miércoles, 17 de enero de 2018

El futuro no es de Meade

Raymundo Riva Palacio, 17ene18, El Financiero.

La urgencia por reencauzar la campaña presidencial de José Antonio Meade tiene una razón de fondo: los mexicanos quieren que pierda el PRI, y que entre Andrés Manuel López Obrador o Ricardo Anaya salga el próximo presidente. Esta es la conclusión de un análisis realizado por Ronald Anton, director de la consultoría ecuatoriana CPI Latinoamérica, a partir de datos demoscópicos sobre las preferencias electorales, que anticipan un futuro ominoso para Meade y para el presidente Enrique Peña Nieto, que busca, a través del candidato, la continuidad de sus políticas y la consolidación de sus reformas. Esto no va a ser posible, si se analizan objetivamente las tendencias del electorado.

Anton publicó recientemente un diagnóstico de 22 páginas titulado 'Crónica de una alternancia anunciada', donde sólo ve una competencia real entre López Obrador y Anaya, “ambos representando el cambio que pide la sociedad, frente a un PRI que se encuentra con el presidente peor evaluado en la historia de México, con un partido que trae los máximos negativos, con seria desventaja territorial, con una constante pérdida de intención de voto en todas las campañas presidenciales y con un candidato que no termina de gustar a los electores”. Las condiciones objetivas que enfrentan Peña Nieto, Meade y el PRI son totalmente adversas, de acuerdo con el análisis del consultor.

“Desde la llegada del PRI a la presidencia en 2012, el partido ha sufrido una debacle constante”, apuntó. “En 2012 controlaban 21 gubernaturas, pero desde entonces, ya con Enrique Peña Nieto como presidente, el PRI ha perdido un total de 24.9 millones de electores y gobierna solamente en 14 estados (15 si sumamos Chiapas gobernada por su aliado el Partido Verde): Campeche, Coahuila, Colima, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas”.

Cuando asumió Peña Nieto la presidencia, el PRI gobernaba arriba de 51 por ciento de los mexicanos; en la actualidad gobierna a 43 por ciento. Esta pérdida de poder territorial, a juicio de Anton, es otro factor a tomar en cuenta para entender la baja probabilidad de ganar las elecciones presidenciales. El consultor lo explica a partir de la disminución de aprobación que tiene el PRI, más allá de sus candidatos a puestos de elección popular.

Esta disminución de poder territorial también se ha registrado en los congresos locales, donde según el análisis del consultor ecuatoriano, el PRI pasó de tener 463 legisladores en 2015, a 361 en 2017. “Aunque sigue siendo el partido que más diputados tiene, ha perdido gran parte de los congresos donde contaba con mayoría”, indicó Anton. “Desde 2015, tan sólo ostenta la mayoría absoluta en los congresos de Campeche, Guerrero, Estado de México, Sonora y Yucatán, perdiendo con ello más poder local”.

Anton no lo precisó, pero salvo el Estado de México, ninguno de los restantes se encuentra entre las 10 entidades con mayor peso electoral en el país, y aún en esa entidad, la tierra del presiente Peña Nieto, en la elección para gobernador el año pasado, el PRI como partido obtuvo 56 mil votos menos que Morena; sólo la coalición con otros tres partidos evitó un monumental descalabro en el estado.

En los estudios que revisó, Anton encontró que la tasa de rechazo al PRI es de 57.4 por ciento, contra 40 por ciento de rechazo del PAN, 37.5 por ciento de Morena y 34.1 por ciento del PRD. “De todas las elecciones que se han sucedido desde que Enrique Peña Nieto es presidente –explicó Anton–, en todos los estados donde los gobernadores del PRI tenían una valoración ciudadana por debajo de 50 por ciento, los electores cambiaron el partido que gobernaba el estado”. Tampoco ayuda la aprobación a la gestión de Peña Nieto, donde entre siete y ocho de cada 10 mexicanos desaprueba su actuación presidencial. “El fuerte rechazo con el que cuenta tanto el partido como la figura del presidente –afirma el consultor–, dificulta la revalidación del mandato del PRI”.

Como contraste, la coalición Por México al Frente que tiene como abanderado a Anaya, gobierna a 48.6 por ciento de los mexicanos en 16 estados, incluida la Ciudad de México, el bastión de la izquierda, donde el PRI se encuentra en un lejano cuarto lugar de preferencias electorales. El PAN gobierna 12 estados, que es el mayor número que jamás haya gobernado, entre los cuales se encuentran tres de las seis entidades con mayor peso electoral en el país. En el Senado ocupa más de 50 por ciento de los escaños, y en el Congreso federal tiene más de 40 por ciento de las curules. Por lo que toca a los congresos locales, los frentistas tienen una presencia de casi dos a uno en el país. Morena no tiene esos números, pero es un partido que apenas nació electoralmente en 2015. Sin embargo, tiene lo que ningún otro, a López Obrador como candidato, que en dos intentonas presidenciales anteriores logró el apoyo de 35.29 por ciento del electorado en 2006, y 31.57 por ciento en 2012, y que puntea ampliamente las encuestas.

Este contexto, que habla de una complejidad política creciente en México, estimó Anton, ofrece un escenario de gran dificultad para que el PRI pueda ganar las elecciones presidenciales. El escenario de victoria de López Obrador es real, afirmó el consultor, pero la alianza en el Frente le dan a Anaya la suficiente fuerza para contender contra él y ganarle. Meade no está en este rango. El rechazo social al partido y la baja popularidad de Peña Nieto, lo están hundiendo. ¿Podrá revertir esta crónica anunciada de una derrota? Todo es posible, ciertamente, aunque parezca imposible.

¿A qué le tiran los empresarios que están con AMLO?

Pablo Hiriart, El Financiero, 17ene18.

En su reciente gira por Nuevo León, el candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador presentó a Tatiana Clouthier y Alfonso Romo como los puntales de su campaña.

Con esos nombres más otros empresarios que ha presentado en el equipo con el cual gobernaría, busca tranquilizar al sector privado con el mensaje de que no es un Chávez ni es partidario de una economía socialista.

Sin embargo, lo es.

Los miembros de la iniciativa privada que le acompañan sin duda actúan de buena fe, pero trabajan para el adversario de todos sus ideales.

Más ingenuos aún: creen que van a convencer a López Obrador de que, cuando esté en Palacio Nacional, deje de lado todo lo que ha prometido, se olvide de lo que piensa, y sea un adalid de la libre competencia y apertura de mercados.

A su edad, estos empresarios todavía creen que el olmo puede dar peras.

En su oficina privada López Obrador tiene dos retratos, del Che Guevara y de Salvador Allende.

Ambos con virtudes (especialmente el segundo), pero partidarios de una economía socialista, de la expropiación de fábricas y de la estigmatización de empresa privada como fuente de injusticia social.

¿O por qué tendrá al Che y a Salvador Allende en su escritorio?

¿Por qué dos de los tres presidentes de partidos de la coalición de AMLO, Yeidckol, de Morena, y Anaya, del PT, sostienen una aguerrida defensa de la 'Revolución Bolivariana', de Chávez y de Maduro?

¿Nada más porque se les ocurrió venerar a los impulsores de la economía socialista en América Latina?

En nombre de ese guevarismo mataron a Eugenio Garza Sada en Nuevo León. ¿Ya lo olvidaron?

Estos empresarios, ingenuos, creen que van a 'controlar' a López Obrador. Es lo que dicen en reuniones privadas.

Pero AMLO anunció que va a derogar “todas las llamadas reformas estructurales”.

¿Creen que siempre no?

Luchó a brazo partido contra la reforma energética –que va a dar resultados positivos dentro de algunos años–. Y escribió cartas a los directivos de las principales petroleras del mundo (entre ellos a Rex Tillerson, actual secretario de Estado de Estados Unidos y entonces CEO de Exxon), para decirles que cuando llegue al poder los expulsaría. Les puso por escrito que tomaría represalias.

¿Lo van a persuadir de que no lo haga?

Ha afirmado hasta la saciedad que va a echar abajo las evaluaciones de maestros y toda la reforma educativa.

¿Lo convencieron de que no?

Ha anunciado una y mil veces que va a frenar el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México para construir uno en la base de Santa Lucía.

¿Ya les dijo en corto que era mentira y que las empresas seguirían trabajando en Texcoco?

Nombró a los dueños de medios de comunicación que eran mafiosos y actuaban contra el pueblo de México. Luego, por arte de magia, a esos mismos personajes los mencionó como ejemplares. ¿Ya le creyeron?

AMLO ha dicho que va a amnistiar a criminales.

Que va a entregar la rectoría de la educación a la CNTE (fue público ese ofrecimiento).

Va a exiliar a millones de capitalinos porque se propone 'descentralizar' prácticamente toda la administración pública federal.

Ha prometido que va a regalar dinero a todos.

Y dice que si eso es populismo, que lo consideren populista.

Bueno, pues aquí estamos ante el caso de empresarios que piensan que una vez que AMLO llegue al poder lo van a controlar.

Allá ellos si se quieren jugar su futuro y no lo quieren frenar ahora por la única vía admisible: el voto.

viernes, 12 de enero de 2018

AMLO, su retrato en 'The New York Times'

Por Pablo Hiriart, El Financiero, 12ene18.

El retrato de López Obrador apareció ayer en The New York Times que, sin mencionarlo ni enfocarse en él, lo exhibe con un texto que –en mi opinión– bien podría ser su radiografía.

Nicholas Kristof reseña el libro How Democracies Die (Cómo mueren las democracias), de próxima aparición, y presenta a sus autores como “dos politólogos especializados en (estudiar y explicar) cómo las democracias se deterioran y mueren, (que) son los compiladores de cuatro signos de alerta para determinar si un líder es un autoritario peligroso”.

Los cuatro signos del líder político “autoritario peligroso” según los profesores de Harvard, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, son los siguientes:

1.- “El líder muestra sólo un débil compromiso con las reglas democráticas”.

2.- “Él o ella niega la legitimidad de los oponentes”.

3.- “Él o ella tolera la violencia”.

4.- “Él o ella muestra cierta debilidad por restringir o frenar las libertades civiles o a los medios”.

La conclusión de los profesores de Harvard citados por The New York Times, es por demás desalentadora:

“Un político que encaje con al menos uno de estos criterios es motivo de preocupación”. Es una conclusión desalentadora para México porque López Obrador, que encabeza las encuestas rumbo a las elecciones presidenciales de julio, cumple no sólo con uno, sino con los cuatro criterios para identificarlo como un “político autoritario peligroso”.

Pero sigamos con el texto publicado ayer por Nicholas Kristof:

“Solemos asumir que la amenaza a las democracias proviene de golpes de Estado o revoluciones, pero los autores señalan que en los tiempos modernos las democracias son más susceptibles de marchitarse en manos de insiders, que ganan poder inicialmente por medio de elecciones. Eso es lo que pasó, en alguna u otra medida, en Rusia, Filipinas, Turquía, Venezuela, Ecuador, Hungría, Nicaragua…”.

Y a la lista anterior, de autoritarismos peligrosos que han asesinado las democracias, pronto habría que agregar a México (apunto yo).

El redactor del New York Times pone un ejemplo que para nosotros es un espejo en el que algunos, o muchos, no se quieren ver: “Venezuela era una democracia relativamente próspera, por ejemplo, cuando el demagogo populista Hugo Chávez explotó las frustraciones de ciudadanos comunes para ser electo presidente en 1998”.

¿Lo vemos o no lo vemos?

¿Lo queremos entender o no lo queremos entender?

Con una de esas cuatro características mencionadas el dirigente político es un “autoritario peligroso”, y AMLO tiene las cuatro.

-¿Muestra débil compromiso con las reglas democráticas? En el caso de nuestro “autoritario peligroso” su compromiso no es débil, sino nulo. Jamás, nunca, ha aceptado el resultado de una elección en la que haya perdido. Para él las reglas electorales se hicieron para violarlas y las autoridades, desde la Suprema Corte hasta el INE, son alcahuetes al servicio de la mafia del poder.

-¿Niega la legitimidad de los oponentes? Desde luego. Sus oponentes son peleles de mafiosos, todos. No le da crédito ni respeto a uno sólo. Tan no son legítimos sus oponentes, que cuando perdió por primera vez la presidencia se declaró, él, “presidente legítimo”, en un evento en la Plaza de la Constitución y designó un “gabinete legítimo” al que hizo jurar.

-¿Tolera la violencia? No sólo la tolera, sino que la defiende, como en el caso de sus aliados de la CNTE que queman autobuses, golpean a policías y humillan (rapan) a maestros que se quieren evaluar.

-¿Muestra cierta debilidad por restringir libertades civiles o a los medios? ¿Cierta? Va mucho más allá. Restringe la libertad de tránsito cuando se enoja, manda tomar el Congreso cuando no le convienen las votaciones e insulta a periodistas y medios que lo critican.

Así que ahí está, en la edición de The New York Times de ayer y en un libro de dos profesores de Harvard que saldrá la próxima semana, el retrato de López Obrador. Aunque no lo mencionen… porque aún no ha llegado al poder.

Twitter: @PabloHiriart

martes, 9 de enero de 2018

Los dos AMLOs

Jorge A. Meléndez Ruiz
09 Ene. 2018

Hace unas semanas revisé el "proyecto de nación" de Morena. Al terminar no pude de dejar de pensar en la novela "El extraño caso del Dr. Jekill y Mr. Hyde".

Tras repasar sus 415 paginitas (por tamaño no queda) cada vez me queda más claro que hay dos AMLOs. Uno es razonable y hace la tarea... y otro es un tipo visceral con ideas muuuy malas. Como diría Jack el destripador, vámonos por partes. Empecemos por el plan.

Es un documento bien estructurado. Se nota que le metieron chamba: trae mucho dato, análisis y benchmarks interesantes. Al final, dividiría mis conclusiones en tres partes:

1. Cosas que preocupan:

· Populismo. Ejemplo, las reformas estructurales: "se consultará a los ciudadanos si se mantienen o se cancelan... y se respetará la decisión de la mayoría". ¿Qué qué? Primero, lleva años atacándolas. Segundo, ¿qué decidirá un electorado poco educado? ¡Tirarlas! Perdón, pero hay muchas cosas buenas en las reformas. La postura madura sería ajustar lo necesario, por ejemplo en la pésima ejecución de algunos aspectos. Tirarlas así nada más es retrógrado.

· Simplismo. Ejemplo, la corrupción: "El pueblo mexicano es decente. Por tanto, simplemente, se requiere de voluntad política. Erradicar la corrupción depende en gran medida de la voluntad política y capacidad del titular del Ejecutivo y la autoridad moral de los gobernantes". Así de fácil... López Obrador tiene la varita mágica. Sí, cómo no...

2. Las típicas vaguedades. El documento está lleno de obviedades. Por ejemplo:

· Ley Federal de Combate de Conflictos de Interés.

· Proceso de recuperación del salario mínimo de manera paulatina.

· Investigación minuciosa y cancelación de empresas fantasma.

· Realizar las inversiones necesarias en Pemex.

· Favorecer la economía social, solidaria y cooperativa en la contratación gubernamental.

· Gestión adecuada de Zonas Naturales Protegidas.

· Participación aleatoria de vigilantes ciudadanos.

Hay cientos en el plan: lo que en inglés se conoce como "motherhood and apple pie". Nadie está en contra de la maternidad y el pastel de manzana. Decir que "se erradicarán empresas fantasmas" no significa que se vaya a hacer. Faltan los "cómos". El proyecto está lleno de "qués"... ah, y de muchas leyes y comités ciudadanos. Típico de cualquier político.

3. Lo que tiene sentido. En lo general, todo lo económico tiene un amplio diagnóstico analítico, benchmarks y propuestas (muchas vagas y algunas malas). En el gasto público por ejemplo se incluye un listado (sin detalle de cómo se obtuvo) de ahorros y reasignaciones que superan los 400 mil millones de pesos.

Digamos que el proyecto de nación de Andrés Manuel representa al Dr. Jekyll. Sin ser algo fantástico y aun teniendo vaguedades y aspectos inquietantes, por lo menos revela un apego al trabajo.

Pero luego el rayito toma alguna poción y se aparece el Mr. Hyde de Macuspana. López Obrador sigue diciendo demasiadas idioteces.

El ejemplo más reciente es "la amnistía al narco", una idea malísima. Tiene razón Pepe Toño Meade: es ponerse del lado de los victimarios. No sólo eso, sino que también muestra ese pensamiento mágico tan típico del tabasqueño. ¿A poco cree AMLO que perdonando a los narcos se acabarán los crímenes? Por Dios.

Así por el estilo son muchas de las cosas que dice y hace López Obrador en entrevistas, mítines o escritos:

· Atacar las evaluaciones educativas magisteriales y mostrar simpatía por fuerzas retrógradas como la CNTE.

· Abrazar teorías del compló buscando siempre culpables afuera de sus acciones o su círculo.

· Prometer regalar dinero a distintos grupos (ninis, jubilados, etc.).

· Ofrecer amnistía también a políticos corruptos del pasado.

· Rodearse de gente con pasados oscuros y decir que "se han reconvertido". Una especie de "purificación a la Tlatoani".

· Proponer simplezas ingenuas sobre temas complejos, como todo lo relacionado a hidrocarburos.

Entonces, ¿a quién hay que creerle? ¿Al Dr. Andrés o a Mr. López? Para mí, esa es la pregunta central que un votante racional deberá responder en los siguientes meses antes de decidir su sufragio.

De la resolución de esta novela dependerá en mucho el futuro de México, ¿no le parece?


EN POCAS PALABRAS...

"Me puedo liberar de Mr. Hyde en el momento que quiera".

Dr. Jekyll


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