viernes, 27 de noviembre de 2020

Guía ética de AMLO

Guillermo Velasco Barrera en MURAL

27 Nov. 2020

Apegado a la narrativa que han construido sus asesores, el día de ayer López Obrador presentó "La guía ética para la transformación de México", con una lista de veinte temas, entre los que se encuentran: la vida, el amor, la redención, los animales y las plantas, la familia y el perdón.

El texto en cuestión, coordinado por un grupo de incondicionales del Presidente, entre quienes se encuentra su vocero, Jesús Ramírez, será repartido entre beneficiarios de programas sociales, principalmente entre las personas de la tercera edad, pues dice el jefe máximo de Morena que los mayores serán el canal más importante para la difusión de valores.

Basta leer la introducción de este panfleto ideológico para tener claro que, bajo el discurso de los valores y la ética, la pretensión de este documento es, por un lado, seguir promoviendo el encono y la polarización poniendo el acento en el régimen "neoliberal y oligárquico" del pasado como el responsable de todos los problemas que vivimos hoy día, y, por otro lado, presentar una "tierra prometida" a la que algún día llegaremos siendo fieles a la Cuarta Transformación.

En la mañanera de ayer, como casi todos los días, no se habló de los grandes males que azotan al país, ni mucho menos de las acciones que tendría que llevar a cabo el gobierno para enfrentarlos, sino que se dio una clase de "moral", muy en la línea de la "república amorosa", a la que ya se había referido el Presidente.

Se abordó, eso sí, el tema de la corrupción, pero desde la lógica de la redención y la terapia. El principio número 10 de la referida guía ética señala que, "desde una perspectiva humanista, los criminales y corruptos pueden redimirse por medio de la reflexión, la educación e incluso la terapia psicológica".

Quizá en breve veamos en terapia a Pío López Obrador, o Manuel Bartlett, para que toda vez que no se avanzó por la vía de la ley para terminar con la impunidad, se recurra al enfoque "humanista" y a la ayuda de algún psicólogo, para que dichos personajes logren ser redimidos con la nueva "moralidad" que nos predica el presidente de la República.

En realidad, estamos frente a un "Mesías" que busca imponer su "religión" y que, atrapado en su megalomanía, busca trascender como un héroe, equiparándose a personajes históricos en la vida política de México, y vendiendo la patraña de la Cuarta Transformación como una nueva etapa en la historia del país, con un discurso en el que siempre se culpa al pasado, se evita hablar del presente y se promete un futuro promisorio.

En un artículo anterior ("Nueva religión política", Mural, 11 de enero de 2019) señalé lo siguiente: "Estamos frente a un líder que pide un acto de fe en el que se deben asumir toda clase de sacrificios". Así que, si no hay medicinas para los niños con cáncer o si se cerraron las estancias infantiles para supuestamente terminar con la corrupción, el pueblo debe aguantar y tener fe ciega en que su líder está haciendo lo correcto.

A muchos puede parecernos disparatada la narrativa pseudorreligiosa de López Obrador, pero es claro que dicha narrativa sigue conectando con millones de mexicanos que perciben al Presidente como una víctima dispuesta a inmolarse para salvar al pueblo de sus adversarios, de los corruptos, de los neoliberales... No importa que el gobierno federal tras dos años de gestión esté reprobado prácticamente en todo, lo relevante son los valores, la ruta ética y los mandamientos que dicta el Mesías desde la mañanera, bajo la máxima "estás conmigo o estás contra mí".

Lo cierto es que la narrativa populista solo se contrarresta con otra narrativa que sea capaz de abrir los ojos a muchos mexicanos y conectar con ellos, para hacerles ver de manera estratégica la falacia que representa el proyecto que pregona Morena, pero, sobre todo, mostrar que hay otras rutas y caminos posibles para sacar a México adelante.

@gvelascob

lunes, 23 de noviembre de 2020

Un éxito preocupante

Jesús Silva-Herzog Márquez en MURAL 23 Nov. 2020

La liberación del general Cienfuegos es ambas cosas. Un extraordinario triunfo del gobierno federal, sin duda. La diplomacia mexicana fue al rescate del general y logró su cometido. Empleó todos sus instrumentos para revertir la agraviante decisión del vecino. No se quedó cruzada de brazos. No se detuvo la formalidad de un aviso de inconformidad. Emprendió el camino diplomático, usando todos los instrumentos a su alcance para defender su causa. La resolución final del gobierno norteamericano es sorprendente. Desistirse de los cargos contra el militar mexicano y enviarlo sin dilación a nuestro país fue un giro que nadie habría imaginado. ¿Quién habría pensado que el gobierno de Estados Unidos pudiera recular de esa manera? El triunfo habla de la capacidad de la diplomacia mexicana cuando logra identificar con claridad un objetivo y expone con firmeza sus razones.

El éxito del gobierno federal es, ante todo, del canciller Ebrard. Si el Presidente reaccionó con enorme torpeza al arresto de octubre, el canciller registró de inmediato las implicaciones que el proceso contra el general tendría para la colaboración entre los países y también para la alianza del Presidente con el Ejército. El reflejo de López Obrador fue celebrar la captura de otro representante más del viejo orden y llamar de nuevo a limpiar la casa tras las revelaciones que venían del norte. La inercia de su retórica le impidió advertir los gravísimos efectos de la incriminación. El tiempo le hizo cambiar de parecer, pero la reacción inicial fue muy desafortunada. La respuesta del canciller, por el contrario, daba cuenta de inmediato de todo lo que trastocaba el arranque de la DEA. No solamente recibía el golpe, planteaba una salida y se dispuso construirla. A la nota diplomática sucedieron lo que podemos imaginar como intensas negociaciones con la fiscalía norteamericana y otras agencias de aquel país. Se usaron todos los instrumentos diplomáticos para revertir la decisión del vecino. El gobierno no se quedó congelado ni puso el grito en el cielo. Se puso a trabajar con la discreción necesaria y en el ámbito debido. Al mes de la captura, la Cancillería mexicana obtuvo un resultado que se habría considerado impensable hace unos días.

La respuesta mexicana no fue un desplante. El canciller supo mostrar a sus contrapartes la importancia de la colaboración y el deber que tienen ambos países de cuidar la confianza. Sin esconder la cabeza bajo la arena, sin cambiar de tema por resultar incómodo, sin caer en los reduccionismos elementales que tanto complacen a este gobierno, la Cancillería comunicó el agravio y dejó en claro las consecuencias que podría tener. Obtuvo así un éxito que nadie podría regatearle.

Al mismo tiempo, debe decirse que la victoria preocupa. El éxito diplomático sirve a la opacidad y la militarización. Por su propia naturaleza, las negociaciones de la Cancillería están envueltas en el misterio. ¿A qué se comprometió el gobierno mexicano? ¿Podríamos confiar en que las autoridades mexicanas examinarán las pruebas contra el general con rigor y objetividad? Al reconocer las autoridades norteamericanas que su decisión es abiertamente política, dejan entrever que el costo de la cooperación puede ser la impunidad. Preocupa también esta victoria diplomática porque se inscribe en un inquietante proceso de militarización. En estos dos años de gobierno, el gran aliado del Presidente ha sido el Ejército, la corporación de la obediencia. Si la administración es para el Presidente un elefante flojo, el Ejército es la eficacia que le dice sí, señor. Lo que usted ordene. Al Ejército se le ha entregado la seguridad pública, y la política migratoria; la construcción de las obras predilectas del Presidente y el transporte de la gasolina; el control de las aduanas y la construcción de hospitales. La victoria del canciller es por eso, una victoria más del Ejército, el estamento intocable. La eficacia diplomática puesta al servicio de ese militarismo que es, en la fantasía presidencial, impoluto.

viernes, 20 de noviembre de 2020

AMLO y el Ejército

 Guillermo Velasco Barrera en MURAL 20 Nov. 2020

El presidente López Obrador ha sido errático e inconsistente en su relación con el Ejército mexicano. Si revisamos sus dichos respecto a las Fuerzas Armadas, estaríamos ante una suerte de esquizofrenia discursiva, que se ha hecho muy evidente tras la detención y posterior liberación del general Salvador Cienfuegos en Estados Unidos.

Durante la campaña presidencial del 2018, el hoy presidente de la República cuestionó severamente la Ley de Seguridad Interior que buscaba dar un marco jurídico a la acción de las Fuerzas Armadas contra la delincuencia, y advirtió de los riesgos de la militarización en el país.

Tiempo atrás acusó sin fundamento alguno al Ejército de haber participado en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y alentó la narrativa de diversos grupos de izquierda que exigían el ingreso a cuarteles militares, con el argumento de que era muy probable que los jóvenes normalistas se encontraran en alguno de dichos cuarteles.

Lo anterior se quedó en eso, en una narrativa que nunca exhibió prueba alguna contra los militares, pero sirvió para desviar la atención de la opinión pública de los verdaderos responsables y del verdadero móvil del levantamiento y asesinato de los 43 normalistas: una disputa a muerte por la plaza entre "Guerreros Unidos", vinculados con políticos perredistas muy cercanos a López Obrador, y el grupo de "Los Rojos", ligado a diversos movimientos guerrilleros.

Ya siendo Presidente, López Obrador matizó su postura respecto al Ejército y comenzó a posicionar el discurso de que el poder de las Fuerzas Armadas nunca más se utilizaría para reprimir, y con ese argumento permitió que muchos soldados fueran verdaderamente humillados por el pueblo "bueno".

Como eje central de su estrategia de seguridad, el Presidente creó la Guardia Nacional, lo que en realidad significó conformar una Guardia Pretoriana a su servicio, desplazando a militares de dilatada trayectoria y lesionando la institucionalidad de las Fuerzas Armadas. Para satisfacer las exigencias de Estados Unidos, miembros de la referida Guardia Nacional fueron enviados a impedir el paso de caravanas de migrantes a México, convirtiéndose en la práctica en el muro de Trump.

Y para congraciarse con las Fuerzas Armadas y buscar su incondicionalidad, el Presidente comenzó a implicar al Ejército en proyectos de gran calado que suponen inversiones millonarias y podrían significar jugosos negocios. La pretensión es corromper a mandos militares y comprar lealtades, tal y como lo ha hecho el régimen venezolano.

Pero en las últimas semanas, a pesar de la pretensión de control del Presidente, ha tenido lugar una tensión muy fuerte entre las Fuerzas Armadas y su comandante en jefe que podría tener consecuencias importantes. Tras la detención del general Salvador Cienfuegos, lo primero que atinó a decir el Presidente desde su "púlpito" mañanero fue que la detención del ex secretario de la Defensa mostraba la descomposición del régimen neoliberal y que había que limpiar a la Sedena de sus allegados.

No solo la detención de este alto mando militar, sino las declaraciones del Presidente, generaron conmoción y una gran indignación en muchos círculos del Ejército. El cierre de filas en torno al general Cienfuegos no se hizo esperar y comenzó de inmediato una estrategia militar con un potente equipo de abogados para liberarlo. Es posible que haya tenido más peso la presión de la milicia que la presión diplomática de Ebrard para lograr que la Fiscalía estadounidense retirara los cargos contra el ex secretario de la Defensa.

En todo caso, el general Cienfuegos ya está en su casa y seguramente no será tocado, existan o no elementos para detenerlo. El Presidente buscará presumir la eficacia diplomática de su gobierno para defender la soberanía, pero muchos militares se sienten agraviados por los dichos de López Obrador, tras la detención de una de las figuras más encumbradas en una de las instituciones con más prestigio en el país.

@gvelascob

100.000 muertos en México, El País, España.


Radiografía de un país roto

ELÍAS CAMHAJI, ALMUDENA BARRAGÁN, JON MARTÍN CULLELL, CARMEN MORÁN BREÑA, JORGE GALINDO

19 NOV 2020 - 19:09 CST

El desconocido que arribó a México en febrero resultó ser un enemigo que se reinventaba cada mes y que ya ha cruzado la barrera de los 100.000 muertos. Oficiales, porque la mortandad es mucho mayor. 100.000 vidas rotas —el octavo país del mundo en fallecidos por millón de habitantes— entre las que se incluyen las de miles de sanitarios: no hay lugar donde hayan perecido más. México recibió la pandemia con unos servicios debilitados por años de corrupción, pero con la veteranía de haber enfrentado al H1N1 una década antes; la afrontó con un Gobierno reacio a cambiar sus planes de emergencia cuando la situación lo ha requerido y ahora mira al futuro con la esperanza de recibir pronto la vacuna. Un país sumido también en una profunda crisis económica que habla de rebrote vírico, aunque quizá la epidemia nunca perdió la intensidad suficiente para mencionar un renacimiento.

Los últimos días de marzo, cuando México registraba menos de un centenar de “casos importados” de coronavirus y las autoridades sanitarias pronosticaban que la epidemia duraría 12 semanas cuando menos, Gabriela González, una embarazada de alto riesgo, con más de 40 años, llegó al hospital tras haber estado cuidando de su padre, que había enfermado y fallecido el 18 de ese mes. Un día después, fue el velorio y un doctor se acercó a dar el pésame. Todavía nadie hablaba de cubrebocas, de “sana distancia” ni de calles vacías. El virus era una incógnita.

Esa misma semana, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) había recibido al “paciente cero” de Monclova (Coahuila), un chófer que se contagió en Estados Unidos y que estuvo en contacto con una decena de trabajadores sanitarios, entre ellos el doctor que había ido al sepelio. Alrededor de ocho familiares se contagiaron, incluidos Gabriela y su esposo, Pedro Grande. El 1 de abril ingresaron a la embarazada y dos días después, Grande conoció “por foto” a José Luis, su segundo hijo y el primer bebé que nació en México de una madre con la covid-19. Nunca más volvió a ver a Gabriela. “No te despides, porque no piensas que va a pasar lo que pasó”.

Para el 30 de marzo ya habían fallecido el chófer y el doctor que acudió al funeral. Y explotó el escándalo. A las puertas de los hospitales, los médicos protestaban por falta de apoyo. El personal sanitario está, meses después, exhausto. México tiene otro triste récord: es el país donde más trabajadores de la salud han muerto por coronavirus, al menos 1.320 profesionales, según un informe de Amnistía Internacional publicado en septiembre y aunque médicos y personal de enfermería están acostumbrados a lidiar cada día con la muerte, la pandemia les ha sobrepasado. No hay datos oficiales respecto a la situación actual.

“Están cayendo como moscas”, decía a mediados de abril el gobernador de Baja California, Jaime Bonilla. Se refería al personal de los hospitales. Y no le faltaba razón. En Coahuila, donde murió Gabriela, médicos y enfermeras denunciaron en una carta que no contaban con el equipo necesario para combatir el virus y los días que siguieron se registró un brote masivo en la misma clínica en la que se cruzaron los caminos de la familia Grande González, el médico que se había infectado días antes y el “paciente cero” de Monclova. Esa sucesión de coincidencias desafortunadas se saldó con 26 trabajadores sanitarios contagiados, según las autoridades, y decenas de casos que convirtieron una pequeña ciudad de 230.000 habitantes en la mitad del desierto en la zona con más casos de ese Estado en la primera fase de la epidemia. “No fue un descuido ni una irresponsabilidad, simplemente nos llegó”, recuerda Grande.

Llegado el otoño, con todas las predicciones de fin de pandemia fallidas, los equipos están ya exhaustos y su salud mental muy resentida. La segunda semana de noviembre, el Hospital Juárez en Ciudad de México empezó con nueve pacientes en la UCI y terminó con el doble. Gabriel Reyes, el jefe de Emergencias, detalla que en un día malo de mayo ingresaban unos 10 pacientes por coronavirus, una cifra que ahora se ha triplicado por la reanudación de actividades no esenciales, la llegada del frío y el relajamiento de la población. “Tenemos más trabajo que antes”, afirma Reyes.

El personal del hospital repite una y otra vez seis palabras: “El pico del Día de Muertos”. Antes fue el pico del Día de la Independencia, el del Día de las Madres, el del Día del Niño. Cada festivo y cada puente se ha saldado con un aumento de los contagios. Pero el efecto no es automático. Se refleja aproximadamente 15 días después, que es lo que tarda en incubarse y complicarse la enfermedad. Los trabajadores ya anticipan resignados el pico del Día de la Revolución.

Las conferencias diarias del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el hombre al frente de la pandemia, dejan, sin embargo, cierta sensación de sosiego. Una de las palabras fetiche en todos estos meses, sigue repitiéndose: “meseta”, ese camino plano que dibuja la curva pandémica en las gráficas oficiales, lejos de los picos que sobresaltan a la población. Y mientras se repite “meseta” como se manosea un amuleto, algunos Estados entran de nuevo en fases de máximo riesgo —Chihuahua y Durango, Ciudad de México está al borde— y los hospitales enfrentan una ocupación de camas covid como no se conocía hasta ahora. ¿Dónde está el truco?

“Ciudad de México es la que está manteniendo esa meseta de la que habla el Gobierno, porque otros Estados no tienen una población tan representativa. Pero lo que la explica, sobre todo, es el retraso de la información que se presenta cada día en la conferencia de prensa, lo que da una apariencia de normalidad”, señala la analista de datos Varenka Rico. No entra en si esa forma de graficar los datos es deliberada o debida a la dificultad de ir procesando la información de zonas alejadas, “pero el 20% de los fallecidos aparecen en la gráfica con dos o tres semanas de retraso sobre la fecha de ocurrencia, y eso es así desde agosto”. No son datos falsos, pues, pero al estar repartidos en el tiempo se evitan picos altos. “En otros países la gráfica se dibuja con las fechas exactas de los decesos, lo que permite evaluar bien la situación”, sigue Rico.

Con los contagios ocurre lo mismo, se difieren por semanas. “Juegan con los tiempos y así las gráficas no se disparan al cielo”. “Los contagios los señalan por la fecha de los síntomas, días atrás de tener la enfermedad confirmada, por eso la gráfica aparece con una tendencia a la baja. Los datos no son mentira, pero la gráfica refleja un panorama engañoso. En la base de datos de la OMS o de la Universidad Johns Hopkins la gráfica refleja los días exactos”, afirma Rico.

“Mis dos hermanos y yo nos enfermamos, pero donde me atendieron nunca me dieron un papel que confirmara el contagio y estoy seguro de que solo el mayor, que se puso más grave, entró en las estadísticas”, asegura Eduardo Flores, un vecino de Ecatepec de 43 años. El baile de datos en México ha sido uno de los síntomas más acusados de la pandemia y a estas alturas, la población muestra ya signos de descreimiento en la información oficial. Un día se supo que muertes antiguas se sumaban a los fallecimientos del día, de tal forma que no podía saberse cómo evolucionaba a diario la situación. Más adelante se añadieron a los datos oficiales de muertes por covid aquellas que carecían de pruebas, pero presentaban signos inequívocos a juicio de los médicos que certificaron la defunción, tanto en los hospitales como en casa. La verdad asomaba su cara más amarga: unos morían sin compañía en los hospitales, pero miles lo hacían con asfixia en sus casas.

La sobremortalidad era un hecho que el subsecretario reconoció en una entrevista para el Washington Post en verano, semanas después de haber acusado a los medios de comunicación de falsear la realidad en sus reportes. Iniciado julio, López-Gatell admitió que México lamentaría tres veces más muertes que las que se notificaban a diario. Las primeras comparaciones con los decesos de años anteriores dan por buenos esos cálculos. En verdad, el país no está ante el fatídico hito de 100.000 muertos. Multipliquen. El Gobierno ya se ha lanzado a defenderse acusando a los medios de lucrarse utilizando la cifra simbólica de los 100.000 muertos.

En la columna de los errores, algunos mensajes no han contribuido a paliar la catástrofe: al principio de la pandemia, los voceros insistían cada día en que la gente aguantara en casa lo más posible el malestar de la enfermedad para no saturar las urgencias. Pronto se vio que miles de enfermos no alcanzaban el hospital o se morían a sus puertas, y el mensaje ha cambiado, ahora se recomienda acudir cuanto antes. La gente llega tres días después de los primeros síntomas. Es muy tarde, dice el Gobierno ahora.

Susana Chávez, de 52 años, tiene familia en todo el país y cuenta que más de 30 parientes se han contagiado y tres han muerto por coronavirus. Es la misma proporción que aqueja a México: más de un millón de casos confirmados y más de 100.000 defunciones. Ella tuvo más suerte. Fue dada de alta a finales de octubre de un hospital del Instituto de Salud para el Bienestar, la apuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para atender a la población sin seguro médico. Chávez no podía pagar un hospital privado, donde el costo promedio de hospitalización por cada infectado es de un millón de pesos (50.000 dólares), según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros. Además, como vive en Zimapán, una pequeña comunidad de menos de 40.000 habitantes en el Estado de Hidalgo, hacerse una prueba suponía viajar más de tres horas hasta Tecámac, en el Estado de México.

Las pruebas, tan reclamadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la que tantos países han llegado tarde, han sido uno de los puntos flacos, casi famélicos, de México, encastilladas las autoridades sanitarias desde un principio en que no eran útiles en fases medias o avanzadas de los contagios. Esta obcecación ha obligado, a decir de algunos expertos, a seguir a ciegas el curso de la enfermedad. Los 475 centros centinela, creados antaño para rastrear cada temporada la incidencia de la influenza, se sumaron al rastreo del SARS-CoV-2, pero los analistas de datos nunca le han encontrado gran utilidad. México sigue teniendo una positividad altísima, que ronda el 40% debido a que apenas se testea a quienes muestran un contagio evidente. Se hacen pruebas a uno de cada 10 que presentan síntomas. Según la OMS, si un país presenta más de un 10% de ciudadanos sospechosos que dan positivo es que no se están efectuando las pruebas suficientes. Y si la positividad está por debajo del 5%, la epidemia puede considerarse bajo control.

El centinela se presenta hoy como un modelo agotado, también porque muchos ciudadanos no se acercan a hacerse pruebas por miedo al contagio, algo que debilita la estadística. Tan es así que algunos Estados, sin estridencias, han ido incorporando sus propios modelos de detección. Ciudad de México, por ejemplo. “Esta pandemia se ha mostrado, con el tiempo, diferente de otras. En Ciudad de México monitoreamos su avance o retroceso a partir de las hospitalizaciones y elevando el número de pruebas drásticamente, que ahora supone el 40% de todas las que se efectúan en el país, cuando tenemos un 8% de la población”, detalla Eduardo Clark, director general de Tecnología e Inteligencia de Ciudad de México. Al día, asegura, se toman unas 7.500 PCR y en breve empezarán con las de antígenos, más rápidas. Además, se han implementado 80 quioscos ambulantes para acercar los tests a la población más vulnerable. A los que dan positivo les han ofrecidos ayudas y víveres para que permanezcan en casa un tiempo. La situación de la capital, donde radican los grandes laboratorios, ha facilitado, dice Clark, este progreso en los tests para el que se apoyan en el Gobierno federal (con unas 1.500 pruebas al día) y en los institutos científicos federales.

La ventaja que para los recursos médicos supone la concentración, se vuelve fatal cuando se trata de población. En las periferias se hacinan millones de habitantes con fuertes carencias que no ponen fácil el combate al virus. A esa dificultad achacan en buena medida el incremento de los ingresos hospitalarios, que mantiene en vilo a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, también contagiada de covid. Sin embargo, no son pocos los que ponen de ejemplo la gestión de la crisis en la capital y su área metropolitana, en comparación con la del Gobierno federal.

La OMS y México han compartido sin fisuras durante esta pandemia algunos mensajes clave, como la inutilidad de multiplicar las pruebas ante un contagio masivo. Después, la organización internacional dio un viraje e insistió en avanzar en los tests a la población ante los contagios que se producían a partir de personas asintomáticas. “La OMS ha cometido un error. No basta decir que se hagan muchas pruebas, hay que especificar cómo, dónde, a quiénes, cómo involucras a la población. Sus indicaciones no han sido suficientes”. Jorge Ramírez, médico epidemiólogo adscrito a la Facultad de Medicina de la UNAM, opina que las pruebas, muchas o pocas, “deben acercarse a los más vulnerables, algo que se ha hecho, aunque tarde, en la zona conurbada de la capital de México y que no se ha enfatizado suficientemente a nivel federal”. Aunque los últimos datos del Gobierno indican que se han visitado 2.300.000 viviendas y de los 196.000 atendidos, algunos con síntomas 1.353 fueron enviados al hospital.

Con 40 años de formación epidemiológica y algunos de ellos a ras de tierra, Ramírez considera que el mensaje político federal es demasiado científico y poco apegado a la gente. “Se han apoyado en grupos científicos que son de prestigio, sin duda, pero todas esas proyecciones no deberían haberse vinculado al mensaje del vocero. En una enfermedad nueva no se pueden hacer esas proyecciones y ofrecerlas al público, porque han fallado y se ha perdido la confianza”, asegura. Sonadas han sido las diversas previsiones de muertes y de semanas de duración de la pandemia que ha barajado el Gobierno.

Ejemplo de esa disociación entre el mensaje científico y el popular o político, es para Jorge Ramírez, el uso del cubrebocas. Se han necesitado bueyes tirando para que el subsecretario se lo pusiera, como aparece ahora cada tarde en la televisión. Su discurso sobre la eficacia de la mascarilla nunca se salió de los parámetros médicos hasta ahora aceptados (sirve para los enfermos, no para los sanos, y un mal uso puede ser contraproducente). Pero el coronavirus ha demostrado una efectividad de transmisión aérea desconocida. También la OMS, aliada incondicional de México en este extremo, necesitó que los científicos aporrearan su puerta para convencerse de que el uso de la mascarilla, sobre todo en lugares cerrados y el transporte público, era definitivo para atajar contagios. De nuevo los asintomáticos estaban en el punto de mira. “Ciudad de México no entró en esa polémica científica, se pusieron el cubrebocas y ya está, era una medida popular y sencilla, ¿por qué discutirla tanto? Claudia Sheinbaum siempre lo ha llevado”, una imagen a la que los más rancios dirigentes de medio mundo se han resistido.

“La verdad es que todavía, a estas alturas, hay muchísima gente que cree que el virus es un chisme del Gobierno y no toman conciencia hasta que les toca”, explica María Teresa Gómez, una comerciante de 49 años en Iztapalapa, en el oriente de Ciudad de México, la zona con más casos de coronavirus en el país. “Muchos no traen cubrebocas, sobre todo los niños, es como si los papás creyeran que sus hijos son de hule”, dice Gómez, proféticamente, segundos antes de que tres muchachos con la cara descubierta corran disparados frente a su juguetería, aprovechando los pasillos vacíos del mercado de Santa Cruz Meyehualco. El uso del cubrebocas es también escaso en otros territorios de varios Estados. No tanto en los barrios pudientes de cualquier ciudad, más vigilados y donde la población ha manifestado una responsabilidad y una voluntad de protección y autoconfinamiento que muchas veces ha agradecido el Gobierno públicamente, partidario como ha sido en todo momento de no perseguir ni sancionar al ciudadano, en el buen entendimiento de que las capas sociales de México y sus acuciantes necesidades no pueden compararse con las de otros países. Los datos económicos espantan tanto como el virus.

No es para menos. La pandemia ha agravado una economía que ya llevaba décadas con tasas de crecimiento mediocres. En el tercer trimestre de este año, la economía rebotó un 12%, pero venía de una caída del 17% en el periodo anterior, arrastrada por la imposición a los negocios de las medidas de confinamiento más estrictas. Tras una década de reducción moderada en los niveles de pobreza, la crisis del coronavirus amenaza con borrar los avances. Casi 11 millones de habitantes corren el riesgo de caer en pobreza extrema debido a sus magros ingresos, según un análisis del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social de mayo. Se teme que los 21 millones de personas que vivían en esa situación en 2018 se eleven a más de 31 millones, en el peor escenario que contempla el organismo.

El confinamiento y la crisis económica resultante han originado la pérdida de 12 millones de empleos, tanto en la economía formal como informal, esta última da cobijo a cinco de cada diez trabajadores de estratos muy desfavorecidos. De estos, se ha recuperado alrededor del 65%, tras la reapertura gradual de los negocios. El empleo formal ha sido más lento. En octubre, se añadieron 200.000 nuevos puestos de trabajo y ya suman un total de 400.000 recuperados desde el verano. Es menos de la mitad del 1,1 millón perdido al inicio de la pandemia. La posibilidad de un recrudecimiento de los contagios mantiene a los Gobiernos locales en estado de alerta y algunos ya han endurecido las restricciones a los comercios tras meses de relajamiento.

La actuación del Ejecutivo federal ha recibido críticas por la parquedad de los apoyos a empresas y trabajadores, mientras no ha tocado los presupuestos de sus programas prioritarios. De los países emergentes, México es el que menos recursos ha destinado a su paquete anticrisis. La principal medida ha consistido en el otorgamiento de microcréditos a pequeñas y medianas empresas, pero no ha habido estímulos fiscales y tampoco se han presentado nuevos apoyos para trabajadores que han perdido su puesto de trabajo. El presidente ha anunciado este mes indemnizaciones para las familias con víctimas mortales de la covid.

“Llega un código máter sin ventilación mecánica”, alerta la jefa de enfermeras en la UCI del Hospital Juárez en Ciudad de México. “Preparen la cama 19, por favor”. El aviso de Sandra Salas, el jueves 12 de noviembre, pone en guardia a los médicos ante una emergencia obstétrica. Se trata de una mujer embarazada que tiene coronavirus y que fue enviada un día antes desde el Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán, uno de los centros médicos más prestigiosos del país. Pero ya no había espacio para atenderla ahí.

Minutos más tarde, la mujer es trasladada a toda prisa en una camilla cubierta con una burbuja plástica e ingresada en terapia intensiva. La covid-19 no solo afecta los pulmones, también los riñones, y causa problemas en la coagulación, por lo que el feto sufre más que en un parto normal. No hay estudios que demuestren la transmisión madre-hijo a través de la placenta, pero el bebé nacerá en un ambiente rodeado por el virus. “Puede pescarlo de inmediato”, explica Luis Antonio Gorordo, el especialista a cargo de Terapia Intensiva, donde el recién nacido pasará sus primeros días de vida.

La tercera causa de muerte en México

Gorordo cuenta más de 30 embarazadas con coronavirus que han llegado hasta la UCI tan solo en ese hospital desde el inicio de la pandemia. El virus ya es la principal causa de muerte materna, según el Instituto Nacional de Perinatología, y está entre las tres principales causas de muerte del país, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

“Estamos atascados, la gente no para de llegar”, admite Claudia Molina, una de las enfermeras que atiende la emergencia. “Hay un desgaste muy fuerte, la mayoría de la población ha dejado el confinamiento, pero nosotros seguimos aquí y no hay sustitutos para el personal de salud, nadie viene a relevarnos”, explica una hora después el doctor Reyes. Tan solo en ese lapso, los pasillos del hospital se paralizan cuatro veces por el traslado de personas con covid-19.

Desde principios de junio pasado, cuando el Gobierno anunció la vuelta a la normalidad con la reanudación de actividades económicas, el sentimiento generalizado era que lo peor había quedado atrás. “Cuando se escucharon frases como ‘se ha domado la pandemia’ o ‘se aplanó la curva’, la gente se relajó mucho más, pensó 'no pasa nada”, apunta Gorordo. Opina que sí se ha logrado controlar la epidemia, pero en una parte muy alta de la curva, todavía con muchos contagios.

Por comparar con otros países, una opción a la que el Gobierno mexicano recurre a menudo y a su favor, naturalmente, España concluyó el estado de alarma nacional el 21 de junio, cuando las muertes al día rondaban la veintena. Tiempo después siguieron bajando hasta contar apenas una o dos al día. Y no es precisamente el país con la gestión más eficaz, a pesar de tener un sistema sanitario, aunque debilitado, muy sólido. Y universal. El personal médico y de enfermería ha agotado todas las lágrimas en estos meses. En México, también. Víctimas, como en todo el mundo, de crueles ataques en la calle, primero, y convertidos en héroes después.

La enfermera Alejandrina Kantún, de 34 años, está cansada de que la gente le llame heroína, porque no lo es, dice, pese a su esfuerzo por seguir atendiendo a pacientes de covid-19 en el Hospital Regional de Alta Especialidad de Yucatán. “Es mucha la responsabilidad que nos están echando. No somos héroes, somos seres humanos que estamos sufriendo, es muy deprimente ver a tantas personas morir. Nunca te acostumbras”. A medida que el interés por la pandemia se ha ido apagando, el desgaste ha alcanzado a las batas blancas. Kantún ha visto morir a cuatro compañeros y a cientos de pacientes.

Estuvo al lado de muchos enfermos antes de morir y compartió con ellos cartas y mensajes de sus familiares. “Empecé a ir a terapia desde abril, porque llegó un momento en que no quería ir a trabajar. Cuando no tenía insomnio, me asaltaban las pesadillas. Ponerme el equipo de protección me producía ansiedad. Sentir el sudor, la comezón y no poder rascarte dentro del traje es desesperante”. “Bajé de peso, dejé de comer por el temor a ir al baño y contaminarme al sacarme el equipo. Empecé a comprarme pañales para no ir al baño. ¿Sabe lo que es eso? Te sientes sucia, es horrible. Pero no tenía otra opción”.

Miles de médicos y enfermeras han requerido de atención psicológica para continuar su labor en los hospitales. “Empezaron a tener cansancio, dolores de cabeza, insomnio, fallas de atención y de memoria para después pasar a la ansiedad, la obsesión y la fatiga por compasión, que tiene que ver con un agotamiento ante una situación inevitable de no poder ayudar porque te rebasa la enfermedad”, explica el doctor José Ibarreche del Hospital de Psiquiatría Fray Bernardino Álvarez, en Ciudad de México. “El estrés y la desesperanza constantes acaban por desarrollar padecimientos más severos como trastornos de ansiedad o depresión”, puntualiza el psiquiatra.

Depresión y hartazgo, la cara oculta de la pandemia

Desde que comenzara la pandemia, el Hospital Fray Bernardino ha dado atención psicológica gratuita en línea a miles de trabajadores de la salud y puso a disposición de la población el teléfono de la vida 800 911 2000 para dar acompañamiento a quien lo necesitara. “Hemos atendido a 253 sanitarios que requirieron atención de tercer nivel, es decir, hospitalización por intentos de suicidio, brotes psicóticos, depresión y complicaciones por consumo de sustancias. Lo mayoritario han sido crisis de pánico o ansiedad. Al comienzo de la pandemia, muchos de ellos permanecieron en el hospital dos meses sin salir ni ver a su familia”.

Kantún teme que el virus la condene a morir sola, como ha visto a tantos. “Tomo antidepresivos porque dos meses después de empezar la pandemia me diagnosticaron depresión, coincidió con que tuve que mandar a mis hijos fuera de casa porque me daba miedo contagiarlos. No puedo dejar mi trabajo porque ellos dependen de mí”. Gana al mes 14.000 pesos (685,5 dólares). El sueldo de las enfermeras es de los más bajos del sector, la mitad o menos de lo que gana en promedio un médico. Los hospitales no están mucho mejor. “Llega el punto en que les decimos a los familiares del paciente que tienen que ser ellos los que compren los medicamentos porque tardan en reponerlos”, dice Kantún.

El pasado 12 de octubre cuando empezó a tener problemas para respirar, Bonifacio Estrada, de 68 años, fue llevado por su familia al Hospital HMG Coyoacán, un hospital privado al sur de Ciudad de México, pero la familia no podía permitírselo: “Nos pidieron de inicio 30.000 pesos por entrar por urgencias y después 250.000 pesos por día”, cuenta su hija Mariana Estrada.

Esa noche la familia emprendió un peregrinaje por varios hospitales de la ciudad, mientras el tiempo de Bonifacio se agotaba. Primero fueron al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, pero el hospital público estaba saturado al 100% de su capacidad y solo pudieron ponerle oxígeno y hacerle unas placas. Finalmente, Bonifacio Estrada acabó en el Hospital de La Raza del IMSS. "Mi padre abrió sus ojos grandes y dijo: ‘No, ahí no quiero ir porque los matan’, recuerda destruida su hija. “Pero, ¿qué íbamos a hacer? Ahí nos dijeron que estaban los mejores especialistas”, recuerda. El padre de Mariana falleció cinco días después por un paro broncorespiratorio. “No me perdono no haber tenido el suficiente dinero para pagar un hospital privado a mi papá”, se lamenta la mujer con la voz rota.

En el IMSS, ocho de cada diez pacientes que terminan en la UCI mueren, según datos oficiales. “No es anormal, pero es un reflejo de la situación nacional”, comenta Gorordo, del Juárez, y señala como factores determinantes la falta de personal especializado y de preparación en la reconversión de los hospitales, así como las enfermedades que agravan la covid-19, como la diabetes y la hipertensión, que afloran en uno de los países más obesos del mundo, según organismos internacionales. Hubo también una curva de aprendizaje. En el Hospital Juárez, en mayo, el 70% de los enfermos de Terapia Intensiva falleció y ese porcentaje bajó hasta el 30% en octubre. En dos hospitales privados en Hidalgo, en cambio, ningún paciente salió vivo.

Estos datos no solo reflejan la mortalidad en el país, también dan cuentan de un sistema de salud fragmentado y marcado por la desigualdad. La atención médica ha estado históricamente condicionada por la posición económica, social y laboral. Tan solo en el sector público hay hospitales para trabajadores del Estado, para empleados del sector privado, para militares, para marinos, para personas que laboran en el ámbito petrolero. En 2018, 71 millones de mexicanos no tenían cobertura sanitaria, según datos oficiales.

A pesar de todo, uno de los aciertos del Gobierno mexicano en esta pandemia, refieren los expertos, ha sido la conversión hospitalaria, es decir, el despliegue y adaptación de los hospitales antes de que llegara el tsunami, lo que ha ofrecido estadísticas de camas ocupadas moderadas y solo desbordes puntuales. en los últimos días han renovado el convenio con los hospitales privados lo que ha permitido aumentar el número de camas para covid en 150 más. Y se han incrementado también en los Estados que ahora pasan por su fase más crítica.

Decenas de personas esperan, a las afueras del Hospital General de México, información de sus familiares internados.Decenas de personas esperan, a las afueras del Hospital General de México, información de sus familiares internados.NAYELI CRUZ

Pero el espectáculo ofrecido entre las autoridades federales y los gobernadores de los Estados, no ha sido el más edificante. En numerosas ocasiones, el consenso crucial que requiere una pandemia se ha quebrado con disputas políticas acerca de su abordaje. Cuando se diseñó el semáforo epidemiológico, un sistema de cuatro colores por el que tienen que transitar los territorios hasta volver paulatinamente a la normalidad, empezaron las peleas. Los afines al Gobierno han manifestado su desacuerdo más discretamente, pero los de signo contrario no se han callado un ápice.

El Consejo de Salubridad General se creó en 1917 con el respaldo de la Constitución mexicana y aún existe. Es un organismo que otorga al presidente capacidad de comandante en jefe en situación de catástrofes y emergencias, también sanitarias, como una pandemia. “Apenas se ha convocado dos o tres veces. Y es ese organismo el que debería haber gestionado la pandemia, en busca de decisiones firmes y acatadas por todos. En esa mesa están los secretarios [ministros] y representantes estatales”, empieza el epidemiólogo Jorge Ramírez. Opina que el vocero del Gobierno, López-Gatell, ha cargado demasiado peso, “y le desborda”. “Creo que los gobernadores hubieran tenido más interacción con el Consejo que con una sola persona”. Un organismo del que emanen decisiones unánimes. “Creo que estamos a tiempo de recuperar la unidad en todo el país”, afirma.

El semáforo que marcó la vuelta a una normalidad muy precoz, como se demuestra tristemente cada día, ha sido uno de los elementos más polémicos, en efecto. Y más variables. Los criterios para colorear el mapa han causado muchas tensiones y quién sabe si trampas para ir abriendo las economías antes de tiempo. Es casi imposible asegurarlo, porque faltan muchos datos públicos. Para empezar, esos criterios, que empezaron siendo cuatro o seis, ahora son 10 y sobre ellos el Gobierno parece guardar un estricto secreto. Al menos no responden cuando se les pregunta. Pero aquí están: tasa de reproducción efectiva (tendencia de casos); tasa de incidencia de casos estimados por 100.000 habitantes (ambas sujetas a la ya mencionada falta de pruebas diagnósticas, que no es igual en todo lugar); tasa de mortalidad por 100.000 habitantes; tasa de hospitalización por 100.000 habitantes; porcentaje de camas generales ocupadas y de camas con ventilador ocupadas (en muchos Estados se desconoce cuántas hay en total o si van cambiando, lo que impide tener una referencia); tasa semanal de positividad; tendencia de casos estimados por 100.000 habitantes (mide la velocidad de cambio); tendencia de mortalidad por 100.000 habitantes y tendencia de casos hospitalizados por 100.000 habitantes. Un galimatías de difícil transparencia pública que impide a los analistas determinar si las cosas se están haciendo bien o quién las hace mejor o peor. Faltan muchos datos, se quejan.

Más fácil ha sido para los periodistas, encargados de contar lo que pasaba dentro y fuera de los hospitales, recurrir a su propia mirada y a los testimonios de las víctimas. La vida y la muerte se han estado cruzando en todo es tiempo. Muchos niños han nacido bajo las balas víricas, pero en México también han muerto más que en otros países: hasta 268 menores de 14 años. En Reino Unido, por ejemplo, no hay fallecidos por debajo de los 20.

Después de ocho meses de pandemia y cuando creíamos haberlo visto todo, el virus sigue revelando facetas desconocidas. El coronavirus se presentó como un padecimiento súbito y letal, pero han surgido los primeros casos de pacientes con síntomas prolongados, que llevan meses con dolor de cabeza intenso, pérdida del olfato y el gusto, dificultad para respirar, tos persistente, fatiga y cansancio extremo. Casos de larga duración que ya no están infectados, pero que siguen en un limbo de molestias, como Adrián Leonardo o Laura Mancilla. Los médicos todavía no saben por qué no logran recuperarse del todo, muchos de ellos temen convertirse en enfermos crónicos o quedar con secuelas físicas y psicológicas irreversibles.

“Es como ser el apestado, te ves obligado a decir que ya no tienes el virus aunque lo parezca. Soy joven para morirme, pero no dejo de pensar en ello”, dice Leonardo, de 37 años. “He gastado más de 60.000 pesos (3.000 dólares) y ya no tengo más ahorros, así que no puedo seguir tratando de dar con mi diagnóstico”, dice Mancilla, de 38 años, que lleva siete meses con problemas para respirar y sentencia: “Esto es hasta donde el bolsillo te alcance”.

Mientras, la población entera, con y sin batas blancas, sigue esperando una vacuna como el maná. México perdió el empuje internacional que tuvo hace décadas en ese ámbito y ahora su territorio es más bien un campo de ensayo para las grandes multinacionales. “Esta pandemia tiene que ser un parteaguas generacional, necesitamos estar preparados porque ya no podemos hablar de ‘si esto va a pasar’, es más bien 'cuando pase otra vez”, afirma Gorordo, del Juárez. Serán estos niños que hoy nacen los que marquen las pautas de lo que viene y los que empujen más allá de lo que se ha hecho hoy.

“Fue un milagro, nunca les había tocado atender a un recién nacido en esas circunstancias y varios días estuvo muy malito, afortunadamente no se contagió”, afirma Grande, el padre de José Luis, que pasó los primeros 18 días de su vida en observación médica. El bebé que nació con la pandemia acaba de cumplir siete meses y ya le da por gatear. “Él fue la alegría más grande en el peor momento de mi vida y el bálsamo que me dio otra vez un empujón para no dejarme caer”, afirma el padre, que se ha refugiado en la religión y en los recuerdos que Gabriela dejó en redes sociales. Lidiará con el dolor, preparará otra vez los dulces de nuez que a su esposa le gustaba vender para Navidad y buscará sacar a sus niños adelante. “Quiero que mi hijo sepa quién era su madre y trato de decirle siempre a mi otra hija que en José Luis vamos a ver a su mamá”, dice antes de colgar el teléfono. “Esta es nuestra nueva realidad”.

martes, 17 de noviembre de 2020

¡Fue la corrupción!

Sergio Sarmiento en MURAL 17 Nov. 2020

"Cuando alguien acusa, verifica que no sea el culpable".

Piers Anthony

 El gobierno cuenta con una explicación fácil para todos los problemas que enfrenta: la culpa la tiene la corrupción de los gobiernos anteriores, ¡siempre! La explicación se usa por igual para las inundaciones de Tabasco que para la falta de medicamentos o vacunas. Poco importa si antes no se registraba el problema.

En este 2020 se ha documentado en México una importante escasez de medicamentos, entre ellos los oncológicos pediátricos. El desabasto empezó en las instituciones públicas, pero se ha extendido al mercado privado. Las vacunas también han escaseado. El Observatorio Mexicano de Vacunación señala que 1.7 millones de niños mexicanos buscaron vacunas o refuerzos sin encontrarlos; en 87 por ciento de los casos el biológico no estaba disponible.

La respuesta del subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha sido echar la culpa a la corrupción de los gobiernos anteriores: "Hoy estamos tratando de reconstruir sobre el daño hecho, particularmente entre 2015 y 2018... Desde el sexenio pasado heredamos grandes vicios de compañías fantasmas que vendían vacunas al gobierno como intermediarias y algunas de estas compañías fueron inhabilitadas por múltiples irregularidades... Al quedar inhabilitadas dejaron un vacío, pero estas compañías eran las dueñas del registro sanitario. La vacuna contra la tuberculosis y la triple bacteriana son las que tuvieron mayor afectación y, en su momento, también la del sarampión".

Lo que no dice el subsecretario es que el presidente López Obrador primero atacó desde su púlpito mañanero a las principales farmacéuticas y distribuidoras de medicamentos del país, acusándolas sin pruebas de corrupción, y después los inspectores de Cofepris encontraron supuestas irregularidades en sus plantas de producción y cerraron varias. El gobierno tomó, además, control del proceso de compras de medicamentos del sector público, que llevaba a cabo con éxito el IMSS, y se lo dio a la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda, que carecía de experiencia en el ramo. En las licitaciones no se permitió que los precios incluyeran el costo de distribución, como si no existiera; y, por otra parte, Hacienda impuso precios excesivamente bajos, lo que hizo que muchas claves quedaran desiertas.

El gobierno negó en un principio que hubiera desabasto de medicamentos y denunció una campaña de desinformación pagada por los supuestos corruptos. Al final reconoció el problema y decidió salir a comprar medicamentos al extranjero, para no tener que hacerlo de las farmacéuticas mexicanas. Decidió, además, exentar a las firmas extranjeras de las estrictas condiciones que Cofepris aplica a quienes producen medicamentos en nuestro país. No hay ningún indicio de que haya logrado ahorros en estas compras, ni queda claro si los fármacos que se están importando son seguros. El gobierno, sin embargo, se encontró con la realidad de que para surtir estas cantidades masivas se requieren muchos meses de producción, por lo que era muy difícil encontrar firmas extranjeras que pudieran surtir lo que pedía.

Yo no sé si había corrupción antes, ya que el gobierno no ha presentado pruebas, pero cuando menos había una mejor provisión de medicamentos. Si bien la excusa de todo hoy es la corrupción de los gobiernos anteriores, la información disponible sugiere que el desabasto de medicamentos y vacunas es producto de una serie de malas decisiones del actual gobierno. Por eso estábamos mejor cuando estábamos peor.

· MUERTES Y CASOS

  México tiene 9.8 muertes por cada 100 casos confirmados de Covid-19. Es por mucho la peor tasa del mundo. En segundo puesto está Irán, con 5.4, y en tercero Italia, con 3.8. Estados Unidos registra 2.2 (Johns Hopkins). Esto se debe en parte al bajo nivel de pruebas de México, pero también al deterioro de los hospitales públicos mexicanos.

@SergioSarmiento

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Biden, católico

 Mario Arroyo en MURAL 11 Nov. 2020

Joe Biden es el segundo presidente de Estados Unidos en profesar la fe católica, en su página oficial tiene una entrada dedicada a "los católicos por Biden", donde luce una maravillosa foto saludando al Papa Francisco. Ha sido felicitado por el arzobispo de Los Ángeles, el mexicano José Gómez, presidente de la Conferencia Episcopal Norteamericana. Sin embargo, su agenda política ha despertado severas reservas en esa conferencia episcopal, la cual ha tenido que adecuar su postura ante la victoria del demócrata.

Antes de la elección no se podría decir que la Conferencia Episcopal estuviera con Trump, pero sí que no estaba con Biden, por su política de quitar toda traba a la práctica del aborto. De hecho, le fue negada una vez la recepción de la Eucaristía -pues es católico practicante- por ese motivo. La ley de la Iglesia establece que un político que esté a favor del aborto y lo promueva no puede recibir la sagrada comunión. Por su parte, la Conferencia Episcopal, en el documento "Formando la conciencia para ser ciudadanos fieles: llamado de los Obispos Católicos de los Estados Unidos a la responsabilidad política", señaló con claridad: "La amenaza del aborto sigue siendo nuestra máxima prioridad, porque ataca directamente a la vida misma, porque tiene lugar dentro del santuario de la familia y por la cantidad de vidas destruidas". En este sentido, "se decantó" decididamente en contra de Biden, insistiendo en que la defensa de la vida es el "tema preeminente" para un católico a la hora de votar, por encima de otras consideraciones de orden económico, social o político.

Una vez pasadas las elecciones, no le quedó a la Conferencia Episcopal sino aceptar la nueva realidad. Prudentemente reconoció al Presidente electo e hizo un llamado a la unidad. En su comunicado, el arzobispo Gómez señala: "Damos gracias a Dios por la bendición de la libertad. El pueblo estadounidense ha hablado en esta elección... Creo que, en este momento de la historia de Estados Unidos, los católicos tienen el deber especial de ser pacificadores, promover la fraternidad y la confianza mutua". La Iglesia trabaja por la unidad o, visto de otra perspectiva, sabe perder. "Reconocemos que Joseph R. Biden, Jr., ha recibido suficientes votos para ser elegido el 46º presidente de Estados Unidos. Felicitamos al Sr. Biden y reconocemos que se une al difunto presidente John F. Kennedy como el segundo presidente de Estados Unidos en profesar la fe católica". Podríamos añadir a monseñor Gómez: "profesa la fe católica, pero no es coherente con su doctrina", por lo menos en ese rubro. En cambio, Biden está a favor de abolir la pena de muerte.

La causa pro-vida, mucho más amplia que la fe católica, pues aglutina a evangélicos, judíos, musulmanes e incluso agnósticos y ateos, ha recibido un duro golpe. Es verdad que la otra opción tampoco era ideal. No es que los obispos animaran a votar por Trump, sino a no hacerlo por Biden; cabría la opción de no votar, anular el voto o votar por otra persona. Lo peligroso de "la era Trump" es que en su atractivo estaba su peligro. Ningún Presidente había apoyado tan decididamente la causa por la vida, ninguno se había opuesto con su claridad y firmeza al aborto. Por eso era saludado y reconocido por todos los que somos pro-vida. Sin embargo, pocos presidentes tan estridentes como él había tenido Estados Unidos, quizá ninguno. Como dijo un buen amigo, "no es la clase de persona con la que dejaría salir a mi hija". El peligro estriba en que se asocie la causa pro-vida a las estridencias de su personalidad, lo que la volvería poco atractiva, si no impresentable.

Biden, más político que Trump, nada más ganar ha hecho un llamado a la unidad. A los que estamos a favor de la vida, no nos queda sino esperar que se dé cuenta de que la mitad de su país no apoya su postura abortista y sea moderado, gobierne para todos, no solo para el ala radical demócrata. Los obispos norteamericanos, agotados los recursos humanos, miran al Cielo: "Le pedimos a la Santísima Virgen María... que interceda por nosotros. Que ella nos ayude a trabajar juntos para cumplir la hermosa visión de los... fundadores de Estados Unidos: una nación bajo Dios, donde se defiende la santidad de cada vida humana y se garantiza la libertad de conciencia y religión".

p.marioa@gmail.com

Todos al diablo

 10/11/2020 Macario Schettino

Prácticamente todos los jefes de Gobierno en el mundo han felicitado ya a Joe Biden por su triunfo en la elección presidencial de Estados Unidos. Queda un puñado de autócratas que prefieren que ese país se debilite, o que el 'populismo' no muera, porque se trata de dos grupos claramente distintos.

Trump insiste en que él ganaría si sólo se contaran los votos legales, que son obviamente los que él defina como tales. No tiene evidencia alguna de fraude, ni argumento legal válido, pero sí el apoyo de votantes muy leales, facilitadores mediáticos, y políticos irresponsables. Exactamente como ocurrió en México en 2006, cuando López Obrador se quejó de un fraude inexistente.

Lo recordaba en estos días David Luhnow, editor para América Latina del WSJ: tuvimos un proceso transparente, en el que más de un millón de mexicanos, en más de 130 mil casillas, hicieron su mejor esfuerzo por contar adecuadamente los votos. Como todos los seres humanos, tuvieron errores, y en el recuento que se hizo de cerca de 20 por ciento de las casillas, AMLO acabó perdiendo votos. Pero eso no le impidió seguir echando basura a las instituciones, creando una duda permanente en los procesos electorales. Al día de hoy no hay evidencia alguna de que la elección de 2006 hubiese sido fraudulenta. Un ciudadano de Tijuana (@rtoursg) solicitó a Presidencia de la República la documentación que respaldaría los dichos presidenciales, y en agosto de 2019 se le respondió que no se localizó evidencia documental de ellos.

Sin embargo, la sombra de duda en los procedimientos institucionales que logró sembrar AMLO en 2006, y que es la fuente de la polarización que hoy vivimos, le fue redituable. Doce años después logró capitalizarla, y con ello instalarse en la presidencia, desde la cual continúa atacando instituciones, personas, medios, con el único fin de pescar en río revuelto. Es una estrategia de poder, falta de cualquier decencia (recordando lo que platicamos ayer) o rasgo cívico.

Eso precisamente busca hacer Trump. Abandonará la presidencia en 70 días, pero con base en acusaciones falsas podrá atribuir a persecución política todos los juicios que tiene pendientes, y con algo de suerte logrará ser candidato nuevamente en 2024. Lo único que le importa es mostrar que él nunca pierde, y que siempre es víctima. Si el costo es dividir al país y destruir las instituciones, no importa, lo pagarán otros. Son iguales.

Justo a este tipo de procesos es a lo que me he referido en varias ocasiones cuando insisto en que nuestra forma de entender el mundo se vino abajo. Recuerde usted que no somos capaces de asimilar la realidad, que es muy compleja, y la simplificamos mediante cuentos. De todos ellos, lo más importante es identificar en quién se puede confiar y en quién no, qué estructura de poder es legítima, cómo nos ubicamos al interior de ella. Cuando alguien logra poner en duda esa narrativa, todo queda abierto, es decir sujeto a la violencia.

Esto es algo que intuitivamente conocen los defraudadores, como los dos mencionados. Saben que cuando se desdibuja el mapa de la confianza, hay espacio para engañar, y casi cualquier declaración será aceptable. Una vez logrado eso, los tuits o las mañaneras van saturando de mentiras a un público que ya no tiene referencias para bloquearlas.

Reconstruir la confianza en las instituciones será un proceso muy largo y difícil, una vez que empiece. Ni en México ni en Estados Unidos estamos cerca de ese principio, mucho menos del final. Insisto en que la construcción de la narrativa que sostendrá las instituciones deberá ser compatible con las redes sociales, y por lo mismo será diferente de la que utilizamos hasta hace muy poco. Prepárese, porque va a tardar.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Sin felicitación

Sergio Sarmiento en MURAL 09 Nov. 2020

"Es cierto que la campaña de fobia contra migrantes y mexicanos le funcionó a Donald Trump para ganar la presidencia, pero no le servirá... para mantenerse con popularidad en el gobierno y lograr la reelección".

Andrés Manuel López Obrador, Oye Trump, 2017

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador se apresuró a felicitar a Luis Arce, el candidato de Evo Morales y del Movimiento al Socialismo (MAS), tras la elección de Bolivia del 18 de octubre. Si bien solo se habían contado oficialmente 18 por ciento de los votos, y Arce se encontraba todavía en segundo lugar, el canciller mexicano Marcelo Ebrard recurrió a Twitter poco después de que se difundieron las encuestas de salida: "Las más sinceras felicitaciones de México al pueblo boliviano por la extraordinaria jornada democrática en la que fue electo Luis Alberto Arce, entrañable compañero y amigo de nuestro país... ¡¡¡Bravo por el Estado Plurinacional de Bolivia y su pueblo!!!".

El presidente López Obrador también ofreció sus felicitaciones antes de que terminara el conteo oficial: "Felicitamos a Luis Alberto Arce Catacora quien triunfó ayer en las elecciones presidenciales de Bolivia. Celebramos que un grave conflicto se resolvió por la vía pacífica y democrática. Saludo organizaciones sociales, pueblos originarios, a Evo, al MAS y al pueblo boliviano".

No hemos visto esa misma celeridad en el triunfo de Joe Biden, el candidato demócrata a la Presidencia de Estados Unidos que se definió este 7 de noviembre. En lugar de felicitar al ganador, el canciller mexicano señaló que "el presidente López Obrador fijará la posición de México respecto a las elecciones en EU en cuanto arribe a Villahermosa". Ya en la capital de Tabasco, el Presidente declaró: "Vamos nosotros a esperar a que se terminen todos los asuntos legales. No queremos ser imprudentes... Queremos ser respetuosos de la autodeterminación de los pueblos y respetuosos del derecho ajeno... Nosotros padecimos mucho de las cargadas, de cuando nos robaron, una de las veces, la Presidencia, y todavía no se terminaban de contar los votos y ya algunos gobiernos extranjeros estaban reconociendo a los que se declararon ganadores".

De esta forma, López Obrador evitó unirse a los gobernantes democráticos que felicitaron a Biden, como Justin Trudeau de Canadá o Angela Merkel de Alemania, y se colocó en la lista de los autoritarios o populistas, como Vladimir Putin de Rusia y Jair Bolsonaro de Brasil, que se resistieron a hacerlo.

López Obrador apostó en esta campaña a Donald Trump. Si bien en su libro Oye Trump de 2017 consideró que "el empeño de estigmatizar a los mexicanos en una forma similar a la que Hitler estigmatizó a los judíos es legal, moral y políticamente inadmisible", este sábado agradeció a Trump que "no ha sido injerencista". López Obrador visitó a Trump en Washington ya en tiempos de campaña, para darle un respaldo político con la comunidad mexicano-estadounidense, y le permitió utilizar imágenes de esa visita en su propaganda.

El propio Trump ha asumido una posición que recuerda la de López Obrador en las campañas electorales que perdió. Se ha negado a reconocer su derrota, ha afirmado ser víctima de un fraude y ha empezado acciones legales para tratar de revertir el resultado electoral. Quizá por eso Andrés Manuel se ha negado a felicitar a Biden, mientras que los grupos lopezobradoristas han asumido la defensa de Trump en redes sociales. No deja de ser curioso, si recordamos lo critico que fue López Obrador con Trump y sus políticas antes de llegar a la Presidencia de México.

· CONGRESO

 Biden tratará de revertir varias políticas de Trump en materia migratoria y ambiental, pero no le será fácil. Hasta el momento parece que el Senado permanecerá en manos de los republicanos mientras que en la Cámara de Representantes los demócratas tendrán una mayoría disminuida.

@SergioSarmiento

viernes, 6 de noviembre de 2020

¡Es la polarización, estúpido!

Carlos Bravo Regidor  en MURAL 06 Nov. 2020

Sea quien sea el nuevo inquilino en la Casa Blanca, lo que pasó el martes pasado en Estados Unidos nos obliga a cuestionar una idea que por demasiado tiempo hemos dado por sentada en México. ¿A qué me refiero? A que muchos hemos considerado que los niveles relativamente altos de aprobación que mantiene el presidente López Obrador se explican, al menos en parte, como consecuencia de que los partidos de oposición están divididos y débiles. La gestión lopezobradorista ha arrojado resultados negativos en múltiples frentes que en teoría tendrían que causar descontento entre la población y costarle apoyos al Presidente. Pero en la medida que ese descontento no encuentra un destino claro adonde migrar ni en el cual agruparse, el efecto esperable no se produce y López Obrador se sostiene dentro de rangos de popularidad más o menos elevados. El argumento suena razonable, convincente. Lo ocurrido esta semana en el proceso electoral estadounidense, no obstante, lo pone en entredicho.

¿Por qué? Porque el gobierno de Donald Trump también ha tenido resultados negativos en múltiples frentes y allá sí hay una oposición fuerte y unida, pero el efecto esperable tampoco se observó. Sí, aún no hay cifras definitivas y las tendencias apuntan a que lo más probable es que Trump perderá la Presidencia. En los niveles de votación que obtuvo, sin embargo, no existe rastro alguno de que el electorado estadounidense le haya cobrado la factura de su gestión. En 2016, con un porcentaje de participación del 58%, obtuvo casi 63 millones de votos; en este 2020, con un porcentaje de participación que se calcula por encima del 65%, y sin que se hayan terminado de contar todavía los votos, ya registra más de 68 millones. La participación habría crecido un 7%; su votación, al menos un 8%. Su derrota, si se concreta, no podrá atribuirse al descontento de los estadounidenses con su gobierno; comparado con el saldo de hace cuatro años en cuanto al voto popular, le fue mejor.

Que a estas alturas aún no sepamos bien a bien si ganó o perdió, en parte por el problema del tiempo que toma contar los cerca de cien millones de votos que se emitieron de manera anticipada, pero en parte también por lo competitiva que resultó su candidatura, sobre todo en varios estados clave del colegio electoral, ya es en sí un testimonio muy revelador. Por un lado, de que la existencia de una oposición unida y fuerte no basta; por el otro, de la vitalidad que conserva el trumpismo a pesar de la abultada evidencia sobre la desfachatez, el deterioro y la destrucción que han caracterizado a la Presidencia de Trump. En suma, y contra lo que hemos querido suponer para el caso mexicano, quizá la fortaleza de AMLO no tenga tanto que ver con el hecho de que la oposición esté dividida y débil sino con la posibilidad, tal y como parece sugerirlo el fenómeno trumpista, de que el apoyo popular a ese tipo de liderazgos tenga menos que ver con los indicadores objetivos sobre su desempeño en el poder que con su capacidad de conectar con un sector del electorado mediante la polarización. ¿Qué importan los datos cuando lo que manda son los antagonismos?

Creo que la campaña de Biden intentó, muy deliberadamente, no polarizar. La suya fue una candidatura sobria, ecuánime, moderada, muy para los votantes de centro. Quizá con eso haya logrado aglutinar a una mayoría para hacerse del triunfo. No sería poca cosa, desde luego. Sería una gran hazaña, digna de ser reconocida y celebrada. Con todo, convendría no ignorar las señales de la acera de enfrente, no evitar las preguntas incómodas. El trumpismo pudo haber perdido, pero no está muerto: está más fuerte que hace cuatro años. ¿Podrá sobrevivir sin Trump? ¿Qué tanto lo acompañará en su estrategia de desconocer los resultados? ¿O acaso lo dejará morir solo? ¿Fue Trump el que polarizó a esos sectores? ¿O fueron esos sectores los que le impusieron a Trump su propia polarización? ¿Qué lecciones hay ahí para México?

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@carlosbravoreg

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Traidor a la patria

 Sergio Sarmiento en MURAL 04 Nov. 2020

"Es un déspota todo aquel que

cree que ser opositor al gobierno

es ser un traidor a la patria".

Juan Bautista Alberdi

 

 El presidente Andrés Manuel López Obrador prometió en varias ocasiones no realizar una cacería de funcionarios de gobiernos anteriores. En su discurso inaugural ante el Congreso el 1o. de diciembre de 2018 declaró: "Al contrario de lo que podría suponerse, esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie, porque no apostamos al circo ni a la simulación... En consecuencia, propongo al pueblo de México que pongamos un punto final a esta horrible historia y mejor empecemos de nuevo; en otras palabras, que no haya persecución a los funcionarios del pasado, y que las autoridades encargadas desahoguen en absoluta libertad".

La promesa no se ha cumplido. Esto lo demuestra el caso de Rosario Robles, la expresidenta del PRD y ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, que tuvo en su momento diferencias con López Obrador y posteriormente fue secretaria de Desarrollo Social con Enrique Peña Nieto. Robles se encuentra en la cárcel enfrentando un proceso por "ejercicio indebido del servicio público" ya que, presuntamente, no informó a su superior, el presidente de la República, sobre unos desvíos de recursos. Como he señalado en este espacio, hay razones para procesarla, pero la omisión no amerita prisión preventiva, especialmente cuando consideramos que ella vino del extranjero para presentarse ante el juez. No hay riesgo de fuga; debería enfrentar su proceso en libertad, como dice la ley.

Las dudas generadas por este caso se ratifican por las acusaciones que la Fiscalía General de la República ha presentado contra Luis Videgaray. Las declaraciones de Emilio Lozoya obligan, por supuesto, a citar a declarar al exsecretario de Hacienda y excanciller, pero por sí solas no son suficientes para iniciar un proceso, especialmente porque sabemos que Lozoya es un "testigo colaborador", al cual se le dan beneficios a cambio de "delatar" a altos funcionarios de gobiernos anteriores. El ánimo de venganza, más que de justicia, se manifiesta en el hecho de que la FGR esté presentando acusaciones no solo por financiamiento ilegal de campañas y cohecho, sino, increíblemente, por traición a la patria. La petición de la Fiscalía ha sido rechazada en dos ocasiones por un juez federal, pero al parecer la Coordinación General de Investigación está preparando un nuevo expediente para pedir, por tercera vez, la aprehensión.

A los casos anteriores podemos agregar la insistencia del presidente López Obrador de realizar una consulta popular para enjuiciar a sus predecesores. La pregunta tendenciosa que él redactó fue rechazada por la Suprema Corte, pero esta aportó una nueva pregunta, vaga y sin personalizar, al mismo tiempo que determinó que el resultado de la consulta no sería vinculatorio. Este fallo a la medida ha sido cuestionado por muchos juristas.

Yo, en lo personal, no estoy de acuerdo en perdonar a nadie por delitos cometidos, y menos a exfuncionarios. El borrón y cuenta nueva de López Obrador no es ni ética ni legalmente aceptable. Las leyes están hechas para acatarse, y con más razón por quienes han jurado cumplirlas y hacerlas cumplir.

Pero si va a haber acusaciones, que sean justas. Aunque hay razones para procesar a Robles, no las hay para mantenerla encarcelada sin que se le haya declarado culpable. También hay elementos para que declare Videgaray por presuntos delitos electorales y quizá cohecho, pero no para acusarlo de traición a la patria. Estamos viendo esa cacería de brujas que López Obrador prometió no realizar.

 

· PARADOJA

 En su libro de 2017 ¡Oye, Trump!, López Obrador afirmó que "la campaña de fobia contra migrantes y mexicanos" no le alcanzaría a Donald Trump para "lograr la reelección". Hoy, paradójicamente, López Obrador ha sido aliado de Trump en su lucha por reelegirse.

@SergioSarmiento

lunes, 2 de noviembre de 2020

Lo que mal empieza, mal acaba

Lourdes Mendoza

Déjenme contarles de un pequeño gran detalle de las licitaciones de construcción del Tren Maya que asignó Fonatur, de Rogelio Jiménez Pons. Pensé evocar aquel refrán que dice: “Al mejor cocinero se le va un tomate entero”, peeeeero estos no son precisamente los mejores cocineros. Mucha supuesta vigilancia, transparencia y asesorías internacionales, pero en pleno desconocimiento de las leyes mexicanas. ¡Así como lo están leyendo!

Documentos de Fonatur sobre Tren Maya.
Documentos de Fonatur sobre Tren Maya.Especial.

Con nombre y apellido

La responsabilidad es del director jurídico de Fonatur, Alejandro Varela Arellano, quien sacó a relucir su limitada experiencia. Tampoco lo previeron los asesores extranjeros de Fonatur como PriceWaterHouse, Steer, Mextypsa y SenerMex (no se dejen engañar, aunque se ponen 'mex' estas últimas son españolas). Ni los abogados, como el despacho internacional CMS Woodhouse Lorente Ludlow, que ha cobrado, hasta donde sabemos, por lo menos 50 mdp por sus servicios a Fonatur.

Hasta ahora han asignado cuatro grandes contratos de construcción del Tren Maya.

El Tramo 1, con un costo de más de 15 mmdp, fue para el consorcio liderado por China Communications Construction Company (China) y a Mota Engil (Portuguesa).

El Tramo 2, con un costo de más de 18 mmdp, a Operadora CICSA de Carlos Slim, junto con FCC Construcción, también de Carlos Slim, pero la empresa es española.

El Tramo 3, con un costo de más de 10 mmdp, fue para Gami, junto con Construcciones Urales (española) y AZVI (española también).

El Tramo 4, con un costo de más de 25 mmdp a ICA.

Pero a todo esto, ¿cuál fue el tomate entero que se les fue?

Legisladores de oposición, PAN (Mauricio Kuri, Romero Hicks), MC (Dante Delgado,Tonatiuh Bravo), PRI (Osorio Chong, René Juárez), PRD (Mancera, Verónica Juárez) aquí les dejo un garbanzo de a libra…

Resulta que la Ley de Inversión Extranjera, en el artículo 8º dice que se requiere resolución favorable de la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras para que la inversión extranjera participe en un porcentaje mayor a 49 por ciento en la construcción, operación y explotación de vías férreas que sean vía general de comunicación, y prestación del servicio público de transporte ferroviario. Es decir, debieron de haber pedido permiso para esto, y las dependencias deberían de haberlo exigido desde las bases de licitación.

En teoría…

Las leyes se hicieron por algo, de entrada, para respetarse, pero en el fondo su razón de ser es proteger a la industria mexicana y, en este caso, a las constructoras mexicanas del sector ferroviario. ¿Qué dice la CMIC?

Al parecer en todos lados se cuecen habas, porque el Corredor Interoceánico, de Rafael Marín Mollinedo, también violó la ley cometiendo el mismo error. Asignó contratos de construcción de vías férreas a empresas extranjeras que no cuentan con dicha resolución. Ahí las ganonas fueron otra vez las españolas: Comsa, Caltia y Construcciones Urales.

Tras leer esto seguro ahora harán hasta lo imposible por convocar a la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras para subsanar la ilegalidad, ¿y las demandas pertinentes, apá?

Sin duda, los proyectos ferroviarios de este sexenio han sido grandes promotores de la península, pero no la de Yucatán, sino de la península Ibérica, pues la ley que violaron está para defender y proteger a las constructoras ferroviarias mexicanas.

Ah, ya también hice lo propio en Transparencia y miren lo que me contestaron en la Secretaría de Economía: que no pueden dar información a terceros. Sí, sin palabras.

Documento de Transparencia sobre inversión extranjera.
Documento de Transparencia sobre inversión extranjera.Especial.

SFP nos miente

En la columna del lunes 19 de octubre, con documentos en mano, les demostré cómo la secretaría que dirige Irma Eréndira Sandoval simulaba revisar Dos Bocas. Hoy les puedo comentar que, según las disposiciones de esta dependencia, el mecanismo por ley para reportar los avances físicos financieros de los trabajos del Tren Maya es mediante la Bitácora Electrónica y Seguimiento de Obra Pública (BESOP). En dicho sistema, se deben reportar las incidencias de los trabajos, instrucciones, cambios, aprobaciones, avances, etcétera.

Luego entonces, para averiguar si los avances reportados en ese sistema coinciden con los de las mañaneras, solicité por Transparencia, para variar y no perder la costumbre, a la SFP y al OIC dichos avances y para mi sorpresa –échense un fuerte por el coraje que harán– informaron que NO se tienen registros y que Fonatur estaba actualizándolos, por lo que ¡no había nada que reprochar! Quihúboles… esos son arrestos.

Sin embargo, fuentes al interior de la entidad me informan que esto NO es así, porque el OIC hizo llegar a Roger Francois Desdier Tello, subdirector de Obras de Fonatur, un oficio apercibiendo el incumplimiento en las anotaciones de bitácora y de los avances de las obras.

Documentos de Transparencia sobre Tren Maya.
Documentos de Transparencia sobre Tren Maya.Especial.

COROLARIO…

¿Será acaso que, como le he reportado antes, ya se hicieron bolas con los avances y están trabajando a marchas forzadas para hacer los Convenios para 'santificar' el desmantelamiento anticipado y precipitado de la vía vieja, previsto para 2022, a falta de los proyectos aprobados y el abrupto cambio del eje de trazo?

Hasta aquí mi reporte, Joaquín (López Dóriga)… ¡Ah, no! Ja ja ja, pero de que seguiré informando en esta Sobremesa, lo seguiré haciendo. Y sólo por darles un adelanto, el Tramo 5 va a ser un tiradero.

Apóstoles

Sergio Sarmiento en MURAL 02 Nov. 2020

"La forma más rápida de terminar

una guerra es perderla".


George Orwell

No es solo el presidente López Obrador. Muchos apóstoles de la Cuarta Transformación tienen una visión extraordinariamente positiva, religiosa, de sí mismos y de su trabajo. En su carta de renuncia, el exsecretario de Seguridad Ciudadana Alfonso Durazo declaró: "La historia, que es en su esencia insobornable, juzgará a su debido tiempo nuestro desempeño y habrá de ser sin duda generosa; no pasará en vano el cumplimiento de nuestra responsabilidad con tintes de apostolado".

Durazo parece convencido de que en "estos casi dos años de gobierno, hemos cambiado las características del Estado en materia de seguridad". Se enorgullece de haber terminado "el contubernio" de las autoridades con la delincuencia y de haber creado la Guardia Nacional, "entidad de trascendencia histórica". Y añade: "Nuestro país registra ya una disminución sensible en 13 de los 17 rubros de la incidencia criminal que afectan más directamente a la población, como robo de vehículos y a casas habitación, secuestro, asalto a transeúntes, entre otros. Incluso, durante 2019 se logró un punto de inflexión en el número de homicidios dolosos".

No es la impresión de muchos. En marzo de este 2020, 73.4 por ciento de los mexicanos declaraba al INEGI que vivir en su ciudad era inseguro. Esta percepción de inseguridad se había elevado de 71.4 por ciento en septiembre de 2019 y era fundamentalmente igual al 73.7 por ciento de diciembre de 2018, el mes de cambio de gobierno. Es verdad que hubo una baja sensible, hasta 67.8 por ciento, en septiembre de 2020, pero solo después de que se canceló la encuesta del INEGI de junio y en un momento en que la pandemia generó, con el encierro, una disminución de muchos delitos.

La disminución en varios delitos del fuero común, sin embargo, no se ha reflejado en el homicidio doloso, el delito en el que hay menos cifra negra. Si bien ya no está creciendo, alcanzó su máximo histórico en 2019. El estancamiento de 2020 puede deberse más a la pandemia que a un supuesto éxito de la estrategia de seguridad del gobierno.

Fue correcto, a mi juicio, recuperar la Secretaría de Seguridad y echar atrás la decisión de Enrique Peña Nieto de enterrar la función en la Secretaría de Gobernación. Pero la idea de que se está teniendo éxito solo porque el gabinete de seguridad se reúne todos los días muy temprano y es presidido por el Presidente es una ilusión o una simple tontería.

Los delitos del fuero común que han disminuido no son responsabilidad de la Guardia Nacional, la cual, de cualquier manera, no ha sido manejada por el secretario de Seguridad sino por la Secretaría de la Defensa. El gran fracaso de la nueva corporación se hizo evidente con el culiacanazo del 17 de octubre de 2019, cuando un grupo de la Guardia Nacional trató de detener a Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, pero se vio obligado a liberarlo ante la violenta respuesta del cártel de Sinaloa. El episodio reveló falta de claridad en objetivos y acciones de las fuerzas federales, pero también que el secretario de Seguridad no estaba tomando las decisiones que corresponderían a su cargo.

Quizá podamos argumentar en desagravio que Durazo no tenía experiencia en seguridad. Pero su sucesora, Rosa Icela Rodríguez, tampoco. Eso aterra. La seguridad es uno de los retos más importantes del gobierno. La Secretaría no debería ser un lugar para dar empleo a aprendices. La lealtad ciega no es un sustituto de la preparación y la capacidad.


MEXICANIZARSE

La elección de Estados Unidos podría "mexicanizarse". En México ha sido regla que los candidatos perdedores se nieguen a reconocer sus derrotas y afirmen que fueron víctimas de un fraude electoral. Donald Trump podría ser el primer perdedor de una elección presidencial en la Unión Americana en no reconocer públicamente su derrota.


 

@SergioSarmiento