jueves, 24 de septiembre de 2020

Nosotros no entendemos

Jorge Suárez-Vélez  en MURAL 24 Sep. 2020

Quien lee esta columna probablemente piensa más o menos como yo. Es lógico. El problema está en que cada vez nos encerramos más en herméticas cámaras de eco -las redes sociales- donde nos aturdimos oyéndonos a nosotros mismos. La estridencia crece de la mano de algoritmos, cada vez más efectivos, que nos alimentan contenidos que refuerzan lo que ya pensamos, sin importar que estemos lejos de la realidad.

En Estados Unidos, por ejemplo, quien ve Fox en la tele, lee el Wall Street Journal y escucha podcasts conservadores no comprende por qué quien ve CNN, lee el New York Times y escucha a liberales rechaza a Donald Trump. Para el primero, el éxito del Presidente es tan "evidente", como para el segundo lo es su fracaso. En México, el mismo argumento cabe: quien lee La Jornada cree que AMLO no va mal, y el lector de Reforma se siente al borde del precipicio.

El problema es que conforme más dudemos de la salud mental e inteligencia de quien piensa distinto, más dispuestos estaremos a justificar que se tomen medidas extremas -o incluso ilegales- para detener a quien está "obviamente" equivocado. Así, la brecha entre ambos bandos crece hasta volverse irreconciliable. La razón es desplazada por la víscera.

Nos estamos metiendo en camisa de once varas cuando un movimiento de clase media, no particularmente numeroso, toma la calle pidiendo la renuncia de un Presidente que arrasó en una elección legítima, y que mantiene el apoyo de la mayoría de los mexicanos. La petición es no sólo absurda, es arrogante y peligrosamente antidemocrática.

¿Queremos remover a López Obrador? Unámonos. Organicémonos. Derrotémoslo en las urnas. Así funciona la democracia. Pero más aún. Todo mundo tiene derecho a protestar. Las manifestaciones cacerolistas desde un automóvil subrayan que todavía no entendemos por qué AMLO ganó la elección. Desde la perspectiva de quien no tiene automóvil y las está pasando negras en esta bestial crisis, esa protesta carece de sentido; provoca un lógico y enérgico rechazo.

Reconozcamos de una vez qué tan ajena nos es la realidad cotidiana de millones de mexicanos inmersos en la pobreza, de quienes sufren violencia frecuente, de quienes son discriminados diariamente, de aquellos a quienes no volteamos a ver a no ser que tengan una pistola en la mano, de quienes no sueñan con que sus hijos tengan oportunidades, de los que pueblan esas encuestas PISA -que tanto nos avergüenzan- pero que no afectan a nuestros hijos, de quien no tiene claro cómo pondrá pan en la mesa o techo sobre los suyos.

Si no somos capaces de entender qué tanto no entendemos, a este gobierno flagrantemente inepto lo relevará otro similar. Eventualmente,

la brecha de la desigualdad se cerrará en México porque la clase pudiente se irá, o porque se logrará empobrecerla tanto que estará más cerca de quien seguirá siendo igual -o más- pobre. Porque este atroz gobierno sigue siendo el único presente en las plazas, el único que articula mensajes elocuentes; el que le habla a quien, con toda razón, está harto y perdió la fe; a quien, en una de esas, no está descontento con el desempeño de AMLO porque, por primera vez, comparte ese enojo con las clases medias que se manifiestan desde su automóvil. Al menos, ahora nos tocó parejo.

Nuestra protesta tiene que cambiar de rumbo y de objetivo. No debe ser para arrollar a nuestra democracia, ciertamente perfectible. Debe orientarse a blindarla; a exigir respeto a las instituciones, a la libertad de expresión, a la separación de poderes, a los órganos autónomos. Debe insistir en que discutamos soluciones serias para los graves problemas que enfrentamos y que jamás se resolverán con el simplista voluntarismo del Presidente.

Pero, sobre todo, debemos dejar de descalificar a quien no piensa igual. Entendamos de una vez por todas que su perspectiva es diametralmente distinta. Si no aprendemos a respetar y a comunicarnos con quien ve las cosas distinto, jamás volveremos a ganar una elección. Si no somos capaces de encontrar propósitos comunes, este cruel deterioro se hará permanente.

@jorgesuarezv

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