PABLO HIRIART
16.02.2017
Resulta sorprendente
que haya una cargada empresarial y mediática hacia López Obrador y en el
gobierno se crucen de brazos.
De ninguna manera se pretende que haya acciones extralegales
para frenarlo, pero por lo menos deberían tener la habilidad política para
recordarle a los 'neoobradoristas' de qué personaje se trata.
La apatía del gobierno federal para desmontar las mentiras
de López Obrador lo hace un candidato ganador.
El gobierno del PRI parece resignado a entregar la plaza sin
dar la batalla.
No es problema que pierda ese partido, sino a quién le van a
entregar el poder.
López Obrador puede pasearse por todo México repitiendo
mentira tras mentira y nadie del gobierno le dice nada.
No tiene contrapesos en los medios de comunicación, que
destacan de manera acrítica sus ocurrencias y no muestran sus contradicciones.
Lo ven como el ungido. El inevitable. Y “el interés tiene
pies”, como se dijo en La Mesa de López-Dóriga, René Casados, Roy Campos y don
Pepe Fonseca.
Por eso es de valorarse que el secretario de Gobernación
haya llamado “oportunista” a López Obrador en Puebla, al desmentir el invento
de AMLO (él siempre tiene 'otra información') de que en el enfrentamiento en
Tepic, donde cayó el líder del cártel de los Beltrán Leyva, hubo una masacre de
menores de edad perpetrada por la Marina.
A ver si no se molestan en el gabinete con Osorio Chong por
contestarle a AMLO, pues los celos y la vieja práctica de 'nadie se mueva' los
tiene a todos paralizados.
Y de cualquier manera una declaración no es suficiente.
Tienen que hacer ver sus mentiras todos los días.
Hay que recordar, en público y en privado, la contradicción
entre lo que promete y lo que hizo como Jefe de Gobierno del DF.
AMLO necesita marcaje personal.
Claro, eso hay que hacer si es que lo quieren frenar, o por
lo menos despintarle la máscara de recién llegado a la política con que se
presenta.
No parece ser esa la intención.
Con la idea de que en tres meses de campaña lo van a bajar
de las preferencias, en realidad le están poniendo la alfombra roja para que
llegue a Palacio Nacional.
Y es importante bajarlo (a través de los métodos
democráticos) porque va a echar atrás los pasos dados en muchos años, que son
el único camino para mejorar el país.
Desde 1988 hasta la fecha han mejorado todos los indicadores
sociales. Todos.
A pesar de los fuertes errores internos que nos han hecho
caer en hoyos profundos, y de las crisis internacionales, el país ha avanzado.
López Obrador nos va a llevar al pasado económico y
político. En eso no miente. Ahí están sus referencias al modelo previo a 1982,
como el adecuado. Un país cerrado, con libertad política acotada, hegemonía
asfixiante del Estado, acoso al sector privado y pensamiento casi único.
¿No es para tanto? Les sugiero leer la Rayuela del lunes de
La Jornada (diario que expresa el pensamiento de AMLO), en la que se propone
pedir visa a los estadounidenses que nos visiten.
Ante ese peligro, no moverse es entregar la plaza sin
luchar.
Y decir 'la plaza' es decir un México abierto en lo
económico y en lo político, defensor de la pluralidad y de la diversidad
cultural, de la libre empresa y de una mejor educación.
¿Falta mucho por hacer en combate a la corrupción,
distribución de las oportunidades y menor desigualdad?
Sí, por supuesto. Pero eso no se puede hacer con un regreso
al pasado, cuando era peor.
Twitter: @PabloHiriart
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