COMENTARIO Y ESTUDIO
CONSIDERACIONES PREVIAS AL ESTUDIO DEL “SECRETO”
Considero necesario para la correcta interpretación del texto hacer una exégesis y un comentario apropiado. De otra manera correríamos el riesgo de verlo rechazado como inverosímil y hasta ridículo por cualquier lector que no haya sido previamente aleccionado. El escrito podría ser juzgado como algo propio de una impostora, con una personalidad infantil y fabuladora que en su ingenuidad e inmadurez se atreve a escribir cosas demandando medidas en las que se refleja un nacionalismo chovinista provinciano y unas fantasías destructivas inconcebibles. También podría ser rechazado como una falsificación de nuestros días. Pero ambas hipótesis presentan enormes dificultades. Sólo queda discernir si es una auténtica revelación de Dios. Pero también en este caso habría dificultades notables. Si se descartan las tres hipótesis habría que considerarlo como un enigma indescifrable. Yo intento resolver este enigma que sería digno de la Esfinge. El Cardenal Ratzinger, tomando conceptos del P.Dhanis, diría el 27 de Junio de 2000 acerca de Fátima:
..Esta visión `[la publicada ese día] no sería más que la proyección del mundo interior de niños que ha crecido en un mundo de intensa piedad pero que estaban al mismo tiempo conturbados por la tormenta que amenazaba su época”
Es decir, pensaba el Cardenal, “Fátima” es una aparición con visiones propias de niños asustados y que como en todas las demás, se pide oración y penitencia. En resumidas cuentas, es un producto de la ingenuidad infantil mezclada con las angustias de una época estremecida por las noticias de la guerra (1ª guerra mundial) Pero si el “tercer secreto” no es el publicado el 26 de Junio del 2000 sino el que encabeza este artículo, se puede suponer fácilmente que un texto que profetizaba la destrucción física del Templo de San Pedro del Vaticano y de la ciudad de Roma, y peor aún la apostasía, no solo del pueblo cristiano, sino específicamente de los mismos papas que no habrían guardado “el dogma de la Fe”, caería en el Vaticano como una bomba.
Los papas, aunque el Secreto habla solamente de uno o sea JuanPabloII, no habrían apostatado de la Fe en Dios, o de los dogmas católicos, o por la comisión de algunas o muchas herejías que, como es sabido subyacen en el modernismo, sino que iban a apostatar del dogma de la Fe, o sea del dogma fundamental de la Fe, aquel dogma que sustenta el ministerio petrino, que convirtió a San Pedro en la Piedra de la Iglesia al hacer la confesión de Fe: Tu eres el Hijo del Dios vivo.
Es el dogma de la Fe en la Piedra Angular del Reino de Dios en la tierra, que es Jesucristo. Más abajo volveremos sobre esto ya que es el meollo del secreto de Fátima. Nos viene a la memoria una situación semejante cual fue la padecida por el Rey Herodes cuando en Jerusalén unos magos que fiados de oscuros presagios astrales se presentaron para preguntarle “donde había nacido el Rey de los judíos“.
Habían visto su estrella y venían adorarlo. Dice el Evangelio “Pero Herodes escuchándolo se turbó mucho y toda Jerusalén con él“”. La reacción de Herodes, después de haberse asesorado de los príncipes sacerdotales y los escribas del pueblo, ya la conocemos. Las autoridades vaticanas desde el primero que lo leyó (muy probablemente Juan XXIII) hasta las autoridades de nuestros días reaccionarían, al principio, con la incredulidad más absoluta.
Esto se vio alentado por el dictamen teológico que hizo sobre Fátima el P.Dhanis.
El “sabio” jesuita, profesor de la Universidad Gregoriana tranquilizó a los papas con sus escritos sobre Fátima. En un segundo momento se impuso el temor y la cautela. Se sabía que su publicación era demandada desde muchos grupos, conservadores y tradicionalistas sobretodo, con un peso considerable en la Iglesia y no era posible, como es patente en la lectura del secreto, ni acceder a estas demandas que podrían provocar cismas y desgarramientos, ni expresar un rechazo manifiesto. Como es natural el silencio se impuso.
El Cardenal Ottaviani aseguró que el “Secreto” estaba en lo más profundo de las cámaras de los archivos vaticanos y de allí no iba a salir nunca. Pero la inquietud de las masas con las peticiones subsiguientes multiplicadas, exigían una política certera que se caracterizaría por acciones de doble y contrario sentido. Por una parte alabanzas desmedidas a Fátima que empezaron con el viaje de Pablo VI portando como don “la flor de oro vaticana” y llegarían a su máxima expresión con el Papa del “Totus Tuus“, que llegó a donar la bala que la mano misericordiosa de NªSª había desviado, como regalo que se incrustaría en la corona de la Virgen. Incluso llegaría a acceder a las peticiones de NªSª realizando aparentemente la consagración pedida de Rusia.
Esta consagración ya había sido realizada por Pío XII y nombrando a Rusia específicamente, en la carta “Sacro Vergente Anno” de 1952 aunque lamentablemente no con el concurso de los obispos. Pero en cuanto a la publicación del Secreto no habría respuesta ni en ningún momento de su Pontificado ni tampoco en el año 2000 cuando se publicó una falsificación que se hizo pasar por el “Secreto”
Para su sorpresa, este Papa que no había leido el “Secreto” antes de su elección como Papa con la inmediata elección del nombre Joannes Paulus II, hasta después de su atentado (cfr, cardenal Ratzinger), vería escrito su nombre con toda claridad en el Secreto (en la hipótesis de la autenticidad). Forzosamente tendría que rechazarlo en su fuero interno.
Pero si le quedaron algunas sospechas sobre su veracidad, (al fin y al cabo se le nombraba escrito por alguien en 1944) de lo que no había duda es lógico que emprendiera acciones esforzadas, tanto en pro como en contra de Fátima para escapar de la “maldición” del “Secreto”. Su figura llegaría a ser tan dramática como la de los protagonistas de las tragedias griegas que desarrollaron acciones imposibles por escapar del destino elegido por las “moiras” y conocido a través de oráculos terribles.
Se comprende así también el esfuerzo patético del Papa y sus cardenales por fabricar un secreto que conjurara la “maldición” para convertirlo en el Papa profetizado en el Secreto, un hombre vestido de blanco, que cae como muerto (Card. Sodano) bien que el Secreto fabricado decía claramente que caería muerto por las flechas que disparaban sus enemigos.
Esta visión recapitularía, en opinión de los cardenales que presentaron ante el mundo el falso “Secreto”, el número inmenso de mártires del S.XX cuya figura más egregia sería la de un Papa que caería muerto, aunque por una intervención milagrosa de la misma Virgen de Fátima, la cosa quedó en “como muerto”.
La otra línea de actuaciones fue la de someter a Lucía al ostracismo más absoluto. Era tanto más peligrosa cuanto que era juzgada, probablemente, una pobre demente. La señal que encendió todas las luces rojas fue la real entrevista a Lucía del P. Agustín Fuentes. Fue publicada en muchos sitios. Roma tomó cartas en el asunto.
El padre Fuentes fue destituido de su cargo de Promotor de la causa de beatificación de los pastorcillos y sometido al silencio y al retiro de todos su cargos. La entrevista fue tachada de falsa probablemente siguiendo instrucciones “de arriba”- como se puede suponer- por el obispado de Coimbra. Pero la entrevista era real. El asunto puede consultarse en el capítulo VII de la documentada obra de Laurent Morlier “Le troisième secret…est un faux“, que puede descargarse del sitio virgo-maría.com.
En adelante cuando nos remitamos a esta obra diremos simplemente la “obra citada“. A Lucía se le impuso una reclusión más que carcelaria. Se le impondría un retiro total y sobretodo el silencio más absoluto acerca de los asuntos del “Secreto” y de Fátima en general, por parte de sus superioras e incluso, pienso yo, con la orden tajante, sub oboedientia, de los superiores mayores de la Orden Carmelita Descalza.
Es de suponer que la orden de reclusión vendría de las autoridades vaticanas. Lucía no podría recibir visitas sino con expreso permiso del obispado que rara vez lo daría, siguiendo instrucciones vaticanas. Los escasos familiares de Lucía podrían visitarla en ocasiones pero estando Lucía defendida por una gruesa verja, y acompañada en la penumbra, por dos religiosas vigilantes, que también habrían recibido instrucciones “de arriba”. Aquí hay que decir que en algún momento, de precisión incierta, se “creó” una nueva Lucía.
Era un paso más de la doble política vaticana. Y además se hizo necesario si se quería controlar “Fátima”. Por grave que parezca la medida venía impuesta para tener un “alibi” que corroborara las declaraciones vaticanas y la posterior publicación del falso “Secreto” Son tales las pruebas de que esto se realizó que sólo admite escasísimas dudas. Además de la obra citada de Morlier (Cap.VIII Vraie ou fausse Lucie) me remito a los siguientes sitios donde pueden consultarse una exhaustiva colección de fotografías e incluso análisis grafológicos (que también aparecen en la obra citada de Morlier en el capítulo IX, Analyse de l’ecriture…)
aquí/
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