Juan Ignacio Zavala
El pasado miércoles comentaba en este espacio que AMLO nunca se iba a “normalizar”. Por supuesto que atraviesa un momentum mediático favorable, la inclusión de lo que Jorge Zepeda Patterson llamó en un artículo La cofradía de los suegros
(en referencia al suegro de Emilio Azcárraga y al suegro de Carlos Slim Jr.), ha dado mucho de qué hablar sobre la manera en que lo ven algunos empresarios (sobre todo los “ya mayorcitos”, como dice mi tía Güicha ). También abona aquí Esteban Moctezuma, alto funcionario de TV Azteca. Sin duda ha sido un paso para quien vive y, después de cuatro años, la fase final de su campaña. Aunque insisto: a Andrés Manuel, más que tener gente nueva, le interesa ocultar a la que realmente viene acompañándola desde hace tiempo: gente políticamente violenta e impresentable. A la inclusión de estas personas, los medios les han dado un trato más que favorable, no hay críticas más que aisladas. Hay un súbito pejismo en los medios. Furibundos antipejistas de hace unos meses, hoy aquilatan las bondades de la moderación del fanático de Macuspana y lo tratan con culpa obsequiosa. De pena. Poco tardó en mostrar la cara de siempre. Ante el operativo de la Marina en Tepic, no dudó en calificarlo de “masacre”. Sin información cierta, prefirió defender delincuentes que a soldados mexicanos que arriesgan la vida en el combate a la delincuencia organizada. Por supuesto que se debe pedir una investigación puntual sobre el operativo, pero resulta sorprendente que un candidato a la Presidencia la emprenda contra una institución seria y profesional (por supuesto, no exenta de excesos en el ejercicio de sus funciones, pero que trabaja en eliminarlos). AMLO habla de que la Marina “masacró”. Se ve que es hombre de vocabulario básico. No sólo eso. Dijo que la Marina había “ametrallado” menores de edad. Después corrigió y dijo que se trataba de “menores de 30 años”. Es probable que se le complique entender que el concepto menor de edad no es la persona que tiene menos años que él. Muy dado al lenguaje religioso –él, que se siente la encarnación de Juárez– dijo que “ni a los demonios se les combate así”. A saber cuáles lo habitan y cómo los combate. No hay que olvidar que mientras gobernó al DF, dos policías fueron, esos sí, masacrados por una multitud y él no hizo nada. En otro linchamiento comentó que se trataba de “usos y costumbres”. Andrés Manuel quiere ser Presidente de México. Entre otras de las cosas a las que aspira con ese cargo es a ser el comandante de las Fuerzas Armadas, a quienes trata todo el tiempo como asesinos. Dice que realizan “una masacre por mes”. Luego se queja de que lo comparen con Trump, que la emprendió contra los cuerpos de inteligencia de su país y ahora paga las consecuencias. En otro de sus increíbles disparates dijo en una entrevista que sembrando árboles iba a generar un millón de empleos. Son ocurrencias de un señor que lleva más de diez años, diciendo una tras otra. Hace tiempo hablaba de un tren bala que atravesaba al país. Pronto nos hablará de mandar una nave a Marte, cuyo nombre será Mártires de Macuspana. La cantidad de babosadas que dice a la semana es asombrosa. Pero hay cosas que preocupan sobremanera, como su nueva máxima: Delincuencia sí, Marina no.
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