Rubén Cortés |
El crimen de los 43 normalistas en Iguala y Cocula es la mayor tragedia ocurrida en México en los últimos años, junto con el asesinato a sangre fría y tiro a tiro de 58 hombres y 14 mujeres, todos inmigrantes provenientes de Centro y Sudamérica, en San Fernando, Tamaulipas. Pero la muerte de sus compañeros no puede ser patente de corso para que los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa roben comida y vehículos, además de controlar vidas y haciendas en el municipio donde se ubica la escuela, en el cual ellos deciden hasta qué empresa telefónica instala sus antenas. Pero no sólo saquean en los alrededores, sino que los 522 alumnos llevan un año sin asistir a clases y aun así son aprobados en automático, y en la entrada y en el patio del plantel tienen al menos 22 vehículos robados a líneas de autobuses y a empresas como Bimbo, Coppel y hasta de la CFE. Quemaron la única ambulancia de Tixtla, lo cual provocó ya tres habitantes muertos porque no pudieron ser trasladados al hospital. Sólo hay una compañía de teléfonos porque impidieron a Movistar colocar su antena y tienen un deshuesadero de los camiones robados y los venden en piezas. Un reportaje de Néstor Jiménez reseña cómo almacenan también mercancía saqueada durante sus manifestaciones: papitas, refrescos, dulces, pan, latas… “El lunes por la tarde, más de 50 normalistas que acudieron a Chilpancingo a destruir la Fiscalía General de Justicia, regresaron para ayudar a sacar de un tráiler a la entrada del plantel, cajas de botellas de Pepsi de dos litros. Tardaron casi dos horas en dejarlo sin mercancía”. ¿Papitas?, ¿refrescos?, ¿dulces?, ¿pan?, ¿latas?... ¿son poca cosa? Quien lo crea así puede leer un reportaje de Reporte Índigo: “En México existen más de siete mil hombres y mujeres que están recluidos en las cárceles por haber robado algo para comer”. Hay presos por robar una fruta, un yogur o medio kilo de tortillas, por lo cual enfrentan penas de 10 años, a causa de que los departamentos jurídicos de Walt Mart, Aurrera, Soriana, Chedraui y Comercial Mexicana son “especialistas en cuadrar otros delitos al del robo de alimentos”. Únicamente en el DF existen más de cinco mil presos por robar comida, en especial madres solteras sin empleo. Reporte Índigo cuenta el caso de Ricardo Nava: se robó una manzana en un Chedraui de Morelia y lo sentenciaron a seis años de prisión. Sin embargo, los normalistas de Ayotzinapa roban comida sin consecuencias legales. ¿Por qué ellos pueden hacerlo, mientras más de siete mil mexicanos cumplen hasta 10 años por el mismo delito? Pues porque quienes van presos son ciudadanos comunes. Y los normalistas son… de izquierda. ruben.cortes@razon.com.mx Twitter: @ruben_cortes |
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miércoles, 23 de septiembre de 2015
Ayotzinapa: licencia para saquear camiones, comida…
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