lunes, 25 de febrero de 2019

Yo, pueblo

Denise Dresser, 25 Feb. 2019.

Jamás pensé vivir en un país donde el término "sociedad civil" tuviera connotaciones negativas. Donde el concepto "contrapeso" fuera cuestionable. Donde la defensa de la división de poderes fuera controvertida. Donde exigir el fortalecimiento en vez del desmantelamiento institucional fuera reaccionario. Donde para entender la política tenemos que estar atentos a cada palabra que pronuncia el Presidente, como lo hacíamos en los viejos tiempos de la Presidencia imperial. Donde señalar esto significa ser clasificada en automático como fifí, elitista, complaciente ante el dolor y la rabia y el resentimiento legítimo de los desposeídos. Estos son los tiempos del pueblo bueno y las élites insensibles; de los que buscan la verdadera transformación y quienes son sus enemigos. Estos son tiempos de canallas y la 4T se encargará de identificarlos.

Con todo respeto, Sr. Presidente, yo también soy pueblo. Los científicos a los que tilda de "mafia" también son pueblo. Los profesionistas educados a los que acusa de "aprender mañas" en el extranjero también son pueblo. Los miembros de la burocracia a los que despide y sataniza también son pueblo. Las mujeres trabajadoras y víctimas de la violencia a quienes desprotege también son pueblo. Las organizaciones de la sociedad civil "conservadora" que llevan años peleando por buenas causas también son pueblo. México es muchos Méxicos: los de abajo, los de arriba, los de en medio, los de tez blanca, los de tez morena. México es Yalitza Aparicio y Alfonso Cuarón. México no es homogéneo ni está dividido sólo en ángeles y demonios, en miembros del pueblo sabio y élites que se dedican a exprimirlo.

Al construir un país binario, usted pone en peligro el pluralismo que toda democracia debe respaldar. Usted y quienes mimetizan su forma de pensar y hablar ponen en jaque mis libertades y las de otros. En su mapa mental no puedo tener voz, ni derecho a disentir, ni capacidad de participar, o sólo debería hacerlo por la vía partidista. No soy mexicana auténtica, de a de veras, o no merezco serlo. Como a tantos más, se me lincha por mi supuesta identidad, no por mis argumentos. Una identidad apócrifa, alejada de mi biografía, de quien soy, de donde vengo. Una identidad estereotipada que me coloca en el basurero de las élites complacientes cuyo privilegio se construyó sobre las espaldas de otros, aunque no haya sido así. Si cuestiono las consultas populares, no creo en la democracia aunque lleve años señalando cuán deficitaria ha sido. Si cuestiono el ataque a los órganos autónomos, soy una vocera del neoliberalismo. Si pido que la política pública se haga con datos en vez de prejuicios, soy una tecnócrata neoporfirista. Si busco participar en la vida política a través de organizaciones de la sociedad civil, arrogo una representatividad que no me corresponde.

Esta es una visión no solo incorrecta e injusta; también es profundamente antidemocrática. Presupone que los críticos no son interlocutores con los cuales hay que hablar, sino adversarios a los cuales hay que aniquilar. Presupone que las mayorías no tienen la obligación de proteger a las minorías. Presupone que quienes alzan la voz lo hacen para apoyar el statu quo ante, cuando muchos también buscamos sacudirlo. Presupone que defender algunas conquistas democráticas es sacralizar lo que no funcionó, cuando intentamos componerlo. Millones queremos lo mismo que usted, pero con frecuencia no estamos de acuerdo en los medios para lograrlo. Es posible mejorar sin destruir. Es imperativo promover más igualdad y también más legalidad. Es necesario fortalecer al Estado pero eso no implica entregárselo al Ejecutivo. La única opción para México no es una serie de falsas disyuntivas: o AMLO irreprochable o Bolsonaro, o la Cuarta Transformación o la Revolución.

Yo voté por usted, Sr. Presidente, y aunque lo hice con ambivalencia, no quiero que fracase. Precisamente porque taché su nombre en la boleta, mi responsabilidad de señalar sus errores y sus excesos y sus pulsiones antidemocráticas es mayor. La militarización indeseable, la desinstitucionalización contraproducente, el clientelismo preocupante, la concentración del poder en sus manos, por más limpias que estén. Como parte del pueblo plural y como ciudadana que soy, refrendo mi derecho a estar, a participar. No permitiré que la 4T me vuelva extranjera en mi propio país.

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