02/10/2020 Enrique Quintana
Ayer, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) avaló la propuesta de hacer una consulta popular, como lo propuso el presidente López Obrador.
Sin embargo, cambió la consulta.
Modificó la pregunta. Ese hecho me parece que cambia radicalmente toda la ecuación política en torno a este proceso.
Vamos por partes. Le recuerdo que la pregunta cuya constitucionalidad puso el Senado a consulta de la Corte fue la siguiente:
“¿Está de acuerdo o no, con que las autoridades competentes investiguen y en su caso sancionen la comisión de delitos de los expresidentes Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderon y Enrique Peña Nieto, antes, durante y después de sus gestiones?”.
Se conocía, desde varios días antes, el proyecto del ministro ponente, Luis María Aguilar, que rechazaba la constitucionalidad de la consulta.
Esa ponencia perdió la votación.
La Corte consideró que no era correcto el argumento del ministro Aguilar, pero en cambio resolvió que sí podría hacerse la consulta, siempre y cuando cambiara la pregunta.
La que se autorizó fue la siguiente:
“¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.
A mi parecer, con esta movida, la Corte logró uno de los éxitos más rotundos de este sexenio y AMLO sufrió una de sus derrotas más grandes.
¿Cómo puede ser posible? La mayoría de los opinadores ‘progresistas’ están quemando a la Corte en leña verde, y principalmente a su presidente, Arturo Zaldívar.
Pues si Zaldívar es el autor de esta solución, me parece que es una de las mejores lecciones de política de los últimos años.
¿Qué hubiera pasado si la Corte simplemente decreta la inconstitucionalidad de la consulta propuesta por AMLO?
Hoy por la mañana, el presidente se hubiera lanzado en contra de la Corte. Hubiera reiterado su propuesta de reforma constitucional para cambiar el artículo relativo a las consultas populares.
Pero, además, hubiera tenido toda la legitimidad para convocar a una consulta hecha y organizada por él.
Durante todo el proceso electoral –sin restricciones legales– el presidente hubiera podido pronunciarse en torno a la consulta realizada sin el marco de la ley.
Ya no podrá hacerlo.
Los puristas de la ley pueden señalar que estas consideraciones no deben ser evaluadas por la Corte y que sólo debe limitarse a considerar la constitucionalidad de las propuestas.
Creo que es muy sano que tengamos una Corte que no sólo piensa en la doctrina sino también en la realidad.
La pregunta con la cual se hará la consulta nada tiene que ver con la intención del presidente López Obrador.
La Corte logró que en las boletas de la elección del próximo año haya un cuestionamiento irrelevante para los propósitos del presidente.
Pero también evitó que AMLO contara con el espacio para lanzar una consulta por cuenta propia y tener una presencia activa en la campaña.
Hace un par de días le comenté en este espacio que uno de los grandes éxitos de AMLO había sido su habilidad para polarizar.
Me da mucho gusto que la Corte considere que existe la posibilidad de que se pueda eludir el enfrentamiento con el presidente sin que tenga que haber un sometimiento.
Como ayer expresaron muchos, la historia juzgará a los ministros que votaron a favor esta consulta, y sobre todo a su presidente.
Qué bueno que lo haga porque se encontrará con una de las decisiones más inteligentes que se hayan operado en los últimos años.
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