No, no votaré por López Obrador porque intentaría
gobernar con recetas extraídas del bote de la basura de la historia de las
doctrinas económicas que han demostrado sobradamente su caducidad e
ineficiencia. Su diagnóstico para superar el temerario nivel de atraso que
padecemos está equivocado, porque el principal problema de México no es la corrupción,
un cáncer que nos devora por los cuatro costados, sino el escandaloso fracaso
educativo: somos un país de reprobados en ética, en ciencias, en lectura, en
operaciones elementales aritméticas y en todo lo relativo al saber universal.
Y, sin embargo, AMLO se alía con uno de los peores enemigos de México: la CNTE,
una coordinadora magisterial reconocida como una feroz defensora de la
ignorancia que incendia alcaldías, bloquea carreteras, paraliza ciudades, quema
sucursales bancarias, rapa a los profesores, se opone a la superación
académica, a la capacitación magisterial, a la evaluación de los maestros,
insiste en la compra-venta de plazas y amenaza a las instituciones de la
República a cambio de dinero. ¿Cómo votar por un político que traba alianzas en
contra del futuro de nuestros hijos y, por ende, de México?
Pemex, antes la única empresa petrolera monopólica
del mundo que se encuentra quebrada, ha sido, sálvese el que pueda, una cantera
de bandidos. ¿Qué propone AMLO? Construir refinerías operadas por Pemex, muy a
pesar de que el gobierno ha demostrado ser un pésimo empresario, si no olvidan
las catastróficas empresas descentralizadas de Echeverría. AMLO insiste en el
capitalismo de Estado, el burocrático, como que ignora el derrumbe de la
Cortina de Hierro y la desaparición de la URSS. AMLO intimidó al Tribunal
Electoral del DF, amenazó con marchas y ante la flagrante cobardía del
gobierno, logró que, a pesar de no contar con el requisito de residencia mínimo
de cinco años establecido por la ley, pudiera gobernar la Ciudad de México.
AMLO no erradicó la corrupción de la policía capitalina, ni acabó con la
corrupción en las delegaciones ni en la propia de la autoridad central. ¿Por
qué sí habrá de erradicar la corrupción a nivel federal, cuando no ha convencido
con un plan efectivo destinado a sanear al país? En México existen 24 millones
de compatriotas que perciben ingresos inferiores a 5 mil pesos mensuales, ¿se
superará su condición económica y la de 16 millones sepultados en la miseria
extrema, atacando la corrupción? Ese no es el camino.
El fascismo niega la existencia del Estado de
Derecho: AMLO mandó al diablo a las instituciones de la República. AMLO evitó
su desafuero aun en contra de lo dispuesto por la ley. AMLO se negó a ejecutar
cerca de 900 resoluciones judiciales durante su estancia en el gobierno de la
Ciudad y se resistió a acatar, por la vía de los hechos, las sentencias
emitidas por la Suprema Corte de Justicia. AMLO intimidó a la autoridad por
medio de plantones. AMLO, como Castro y Chávez, ha creado un enemigo, como la
“Mafia del Poder”, a la que ya prometió amnistiar de llegar a Los Pinos y, por
el otro lado, ¡cuánta incongruencia!, promete acabar con la corrupción. ¿Cómo
entenderlo? AMLO divide al país entre ricos y pobres y los enfrenta entre sí
para lucrar políticamente con el revanchismo social. AMLO asestó un intento de
golpe de Estado, cuando impidió que el Senado deliberara, libre y
soberanamente, al rodear con la policía capitalina dicho recinto legislativo
para impedir la votación de una ley que no le convenía. AMLO propone un
sindicalismo populista de consecuencias imprevisibles desde que ha prometido
volver a contratar a los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas,
una cáfila de burócratas extorsionadores y corruptos, cuyo despido implicó una
enorme sangría del erario. AMLO dicta e impone en Morena, en donde, como en el
PRI, no existe la menor simiente democrática. ¿Ese es el futuro? AMLO se unge
como abanderado de la “Honestidad Valiente”, a pesar de un Bejarano y sus
ligas, y de otro funcionario de su gobierno que se jugaba los recursos públicos
en Las Vegas. AMLO es enemigo de la transparencia, de la apertura informativa,
desde que esconde el proyecto ejecutivo financiero de los segundos pisos en un
fideicomiso a 12 años. AMLO nunca ha aclarado de qué ha vivido los últimos años
ni de dónde ha sacado los recursos multimillonarios para viajar, organizar
mítines, contratar miles de camiones para los acarreados y pagar cantidades
incuantificables de viáticos. AMLO propone las marchas callejeras para asustar
a los poderes soberanos de la Federación, mostrándoles un puño que implica el
enfrentamiento con las masas y el terror al derramamiento de sangre. Quien se
oponga a cualquier decisión suya tendrá que vérselas con las masas, a las que
controla con instintos e impulsos apartados de la más elemental razón. AMLO
empeñó su “palabra de honor” cuando prometió someterse al veredicto del IFE y
al perder las elecciones, por toda respuesta, bloqueó el Paseo de la Reforma,
con graves daños económicos para la ciudad. AMLO siempre impuso su voluntad por
la vía de los hechos y no en términos institucionales, por ello tomó pozos
petroleros, bloqueó caminos e inundó el Zócalo capitalino con barrenderos de
Tabasco que fueron desalojados a través de acuerdos desaseados e inconfesables.
Gobernar es crear empleos, pero no burocráticos,
sino productivos, derivados de la fuente de riqueza creada por empresas
privadas mexicanas a las que AMLO invariablemente les declaró la guerra, hasta
que en últimas fechas ha venido cambiando su posición de cara a las elecciones.
¿Cómo creerle? ¿Ya es otra persona, que si vuelve a perder en 2018, acatará la
voluntad popular y entenderá el papel del sector privado? ¿Ahora ya no se va a
retratar como “Presidente Legítimo” con la banda tricolor colocada al revés, la
mano derecha levantada, en tanto juraba respetar la Constitución y las leyes
que de ella emanan? ¿Qué es la Constitución para AMLO, que cuando la juró no la
respetó? ¿Ya es un nuevo AMLO que no le diría a Fox: Cállate, Chachalaca? ¿Ya
no es un peligro para México el mismo AMLO que le dio el banderazo de salida a
vehículos (adquiridos quién sabe cómo), las “brigadas de reconexión”, que se
encargaron de conectar la luz a quienes no la hubieran pagado colocando
ilegalmente “diablitos” en Tabasco? ¿Quién lo sancionó al volver a atentar en
contra del patrimonio público?
AMLO odia los debates presidenciales, las
conferencias de prensa y las entrevistas para no exhibir su inseguridad ni su
intolerancia. AMLO descalifica las encuestas si éstas no le favorecen. AMLO,
quien nunca se pudo inspirar en Nietzsche, se llegó a proclamar “soy
indestructible”, sin saber que Mussolini también proyectó siempre la imagen de
un superhombre.
No, no votaré por López Obrador, un peligro de
extracción chavista y trumpiana para México. Yo soy inocente, lo denuncié a
tiempo.
@fmartinmoreno
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