Es una desvergüenza que la CETEG y medios de comunicación afines se quieran colgar del maestro muerto en Acapulco, para alegar “represión” y acusar al “Estado asesino”.
Fue un milagro que en los eventos del martes en la vía hacia el aeropuerto acapulqueño no hubiese 10 o 15 muertos.
Los bárbaros de la CETEG lanzaron un camión en reversa contra policías federales para romper el cerco, y fue una afortunada casualidad que no murieran cuatro, seis o diez policías.
Claro, como eran policías no les habría importado a los “políticamente correctos”, que piensan que los policías no son parte del pueblo y que se alquilan para ser golpeados y quemados por los “buenos” de la izquierda.
Sí, es una lástima que haya muerto Claudio Castillo Peña, el miembro de la CETEG que participó en el ataque a la policía federal para tomar el aeropuerto de Acapulco.
Era lo que buscaban, un muerto. Y van por más.
Sorprende quienes a diario protestan por falta de Estado de derecho y de firmeza para aplicar la ley a los que bloquean carreteras en perjuicio de la ciudadanía, hoy derramen lágrimas de tinta porque murió un participante en el ataque a la policía federal.
Ese muerto debe cargársele a la CETEG, porque ellos lo provocaron. Lo buscaron con ahínco desde hace meses, cuando se aprobó la reforma educativa.
Cómo creen que pueden atacar a la policía federal con palos, piedras, echarles un camión encima, y que nadie les va a responder.
La policía no utilizó armas de fuego, sino que respondió con gases y toletes. Es lo menos que podía hacer ante la embestida violenta de los manifestantes que iban a tomar el aeropuerto.
Los miembros de La CETEG son culpables de la muerte de Claudio Castillo, pues a sus años lo mandaron a enfrentar un riesgo mortal. Querían un muerto, lo buscaron, lo encontraron.
Ahora van a buscar más, hasta lograr lo que pretenden: el levantamiento de Oaxaca, Guerrero y otras regiones del país en contra del gobierno.
Si no pueden tirar a Peña Nieto, por lo menos se van a querer quedar con Oaxaca y Guerrero y fracturar al país.
El gobierno no puede enconcharse en un sentimiento de culpa por la muerte del profesor Castillo, ya que no fue su responsabilidad. Ni tampoco debe doblegarse ante el coro de los “políticamente correctos” que se ponen de lado de la CETEG debido a ese lamentable fallecimiento.
La CETEG, es decir la guerrilla, sabe jugar con la sensibilidad de la población y se va a hacer pasar por víctima por los hechos del martes en Acapulco.
Y aprovechan que buena parte de la ciudadanía ya se hizo a la idea de que pueden atentar, de manera violenta, contra el derecho ajeno sin que les pase nada.
Tratan de entrar por la fuerza, con palos y bombas, a cuarteles militares y pretenden que no les pase nada.
Se roban camiones que usan para delinquir, y quieren que nadie los toque.
Asaltan palacios municipales, les prenden fuego, y quieren quedar impunes.
Toman carreteras, roban a transportes de carga, cobran el peaje en las autopistas, asaltan radiodifusoras, vandalizan aeropuertos, y la autoridad debe limitarse a mirar su salvajismo.
Ese muerto se lo buscaron, lo provocaron, y deben responder por ello. Los líderes de la CETEG, que tienen órdenes de aprehensión, debe ser enjuiciados y la autoridad no debe ni puede amilanarse ante quienes fingen ser víctimas.
Fue un milagro que en los eventos del martes en la vía hacia el aeropuerto acapulqueño no hubiese 10 o 15 muertos.
Los bárbaros de la CETEG lanzaron un camión en reversa contra policías federales para romper el cerco, y fue una afortunada casualidad que no murieran cuatro, seis o diez policías.
Claro, como eran policías no les habría importado a los “políticamente correctos”, que piensan que los policías no son parte del pueblo y que se alquilan para ser golpeados y quemados por los “buenos” de la izquierda.
Sí, es una lástima que haya muerto Claudio Castillo Peña, el miembro de la CETEG que participó en el ataque a la policía federal para tomar el aeropuerto de Acapulco.
Era lo que buscaban, un muerto. Y van por más.
Sorprende quienes a diario protestan por falta de Estado de derecho y de firmeza para aplicar la ley a los que bloquean carreteras en perjuicio de la ciudadanía, hoy derramen lágrimas de tinta porque murió un participante en el ataque a la policía federal.
Ese muerto debe cargársele a la CETEG, porque ellos lo provocaron. Lo buscaron con ahínco desde hace meses, cuando se aprobó la reforma educativa.
Cómo creen que pueden atacar a la policía federal con palos, piedras, echarles un camión encima, y que nadie les va a responder.
La policía no utilizó armas de fuego, sino que respondió con gases y toletes. Es lo menos que podía hacer ante la embestida violenta de los manifestantes que iban a tomar el aeropuerto.
Los miembros de La CETEG son culpables de la muerte de Claudio Castillo, pues a sus años lo mandaron a enfrentar un riesgo mortal. Querían un muerto, lo buscaron, lo encontraron.
Ahora van a buscar más, hasta lograr lo que pretenden: el levantamiento de Oaxaca, Guerrero y otras regiones del país en contra del gobierno.
Si no pueden tirar a Peña Nieto, por lo menos se van a querer quedar con Oaxaca y Guerrero y fracturar al país.
El gobierno no puede enconcharse en un sentimiento de culpa por la muerte del profesor Castillo, ya que no fue su responsabilidad. Ni tampoco debe doblegarse ante el coro de los “políticamente correctos” que se ponen de lado de la CETEG debido a ese lamentable fallecimiento.
La CETEG, es decir la guerrilla, sabe jugar con la sensibilidad de la población y se va a hacer pasar por víctima por los hechos del martes en Acapulco.
Y aprovechan que buena parte de la ciudadanía ya se hizo a la idea de que pueden atentar, de manera violenta, contra el derecho ajeno sin que les pase nada.
Tratan de entrar por la fuerza, con palos y bombas, a cuarteles militares y pretenden que no les pase nada.
Se roban camiones que usan para delinquir, y quieren que nadie los toque.
Asaltan palacios municipales, les prenden fuego, y quieren quedar impunes.
Toman carreteras, roban a transportes de carga, cobran el peaje en las autopistas, asaltan radiodifusoras, vandalizan aeropuertos, y la autoridad debe limitarse a mirar su salvajismo.
Ese muerto se lo buscaron, lo provocaron, y deben responder por ello. Los líderes de la CETEG, que tienen órdenes de aprehensión, debe ser enjuiciados y la autoridad no debe ni puede amilanarse ante quienes fingen ser víctimas.
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