martes, 10 de febrero de 2015

Nacer pobre, nacer puro: hipocresía de izquierda

Rubén Cortés
 
El principal argumento de Sofío Ramírez para ser el candidato del PRD a gobernador de Guerrero es que nació “pobre”, en un estado que es “pobre” porque depende en 90 por ciento de los recursos de la Federación, en lugar de lo que produce.
Se lo dijo a Pascal Beltrán del Río en radio. Pero ¿asiste la razón al senador? Para empezar, debe quedar clara una premisa:
—La cuna no hace mejor ni peor. Hay pobrezas dignas y riquezas honestas, como pobrezas basadas en el parasitismo y riquezas asentadas en corrupción y maldad (“Detrás de toda gran fortuna hay un gran crimen”, escribió Balzac).
El gran problema de la izquierda mexicana es confundir al proletariado clasificado científicamente por Marx, con el lumpen proletariado, que son los maestros plantados en Reforma.
Éstos no son clase obrera, sino parásitos que cobran sin trabajar. Desde ayer tienen sin clases a un millón 300 mil alumnos en 14 mil escuelas de Oaxaca, un estado con tan bajo nivel educativo que necesitará 33 años para llegar a la cota del DF.
Son profesionales de la protesta. Aunque ganan en promedio 25 mil pesos mensuales, exigen que sea el estado el que les pague y no la SEP, porque a las autoridades locales las pueden chantajear más fácilmente, cerrando escuelas, carreteras, pueblos y ciudades.
No estamos ante una movilización de la clase trabajadora: son pícaros, pillos que viven del sudor ajeno. Uno de ellos es nuestro servidor público mejor pagado, tanto que gana más que Barack Obama, aun siendo “maestro” de la CNTE en Oaxaca.
Se llama Adolfo Zenteno Ramírez y cada mes percibe 603 mil 69 pesos de salario, mientras que el mandatario del país más poderoso gana el equivalente a unos 450 mil pesos mensuales. Su “categoría” es la de profesor investigador titular, pero no tiene a su cargo alumnos.
Es decir, ya son lumpen proletariado. Sin embargo, nuestra izquierda los defiende pensando que protegen a “los de abajo”, cuando en verdad amparan a vándalos que promueven los antivalores, que roban, destruyen y no respetan las leyes en el nombre de sus demandas.
Por eso, cuando llegan a legisladores son quienes toman tribunas y están en contra de todas las reformas; en el caso específico de éstos, la educativa, que establece las bases para el Servicio Profesional de Carrera Docente, con reglas claras y precisas.
Navegan con las banderas de la revolución, pero son lumpen. Y el lumpen nunca va a hacer una revolución. A lo más que llegan es a revueltas confusas, “anticientíficas” les llamó Marx.
Pero Marx se refería a otro tipo de lumpen, a los de Bakunin, que tenían al menos conciencia de clases.
Éstos son sólo parásitos.
ruben.cortes@razon.com.mx
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