando las contribuciones del trabajador y del empresario hasta, digamos, cinco salarios mínimos y también, me parece a mí, ayudando un poco a esta gente que está acudiendo a sus afores, y en este momento, dando eso que está retirando, devolviéndolo o al menos cambiando la ley para que no se necesiten tener 1.250 semanas para poder tener servicios médicos cuando estés viejo. Ahora, yo también he sido muy crítico, y tengo muchos amigos que me critican por ello, con la postura monetaria del Banco de México.

P. El Banco de México ha sido más timorato que otros bancos centrales.

R. Yo creo que sí. Es decir, tienen al final del día miedo de hacer algo que de alguna manera pueda hacer surgir de nueva cuenta la inflación. Técnicamente, el banco central de México es bueno, pero desde siempre, después de su autonomía, ha sido muy cauteloso, muy conservador. En la crisis de 2009 teníamos unas tasas altísimas. Las tasas eran del 8,25% a fines de 2008 cuando ya todo mundo, en todos los países del mundo, habían bajado sus tasas de manera increíble. Ahora está sucediendo parcialmente lo mismo. Si uno les dice: “Oye, ve lo que están haciendo todos los demás países del mundo, todos los demás bancos centrales”, ellos dicen: “Es que la inflación… porque si tú te fijas bien, en el último dato de inflación, los alimentos subieron mucho”. Bueno, sí, los alimentos subieron mucho en muchos lados precisamente porque la gente no puede siquiera ir al supermercado, pero la verdad es que la presunción que todo mundo tiene en el resto del mundo es que los precios de los alimentos van a caer eventualmente porque la gente no tiene dinero ni siquiera para comer. Las tasas de las hipotecas todavía están muy altas. La gente está estrangulada. Las empresas van a tener problemas muy graves y esto es quizá otro asunto que yo diría que me preocupa mucho, no solo en México, ahora sí como latinoamericano. Me preocupa mucho la situación de la deuda latinoamericana externa de nueva cuenta. Creo que la situación va a ser más dramática de lo que la gente piensa. Argentina es un ejemplo muy claro, pero pronto se les va a ir para arriba a muchos países de América Latina. A nosotros también. El Gobierno dice: “No, es que no quiero aumentar mi deuda”. La deuda la vas a tener que aumentar, para empezar, porque vas a tener que cubrir huecos, pero para terminar no es un asunto nada más del déficit, es un asunto de cuánto es tu deuda respecto a tu PIB y tu PIB va a caer de forma extraordinaria.

P. La decisión de no endeudarse ha sido una de las más controvertidas. ¿Cómo lo interpreta? ¿A qué atribuye esa decisión y qué consecuencias puede tener?

R. Bueno, esto es bien sabido, yo incluso lo he dicho. El estilo personal de gobernar del presidente es muy autoritario y él, en particular, creo que tiene menos interés en escuchar a economistas que el que mostraban muchos presidentes anteriormente. Yo diría que hay que remontarse a la época de Luis Echeverría, cuando llegó un momento en que la presidencia decidía en materia económica, pero algo así está sucediendo ahora. Creo que es un poco por ignorancia, con todo respeto para el presidente, él no tiene por qué saber mucho de economía, la verdad. También creo que es porque fue una de sus banderas. Él tenía varias banderas económicas. La primera era no alzar impuestos y la segunda: “No se apuren, todos estos déficits y deuda que hemos tenido es simplemente porque hay una corrupción dentro del Gobierno federal, porque se dan unos lujos que nosotros no vamos a tener”. Entonces, es susceptible a creer, digamos, en estas ideas que no tienen mucho fundamento.

Hay que recordar que él siempre estuvo muy preocupado, creo que correctamente, por la manera en que se rescató el sistema financiero tras la crisis de 1994-1996. El sector bancario particular estaba en una situación muy mala. Primero, porque habían sido vendido los bancos de manera totalmente, ¿qué diré?, absurda. Teníamos una banca bastante buena para estándares de un país subdesarrollado hasta que López Portillo la nacionalizó en 1982, y cuando la privatiza Carlos Salinas de Gortari lo hizo de una manera muy mala. En lugar de vender a banqueros, lo vende a casa bolseros y así nos fue. Son dos animales muy diferentes los casa bolseros a los banqueros. Estaba la situación muy complicada, se tenía que rescatar la banca, pero se rescató de una manera muy poco transparente. López Obrador siempre ha puesto mucho énfasis en lo que pasó en ese momento; de hecho, escribe un libro sobre el Fobaproa con datos que no están tan mal. Yo no sé quién se los haya pasado, pero no estaban tan mal. Es un libro interesante. Entonces, yo creo que él se ha confundido, con todo respeto, no entendió realmente la petición de las empresas. Una cosa es que venga a pedirte el sector financiero que lo rescate y otra cosa es que venga el sector real a decirte: “¿Sabes qué? Ayúdame a que no tenga que despedir a tanta gente. Ayúdame con costos de seguridad social, costos laborales”. Es lo mismo que los casa bolseros y los banqueros, son dos animales muy diferentes y es muy riesgoso realmente dejar caer al sector real. Dada la crítica tan feroz que siempre hizo al Fobaproa de alguna manera u otra dentro de su interior, pues pensó que él no quería hacer algo similar.

P. Sobre el enfrentamiento con el sector privado, ¿cree que es pasajero, algo que se puede dominar, o se ha entrado en un camino de no retorno?

R. Eso sería casi, casi la puntilla para la economía. Del 22,4% del PIB de inversión en 2018, 19,1% fue privada, nacional y extranjera, y 3,3% pública. Cuando termina 2019, era 20,2%. Cae la inversión pública de 3,3% a 2,8% porque, simplemente, no hay dinero, no hay espacio fiscal ya. Pero lo notable es que baja la inversión privada de 19,1% a 17,9%. Ese es el signo más desalentador y más peligroso, aparte del asunto humano, el desempleo y la pobreza. Es una cifra dramática porque eso explica la falta de confianza por parte del sector privado. Yo tenía una gran esperanza en que pudiera ser un buen Gobierno y por eso acepté integrarme de nuevo a su equipo. Creo que el momento en que ya todo cambia es en esta decisión que toma de detener el aeropuerto de Texcoco. Creo que esa fue una idea errónea. Nosotros se lo decíamos, yo se lo decía, otros se lo decíamos dentro del Gabinete, otros dentro del gabinete decían lo contrario, pero era una decisión —me parece a mí— extraordinariamente costosa, en términos primero de lo que ya tenías ahí adentro, un costo hundido de más de 100.000 millones de pesos. Segundo, del impacto que tendría sobre las empresas constructoras, muchas de ellas mexicanas por cierto, muy pocas extranjeras, para las que ese era su gran proyecto para los siguientes dos o tres años. Pero aparte, el impacto que iba a tener sobre la inversión privada, sobre los inversionistas nacionales. Es algo que yo creo que nunca se debió haber hecho. ¿Por qué lo hizo? La verdad, no sé, pero fue una muy mala decisión. Creo que fue la peor decisión de todas, junto con su discurso, que la verdad también… Él ya había ganado y ya era presidente. No entiendo todavía este discurso diario que es tan polarizante, tan maniqueo, ¿no?, que simplemente no le ayuda a un presidente en ningún lado, ni siquiera a Trump en Estados Unidos. En fin.

P. Otro tema del que usted ha escrito es el desprecio por la energía limpia. En este sentido, ¿cuál cree que es el plan del Gobierno para el sector energético?

R. Nunca estuve muy cercano al sector energético y no soy, digamos, muy cercano tampoco a Manuel Bartlett ni a Rocío Nahle. Cuando el presidente y la gente de la Secretaría de Energía habla de autosuficiencia energética, con todo respeto, hay una ignorancia absoluta. Es decir, no está solamente el petróleo, pues es, para empezar, el gas. Nosotros no estamos produciendo en absoluto gas para todos los volúmenes que necesitamos y el gas, eventualmente, ya pronto en unos años, va a ganarle la partida al petróleo en términos de la fuente energética por excelencia. Pero aparte, tenemos todo este asunto, la energía solar, la fotovoltaica, la energía eólica, geotérmica, donde México podría tener realmente un futuro muy promisorio. ¿Por qué se dio esto que se está dando? Al inicio, no había una gran atención a la Comisión Federal de Electricidad. Yo diría que era sobre todo a Pemex. El presidente está obsesionado con Pemex y casi todas las discusiones versaban sobre Pemex. En el caso de la Comisión Federal de Electricidad, yo creo que, poco a poco, fue ganando terreno Manuel Bartlett. Creo que él es un político muy astuto. Creo que es una persona que tiene un desconocimiento absoluto acerca de la compañía de electricidad, pero es un hombre sumamente astuto y es un hombre que, en cierta medida, creo yo, refleja parte de lo que siempre fue López Obrador. López Obrador fue un priista cuando era joven, pero un priista setentero, que tenía estas ideas de Echeverría, de López Portillo. Creo que Bartlett ha jugado muy bien su juego. La primera noción de que algo andaba mal, de que esta administración de la CFE quería dibujar una línea respecto a la anterior fue con el asunto de los gasoductos, que ya estaban concluidos y que la CFE no quería pagar. Allí fue cuando yo empecé a sentirme incómodo y ya más cuando Manuel [Bartlett] empieza a hablar de una manera —esto lo he manifestado públicamente también— de una manera muy tonta; es decir, realmente sin entender lo que es el valor presente. Yo se lo manifesté al presidente y básicamente lo que me dijo fue: “No te metas”, y yo sí estuve muy preocupado. Yo sí creo que pudo haber estado en riesgo el T-MEC por esto. Por fortuna, se resolvió, no como quería la CFE, sino simplemente se alargó la concesión. Yo creo que esta aversión por la energía limpia es genuina. De inmediato llegaron muchos actores fuertes —tanto de dentro como de fuera de México— , y eso hace que alguien con esta postura tan nacionalista, o estatista, como la de Bartlett, y también de López Obrador, le dé un tinte no correcto políticamente a estas energías limpias.

P. Uno de los mayores desplantes que usa no solo el presidente, sino buena parte de su gabinete o afines, es acusar de neoliberal, de conservador, a todo el que discrepa, pero, ¿acaso la economía mexicana no es neoliberal también?

R. Claro. Mire, yo diría que él usa la palabra ‘neoliberal’ como un insulto. Es decir, en lugar de decir ‘pendejo’ o ‘chinga tu madre’, dice ‘neoliberal’ porque él generalmente no dice malas palabras. Creo que es absurda la manera en cómo él y cómo Morena, en general, emplean el término. La economía mexicana es muy neoliberal. De hecho, nosotros somos una economía extraordinariamente abierta para estándares internacionales y dependemos totalmente del comercio exterior. Nuestra suerte está echada desde 1994 y si el T-MEC no florece como yo espero que florezca, pues a ver qué sucede con México. Entonces, la economía mexicana es totalmente neoliberal. Lo único que no es neoliberal, probablemente sea esta intervención en el sector de energía. Y ya.