jueves, 6 de febrero de 2020

Toca poner el alto

Jorge Suárez-Vélez en MURAL 06 Feb. 2020


Decrecimos por primera vez desde 2009. Entonces, el mundo vivía su peor crisis económica desde 1929. Hoy el escollo es hecho en casa. Por el TLCAN, estamos ligados a los ciclos de EU desde 1994. Usando su metodología, decrecimos 0.7%, cuando ellos crecieron 2.3%. Dado que nuestra población crece, per cápita decrecimos 1.7%.

No hay otros datos que valgan. Además, la producción de Pemex bajó 7.4% y sus ingresos 12% en 2019. Su producción diaria está 9% debajo de la meta de Hacienda. Peor aún, nuestro crecimiento potencial será menor. La importación de bienes de capital bajó 8.9%. En cualquier país merece atención el desarrollo de capacidad industrial, de capacitación laboral, de acceso a tecnología de punta e inversión en infraestructura. Aquello que hace a un país más productivo y con más potencial para crecer. Si no invertimos en bienes de capital, más allá de no crecer hoy, no lo haremos mañana.

Este gobierno sigue sin entender que, independientemente de sus motivos, cancelar el NAIM envió todas las señales equivocadas. Confirmó que AMLO no es ni el político brillante, ni el pragmático que sus detractores esperaban. Por dogmatismo se dio un balazo de proporciones épicas en el pie. Eso aunado a un nuevo movimiento sindical más propenso a huelgas y que obstruye distintas industrias, a la amenaza de no reconocer contratos de CFE previamente firmados para gasoductos, a la cancelación de rondas petroleras cuando Pemex no tiene recursos ni tecnología para operar en aguas profundas (donde están sus reservas), a la cancelación de actividad privada para utilizar fuentes renovables en la generación de energía a precios competitivos (y el regreso a un ineficiente monopolio estatal que amenaza con disrupciones en la oferta de electricidad e incrementos en costo), al uso de la UIF para extorsionar a un ministro de la Corte y como mecanismo de presión a quienes no se alineen, a la amenaza de terrorismo fiscal, a la posible adopción de un sistema penal punitivo que pondrá en peligro a empresarios "detractores", a la decisión de la secretaria de la Función Pública de solapar a funcionarios corruptos "amigos", a la pésima estrategia de seguridad carente de recursos para enfrentar la angustiosa crisis, al exceso de trámites y a la falta de permisos que estrangularon a la industria de la construcción, al desprecio por la experiencia-talento-inteligencia con la consecuente ineptitud de su equipo, a la falta de respeto a la investidura presidencial desde la cual AMLO miente sistemáticamente y distrae con ocurrencias vergonzosas como la "rifa" de un avión presidencial arrendado. Quizá fue un milagro no decrecer más.

No creceremos sin inversión privada. Por cada peso que "invierte" el gobierno, las empresas invierten seis. La inversión pública es la más baja en la historia, bajará más este año. Los inversionistas extranjeros ya manifiestan su escepticismo. Ferris Hussein, ejecutivo del Carlyle Group, expresó la semana pasada que "la falta de claridad y consistencia" dificulta la inversión en el sector energético. Claudia Jañez, presidenta para América Latina de DuPont, dijo que la narrativa anti-empresarial del gobierno deteriora el ambiente de negocios.

Los empresarios mexicanos tarde o temprano tendrán que enfrentarse al Presidente. Han preferido capitular ante el nuevo gobierno y mantener un perfil bajo, manifestando en privado su preocupación. Llegó la hora de dejar claro que no invertirán hasta que el gobierno muestre disposición a cambiar rumbo y tono. Decir que lo harán y después no hacerlo es el peor escenario posible. Cuando la situación se deteriore, y lo hará, serán un chivo expiatorio perfecto.

El crecimiento importa. Sin crecimiento no hay desarrollo posible. Nada incrementa más la desigualdad que no crecer. Quienes tienen activos se siguen beneficiando de su renta, pero sufre quien vive al día. Es absurdo discutir si en México puede haber más bienestar sin crecimiento. En un pastel más chico y con más comensales, hay muchos comiendo menos; y, con certeza, no los más ricos.

Vamos mal, iremos peor.



@jorgesuarezv

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