martes, 22 de septiembre de 2015

En la Normal de Ayotzinapa, un año sin clases y con 22 vehículos robados

En La Entrada y en el patio del plantel están las unidades que estudiantes han secuestrado; hay de Bimbo, Coppel y hasta de la CFE; algunas las utilizan para trasladarse a sus protestas
Almacenan También mercancía saqueada durante sus manifestaciones; los 522 alumnos inscritos serán aprobados en automático; los pasillos de la escuela son ahora tendederos
 
En Ayotzinapa, Guerrero
Nadie en la Normal Isidro Burgos, en la comunidad de Ayotzinapa, municipio de Tixtla, Guerrero, sabe explicar qué tiene que ver el reclamo de justicia por sus 43 compañeros desaparecidos, con el secuestro de camiones de pasajeros, repartidores y vehículos oficiales, el saqueo y la cancelación de clases desde aquella noche del 26 de septiembre de 2014.
Ese plantel en lugar de cátedras para formar futuros maestros fue convertido, con la bandera de los 43, en la guarida en la que depositan el botín de los saqueos. Sus 522 alumnos han hecho de esa causa un modus vivendi. No les falta nada: ni techo ni comida.
Convertida casi en un territorio autónomo (no entra la policía ni autoridad alguna), en la Normal mantienen retenidos al menos 22 vehículos y cientos de productos, sobre todo refrescos, que han robado en nombre de sus compañeros desaparecidos. Ya ni siquiera les preocupa abrir sus libros, ni estudiar porque “por nuestra lucha, estamos aprobados ya”, como dicen varios.
Al pasar por la carretera de Chilpancingo a Tixtla, donde está ubicado el poblado de Ayotzinapa, un letrero da la bienvenida con textos alusivos a la desaparición de los estudiantes. En seguida, un arco de concreto con el nombre de la Normal abre paso a un camino de terracería de casi 1.5 kilómetros que lleva al plantel.
Oculta a la vista de la carretera por árboles, está la escuela. O lo que fue de ella, porque ahora es, con la anuencia de los maestros, un almacén de productos saqueados durante las protestas.
Por ejemplo, ayer, La Razón observó por la tarde cómo más de 50 normalistas que acudieron a Chilpancingo para realizar una jornada de protesta, en la que destruyeron las instalaciones de la Fiscalía General de Justicia de la entidad, regresaron para ayudar a sacar de un tráiler a la entrada del plantel, cajas de botellas de Pepsi de dos litros. Tardaron casi dos horas en dejarlo sin mercancía.
A unos 100 metros había otra caja de tráiler, aunque ésta ya sin producto y únicamente con bolsas rotas, jirones de plástico rotos violentamente.
Sobre el camino de terracería, se resguardan dos autobuses de las líneas ETN, dos de Costa Line y uno de Futura, que usaron para transportarse a la capital del estado.
Al lado, dos camiones repartidores de Bimbo, una camioneta de Coppel, una unidad de servicios médicos del estado y una camioneta de la Comisión Federal de Electricidad.
Dentro del plantel hay otro tráiler y un camión repartidor sin logotipo, además de una decena de camionetas Pick Up, de las cuales, por lo menos un par estaba rotulado con logotipos del gobierno federal.
Fue en esas camionetas en las que también transportaron ayer cajas con botellas de agua y refresco. Tres unidades ingresaron al plantel para descargar la mercancía, mientras otra salió de la escuela con varios estudiantes en la batea y algunas cajas de productos. Tomaron la carretera rumbo al norte de Tixtla.
De los que habían llegado, aproximadamente a las 17:00 horas, a unos metros de la puerta principal, un grupo de estudiantes se bajó para atender a uno de sus compañeros que permanecía tirado sobre el camino de tierra.
No fue herido durante la manifestación en Chilpancingo, sino que casi al llegar a la escuela y debido al sobrecupo con el que viajan en la camioneta, resbaló y cayó del vehículo.
Cae la tarde-noche y los normalistas se refugian en el plantel. Los pasillos lucen con tendederos. Se abren camino entre las toallas, pantalones, camisetas y ropa interior tendida ahí.
Dentro del plantel se mantienen más de 500 estudiantes de la Normal Raúl Isidro Burgos, acompañados por normalistas de otras escuelas rurales de otras partes del país, que “solidariamente” dejaron sus clases en sus estados desde septiembre para acudir a las jornadas de lucha por Ayotzinapa, y se unen a las brigadas que salen a saquear cada vez que protestan por la desaparición de los estudiantes.
Las clases, aquí, dicen, serán para cuando reaparezcan con vida los 43.


España reconoce intención por resolver el caso
El gobierno de España reconoció el compromiso del Estado mexicano para esclarecer el caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa, atacados en Iguala, Guerrero, el 26 y 27 de septiembre de 2014.
De visita en el Senado de la República, el ministro de Justicia español Rafael Catalá Polo indicó: “El compromiso por parte de las instituciones de México es por el esclarecimiento, por la investigación de este asunto (caso Iguala) especialmente delicado y difícil y en general por toda la comisión de delitos, para que no haya ningún margen de impunidad en nuestros estados”, indicó.
Expuso que la sociedad actual reclama a los poderes públicos la máxima transparencia, porque, dijo, no es posible actuar al margen de los principios de buen gobierno, entre ellos el de los gobernantes con los ciudadanos.
“El compromiso de las instituciones con las víctimas ya no es una opción, no es algo que un gobierno haga con mayor o menor intensidad, es una obligación”, finalizó.
Yared de la Rosa

 

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