martes, 3 de julio de 2012

AMLO Mintio



Itinerario Político | Ricardo Alemán

Martes 03 de julio de 2012

Por segunda elección consecutiva, el candidato perdedor, Andrés Manuel López Obrador, desconoció la elección presidencial y dijo que la impugnará, ya que se cometió un fraude generalizado.

Además, aseguró que aquellos que votaron por Enrique Peña Nieto, “lo hicieron por respaldar el régimen de corrupción; para mantenerlo, no tengo la menor duda de que ese es el significado de ese voto”, y acusó —en general—, a los medios, dizque por volcarse a favor de Peña Nieto.

En conferencia de prensa dijo tener pruebas del supuesto fraude —pruebas que, por cierto, nunca presentó—, al tiempo que acusó al gobierno federal, a los gobiernos del PRI y, en general, a las instituciones del Estado todo —sin faltar la acusación al presidente —, por prestarse para “el avasallador comportamiento del aparato gubernamental para la compra de votos”.

Pero además de la burla para los millones de electores que creyeron en la palabra de López Obrador —de que respetaría el resultado electoral, más allá de su contenido—, lo cierto es que la chabacana descalificación de la elección presidencial —que hizo por segunda ocasión el candidato de las izquierdas—, en realidad fue un grosero montaje en el que aparecieron espontáneos que de motu propio y que sin que nadie lo impidiera—, ofrecieron “pruebas” del “fraude de Estado”, de la perversa “manipulación del PREP”, y hasta regañaron a los reporteros, porque no quieren ver el horrible fraude.

A los verdaderos reporteros les fue limitada la posibilidad de preguntar y, cuando lo hacían, eran abucheados por aplaudidores acarreados para arropar a un López Obrador que se negó a responder si había engañado a los ciudadanos al no cumplir su promesa de que respetaría el resultado electoral. Tampoco quiso hablar de las contradicciones de sus dichos previos a la elección, como que iba arriba del PRI en las encuestas, y que confiaba en el IFE.

En cambio, y luego que sus aplaudidores y espontáneos le ponían el pase para mandar el balón a la red, AMLO insistió que la elección “es una vergüenza nacional”. Por eso la pregunta. ¿Qué significa que el candidato perdedor, de las izquierdas, anuncie que impugnará la elección y que no descarta la resistencia civil?”

La verdad es que no se requiere bola de cristal. Asistimos a la confirmación de los temores de una mayoría de ciudadanos y potenciales electores que, en los días previos a la elección, apostaron que el candidato López Obrador no respetaría el resultado electoral, si es que resultaba derrotado. Muchos apostaron por la posibilidad de que AMLO desconociera el resultado de la contienda, que gritaría que le cometieron fraude y que iniciaría una crisis postelectoral.

Y esa crisis ya está en puerta. López Obrador dijo que acudirá a las instancias necesarias para anular la elección, en tanto que otro grupo palero, como el estudiantil #132, inició la movilización callejera para “repudiar el fraude”. Y también aquí vale recordar que muchas voces señalaron que el movimiento estudiantil sería el ariete para movilizar la crisis postelectoral que, por si existían dudas, ya inicio. Y la bandera, será “el fraude”.

¿Cuál fraude?

El que sólo ven el candidato López Obrador y su claque. Y es que llama la atención que cuando todos o casi todos los especialistas califican la elección constitucional del pasado domingo, como una de las más transparentes y limpias de la historia, un ambicioso carente de la más elemental cultura democrática, como AMLO, vuelve a patear la mesa y desconoce el resultado, sólo una vez que fue derrotado.

Pero el grosero espectáculo de López Obrador resulta aún más grotesco, si recordamos que durante diversos encuentros, tanto intelectuales, como periodistas y empresarios, exhortaron a López Obrador a comprometerse con el respeto al resultado de las elecciones. Luego que se hizo del rogar, al final de cuentas aceptó la firma de un acuerdo ante los consejeros del IFE y con los otros candidatos presidenciales; firma en la que pocos creyeron, sobre todo porque una abrumadora mayoría de ciudadanos no le creen a López Obrador.

Aquí dijimos que la firma de ese “acuerdo bananero”, no sería más que una burla; una firma que AMLO nunca respetaría, ya que lo suyo es la mentira y el engaño. Y no pasó ni una semana para confirmar que López Obrador sólo firmó para salir del paso; a sabiendas de que no cumpliría ningún acuerdo. Engañó a los electores, a sus seguidores y, en general, al árbitro electoral, convocante de la firma del acuerdo. Por cierto, un acuerdo igual al que firmaron todos los partidos en 2006 y que, igual que hoy, tampoco cumplió AMLO.

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