La Otra Opinión
28 sep. 17
Como lo prometió, Andrés Manuel López Obrador ya
creó el fideicomiso a través del cual Morena --supuestamente-- canalizará 103
millones de pesos provenientes de su financiamiento público a 45 mil
damnificados por los sismos del 7 y 19 de septiembre.
Pero lo hizo de forma tramposa. En
primer lugar, porque el dinero lo manejará un grupo de “personalidades
notables” afines a Morena, práctica que se presta a la opacidad y al uso
electoral de los recursos. Y en segundo lugar, porque resguardó el dinero en el
banco de uno de los financiadores de su proselitismo político.
El “Fideicomiso por los demás” fue
creado en el Banco Afirme, institución bancaria que preside el empresario
regiomontano de la industria del acero Julio César Villarreal
Guajardo.
En las campañas de 2006, Afirme no sólo
llevó todas las cuentas bancarias del PRD, cuyo
candidato presidencial era Andrés Manuel López Obrador. Además, sus socios
aportaron 4 millones de pesos para la campaña del tabasqueño. A cambio, el
grupo financiero obtuvo contratos con los gobiernos perredistas de Leonel Godoy en
Michoacán y Marcelo Ebrard en
la Ciudad de México.
Luego, en 2012, el propio Villarreal
Guajardo aportó 110 millones de pesos para la campaña de AMLO, según consta en
una grabación donde el empresario conversa con Julio Scherer Ibarra,
asesor de AMLO y --casualmente-- una de las “personalidades notables”
encargadas de vigilar el buen uso del fideicomiso de Morena.
Pero, ¿quién es en realidad Julio César
Villarreal Guajardo?
Antes de financiar a la “honestidad
valiente” y resguardar los recursos de Morena, Villarreal Guajardo no sólo
perteneció a la “mafia del poder”, sino que además, fue beneficiario de lo que
--según López Obrador-- ha sido “el saqueo más grande después de la colonia”:
el Fondo Bancario de Protección al
Ahorro (Fobaproa).
A principios de los noventa, Villarreal
Guajardo se hizo de dos empresas del Estado gracias a la política de
privatizaciones del gobierno de Carlos Salinas. La primera, la siderúrgica Sicartsa, que
adquirió por 170 millones de dólares cuando su valor real era de 2 mil 500
millones. La segunda, el Banco Banpais,
adquirido por 545 millones de dólares.
Poco después, Villarreal quebró
Banpais, pero quitado de la pena, le pasó la factura al Fobaproa, mecanismo
creado por el gobierno priista supuestamente para proteger a los bancos del
incumplimiento de sus deudores suscitado por crisis financieras, pero que en
realidad sirvió para convertir en deuda pública la deuda privada.
Villarreal Guajardo usó a Banpais para
prestar 2 mil 200 millones de pesos a empresas de familiares y socios, a
sabiendas de que no iban a ser pagados. El Fobaproa entró al rescate, y en 1995
Villarreal fundó Grupo Afirme,
donde ahora AMLO resguarda su fideicomiso.
Lo irónico es que Andrés Manuel López
Obrador construyó su imagen de “luchador social” en buena medida gracias a sus
denuncias sobre el caso Fobaproa. A finales de los noventa, cuando era líder
del PRD, hizo que los diputados del Sol Azteca revelaran la lista de beneficiarios
del Fobaproa, entre los que se encontraba Villarreal Guajardo. El tabasqueño
incluso publicó un libro al respecto.
Hoy, tanto Villarreal Guajardo como Alfonso Romo --otro
beneficiario del Fobaproa y de las privatizaciones salinistas, a través de la
aseguradora Asemex-- desfilan al lado de la “honestidad valiente” a pesar de
haber participado del “saqueo más grande [para México] después de la colonia”.
¿Cómo es esto posible?
Sencillo: expiaron sus pecados pagando
dinero para financiar a AMLO. Como cuando El Vaticano vendía Indulgencias.
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