jueves, 22 de julio de 2021

Atreverse a emprender

Jorge Suárez-Vélez 22 Jul. 2021

Estados Unidos tiene casi 3 veces más habitantes que México, su territorio es casi 5 veces mayor y su economía casi 17 veces la nuestra (a precios de mercado). Pero la diferencia entre nuestras empresas es aún más notable. Las 6 empresas más grandes que cotizan en la Bolsa de México valen, en conjunto, 206 mil millones de dólares. Las 6 más grandes en la Bolsa de EU valen 47 veces más: 9.7 millones de millones de dólares. Lo que más sorprende es que la edad promedio de las mexicanas es de 91 años, contra 29 de las estadounidenses. Las 6 nuestras están en sectores de la economía tradicional, las de ellos son de la "nueva economía".

La brecha entre países industrializados y los que no lo somos se explica crecientemente por la posibilidad de participar en los nuevos sectores disruptivos y por el apoyo que recibe quien desea emprender. En México, nos convencieron de que el empresario es una especie de capataz abusivo y explotador que, por serlo, merece ser extorsionado por el fisco, exprimido por el crimen organizado, chantajeado por sindicatos y hasta timado por sus empleados. En países desarrollados se apoya, admira y emula a quien emprende con éxito. Se entiende que el futuro de un país está en su capacidad de innovar, que su prosperidad dependerá de crear riqueza y que ésta la generan las empresas, no el Estado. A éste le compete poner la mesa, proveer infraestructura moderna, seguridad, legislación que fomente competencia, Estado de derecho y dotar a la población con destrezas para insertarse en el mercado laboral con éxito.

Aun internamente nuestras diferencias regionales tienen que ver con el desarrollo de empresas. En enero de 2018, 57.5% de los empleos formales en México se crearon en los estados del norte y sólo 2.1% en los del sur o sureste.

Los países desarrollados, y EU en particular, han desarrollado un ecosistema en el que la falta de capital es el último impedimento para que una idea se convierta en empresa. Hay un ciclo virtuoso donde fondos de capital de riesgo ofrecen capital semilla; si la empresa logra despegar, entran los fondos de capital privado, y cuando la empresa madura se le coloca en Bolsa, devolviéndoles liquidez a los primeros inversionistas, para que tengan nuevas semillas que plantar. Muchas empresas no sobrevivirán ese trayecto, pero otras proveerán carretadas de utilidades a quienes tomaron ese riesgo. Lejos de que quienes lo hacen sean "especuladores", en el proceso participan fondos de pensiones, universidades que invierten su patrimonio y eventualmente el público inversionista. El proceso permite que muchos compartan la prosperidad forjada por emprendedores. Un dólar invertido en 1970 en la Bolsa de EU valdría $182 a fines de 2020, y 55% de los estadounidenses invierten en ella.

Sabemos que emprender nos es natural al constatar el éxito de nuestros paisanos cuando cruzan la frontera. De acuerdo con el New American Economy Research Fund, en 2017 había 1.4 millones de hispanos dueños de negocios, en su mayoría mexicanos. En el otro extremo del espectro, en 2020, la quinta oferta pública más grande en la Bolsa de Nueva York fue de una empresa, valuada en 32 mil millones de dólares, fundada por un empresario mexicano; otro vendió un pedazo de la empresa que fundó en 2004, valuada en casi 3 mil millones de dólares. Parece que en el ecosistema adecuado emprendemos tan bien como el mejor.

Hemos dejado que domine una narrativa de envidia y resentimiento de líderes mediocres que quieren acostumbrarnos a encontrar excusas y culpables, para manifestar nuestro resentimiento con rabia.

Aristóteles decía que el problema no es apuntar demasiado alto y fallar, sino demasiado bajo y atinar. La 4T lo ha hecho. Para ellos, debemos conformarnos con una supervivencia a partir de mulas y trapiches, agricultura de autoconsumo y becas a jóvenes resignados.

Nuestro futuro depende de sabernos capaces de crear, de emprender y de competir. Empecemos a preocuparnos más por crear riqueza que por repartir pobreza. Dejemos de escuchar a quienes nos quieren dóciles y adictos a las dádivas de un gobierno cada día más pobre.

@jorgesuarezv

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