Por: Jorge Fernández Menéndez.
13 de Marzo de 2017
Andrés Manuel López Obrador ha abierto varios frentes simultáneos tratando de posicionarse aún mejor de cara al 2018. Mientras continúa sus giras por el Estado de México y Veracruz, ha iniciado una operación para terminar de desfondar al PRD. No le alcanza que voces de ese partido lo apoyen pública o subrepticiamente, lo que quiere es que de una vez por todas el perredismo se sume a Morena sin condiciones, sin alianza, con una rendición completa e incondicional. Quienes se queden en el PRD, o en el PRI o el PAN, son, dijo López Obrador este fin de semana en Veracruz, corruptos. Sin excepciones y paradójicamente todo aquel que se sume a su proyecto se limpia de la corrupción. Una suerte de amnistía adelantada que se basa, simplemente, en adherirse a su figura. En esa lógica, hasta la denuncia de su acuerdo con Javier Duarte en Veracruz puede ser verosímil.
No sé, nadie lo sabe, qué hará, finalmente, el partido del sol azteca, pero tiene que tomar medidas rápidas para evitar que continúe un movimiento que se ha convertido ya en percepción y pronto se puede convertir en realidad. Un movimiento, además, que parece tener respaldo en otros ámbitos: resulta insólito que la Junta de Coordinación Política del Senado le impida al PRD cambiar a su coordinador, Miguel Barbosa, cuando no tiene el respaldo de ese partido o que éste apueste a una mayoría en el grupo parlamentario conformada por quienes se fueron por una u otra razón del partido, muchos de los cuales están ya militando en Morena. No es un tema menor, son decenas de millones de pesos que se mueven por esas vías y que pueden transformar, por ejemplo, una campaña electoral.
Pero, también Andrés Manuel está operando en otro nivel, en el que también puede terminar pagando costos altos. Sigue en su confrontación en Veracruz, de la que le será imposible salirse y cada vez que entre en ella se tendrá que mostrar con la imagen dura que no quiere asumir. Vuelvo al tema Duarte: cuando detienen este fin de semana al exgobernador Flavino Ríos, acusado de encubrir la huida de Javier Duarte, la reacción de López Obrador es calificar la detención de propaganda. Acusó a Yunes de heredar cargos a sus hijos cuando López Obrador está haciendo exactamente lo mismo con los suyos, poniéndolos en los principales cargos de dirección de Morena e incluso responsabilizándose de la negociación con otros actores (el respaldo de Barbosa a AMLO se dio en torno a una comida del senador con Andrés Manuel López Beltrán, quien fue también quien organizó y fue vocero del partido cuando su padre tuvo problemas cardiacos en el 2013).
Pero Veracruz es una escala del conflicto principal que se escenificará en el Estado de México. Para Morena ganar o disputar seriamente el Estado de México es clave y allí ha identificado a Josefina Vázquez Mota y al PAN como sus principales enemigos, incluso, pareciera que ése es también su objetivo en el plano federal. Insistimos, el momento se parece mucho al 2005-06, con un López Obrador con aparente ventaja en las encuestas, un PRI en declive y un PAN que se convierte en alternativa ante el ascenso del propio lopezobradorismo. Su momento tiene que ser ahora, de aquí a junio, ratificando en esos comicios, Veracruz y Estado de México, que sí es una opción real para el 2018.
Un hombre con su experiencia sabe que no puede dejar pasar ese momento o mostrarse débil en la coyuntura. Por eso se volcará a esas dos campañas, que definirán su posicionamiento real de cara a los comicios federales.
No le será fácil: Josefina es mejor candidata que Delfina y si bien es verdad que el propio Andrés Manuel será el que hará la campaña, también el tema de la Juanita puede afectarlo. Vázquez Mota ya ha mostrado que irá a esta campaña con mayor dureza que en el 2012 y queda la incógnita de lo que hará Alfredo del Mazo. Su gente, paradójicamente parece estar más interesada en pegarle a Vázquez Mota que a Delfina y López Obrador, tanto que ya tienen quién está preparando internamente la campaña negra contra la excandidata presidencial. A ver con qué salen.
Los panistas en esa coyuntura no deben perder el objetivo, deben tener muy claro quién es su enemigo principal, en el 2017 y en el 2018, porque si bien algunas de las de este junio pueden ser elecciones a tercios, en realidad, los comicios siempre tienden a polarizarse y ser, al final, entre dos.
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