Por Sergio Aguirre. Informador.
Con mucha preocupación al día de hoy lo doy como un hecho. López Obrador ganará las elecciones presidenciales de 2018. El odio al gobierno evidenciado por gran parte de los asistentes a las marchas de la semana pasada en principio contra Trump así lo indican. No importará si al igual que Trump miente un día y el otro también, simule ser lo que no es, se invente categorías idiotas como “la mafia en el poder” para clasificar ahí a sus detractores, los otros sean los malos y ellos los buenos, gaste dinero a raudales de forma sospechosa, se alíe con narcotraficantes como ya lo ha hecho desde antes, viole todo tipo de normas electorales (el Instituto Electoral siempre le ha tenido pánico), tenga un pasado pésimo como gobernante —ahí está la demencial y transota locura vehicular de los segundos pisos—, de corrupción evidente y de escándalo, insulte a sus críticos, compre lealtades en efectivo, no respete resultado adverso alguno, dañe a la CDMX con sus berrinches de niño mimado, proponga tonterías peligrosas y saltapatras, reviente a la mitad el nuevo aeropuerto y las reformas por fin logradas y demás chuladas del nefasto personaje. Peña con todo y la casa blanca y demás es un niño de pecho en comparación de las dagas del peje y lo peor está por venir (solo nos salvará un milagro).
El país está convenientemente dividido. Su discurso polarizante ya ganó y no creo se pueda revertir en tan poco tiempo. Es un hecho: la mayoría de los mexicanos odia más a Peña que a Trump. Todo mundo se queja de todo, menos del odio que traemos encima, el nuestro y el gringo. Así fue cuando perdimos la mitad del territorio y está pasando ahora. Lo importante es tomar el poder a como dé lugar. Si el país se hunde por las amenazas del loquito del Norte y del nuestro próximo, que se hunda. El poder por el poder y para robar.
Es tiempo de populismos y nacionalismos destructivos. Y ya nos toca con unas consecuencias inimaginables y terribles. No nos importa —o nuestro odio no nos lo permite— ver naciones arruinadas por tipejos como López, que con el tiempo mostraron su verdadero carácter: de ladrones profesionales. Véase nomás lo ocurrido en Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador… y lo próximo a ocurrir en los EU. Y el brexit, y los candidatos de ultraderecha a ganar en varios países europeos. Estamos ante una especie de autodestrucción política colectiva mundial.
El odio seguirá inexorablemente al que lo sabe usar y AMLO lo destila. López es el experto odiador número uno en México y de que lo sabe canalizar, lo sabe. Y México, a pesar de ser comparativamente superior de todos los países del mundo excepto por unos 14 de 194 se irá hacia un proceso que nos regresará a los tiempos de Echeverría y López Portillo. Del 15 nos iremos fácilmente hasta el 50 si no es que más. El voto con el estómago es el más simple. No requiere de mayor reflexión. López y Trump. Odiadores, demagogos y destructivos. La que nos toca. México contra México y EU contra México. Viva el infierno
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