lunes, 19 de octubre de 2020

Cienfuegos o cuando la DEA acusó al Estado mexicano

JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

• La DEA y la fiscalía de Nueva York están jugando con la política y con México, aprovechando el descontrol de los días postreros de la administración Trump.

19 de Octubre de 2020

Hagamos un poco de ficción política. Es el 19 de octubre del 2025, el expresidente López Obrador decide ir a visitar a su nieto a Houston. Al arribar al aeropuerto de esa ciudad es interceptado por agentes de la DEA que portan una orden de detención de la fiscalía de Nueva York. Le informan que está acusado de haber ordenado liberar, el 17 de octubre de 2019, en el evento que se conoció como el culiacanazo, a Ovidio Guzmán, el hijo de El Chapo, quien junto con su hermano Iván Archivaldo se han convertido en los principales proveedores de drogas sintéticas en los Estados Unidos.

En aquella ocasión, sostiene la DEA, el entonces Presidente admitió, en una de sus tradicionales conferencias mañaneras, que él había sido el que había ordenado liberar a Ovidio. La DEA recordó que Ovidio no tenía orden de aprehensión en México, pero que iba a ser detenido para extraditarlo a Estados Unidos, la decisión del entonces Presidente lo impidió. Por eso expidieron la orden de aprehensión.

Es ficción política, pero es una posibilidad real, luego de la forma en la que ha actuado el gobierno de Estados Unidos, y en particular la DEA, en la detención del general Salvador Cienfuegos.

Todo indica que la averiguación contra Cienfuegos comenzó con la conversión en testigo protegido del exfiscal de Nayarit, Edgar Veytia, condenado en EU a 25 años de prisión por encabezar el grupo criminal que se conocía como H2. Veytia es el que involucra a Cienfuegos y, casualmente, la misma semana en la que la DEA presentó su solicitud para detener al general, en agosto pasado, la defensa de Veytia presentó un escrito para que se le reduzca la pena que recibió hace poco más de un año.

La acusación tiene capítulos inverosímiles. Según esto, se descubrió que el llamado Padrino era el secretario de la Defensa porque en una llamada telefónica entre narcos interceptada por la DEA se decía que el Padrino estaba en un programa de televisión. Checaron qué funcionario estaba en ese momento al aire y descubrieron que era Cienfuegos.

Se dice que el exsecretario de la Defensa trabajó con este grupo, el H2, y que les proporcionó hasta transporte marítimo (¿marítimo el Ejército?). Pero nunca se explica por qué con ese grupo menor, local, violento, un desprendimiento de lo que fueron los Beltrán Leyva, un cártel que fue eliminado por fuerzas militares en el sexenio anterior. Su líder, Juan Francisco Patrón Leyva, fue liquidado junto con un grupo de sicarios en 2017, precisamente por el Ejército y la Marina, en aquel famoso operativo en Nayarit donde se les disparó desde un helicóptero. Entonces, según la DEA, el general protegía y operaba con un cártel que su propio ejército destruyó. No tiene sentido.

La DEA y la fiscalía de Nueva York están jugando con la política y con México, aprovechando el descontrol de los días postreros de la administración Trump.

Retomemos algunos puntos. Primero, la detención se hizo sin compartir información con el gobierno mexicano, sin siquiera advertirle previamente, lo que exhibe la nula colaboración entre las autoridades de los dos países. En México no existe una sola denuncia o investigación en curso sobre relación del general Cienfuegos con el narcotráfico. Por definición, un secretario no tiene capacidades operativas individuales.

El Ejército es, junto con la Marina y la Fuerza Aérea, la única institución realmente transexenal en el país, cambian los mandos, pero ese movimiento no depende del presidente en turno, sino del escalafón militar, de la carrera militar. Todos los mandos, a lo largo de décadas, han trabajado con distintos presidentes en diferentes sexenios. Todos los generales en activo trabajaron, de una u otra forma, con el exsecretario de la Defensa, todos estuvieron bajo su mando, incluyendo los más altos mandos de la actual secretaría. Por eso mismo no es verosímil que un secretario de la Defensa se involucre con el narcotráfico sin que lo haga también la columna vertebral de toda la institución. No es un general aislado que trabaja en una zona militar específica, es el secretario de la Defensa.

En la distribución de tareas que tenían las distintas fuerzas militares y de seguridad en el sexenio pasado, cayeron desde el Chapo Guzmán hasta el Z40, pasando por Dámaso López y antes Nacho Coronel. El Ejército desarticuló a los Zetas, a los Beltrán Leyva, a la Familia Michoacana y a otros grupos, incluyendo al cártel del H2. De los siete cárteles que operaban en el país, concluida su administración, quedaron solamente dos: Sinaloa y Jalisco.

Hace apenas dos años, Cienfuegos estuvo en Washington, fue recibido con honores por el general Kelly, que había sido jefe del comando Sur y era el jefe de gabinete de Trump, y homenajeado por el propio ejército estadunidense, en una junta con el jefe del estado mayor conjunto. Según la DEA, en esas fechas ya investigaban al general. No tiene sentido.

En el Ejército, como en muchos ámbitos, hay y ha habido corrupción, pero aquí estamos hablando de otra cosa. Estamos hablando de una acusación al Estado mexicano que trasciende un sexenio. Hace unos meses, Trump amenazó a México con actuar unilateralmente contra el narcotráfico en México. No sé si están atacando al narcotráfico, pero al Estado mexicano lo están vapuleando en toda la línea, y en el ambiente de polarización que vivimos no nos damos cuenta que este desafío no es coyuntural, sino estratégico.

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