¿De verdad, alguien serio, sensato y con un poco de sentido común puede creer el cuento de que Peña, Videgaray y Osorio pidieron a Televisa la cabeza de El Piojo?
La más reciente ocurrencia de Andrés Manuel López Obrador provocó desde la carcajada a mandíbula batiente, hasta la preocupación seria sobre su estado emocional. “¡Ya lo perdimos!”, dicen algunos preocupados.
Y es que el tabasqueño se aventó la puntada de asegurar —con toda la seriedad de que es capaz—, que según su siempre puntual información, Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray y Miguel Osorio, llamaron a directivos de Televisa para pedir el despido del entrenador del seleccionado nacional, El Piojo Miguel Herrera. Y explicó que el escándalo de El Piojo es para ocultar la fuga de El Chapo.
Además, ante un puñado de paisanos reunidos en Cunduacán, Tabasco, el dos veces candidato presidencial fallido también dijo que “la mafia del poder” emprendió una persecución contra los maestros de la CNTE “porque quiere jalar la atención” de la devaluación del peso frente al dólar.
En pocas palabras, resulta que el señor López Obrador se ha convertido en una suerte de vidente y conciencia crítica de la vida nacional, capaz de descubrir a los ojos inexpertos e ingenuos de los incautos ciudadanos todas las perversiones detrás de los gobernantes, sean del PRI, del PAN o del PRD.
Lo cierto, sin embargo, es que más allá de la simpática y chabacana perorata de AMLO sobre El Piojo y la CNTE —o sobre el tema que se quiera—, cada vez son más los ciudadanos que se dicen preocupados por el estado emocional de López Obrador.
Sin embargo, son pocos los ciudadanos que quieren ver y se atreven a reconocer que el problema no es López Obrador y su inagotable imaginación para inventar mentiras e historias fabulosas. No, el señor López es el mismo de siempre; genio y figura, hasta la sepultura.
Lo que muchos no quieren ver es que, en realidad, el problema está en los ciudadanos, muchos de los cuales creyeron a ciegas y sordas durante años las mentiras y los engaños de AMLO y que hoy empiezan a darse cuenta del despropósito discursivo —siempre delirante y locuaz—, de un López Obrador que pierde adeptos porque perdió el encanto para mentir.
¿De verdad, alguien serio, sensato y con un poco de sentido común puede creer el cuento de que Peña, Videgaray y Osorio pidieron a Televisa la cabeza de El Piojo?
Lo cierto es que son las mismas mentiras de siempre; lo que empieza a cambiar es la audiencia. ¿Lo dudan? Basta recordar despropósitos como “mandar al diablo a las instituciones”, el mítico “denme por muerto”, el simpático “sacar petróleo es como sacar agua, se perfora un hoyo y listo”; el demencial espectáculo de colocarse la banda presidencial o el políticamente costoso “cállate chachalaca”. Sin contar, claro, con el indignante bloqueo de Reforma.
¿Cuántos ciudadanos que hoy sueltan la risotada por las descocadas declaraciones de AMLO, creyeron las mentiras de López Obrador durante la década anterior?
Pero hay más. En días recientes AMLO propuso de manera pública una alianza con la CNTE. ¿De cuando acá una alianza como esa se hace pública? Además de que la alianza Morena-CNTE es de facto. No, en el fondo AMLO engañó con la verdad. Es decir, sabe que los estatutos de la CNTE prohíben alianzas con partidos y sabía que los líderes de la CNTE lo mandarían al diablo, como ocurrió. ¿Y entonces?
Lo que le importa es quedarse con las bases de la CNTE, con los votos de miles de maestros. Y es que AMLO sabe que el gobierno descabezará a la Coordinadora. ¿Está loco? No, es el mismo de siempre. Lo que cambia es la audiencia. Al tiempo.
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