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martes, 12 de junio de 2012
¿Cuántos son el 132? Por Jorge Fernández Menéndez jorgefernandezm@prodigy.net.mx
Dice un amplio reportaje de Excélsior que los candidatos que ayer se enfrascaron en el último debate en busca de la Presidencia de la República (escribimos estas líneas poco antes de que comience el debate en Guadalajara), también fueron jóvenes universitarios y todos aparecen con fuertes convicciones políticas e incluso con algunas militancias un poco o un mucho decoradas por sus propios discursos.
Lo cierto es que es verdad que Josefina Vázquez Mota era una auténtica matada en la escuela y que Gabriel Quadri era un joven con un fuerte perfil de izquierda, pero faltaría bastante tiempo para que Enrique Peña Nieto fuera un hombre entregado a la política, y era en esas fechas un joven bastante tradicional y conservador. Y definitivamente no es verdad que López Obrador fuera un estudiante de izquierda: se afilió al PRI en pleno halconazo de 1970, y fue militante de ese partido hasta 1989. Nadie lo recuerda por cierto en las manifestaciones estudiantiles post 68 y trabajó en la administración pública y en el PRI en el DF y en Tabasco todos esos años.
Todo esto viene a cuento porque parece que se ha redescubierto a la juventud a partir del llamado movimiento #YoSoy132. Qué bueno que haya distintos movimientos juveniles que se interesen en la política. No es ninguna novedad decir que los jóvenes están desencantados de la política y que muchos de los tres millones y medio de jóvenes que están en las listas nominales y que podrán ejercer por primera vez su voto, no están dispuestos a hacerlo ni tampoco tienen ofertas claras al respecto. Pero tampoco es verdad que #YoSoy132 representa a la juventud mexicana.
El 132 es un movimiento legítimo que se ha consolidado en ciertos sectores muy específicos de grupos estudiantiles que tienen, en los hechos, una fuerte influencia de la izquierda lopezobradorista. Nació diferente, pero su plataforma se ha tornado cada día más sectaria: para ser un movimiento amplio y democratizador, ya no le alcanza ser “antiPeña”, ahora piden juicio político contra el candidato priista, contra Calderón, contra Josefina y se han tornado tan específicos en sus demandas que hasta hacen una manifestación en las oficinas de la Cofetel para oponerse al acuerdo empresarial Iusacell-Televisa para telefonía celular o bloquean a Milenio para pedir las bases de la encuesta que levanta día con día esa empresa de comunicación (alguien debería explicarles que esas bases se deben entregar sistemáticamente al IFE: lo hace Milenio y lo hacen todos los medios que levantan y publican encuestas, algo que no hacen los candidatos que las enarbolan diciendo que van ganando o que tienen 10 puntos de ventaja, sin mostrar jamás en qué se basan para asegurarlo).
Seguramente en el 132 hay diferentes sectores, pero si sigue como hasta ahora su destino será el mismo que su antecesores: el CEU, que realizó manifestaciones multitudinarias en 1987 para protestar por la reforma universitaria que quería impulsar el rector Jorge Carpizo, pero que terminó siendo la base de la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas (del CEU salieron muchos de los actuales dirigentes del PRD), y del mucho menos célebre (y menos legítimo) Consejo General de Huelga, que cerró y paralizó la UNAM durante un año teniendo como horizonte la campaña electoral del año 2000.
Que los restos de ese grupo, que siguen expropiándole a la UNAM el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras (que usan como lugar de reunión, dormitorio ocasional y todo lo que sea necesario), le hayan ofrecido al #YoSoy132 ese auditorio para que sesionara es, definitivamente, un mal mensaje.
El CEU y CGH (muchos más los segundos que los primeros) se autodestruyeron y quedaron mermados por el radicalismo y la ideologización de sus líderes y en lugar de ser una “luz de esperanza” para el futuro, como dice ahora López Obrador, fueron, sobre todo los segundos, responsables directos del alejamiento de toda una generación de jóvenes universitarios de la política.
El #YoSoy132 es un movimiento legítimo y como tal debe ser respetado. Pero que sean jóvenes quienes lo integran no implica en automático que tenga la razón en todas sus demandas o que éstas no sean manipuladas o que se nos diga que son apartidarios cuando evidentemente están a favor de una candidatura y en contra de otras, y tienen opiniones muy sofisticadas respecto a medios, comunicadores e incluso empresas celulares.
El 132 no es el representante de la juventud mexicana, porque ningún movimiento o grupo lo es: es una posición legítima pero no única, de los millones de jóvenes que pueden estar de acuerdo con esa movimiento o con sus propuestas, pero que también simpatizan con otras corrientes de izquierda, que son militantes del PAN o del PRI, o que tienen intereses sociales, culturales y políticos que pasan por encima o por fuera de los partidos o sus candidatos. Qué bueno que exista el 132, pero recordemos que hay millones de jóvenes a los que no se les ha dado voz.
El movimiento es legítimo y como tal debe ser respetado, pero no implica que tengan la razón en todas sus demandas
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