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Manuel López San Martín |
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A más de uno ha llamado la atención la desaparición mediática de Marcelo Ebrard. Y no sólo se trata de su ausencia física —el ex gobernante capitalino anda en China desde hace varios días—, sino que ni en redes sociales se ha manifestado.
El ex jefe de Gobierno ha tomado distancia. Brilla por su ausencia, mientras el escenario nacional se convulsiona dentro y fuera de su todavía partido, el PRD. Ni una palabra dijo sobre la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, tampoco ha declarado sobre la relación del sol azteca con el ex alcalde de Iguala José Luis Abarca, ni sobre la falta de contundencia de los Chuchos para asumir su parte de responsabilidad y redireccionar el rumbo desde la dirigencia perredista. Vaya, ni siquiera ha cuestionado al Presidente Enrique Peña Nieto. Ya no digamos ha pedido su salida, como otros en la izquierda lo han hecho.
Pero no, el silencio de Marcelo es todo menos casualidad. Es más, está lleno de causalidades. El ex gobernante capitalino está en el proceso de tejido fino, de construcción de escenarios. Busca reinventarse y mantenerse vivo políticamente. Lo que viene en su estrategia, está a punto de asomarse. Ebrard tiene en la cabeza la idea de ser candidato a la presidencia en 2018 y para ello necesita llegar a San Lázaro el próximo año, no como un diputado más, sino como coordinador de un frente de izquierdas que le dé reflectores y lo posicione como el referente de la oposición en el Congreso. En su cálculo sabe que en el PRD ya no tiene cabida, pero tampoco piensa abandonar su todavía partido sin dinamitarlo.
Después de que le fuera cerrada la posibilidad de dirigir el sol azteca y de que su tribu, Movimiento Progresista, quedara disminuida —tras los comicios internos del 7 de septiembre pasado— al 2.5% en el PRD, el ex jefe de Gobierno decidió la ruta de su llegada a la Cámara de Diputados.
Ebrard no saldrá del sol azteca en el corto plazo. Es más, buscará la postulación por ese partido, y no solo para él, sino para algunos leales de su equipo —como su ex jefe de Oficina en el GDF y actual diputado en la ALDF Adrián Michel—, encareciendo así el costo de irse y manteniéndose como voz crítica. Una vez en San Lázaro, la jugada de Marcelo sería fungir como potencial unificador de las izquierdas —contra los Chuchos— y colocarse como coordinador de un bloque de izquierdas.
Para nadie es un secreto que Ebrard mantiene una relación cercana con Andrés Manuel López Obrador, lo que le daría luz verde en el grupo parlamentario de Morena. Además, tiene un acuerdo amarrado desde hace meses con el dirigente de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado. Así que Marcelo buscaría sumar al grupo parlamentario de Morena, MC y algunos legisladores del PT y PRD para ser, a partir de 2015, coordinador de un bloque y desde ahí construir su candidatura presidencial de la mano, claro, de López Obrador. Ahora le toca a él. Al menos es el acuerdo que el tabasqueño y Ebrard tienen desde noviembre de 2011, cuando el segundo se hizo a un lado en la carrera presidencial.
Off the record... ¿Qué esperarán en la Profeco para ir a clausurar las decenas de gasolineras que no dan litros de a litro y que roban a quienes van a cargar combustible? Están por todo el país y se burlan de las autoridades. Las investigaciones que Proyecto 40 ha puesto sobre la mesa —y que incluyen ubicaciones y modus operandi— son contundentes y no dejan lugar a dudas. ¿De plano los ciudadanos estamos indefensos ante esta clase de abuso?
En boca cerrada... “El programa de parquímetros ha resultado un negocio millonario para la iniciativa privada, pero no para los ciudadanos”
El jefe delegacional en Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, salió a quejarse de una medida cuyos principales afectados son los franeleros que viven en la ilegalidad. Bien haría en irse a dar una vuelta a las calles de su demarcación, para después protestar con conocimiento de causa.
Twitter: @MLopezSanMartin |
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