Guillermo Velasco Barrera
29 Mar. 2019
La semana que concluye estuvo marcada por "la clase de historia" que dio el Presidente Andrés Manuel López Obrador, acompañado de su esposa Beatriz Gutiérrez Müller, en la que anunció que envió cartas tanto al Rey de España Felipe VI, como al Papa Francisco, pidiéndoles que se hiciera un recuento de los agravios cometidos contra los pueblos originarios durante la Conquista de México y que se pidiera una disculpa por los crímenes cometidos.
Lo anunciado por el Presidente suscitó reacciones de todo tipo: críticas, memes, posicionamiento de partidos políticos en España, análisis de historiadores y un sinfín de conversaciones en ambientes muy diversos, con opiniones a favor y en contra de la polémica petición tanto a la Realeza española como a la Iglesia católica.
Desde una perspectiva histórica, la demanda que hace el Presidente resulta absurda, por decir lo menos, y evidencia no solamente una profunda ignorancia en torno a la historia de México, sino un enfoque ideológico sesgado, que desgraciadamente es compartido por un amplio sector de la población mexicana que, consecuencia de la educación socialista, se ha alimentado con la leyenda negra en torno a la Conquista de México.
Sin pretender profundizar en este episodio de nuestra historia, vale la pena detenernos en algunos aspectos: hace 500 años no existía México, y hoy no existen los llamados pueblos originarios que habitaban el territorio en donde se conformó nuestra nación, tal y como eran entonces.
Hernán Cortés sometió a los aztecas, imperio sanguinario que cometió toda clase de atrocidades contra diversos pueblos y culturas que habitan en estas tierras, y con la ayuda de sus hombres, pero sobre todo con la participación de miles de indígenas y evangelizadores que tuvieron un papel central en la Conquista, forjaron una identidad mestiza y guadalupana, en la cual radica lo esencial de nuestra mexicanidad.
La Conquista fue un proceso cruento y sin duda no exento de injusticias, pero la historia se tiene que analizar considerando el contexto en el que transcurrieron los acontecimientos. Además, si ponemos la mirada en el presente, es indudable que dicho proceso fue fecundo y dio a luz a lo que hoy somos, una nación que comparte con muchas otras naciones de Hispanoamérica una lengua común, una fe, y tradiciones y costumbres nacidas de la mezcla de lo español y de lo indígena.
Pero dejemos por el momento la historia, para analizar los verdaderos propósitos del Presidente de México con este infortunado anuncio. Por un lado, López Obrador vuelve a poner un distractor en la agenda mediática para que no se hable de asuntos relevantes como la inseguridad creciente en el País, tema del que debería ocuparse en lugar de seguir en su rol de predicador, historiador y subastador de vehículos oficiales. La estrategia es crear una nueva historieta cada día en torno a la cual se centre la conversación.
Sin embargo, el objetivo más importante con su polémico anuncio en torno a la Conquista de México, fue abrir un nuevo capítulo para seguir dividiendo a los mexicanos. Ya no sólo se trata de enfrentar a fifís contra chairos, a morenos contra güeritos, a los de abajo contra los de arriba, sino ahora a "invasores" contra "sometidos", a españoles contra indígenas.
Como lo señalaba hace un momento, la leyenda negra ha dejado heridas muy profundas en un pueblo al que se le ha negado la posibilidad de asimilar su verdadera identidad. El grito "devuélvannos el oro" o "mueran los gachupines" sigue a flor de piel en muchos mexicanos y el propósito de López Obrador es exacerbar esos resentimientos históricos que tanto daño nos han hecho.
Finalmente decir que es llamativo que el Presidente exija que se disculpe la Corona española por la Conquista que ocurrió hace 500 años y no condene los crímenes actuales perpetrados por Nicolás Maduro, quien, por cierto, siguiendo el manual de los populistas también ha exigido que España pida perdón por los abusos contra los pueblos originarios
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