Jorge Fernández Menendez. 28-03-2019
¿Fue un distractor, como muchos aseguran, la famosa carta del presidente López Obrador al Vaticano y a España, para restarle importancia al abucheo sufrido al inaugurar el estadio de béisbol el sábado pasado?
No creo, como hemos dicho el tema de la disculpa es algo que viene germinando en el propio López Obrador y en su esposa Beatriz Gutiérrez Muller, desde tiempo atrás. Aquella ceremonia con los pueblos indígenas en el zócalo capitalino, durante la toma de posesión, con alguna senadora en éxtasis, declaraciones, diálogos sostenidos por la señora Beatriz y por el presidente con la secretaria de justicia Dolores Delgado y con el presidente español Pedro Sánchez durante su visita, todo son señales de que desde tiempo atrás la idea ya estaba en la agenda presidencial.
Con el aniversario de los 500 años de la llegada de Cortés y la fundación de Veracruz, y más adelante, en 2021, con la caída de Tenochtitlán en el calendario, con los 80 años de la llegada del exilio republicano español a México, daba para establecer exactamente lo contrario de lo que plantea la carta: un proceso de comprensión asumiendo que somos una sociedad plural, diversa, en muchos sentidos mestiza pero también global, con enormes influencias mutuas, y alejarnos de aquella distorsionada interpretación de Octavio Paz, que se ha popularizado y generalizado de mala forma (porque la mayoría se ha quedado con la frase pero nunca ha leído completo El laberinto de la soledad), de que los mexicanos somos "hijos de la chingada". No olvidemos que entre los pueblos indígenas la lucha, la violencia, el sojuzgamiento, la dominación brutal, eran una norma, tanto que es una de las explicaciones básicas de la caída de los mayas primero y de los aztecas después. Fueron los propios pueblos indígenas enfrentados con los aztecas los que permitieron la caída de Tenochtitlán, y con ello de todo un imperio de dominación.
Lo grave es que no sea una ocurrencia o una maniobra para tapar una mala tarde en un estadio de beis. El problema es que es algo pensado, una convicción operada de la peor forma posible, sin casi intervención, me aseguran, de la propia cancillería. Dice el presidente que la carta no traerá consecuencias. Pues tendría que leer la prensa internacional y sobre todo la española, para ver que no es así. El tema es primera plana en ese país, inmerso además en un proceso electoral en el cual, salvo Podemos, el partido más a la izquierda en el espectro, un partido, además, con buenas relaciones con el régimen venezolano, todos han criticado con enorme acritud al presidente López Obrador. Gane la elección en España, Pedro Sánchez o Pablo Casado, la relación personal de ambos con Andrés Manuel queda tocada.
El ministro de Exteriores de España, Josep Borrell, declaró que su país no pedirá perdón a México por los abusos de la conquista, "del mismo modo que no vamos a pedir a la República francesa que presente disculpas por lo que hicieron los soldados de Napoleón cuando invadieron España. Ni los franceses van a pedir a los italianos que se disculpen por la conquista de las Galias de Julio César". Lo mismo refrendó el rey Felipe VI de visita en Argentina, donde además, apenas ayer inauguró el congreso mundial de la lengua española y donde todos los participantes importantes, comenzando por Mario Vargas Llosa, han hecho papilla la carta. Se recordó que desde hace casi dos siglos existe un tratado firmado en 1836 entre la entonces Reina de España, María Isabel Luisa de Borbón y Borbón, y el Presidente de Mexico, José Justo Corro, en el que España reconocía absolutamente la Independencia de México y, se establecía que ambas naciones "se disculpan, se otorgan amnistía general y completa" y acuerdan "olvidar todo lo pasado" y convienen en mantener una "estrecha relación de amistad, paz y unión sobre principios de justicia y beneficencia entre españoles y mexicanos". Lo que se ha cumplido rigurosamente hasta el día de hoy.
El Vaticano, siempre, es mas escueto y directo. Le recordaron al gobierno mexicano que el papa Francisco ya ofreció esa disculpa, ese perdón, en su visita a Bolivia, hace dos años. Y como si fuera al margen, agregó que, por cierto, no habría visita del Papa a México en 2021.
El retiro de Slim
Por cierto, la oficina de Carlos Slim aclaró que el empresario no se retira, que sólo comentó con el presidente López Obrador que ambos tenían mucho que hacer en este sexenio, el mandatario por el plazo constitucional y el empresario por su edad. Nada más.
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