"La revolución no se hace sino que se organiza". Lenin Hace ya mucho tiempo que el movimiento de Ayotzinapa no tiene nada que ver con los normalistas secuestrados y presuntamente..
Hace ya mucho tiempo que el movimiento de Ayotzinapa no tiene nada que ver con los normalistas secuestrados y presuntamente ejecutados el 26 y 27 de septiembre de 2014. Los 43, más los seis asesinados y varios lesionados de la noche del 26, son una simple excusa para un esfuerzo que busca derrocar al gobierno y establecer un nuevo modelo político y económico.
Una manta que portaban ayer los manifestantes del movimiento que tomaron por enésima ocasión el Palacio de Gobierno de Tixtla señalaba al respecto de los 43: "Quisierón (sic) enterrarnos pero no sabían que éramos semilla". Ésa es, de hecho, la utilidad de los normalistas: convertirse en semilla para un movimiento revolucionario.
Los líderes han sabido aprovechar la matanza de Iguala. Han conseguido aportaciones económicas que les han permitido a ellos, y a muchos de los padres de los desaparecidos, dedicarse de tiempo completo al trabajo político. Lo mismo ocurre con la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa. Su función más importante ha sido siempre el adoctrinamiento político y la construcción de un nuevo sistema económico y político. Pero ahora esa labor se ha revigorizado. Los alumnos no han recibido clases desde septiembre del año pasado, lo cual no les ha impedido graduarse y exigir plazas automáticas como maestros sin pasar por ninguna evaluación académica. El gobierno, de hecho, está financiando al mismo grupo que busca derrocarlo: ni los subsidios a Ayotzinapa ni las becas de los normalistas han dejado de fluir pese a que no ha habido clases.
Para los padres, la muerte de los normalistas ha sido sin duda una tragedia. Pero para el movimiento político de Ayotzinapa, distinto de los padres, es una gran oportunidad. Nunca antes había generado el movimiento tanta atención. Nunca había tenido tanto apoyo político y económico dentro y fuera del país. Nunca había podido realizar manifestaciones y bloqueos de vías de comunicación o de oficinas públicas virtualmente todos los días durante un año. Nunca un presidente de la República había aceptado reunirse en dos ocasiones con sus líderes.
No es ningún secreto que los dirigentes del movimiento de Ayotzinapahan buscado desde hace mucho tiempo realizar un cambio de régimen y establecer en el país un sistema socialista o comunista más adecuado a su ideología. Este propósito lo han promovido y defendido abiertamente. La Escuela Normal Rural se ha distinguido desde su creación por su ideología revolucionaria. Si a veces parece que el movimiento rechaza la lógica, e insiste por ejemplo en que los normalistas deben ser "devueltos" vivos porque vivos se los llevaron, incluso en el caso de los dos cuyos restos mortales han sido identificados por la Universidad de Innsbruck, es porque el propósito de largo plazo del movimiento no tiene nada que ver con los normalistas. Éstos son una simple semilla que sirve para cultivar un árbol del que surgirá un nuevo régimen político igualitario.
Lenin, que sigue siendo uno de las grandes guías intelectuales de los movimientos comunistas, planteaba que para impulsar una revolución primero hay que crear una situación revolucionaria. Esto es lo que están tratando de lograr los líderes de Ayotzinapa. Por eso las protestas se han vuelto cada vez más agresivas: un mártir sería un nuevo gran activo para la lucha. Por eso han intentado impedir la realización de elecciones, ya que el sufragio libre y secreto es un simple mecanismo burgués.
Los normalistas son un medio y no el fin. El objetivo real es construir una sociedad utópica en la que todos seremos iguales y felices... aunque no queramos.
Sergio Sarmiento.
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