Guillermo Velasco Barrera
03 Feb. 2017
El
discurso y acciones de Donald Trump han fijado la agenda de diferentes actores
políticos que compiten en la carrera presidencial del 2018. Frente al enemigo
número uno de México, muchos políticos mexicanos pretenden envolverse en la
bandera del patriotismo para hacer frente al "exterminio" yanqui.
López Obrador es quien mejor ha capitalizado hasta ahora la incertidumbre que provoca la era Trump, y la indignación generaliza del pueblo de México hacia las políticas que ha definido el gobierno de nuestro vecino del norte. Con un mensaje populista se opone al populismo "trumpista", y con un discurso nacionalista y patriotero cuestiona el nacionalismo del nuevo gobierno republicano por llevarse entre las patas a muchos compatriotas.
AMLO, al calor de su discurso de la defensa de la soberanía del país, ha equiparado la ofensiva de Estados Unidos contra México a la anexión de Texas al territorio estadounidense. Con éste y otros disparates se ha buscado posicionar como el "salvador de México". En breve iniciará una gira por los Estados Unidos para encontrarse con diversas comunidades de migrantes, lo que además de ampliar su mercado de votos, lo mantendrá en el centro de la agenda política-mediática.
El gobierno federal ha pretendido igualmente sacar raja de esta coyuntura. El tuit de Peña Nieto en el que anunció que había notificado a la Casa Blanca que cancelaba su viaje a Estados Unidos generó una reacción positiva hacia el Presidente, que si bien no tenía más alternativa que cancelar dicho encuentro, mostró por primer vez una postura digna, que era la esperada por millones de mexicanos.
Tras dicho anuncio Peña Nieto se envolvió también en el discurso fácil de la unidad de todos los mexicanos para la defensa de la patria, aprovechando una generalizada visión apocalíptica de nuestro futuro, combinada con una nacionalismo exacerbado que bien podría resumirse en un sonoro ¡Viva México, cabrones!
El gobierno ha buscado capitalizar, o quizá incluso ha impulsado la utilización de la bandera como identificador de los usuarios en redes sociales, y se ha montado en la ola de la privilegiar la compra de productos mexicanos con el relanzamiento del sello "Hecho en México" y el exhorto a la defensa de la soberanía.
Es desde luego positivo alentar el consumo de lo hecho en México y muy respetable utilizar los colores patrios para mostrar que cerramos filas por nuestro país, pero se corre el riesgo de quedarnos en el mero plano de la propaganda emocional, cuyo efecto es ciertamente intenso, pero breve.
En el gobierno federal se tomó incluso la decisión de frenar temporalmente el nuevo "gasolinazo" previsto para febrero, pues más allá de una valoración económica del impacto que representaría no respetar la liberalización del precio del combustible, que era la ruta trazada, se buscó ampliar el "respiro" del que por el momento goza el Presidente, pues a pesar de que los grandes males que vive este país, como la corrupción y la inseguridad son consecuencia sobre todo de la clase política que nos ha gobernado desde hace años, el tener una "amenaza" que viene de fuera puede convertirse en un anestésico para olvidar los graves problemas internos que tenemos.
En todo caso parece muy difícil que el "buen momento" del Presidente se prolongue por mucho tiempo, y que en la recta final de su gobierno incremente su popularidad. Por ello no sería difícil que para cerrarle el paso a AMLO, Peña haya cerrado un pacto con el presidente del PAN, para allanarle a este partido su arribo a la presidencia a cambio de impunidad y protección futura.
López Obrador ya denunció este supuesto pacto, que de existir validaría su discurso del PRIAN y la mafia del poder. Pero por lo pronto la prioridad para todos los actores políticos mexicanos es Trump, villano que para algunos ha resultado altamente rentable.
@gvelascob
López Obrador es quien mejor ha capitalizado hasta ahora la incertidumbre que provoca la era Trump, y la indignación generaliza del pueblo de México hacia las políticas que ha definido el gobierno de nuestro vecino del norte. Con un mensaje populista se opone al populismo "trumpista", y con un discurso nacionalista y patriotero cuestiona el nacionalismo del nuevo gobierno republicano por llevarse entre las patas a muchos compatriotas.
AMLO, al calor de su discurso de la defensa de la soberanía del país, ha equiparado la ofensiva de Estados Unidos contra México a la anexión de Texas al territorio estadounidense. Con éste y otros disparates se ha buscado posicionar como el "salvador de México". En breve iniciará una gira por los Estados Unidos para encontrarse con diversas comunidades de migrantes, lo que además de ampliar su mercado de votos, lo mantendrá en el centro de la agenda política-mediática.
El gobierno federal ha pretendido igualmente sacar raja de esta coyuntura. El tuit de Peña Nieto en el que anunció que había notificado a la Casa Blanca que cancelaba su viaje a Estados Unidos generó una reacción positiva hacia el Presidente, que si bien no tenía más alternativa que cancelar dicho encuentro, mostró por primer vez una postura digna, que era la esperada por millones de mexicanos.
Tras dicho anuncio Peña Nieto se envolvió también en el discurso fácil de la unidad de todos los mexicanos para la defensa de la patria, aprovechando una generalizada visión apocalíptica de nuestro futuro, combinada con una nacionalismo exacerbado que bien podría resumirse en un sonoro ¡Viva México, cabrones!
El gobierno ha buscado capitalizar, o quizá incluso ha impulsado la utilización de la bandera como identificador de los usuarios en redes sociales, y se ha montado en la ola de la privilegiar la compra de productos mexicanos con el relanzamiento del sello "Hecho en México" y el exhorto a la defensa de la soberanía.
Es desde luego positivo alentar el consumo de lo hecho en México y muy respetable utilizar los colores patrios para mostrar que cerramos filas por nuestro país, pero se corre el riesgo de quedarnos en el mero plano de la propaganda emocional, cuyo efecto es ciertamente intenso, pero breve.
En el gobierno federal se tomó incluso la decisión de frenar temporalmente el nuevo "gasolinazo" previsto para febrero, pues más allá de una valoración económica del impacto que representaría no respetar la liberalización del precio del combustible, que era la ruta trazada, se buscó ampliar el "respiro" del que por el momento goza el Presidente, pues a pesar de que los grandes males que vive este país, como la corrupción y la inseguridad son consecuencia sobre todo de la clase política que nos ha gobernado desde hace años, el tener una "amenaza" que viene de fuera puede convertirse en un anestésico para olvidar los graves problemas internos que tenemos.
En todo caso parece muy difícil que el "buen momento" del Presidente se prolongue por mucho tiempo, y que en la recta final de su gobierno incremente su popularidad. Por ello no sería difícil que para cerrarle el paso a AMLO, Peña haya cerrado un pacto con el presidente del PAN, para allanarle a este partido su arribo a la presidencia a cambio de impunidad y protección futura.
López Obrador ya denunció este supuesto pacto, que de existir validaría su discurso del PRIAN y la mafia del poder. Pero por lo pronto la prioridad para todos los actores políticos mexicanos es Trump, villano que para algunos ha resultado altamente rentable.
@gvelascob
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