Jorge Suárez-Vélez en MURAL
03 Dic. 2020
Se dice que vivimos en la era de la posverdad. Quizá sería más preciso admitir que vivimos en la era de la mentira insolente, de la mentira como estrategia, de la mentira como el más barato artificio retórico. Porque el problema no es vivir en una sociedad que acepte la mentira, sino en una que rechaza la verdad.
Barack Obama dijo en una entrevista reciente, refiriéndose a la Presidencia de Trump que llega a su fin, que ésta descuidó las normas institucionales y las expectativas que se tenían de un Presidente, y que tanto demócratas como republicanos previamente observaron; y que, "en forma desconcertante, atestiguamos el truth decay", el momento en el que la verdad decae, se pudre, un momento en el que "no sólo no tenemos que decir la verdad, sino que deja de importar que lo hagamos". Nada más cierto.
Pero quizá es más fácil entender a quien abusa de la mentira que la motivación de quien gustoso la acepta y después la difunde con entusiasmo. Winston Churchill decía que "una mentira viaja alrededor del mundo antes de que la verdad se alcance a poner los pantalones", en la era de las redes sociales es más cierto que nunca. Pero el daño más grave de la mentira no es su velocidad sino su permanencia.
Trump miente al decir que hubo fraude en la elección. Las secretarías de Estado de todos los estados bisagra -Michigan, Wisconsin, Pensilvania, Georgia, Arizona-, algunas de ellas republicanas, validaron el resultado sin titubear. Chris Krebs, director de Seguridad Cibernética del Departamento de Seguridad Nacional, nombrado por Trump y republicano toda su vida, afirmó que fue la elección más segura en la historia y, por decirlo, Trump lo despidió. Krebs cotejó que en los estados donde se verificó el conteo de millones de boletas en forma manual, el resultado era idéntico al que el sistema arrojó. No hubo algoritmos que cambiaran los votos, como Trump alegaba. El procurador William Barr, leal aliado de Trump, también rechazó las acusaciones de fraude. Los jueces, muchos de ellos republicanos en las cortes de esos mismos estados, desecharon 38 demandas legales por falta de evidencia. Y a pesar de todo lo anterior, más del 70% de los republicanos creen que hubo mano negra porque Trump lo afirma.
Trump decidió dinamitar la democracia porque le conviene. Prefiere la etiqueta de víctima de fraude, a la de perdedor de la reelección. Será sólo el quinto Presidente que no se reelige en 125 años. Esa narrativa le permitirá mantener leal a su base y, de paso, evitar un montón de investigaciones judiciales que se les vendrán encima a él, a sus hijos y a su empresa cuando deje el poder. Podrá decir que se trata de una venganza del "Estado profundo", su versión de la Mafia del Poder. El costo será la legitimidad de la Presidencia de Biden, a pesar de que ganó por 7 millones de votos. Su vida estará en riesgo, como lo están las de los funcionarios que validaron la elección. Krebs ha recibido amenazas de muerte, igual que el Dr. Fauci (el López-Gatell de EU), por insistir en la gravedad de la "ficticia" pandemia. Las mentiras a veces matan.
En Estados Unidos, podemos decir que la democracia ha sido salvada no por 81 millones de electores que votaron por Biden, sino por un puñado de funcionarios civiles republicanos que asumieron el alto costo de ponerle un "hasta aquí" a su Presidente; por medios de información que se rehusaron a repetir mentiras flagrantes e información falsa, incluyendo a Fox News, el medio más de derecha y más incondicional a Trump.
¿Y en México? ¿Qué aliado le dirá a AMLO que miente? ¿Quién se opondrá a que dinamite nuestra democracia? ¿Quién la pondrá por encima de su carrera política? ¿Cuándo interrumpirá la transmisión de una mañanera una televisora porque está plagada de mentiras?
Dante decía que "los sitios más calientes del infierno están reservados para quienes mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral". El futuro del país que les heredaremos a nuestros hijos dependerá no de la oposición a López Obrador, sino de que, por México, quienes lo apoyan estén dispuestos a dejar de ser neutrales.
@jorgesuarezv
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