Josefina Vázquez Mota fue la primera en salir a reconocer que las tendencias no la favorecían. Y lo hizo con el temple que la caracterizó durante la contienda, el que vimos en su punto más alto, más fuerte, las últimas cuatro semanas de trabajo: una Josefina valiente, que sostuvo todo lo posible la carga de un partido que dio la impresión de haberla dejado sola.Ella se bastó para darle al PAN un resultado, que sí, los deja en el tercer lugar, y se convierten en la tercera fuerza política del país y eso debe, forzosamente, ser motor para el cambio con el que el blanquiazul deberá llegar a 2018 o, de ser posible, a la elección intermedia de 2015.
López Obrador queda, así parece, de nuevo como el seudodemócrata que agota el tiempo para tramar la próxima jugada. Lo hizo así el domingo por la noche, cuando esperó el mensaje de Leonardo Valdés para entonces salir a declarar que no “descalifica”, pero tampoco reconoció una derrota ya anunciada por el IFE y el Presidente. Desde la tarde de ayer trascendía que AMLO impugnaría la elección, a pesar de que la distancia entre él y Peña Nieto es de casi siete puntos porcentuales. Conflicto poselectoral a la vista, conflicto que pone en riesgo el futuro de la izquierda. Por ello es momento de que sea Marcelo Ebrard quien tome las riendas, pues hoy más que nunca se debe concretar una izquierda que proponga, dialogue y respete a las instituciones que trabajan para todos los círculos políticos. Porque ya es bastante caro, porque la derrota de AMLO costó mucho, el que no haya sido Ebrard el candidato, el que tenía mucho más aceptación entre los electores no militantes del PRD, lo que lo hacía mucho más competitivo.
Hace unos días escribí cartas a los tres candidatos con posibilidades de ganar (porque Quadri iba por mantener el registro del Panal, que lo obtuvo, y ya tendrá su recompensa de las manos de Elba Esther), hoy queda recordar lo que decíamos y que hoy es responsabilidad, es una obligación para EPN, no convertirse en el Presidente de la restauración, sino el que fue capaz de regresar al PRI a Los Pinos y romper con aquella definición de Vargas Llosa, sa que hablaba de la dictadura perfecta.
No tendrá un sexenio fácil porque, a pesar de cómo resulte la conformación del Congreso de la Unión, que pareciera darle cierta ventaja al PRI en su unión con el PVEM, lo cierto es que el siguiente deberá ser, y ahí tienen gran responsabilidad el PRD y el PAN, un sexenio donde la oposición obligue al Presidente a sentarse a escuchar y a trabajar con todas las voces, con todos los colores. Un gobierno que sume y no que encierre el poder en un único círculo. Esa es tarea de la que será la oposición de Enrique Peña Nieto, y sólo lo lograrán si son más inteligentes que soberbios y necios.
Inevitable reconocer que México despertó con un sinsabor, pero mucho de ello va porque se malentiende lo que esperamos que las instituciones sean para nosotros. Sí, tras una elección siempre hay sentimientos encontrados, y eso es algo que hay que saber y aceptar, porque es necesario para la madurez de nuestra democracia. Las derrotas deberán ser siempre motor para la búsqueda de mejores vías rumbo al progreso y no con miras al escape de los demonios que poco ayudan a nuestro entendido como sociedad.
Y Andrés Manuel cierra su día anunciando que impugnará la elección. “Los resultados no corresponden a la realidad”, dice AMLO... Pinche realidad vendida, ¿no? A la realidad “le llegaron al precio”, ¿no?… ¡Pffff!... Cuánto daño le ha hecho a nuestra democracia el que se dice demócrata consumado. Yo diría, más bien, ególatra contumaz.
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