Sergio Sarmiento en MURAL 02 Nov. 2020
"La forma más rápida de terminar
una guerra es perderla".
George Orwell
No es solo el presidente López Obrador. Muchos apóstoles de la Cuarta Transformación tienen una visión extraordinariamente positiva, religiosa, de sí mismos y de su trabajo. En su carta de renuncia, el exsecretario de Seguridad Ciudadana Alfonso Durazo declaró: "La historia, que es en su esencia insobornable, juzgará a su debido tiempo nuestro desempeño y habrá de ser sin duda generosa; no pasará en vano el cumplimiento de nuestra responsabilidad con tintes de apostolado".
Durazo parece convencido de que en "estos casi dos años de gobierno, hemos cambiado las características del Estado en materia de seguridad". Se enorgullece de haber terminado "el contubernio" de las autoridades con la delincuencia y de haber creado la Guardia Nacional, "entidad de trascendencia histórica". Y añade: "Nuestro país registra ya una disminución sensible en 13 de los 17 rubros de la incidencia criminal que afectan más directamente a la población, como robo de vehículos y a casas habitación, secuestro, asalto a transeúntes, entre otros. Incluso, durante 2019 se logró un punto de inflexión en el número de homicidios dolosos".
No es la impresión de muchos. En marzo de este 2020, 73.4 por ciento de los mexicanos declaraba al INEGI que vivir en su ciudad era inseguro. Esta percepción de inseguridad se había elevado de 71.4 por ciento en septiembre de 2019 y era fundamentalmente igual al 73.7 por ciento de diciembre de 2018, el mes de cambio de gobierno. Es verdad que hubo una baja sensible, hasta 67.8 por ciento, en septiembre de 2020, pero solo después de que se canceló la encuesta del INEGI de junio y en un momento en que la pandemia generó, con el encierro, una disminución de muchos delitos.
La disminución en varios delitos del fuero común, sin embargo, no se ha reflejado en el homicidio doloso, el delito en el que hay menos cifra negra. Si bien ya no está creciendo, alcanzó su máximo histórico en 2019. El estancamiento de 2020 puede deberse más a la pandemia que a un supuesto éxito de la estrategia de seguridad del gobierno.
Fue correcto, a mi juicio, recuperar la Secretaría de Seguridad y echar atrás la decisión de Enrique Peña Nieto de enterrar la función en la Secretaría de Gobernación. Pero la idea de que se está teniendo éxito solo porque el gabinete de seguridad se reúne todos los días muy temprano y es presidido por el Presidente es una ilusión o una simple tontería.
Los delitos del fuero común que han disminuido no son responsabilidad de la Guardia Nacional, la cual, de cualquier manera, no ha sido manejada por el secretario de Seguridad sino por la Secretaría de la Defensa. El gran fracaso de la nueva corporación se hizo evidente con el culiacanazo del 17 de octubre de 2019, cuando un grupo de la Guardia Nacional trató de detener a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, pero se vio obligado a liberarlo ante la violenta respuesta del cártel de Sinaloa. El episodio reveló falta de claridad en objetivos y acciones de las fuerzas federales, pero también que el secretario de Seguridad no estaba tomando las decisiones que corresponderían a su cargo.
Quizá podamos argumentar en desagravio que Durazo no tenía experiencia en seguridad. Pero su sucesora, Rosa Icela Rodríguez, tampoco. Eso aterra. La seguridad es uno de los retos más importantes del gobierno. La Secretaría no debería ser un lugar para dar empleo a aprendices. La lealtad ciega no es un sustituto de la preparación y la capacidad.
MEXICANIZARSE
La elección de Estados Unidos podría "mexicanizarse". En México ha sido regla que los candidatos perdedores se nieguen a reconocer sus derrotas y afirmen que fueron víctimas de un fraude electoral. Donald Trump podría ser el primer perdedor de una elección presidencial en la Unión Americana en no reconocer públicamente su derrota.
@SergioSarmiento
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