viernes, 9 de enero de 2015

Maestros que enseñan a odiar

las madrasas son centros de adiestramiento para futuros terroristas, que luego llevan por el mundo el odio contra el pensamiento libre o diferente al suyo, aún de su propia religión.
Toda proporción guardada, en eso se han convertido algunas escuelas normales en México, donde supuestamente se preparan los futuros maestros y en realidad salen expertos en hacer bombas y destruir el patrimonio ajeno.
Ayer se publicaron los resultados del examen complementario para obtener una plaza de maestro, y el 60 por ciento de los normalistas y profesores en servicio fue reprobado.
Sí, el 60 por ciento de los normalistas y maestros en activo que hicieron el examen (en 18 estados, y desde luego no participaron Guerrero ni Michoacán) no tienen la capacidad para estar frente a un grupo de alumnos.
La educación (Thomas Picketty dixit) es el único motor real para la movilidad social, y con las escuelas normales se está condenando a los futuros profesores y a sus alumnos.
Las normales, como están, no le sirven a la sociedad. Son un engaño porque la gran mayoría de los profesores que salen de ahí no sirven para enseñarle nada a nadie, y los estudiantes que toman clases con ellos pierden su tiempo.
Con las normales de maestros, como están, no hay movilidad social posible: los pobres se multiplican y las élites con buenos sueldos se perpetúan.
¿Qué hicieron ayer los normalistas de Guerrero y Michoacán, estados ricos pero con enorme pobreza debido a malos gobernadores y un magisterio de dar pena?
Ayer contingentes del Frente Único de Normales Públicas del Estado de Guerrero saquearon camiones repartidores y los llevaron al Instituto de Educación Básica y Normal de Chilpancingo.
Desalojaron a cerca de mil trabajadores del Instituto, que procedieron a clausurar. Los vehículos que robaron los saquearon, les rompieron los cristales con palas, les poncharon la llantas y los pintarrajearon con leyendas de advertencia que la siguiente vez que encontraran abierto el Instituto lo iban a incendiar.
Otro grupo tomó la caseta de Palo Blanco, en la autopista del Sol, y dieron paso libre a los automovilistas a condición de que les entregaran dinero.
Esos normalistas y profesores no son docentes de nada, sino delincuentes.
Ayer en Morelia normalistas se robaron cuatro autobuses de las compañías Parhikuni y Purhépecha, y los llevaron a la sede de la normal. Ahí se quedaron.
Eso aprenden en las normales. Y cuando tienen que dar un examen para ser maestros, no alcanzan el puntaje, reprueban, pero igual los dejan dar clases. Los alumnos, a fin de cuentas, pagan las consecuencias. Lo que aprenden no les sirve para ganarse la vida.
Millones de estudiantes de escasos recursos están en manos de delincuentes que les enseñan a odiar, no a superarse. Ése es el drama.
Estelas.
¿Qué pasó con el derecho de réplica? ¿No que es sagrado? 
Pues resulta que el diario Reforma le negó ese derecho a Grupo Salinas (donde yo trabajo), que quiso responder a una calumniosa insinuación de la articulista Denisse Dresser. A manera de pregunta, Dresser deslizó que Ricardo Salinas había ganado el concurso para quedarse con Imevisión por un favor del gobierno que abrió la televisión a la competencia. Sin embargo, contesta Grupo Salinas, ganaron la licitación porque en la subasta pagaron 30 por ciento más que sus competidores. ¿Cuál favoritismo? Pero ese no es el punto, sino la negación al derecho de réplica ante una calumnia.
Twitter:@PabloHiriart

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