jueves, 14 de diciembre de 2017

Los peligrosos pasos de AMLO

Pablo Hiriart, 14 dic. 17 El Financiero

¿Qué hay detrás de las incongruencias de López Obrador? Hasta un niño se podría dar cuenta de lo contradictorio de sus propuestas y la carga de falsedad que hay en ellas.
Así son los populistas.

En los discursos de los últimos años ha prometido retirar “de inmediato” al Ejército y la Marina de tareas de seguridad pública.

Ahora que se discute la Ley de Seguridad Interior en el Congreso, sus partidarios se manifiestan afuera del Senado para exigir “no a la legalización de la militarización de México”.

En el programa de gobierno que presentó, y en el discurso al anunciar que se inscribe como precandidato presidencial de Morena, López Obrador planteó la formación de una guardia nacional, compuesta por militares, marinos y policías, bajo su mando.

Lo que está diciendo es que quiere perpetuar al Ejército y a la Marina en las calles, bajo el nombre de guardia nacional.

En la Ley de Seguridad se dispone que las Fuerzas Armadas auxilien en las tareas de seguridad en algunos estados por el plazo de un año.

Y los partidarios y legisladores de López nos dicen que eso es dar al Ejército el papel de policías y militarizar México.

No se dan cuenta, o fingen ignorar, que su candidato presidencial propone convertir a los soldados y marinos en policías, por siempre.

López dice en su programa que se queden de manera permanente en la guardia nacional 160 mil miembros del Ejército y 55 mil de la Marina.

¿Ninguno de sus seguidores le reclama eso?

Al tiempo que anuncia perpetuar a soldados y marinos en tareas de policías, propone, para terminar con la violencia, dar amnistía a los capos y sicarios que siembran el terror en México. Con su liberación ya no habrá violencia. Supongamos que es así.

Si va a traer la paz abriendo las puertas de las cárceles a las bandas criminales, ¿para qué quiere a la Marina y al Ejército en las calles por siempre?

Nunca habla de quitarle el negocio a los narcos, sino de liberarlos mientras esa industria criminal sigue su curso.

Quiere a las Fuerzas Armadas vestidas de guardia nacional, ¿para hacer qué, si el país se habrá pacificado con la amnistía?

Ahora hay militarización de una parte del territorio nacional por la violencia del narco que rebasa a las autoridades civiles, pero ni el Ejército ni la Marina persiguen a adversarios políticos del gobierno.

¿Para eso quiere a la guardia nacional?

De las inconsistencias en sus ofertas económicas se encargó ayer Enrique Quintana en estas páginas. Son ocurrencias de un populista que va a montar en cólera cuando se enfrente a la realidad de que no tiene dinero para cumplir sus promesas.

Va a culpar a “la mafia” de boicotearlo.

Al Banco de México de bloquearlo.

A los comunicadores de crearle un mal ambiente.

Al Congreso de atarlo de manos.

Y vendrán los actos de autoritarismo que distinguen a casi todos los populistas, hasta enfrentar al “pueblo bueno” contra “la mafia y sus achichincles”.

Le va a echar encima al “pueblo bueno” a las instituciones que no le den el gusto, o que considere culpables de que no pueda realizar lo que prometió. Esa película la hemos visto una y cien veces en América Latina.

Ha sido consistente en anunciar que va a revertir la reforma educativa, que es la más importante para la construcción de un país menos desigual.

La va a echar abajo porque es un aliado político de la CNTE.

Grupos como ese son los que van a gobernar con López Obrador.

No nos engañemos. No es juego. Detrás de sus incongruencias subyace un peligro para las libertades y la paz social del país.

¿Nos la jugamos? En Venezuela, en 1999, dijeron que sí.

Twitter: @PabloHiriart

miércoles, 13 de diciembre de 2017

AMLO: Chávez, Echeverría y López Portillo

Jorge Fernández Menéndez
13 de Diciembre de 2017

No hubo encuesta ni tampoco, como lo había prometido Andrés Manuel López Obrador, presentación del gabinete que lo acompañaría en caso de ganar las elecciones. Ayer no hubo insultos a sus contrincantes, como en días pasados, pero sí un insulto a la inteligencia en un programa que mezcla promesas imposibles de cumplir sin quebrar al país con ocurrencias peligrosas. Pero que, sobre todo, promete lanzarnos de lleno al pasado.

Es difícil comenzar por un punto. Vayamos con la seguridad. López Obrador confirmó lo de la amnistía a los narcotraficantes, agregándole sólo que será para quienes acepten redimirse (su confusión entre la política y la religión es ya preocupante y se reiteró en todo el mensaje, incluyendo la muy guadalupana fecha de su registro). Insistió en que creará una guardia nacional que unificará todas las corporaciones militares y policiales (una barbaridad que no tiene ninguna democracia del mundo, pero que tiene un objetivo: tener, ahí sí bajo un solo mando, el suyo, a todos los militares y policías del país, mientras en el Congreso su gente se opone siquiera a una ley de seguridad interior). Volverá a crear la Secretaría de Seguridad Pública, pero el crimen lo atenderá, dijo, revisando las causas sociales y económicas que lo provocan.

Habrá dinero gratis para todos: para cada joven que no estudie ni trabaje, 3 mil 600 pesos mensuales. Pero no sólo habrá dinero para los que no estudian ni trabajan, sino también para los que lo hagan (suponiendo que sean unos 20 millones de jóvenes beneficiarios, el programita costaría unos módicos 72 mil millones de pesos mensuales o sea, casi 900 mil millones de pesos al año). Pero también duplicará la mensualidad para los adultos mayores, pero todo lo hará sin aumentar impuestos ni endeudarse. Como quiere una mejor educación de acuerdo con la Sección 22 (y con Elba Esther Gordillo, quien ahora lo apoya), derogará la Reforma Educativa (¿para qué si los chavos ya recibirán su beca nini?).

También la Reforma Energética y por eso renovará seis refinerías y construirá dos más: no importa que en el mundo nadie esté construyendo nuevas refinerías porque es mucho más barato utilizar las existentes, que están subutilizadas, gastemos otros diez, 15 mil millones de dólares en nuevas refinerías, que además serán construidas por el gobierno, con recursos públicos que sabemos que son muy bien administrados, porque no quiere la participación privada en el sector. Vamos a consumir, dijo, el petróleo, la gasolina, el diesel y los petroquímicos que produzca el país… aunque no estemos en capacidad de producir lo que consumimos y sea más barato comprarlo del exterior.

Pero también comeremos, dijo, lo que produzcamos. Vamos a ser autosuficientes en arroz, trigo, maíz, carne de res, pollo y leche. No dijo que no tenemos esa capacidad y que entonces todos esos productos serían mucho más caros que en la actualidad. Prometió revivir la autosuficiencia alimentaria, pero, además, igual que en el pasado, habrá nuevamente precios de garantía que establecerá el Estado. Al diablo con el mercado.

Una de sus mejores propuestas, insistió, será la descentralización del gobierno federal, algo que se planteó, adivinó usted, allá en los 70 y 80 y que fue desechado por impracticable. Así, de ocurrencia en ocurrencia, Turismo se irá a Chetumal, Pemex a Campeche, la CFE a Tuxtla Gutiérrez, Ganadería y Agricultura a Guadalajara y la Conade a Aguascalientes, entre otros movimientos. ¿Cómo se coordinará el gobierno, cuánto costará hacerlo, qué harán los cientos de miles de trabajadores que de repente verán que para conservar su trabajo, se tienen que ir a vivir al otro extremo del país, cuánto se pagará en especulación inmobiliaria con esos movimientos? Ningún país del mundo tiene descentralizado su gobierno, pero López Obrador está descubriendo el hilo negro de la administración pública.

Pero no termina ahí. Tampoco terminará el nuevo aeropuerto capitalino que hoy es el principal empleador del país y donde se tendrán invertidos en diciembre del 2108 más de 20 mil millones de pesos y estará a punto de concluir su primera etapa, será utilizable al año siguiente. Para reemplazarlo construirá dos pistas en la base militar aérea de Santa Lucía, multiplicando costos y con el pequeño detalle de que quedaría a más de 60 kilómetros del otro aeropuerto, que no hay vialidades y que según la empresa consultora Mitre, la voz internacional más autorizada en el tema, de que Santa Lucía no puede operar simultáneamente con el actual aeropuerto. Otra ocurrencia que nos puede costar miles de millones de dólares y un retroceso invaluable en el desarrollo y la conectividad del país.

Ninguna democracia del mundo tiene este programa y esta lógica de gobierno. Si hay una nación que lo ha impulsado con firmeza, puntualmente y a la que han copiado otras naciones como Bolivia y Ecuador. Éste es el mismo programa de gobierno de Hugo Chávez que continúa Nicolás Maduro. Pero tampoco miremos sólo hacia afuera, éste es el programa de gobierno que en
México aplicaron antes Echeverría y López Portillo. Y tendrá los mismos resultados.

El 'guadalupano' truena contra "blancos y pirrurris"

Pablo Hiriart, 12 dic. 17 El Financiero

Para quien lo dudaba, ahí está otra vez la vena racista de López Obrador: Anaya y Meade son pirrurris y blancos. Esa es su crítica, así de bajo es su nivel.

Es la apuesta por el resentimiento racial para atraer votos. Igual que Trump. Allá contra los morenos y acá contra los blancos.

A su partido le puso Morena, y no por casualidad. Quiere asociar su nombre al de la Virgen del Tepeyac, a pesar de que sus seguidores más furibundos se hayan burlado en sus caricaturas contra la imagen sagrada para los católicos (y para los oportunistas).

Hoy va a registrar su candidatura presidencial y dejará la presidencia de Morena, precisamente el día de la Virgen morena.

En las elecciones pasadas se decía juarista, y como perdió en ambas no tiene empacho en presentarse en éstas vestido de guadalupano.

¿Qué dicen sus seguidores? Sí, los que dibujaban imágenes obscenas de la Virgen de Guadalupe (tienen la libertad y el mal gusto para hacerlo), sus lectores y los asistentes a esas exposiciones, y hoy tienen que tragarse el nombre de su partido y el evento guadalupano que su líder organizó para hoy.

El “juarista de pacotilla”, como lo llamó Jaime Sánchez Susarrey, hace un acto político-religioso para fundir el nombre de su partido con la morenita del Tepeyac.

Suerte que es un hombre de principios tan pero tan sólidos que le permiten pasar del juarismo al guadalupanismo sin que nadie le diga nada.

Y sus apologistas en redes sociales y en cartones ideologizados, se tragan el sapo de la conversión de su jefe y sonríen. Vamos con Morena, y el 12 de diciembre, por si había dudas.

El domingo, luego del discurso de lanzamiento de la campaña de Ricardo Anaya por el Frente, López Obrador no tuvo más argumento para descalificar que ese candidato sea “blanco”.

Lo mismo dijo de Meade, que “está blanco”. Y ambos son pirrurris.

México tiene profundas raíces indígenas, pero está compuesto por mestizos e inmigrantes. Ese es el todo nacional.

AMLO cree que los que son blancos pertenecen al bando de los malos, salvo que estén con él, como Esteban Moctezuma y Elena Poniatowska que son blanquísimos, pero eso no los hace mejores ni peores.

“Lo esencial es invisible para los ojos”, le diría Antoine de Saint-Exupéry.

Su racismo resulta dañino en un país multicultural como México (en cualquiera), y lo puso en práctica cuando gobernó la Ciudad de México.

Durante su gobierno se realizó una de las marchas más grandes de la que tenga memoria la capital del país, en contra de la inseguridad, el secuestro y el crimen, que se habían desbordado en el Distrito Federal.

¿Cómo respondió a esa marcha gigantesca?

No recibió a una comitiva, como era su obligación y de sentido común. Tampoco lanzó un programa emergente contra el secuestro, que era lo aconsejable para dar respuesta al reclamo público de millones de personas.

Descalificó la marcha, pues dijo que sólo eran pirrurris “movidos por una mano negra”.

Lo vuelve a repetir ahora al criticar a Meade y a Anaya por el color de su piel: “están blancos”.

Además de pirrurris y blancos son “peleles, títeres” impulsados para que “los jefes” sigan saqueando la nación.

Hay mucho que cuestionar de Meade y Anaya. Muchas preguntas por hacerles a ambos y a quienes les rodean.

Pero irse por el lado del color de la piel como una muestra de que no conocen México, es un reduccionismo y racismo inadmisible a estas alturas del siglo XXI.

Twitter: @PabloHiriart

AMLO y su catálogo de incongruencias

Enrique Quintana, 13 de dic. 2017 El Financiero

Ayer, 12 de diciembre, día de la Virgen Morena, se registró el candidato, perdón, el precandidato de Morena, que se dice admirador del más ácido crítico del clero católico en la historia del país: Benito Juárez.

Desde ese hecho, empezamos con las incongruencias de un personaje esencial en la historia contemporánea de México: López Obrador.

En su discurso de registro, López Obrador hizo gala de la contradicción, como discurso.

1.- Su primer punto dice: al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie. ¿Y dónde quedó el rechazo a la reforma educativa o el cuestionamiento a la reforma energética?

O la visión de que AMLO acatará sin reservas todas las leyes justas, ninguna otra. Y él es quien dicen cuáles lo son.

2.- Se eliminará la corrupción. Amén. Ningún detalle del sistema de fiscalización que existirá. Dice: “se convocará al pueblo para hacer de la honestidad una forma de vida y de gobierno”. Felicidades. Lástima que pocos acudan a esa llamada a misa.

3.- La descentralización en pleno. Sólo quedarán en la CDMX Hacienda, Gobernación, Cancillería, Defensa y Marina. Todas las demás dependencias se van a Chetumal, Mérida, Ciudad del Carmen, Villahermosa, Tuxtla, Veracruz, Tlaxcala, Cuernavaca, Toluca, Acapulco, Morelia, Colima, Aguascalientes, Querétaro, León, Pachuca, Zacatecas, San Luis Potosí, Monterrey, Torreón, Durango, Bahía de Banderas, Mazatlán, Ciudad Obregón, La Paz, Tijuana, Chihuahua y Nuevo Laredo. Suerte para quienes habitan en esas ciudades.

4.- Se fijarán precios de garantía para el campo, aunque esto suene como de la década de los 70. Seremos autosuficientes en alimentos, aunque esto no sea posible.

5.- Se modernizarán seis refinerías y se construirán dos más… y que Dios nos agarré confesados cuando tenga que definirse de dónde saldrán los recursos.

6.- No aumentarán los impuestos ni la deuda pública, pero sí los ingresos. Con ello habrá dinero para la infraestructura; para un nuevo aeropuerto en Santa Lucía; trenes, internet y lo que se acumule. El conejo en la chistera.

7.- Habrá un seguro para ‘ninis’, de al menos tres mil 600 pesos mensuales. No importa que no exista una fuente de recursos identificada para este propósito. 

8.- Se duplicarán las pensiones… es lo de menos que no sepamos de dónde saldrán los recursos para ello.

9.- Se dejarán sin efecto las medidas de la reforma educativa... aunque se proponga respetar las leyes.

10.- Se someterá a consulta la amnistía de los capos del narco. Habrá una Guardia Nacional que integrará operaciones militares y policiacas… aunque hoy se rechace la actuación de las Fuerzas Armadas.

Los diez puntos anteriores ya dan la idea de lo que está imaginando AMLO como su programa de gobierno.

La fantasía de que la prédica de la honestidad signifique el fin de la corrupción; de que haya recursos de quién sabe dónde para construir refinerías nuevas; de que se considere razonable cancelar el proyecto del nuevo aeropuerto; de que se pretenda regresar a la autosuficiencia alimentaria… sin definir cómo. En fin.

Pareciera que la correspondencia de todos estos dichos con la realidad es un asunto menor.

Lo importante para AMLO es que su discurso le signifique votos.

La realidad es más complicada de lo que él imagina.

Pero, en todo caso, peor para ella.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La mesa está servida para el populismo

Por Rubén Cortés - 8 diciembre, 2017

Mexicanos y venezolanos creen vivir peor que hace 50 años, aunque en Venezuela la inversión extranjera está casi en ceros, como en Siria, envuelta en una guerra, y Somalia, que no tiene Estado; mientras México es la economía 12 del mundo y la inversión extranjera es de 163 mil millones de dólares.
En Venezuela, la falta de alimentos provocó que la unidad de medida para comprarlos sea por cucharadas, en lugar de kilogramos. Y México ocupa el doceavo lugar del mundo en la producción de alimentos.
Pero venezolanos y mexicanos ven la vida con similar pesimismo, según un sondeo de Pew Research Center para medir el ánimo: entre los 38 países encuestados, Venezuela y México ocupan el último lugar.
En Siria, por ejemplo, la guerra paralizó su economía: el desempleo pasó de medio millón de personas a 2.5 millones; la pobreza del 10 al 43 por ciento y la extracción y venta de petróleo del 22 al cinco por ciento de su PIB. Pero, según The Economist, tiene mejores perspectivas que Venezuela.
En cambio, México vende más de lo que le compra a Estados Unidos, el país con la economía más poderosa del mundo: la balanza a su favor este año supera los 30 mil millones de dólares. Además, tiene casi pleno empleo y es el octavo país con más turistas extranjeros en el mundo.
¿Responde a alguna lógica que los ciudadanos muestren similar pesimismo, tanto en el país más pobre del mundo y que vive sin libertades políticas y económicas, como en el que posee la doceava economía del mundo y que vive en completa democracia? La respuesta es tajante: no.
Pero ahí está la encuesta de Pew Research Center: un 68 por ciento de los mexicanos se queja de tener bajos ingresos, aun cuando en términos estadísticos su tasa de 3.3 es considerada “pleno empleo”, y que en los últimos cinco años fueron creados tres millones de nuevos puestos laborales.
México es, además, primer productor mundial de aguacate (un millón 100 mil toneladas anuales), de café orgánico, de papaya (120 mil toneladas); el primero de limas y limones (32.3 por ciento del mercado global) y de nuez. Y este año abrió el mercado para 22 nuevos productos en 14 países.
Pero, rumbo a 2018 domina las encuestas AMLO, quien promete que si gana “firmamos un acuerdo con Trump para vender todo el jugo de naranja de Tamaulipas y así rescatamos el campo y habría empleos”.
No, el futuro no pinta bien y parece dar razón cada día a Mencken, en aquello de que “el demagogo es quien predica doctrinas que sabe que son falsas a personas que sabe que son idiotas”.
Mesa servida para el populismo, pues.

jueves, 7 de diciembre de 2017

AMLO y militares: ocurrencias peligrosas





JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ

07-12-2017 Que López Obrador no tiene la menor idea de cómo plantear una política de seguridad no es ninguna novedad: su desempeño en la ciudad de México lo demostró plenamente. Tampoco hay atisbos de un programa serio sobre el tema en sus plataformas programáticas del 2006 o el 2012 o en la que ha presentado hasta ahora para los comicios de julio próximo, pero su necedad y obsesión para destruir las instituciones militares lo colocan ya más allá de la ignorancia: sus propuestas son peligrosas para la propia estabilidad democrática del país.

            La propuesta de amnistía a los narcotraficantes ya hemos visto que no es una simple ocurrencia. Como decíamos el lunes es una constante que se ha mantenido en las campañas presidenciales anteriores y que se reitera ahora, incluso con mayor claridad. Pero no se trata sólo de la declaración en una de las zonas más castigadas por la violencia en Guerrero, es parte también del documental publicitario que está presentando Epigmenio Ibarra sobre el propio López Obrador. Y va de la mano con las denuncias de López Obrador sobre las “masacres” cometidas por militares contra el pueblo y la identificación que quieren imponer López Obrador (y Epigmenio) de que los narcotraficantes son algo así como una guerrilla opositora contra el gobierno, por eso el candidato de Morena insiste en que la lucha contra el narcotráfico es una lucha “del pueblo contra el pueblo”.
            A las críticas generalizadas que recibió López Obrador por su propuesta de amnistía, se sumaron los secretarios de la Defensa Nacional y el de la Marina Armada de México, el general Salvador Cienfuegos y el almirante Vidal Soberón, con duras declaraciones sobre las implicaciones de una medida tan irracional que sería un paso irreversible hacia la transformación de México en un virtual narcoestado. La respuesta de López Obrador fue, otra vez, insultar a sus críticos, en este caso a los dos principales mandos militares del país y anunciar una serie de medidas que terminarían desmantelando la estructuras federales de seguridad, lo que combinado con la “amnistía” a los narcos sería el paso definitivo para dejarle al crimen el camino abierto para el control institucional.
 López Obrador propone ahora fusionar el ejército y la marina en un solo cuerpo militar, quitarles miembros y poderes, y convertir las fuerzas de seguridad, incluyendo las policías, en una guardia nacional, me imagino que pensando en un modelo similar al de la guardia nacional bolivariana de Venezuela, que es algo así como el brazo armado del chavismo. Minimizar a las fuerzas armadas profesionales mientras se redimensiona a instituciones como la guardia nacional, es lo que hizo Chávez, hasta que logró un cambio completo de los mandos militares en su país. La guardia nacional se transformó en la fuerza de choque contra la oposición y la que maneja negocios como el narcotráfico. No le gusta al candidato de Morena que lo comparen con Chávez o Maduro, pero sus propuestas son las mismas que llevaron a éstos al poder y con los que mantuvieron en él.
Atención, la amnistía a los narcos, la denigración de las fuerzas armadas, la construcción de instituciones  de seguridad a modo que las vayan reemplazando, no son ocurrencias del candidato de Morena: son parte de un proyecto de país que es en estos temas, cuando tiene que especificarlos en concreto, cuando resulta más transparente.

¿Por qué alucina AMLO a Meade?

ENRIQUE QUINTANA, EL FINANCIERO, 7 DIC. 17

Uno puede tener todas las diferencias del mundo con López Obrador, pero no puede dejar de reconocer que es un político de esos que ya no hay.

Dotado de una gran intuición que percibe las cosas como con un sexto sentido, AMLO nos hace recordar a personajes como Alfonso Martínez Domínguez, Luis Echeverría o Adolfo Ruiz Cortines, por citar sólo algunos personajes de la historia política mexicana.

Desde hace un par de meses, el todavía presidente de Morena reveló en un video que, de acuerdo a la información que tenía, Meade sería el candidato presidencial del PRI.

Más allá de creerlo, la intención de golpearlo era muy obvia.

Los ataques personalizados continuaron, llegando al nivel del insulto.

Ayer que El Universal publicó una encuesta de Buendía Laredo, volvió a la carga en su Twitter:

“Se los dije, estaba mejor Chong. Hoy se confirma con la encuesta de El Universal, Meade está en tercero. Por más que EPN, Salinas, Fox, Cienfuegos, el almirante, Claudio X, etc. etc. lo inflan, no hace ni burbuja. Todavía están a tiempo y es de sabios cambiar de opinión”.

Ni los más ingenuos pensarían que AMLO está interesado en que el PRI tenga un mejor candidato.

Es obvio que AMLO tiene un rechazo absoluto y casi paranoico a la candidatura de Meade.

Es elemental que si fuera tan irrelevante como AMLO quiere hacerlo creer, no le hubiera dedicado ni la quinta parte de la atención que le ha puesto en las últimas semanas.

Respuestas como las anteriores parecen indicar que el presidente Peña no se equivocó en su selección.

Intuitivo como es, AMLO sabe que si hay un candidato que le puede ganar, es precisamente Meade.

¿Por qué? ¿Que no se trata de un tecnócrata insensible que ni siquiera tiene el respaldo del que algunos llaman ‘el PRI profundo’?

López Obrador tiene una narrativa de campaña que se ajusta a un priista convencional. Y está incómodo cuando se trata de un ‘no priista’. Tendrá que destinar parte de su discurso a hacer ver que se trata de un ‘priista embozado’, lo que le implica desperdiciar municiones.

Pero quizás, el mayor de los problemas es que no le va a funcionar el discurso de la corrupción.

Nuevamente va a tener que ser elíptico y tendrá que acusar al candidato del PRI de haber sido parte de un gobierno en el que hubo corrupción, lo que ya no es tan efectivo como cuando hay una acusación directa.

Pero además, por si algo faltara, resulta que Meade sí tiene ideas y propuestas. Es estructurado y puede ser muy crítico.

En otras palabras, un cambio completo del script.

Por eso el virtual candidato de Morena ha andado como chivo en cristalería. Hay quien piensa que ha sido para atraer la atención. No lo creo.

López Obrador no requiere atraer reflectores: lo conoce el 95 por ciento del electorado. Lo que requiere es generar más simpatías, y propuestas tan disparatadas como la de la amnistía a los capos, no le funcionan. Más bien lo exhiben y desacreditan.

La incomodidad evidente que Meade le despierta a AMLO es como la de aquellos peleadores que se salen por completo del estilo del contrincante, al que no pueden acomodarle los golpes que están acostumbrados a dar y que son los que dominan y les han dado triunfos.

¡Vaya!, y López Obrador, de paso, alienta el ‘fuego amigo’ contra Meade, por si aún hubiera quienes estuvieran rumiando su resentimiento y frustración.

Amnistía y violencia

Sergio Sarmiento, Mural, 7 dic. 17


"Ojo por ojo, y el mundo acabará ciego".

Mahatma Gandhi
 
 
Hubo quien dijo que Andrés Manuel López Obrador se había equivocado, que en la confusión de un chacaleo respondió sin pensar a la pregunta de un reportero: "Vamos a hacer todo lo que se pueda para que logremos la paz en todo el País, que no haya violencia. Si es necesario, vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el respaldo de las víctimas, de los familiares de las víctimas".

Pero López Obrador no se equivocó este 2 de diciembre en Chilapa, Guerrero, una de las zonas más afectadas por la violencia en el País. Quizá no está comprometido con una amnistía, pero sí está considerando la posibilidad de un diálogo y un perdón. No es con más soldados, marinos y policías, dice, como se va a resolver el problema de la inseguridad.

Hay buenas razones para cuestionar un diálogo con los líderes del crimen organizado y la posibilidad de otorgarles una amnistía. Hubo un tiempo, cuando había un verdadero cártel, el de Guadalajara, en el que quizá se podría haber negociado con un capo o con un grupo relativamente pequeño de líderes del crimen. Hoy, después de décadas de guerra contra las drogas, la hidra tiene ya cientos o miles de cabezas. ¿Cómo escoger con quién negociar?

La respuesta de López Obrador a los cuestionamientos de los Secretarios de Defensa y Marina sugiere que, lejos de haberse equivocado, él cree realmente en dialogar con los líderes del crimen. En Oaxaca este 5 de diciembre dijo que sabía que a los titulares de estas dependencias "les ordenaron lanzarse en contra nuestra, pero siempre digo lo que pienso". Añadió: "La política se inventó para evitar la guerra. La paz y la tranquilidad son frutos de la justicia". Y parafraseó a Gandhi: "Ojo por ojo, diente por diente, nos dejaría ciegos o tuertos o chimuelos y no resuelve el problema".

Sería imposible, es verdad, negociar con miles de criminales a la vez. Los delitos que más duelen no los cometen las grandes bandas del narcotráfico sino grupos relativamente pequeños de delincuentes. López Obrador, sin embargo, ha entendido la exasperación de la población ante una inseguridad que no ha hecho más que aumentar en los últimos años, a pesar de que el gobierno ha gastado cantidades crecientes de dinero para fortalecer a las policías, las procuradurías y las Fuerzas Armadas. Una vez más Andrés Manuel está estableciendo la agenda de fondo en un proceso electoral.

El problema de la inseguridad no tiene soluciones fáciles. López Obrador señala en su Proyecto de Nación 2018-2024 que la inseguridad es producto del desempleo, la pobreza y la desintegración familiar. Esta idea, de que los pobres son los responsables del crimen, no es avalada por la información. Es falso que los pobres sean más proclives a cometer delitos. La información disponible sugiere que la mayoría de los criminales pertenecen a la clase media y no a los grupos más pobres. La idea de que los huachicoleros o quienes asaltan trenes lo hacen por hambre es simplemente falsa.

La estrategia de utilizar la represión para reducir el consumo de las drogas, sin embargo, no ha disminuido su uso, aunque sí ha provocado una dramática explosión de violencia. Quizá la solución no radica en reglamentar el uso del Ejército como policía, como lo hace la Ley de Seguridad Interior, ni en otorgar amnistías a los principales criminales. Una medida más sencilla, y más eficaz, sería legalizar las drogas y usar a la policía para combatir los crímenes con víctima.

 
 
¿PÁNICO?

 
Enrique Ochoa, presidente del PRI, declaró en Tlaxcala que el destape de José Antonio Meade hizo que López Obrador entrara en un "estado de pánico", lo que explica su oferta de amnistía a criminales. Curioso. Porque en todas las encuestas que he visto AMLO sigue en un cómodo primer lugar.

 
@SergioSarmiento

Narcoamnistía

Ricardo Elias, Mural, 7 dic 17.

La idea de López Obrador (AMLO) de ofrecer una "amnistía" a los narcotraficantes, para con eso -según él- pacificar el País es, por decir lo menos, una tontería.

Esto es lo que dijo: "(...) vamos a convocar a un diálogo para que se otorgue amnistía, siempre y cuando se cuente con el apoyo de las víctimas", agregando luego "con el apoyo de los familiares de las víctimas".

Supongo que añadió esto último al darse cuenta que es imposible obtener apoyo de las víctimas, porque la mayoría están muertas.

AMLO no distingue (¿o no sabe?) la enorme diferencia que hay entre otorgar una amnistía a sicarios y capos del narcotráfico, y a líderes de movimientos políticos o miembros de ejércitos revolucionarios, como la amnistía otorgada a las FARC en Colombia que además sólo aplica a quienes cometieron delitos menores, y nunca a criminales que han asesinado y descuartizado a miles de personas.

Si la violencia en el País se debe principalmente a las narcoactividades, haría más sentido analizar los pros y contras de la legalización de las drogas como medio para pacificar el País que analizar el indulto a criminales presos, lo cual más que una amnistía, sería un vil intercambio de impunidades.

Cuando los reporteros que sí son capaces de cuestionar y rebatir con argumentos las ocurrencias le preguntaron a AMLO si esta amnistía de que habla alcanzaría a los líderes de los cárteles, su respuesta fue: "Vamos a plantearlo. Lo estoy analizando. Lo que sí les puedo decir es que no va a quedarse ningún tema sin ser abordado, si se trata de garantizar la paz y la tranquilidad".

Las frases "lo estoy analizando" y "vamos a plantearlo" son muy reveladoras de quién es AMLO y cómo piensa.

La primera ("lo estoy analizando") revela que es él solo el que hace y deshace, y que la democracia y las instituciones le importan poco o nada. Como lo haría un dictador, él no propone, él decreta.

En la segunda frase ("vamos a plantearlo"), el plural que usa no lo percibo como un plural democrático o incluyente, sino como el plural mayestático que se comenzó a usar en la edad media por reyes y papas.

El plural mayestático, o "plural de majestad", consiste en referirse a uno mismo, sea hablante o escritor, mediante el uso de la primera persona del plural y usando el pronombre "nos", en sustitución de "yo", imitando el estilo lingüístico de los reyes y altos jerarcas de Iglesia, que se expresan en plural (hemos decidido otorgarle a...).

Hoy en día, la clase política utiliza este modo de hablar para ya sea diluir responsabilidades a la hora de tomar ciertas decisiones, o bien para dar la impresión de que sus ideas son apoyadas por los demás ciudadanos.

No confundamos el plural mayestático de AMLO con el plural de modestia que se emplea cuando alguien quiere no darse importancia, y que es utilizado por los mexicanos más humildes. La primera vez que identifiqué este modesto modo de hablar, fue cuando un pintor que había contratado para un trabajo me pidió un anticipo diciéndome: "¿nos da pa'l material?". Y como cuántos pintores serían, me pregunté yo, pues yo sólo lo veía a él y sin embargo me hablaba en plural.

Regresando al tema de la amnistía, es obvio que una eventual liberación de capos sería el resultado de negociaciones directas con ellos, por lo que las preguntas que AMLO debiera hacerse y responder antes de siquiera proponer semejante plan, serían: ¿qué pedirían los narcos a cambio de pacificar el País -asumiendo por supuesto que son capaces de garantizar la paz, lo cual es bastante cuestionable- y qué estaría el gobierno, en manos de AMLO, dispuesto a ofrecer a cambio?

¿Simplemente los perdonaría y dejaría en libertad a cambio de promesas de no violencia, que pueden ser tan vacías y falsas como sus propias promesas? ¿Seguirían operando sus narconegocios? ¿Los perdonaría y les incautaría todos sus bienes, es decir, los dejaría libres y pobres como empezaron, o terminarían libres y ricos?

Todo esto y muchas cosas más relacionadas con la complejidad de otorgar una amnistía confirman que de AMLO sólo se pueden esperar ocurrencias y utopías, y que a cada uno de nosotros nos dirá siempre lo que queremos oír con tal de ganar votos.


"Todo dictador es enemigo de la libertad, y un opositor a la ley".

Demóstenes
 
 
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ricardoelias.mx

miércoles, 6 de diciembre de 2017

El error de López Obrador

Raymundo Riva Palacio, 6 de dic. 17 El Financiero.

Si quería captar la atención de la respetable opinión pública y la sociedad política, Andrés Manuel López Obrador lo logró con creces, aunque negativamente, por su declaración de que analizaría darle amnistía a los líderes de los cárteles de las drogas a cambio de regresar la paz a las calles mexicanas. No ha habido nadie con autoridad moral o representatividad, salvo la secretaria general de Morena, Yeidckol Polevnsky, que haya salido a defender o explicar las razones de López Obrador. Tampoco él tuvo los reflejos para enfrentar y salir de la avalancha que le cayó encima. En su propio portal no se registró la declaración que hizo el sábado en Guerrero, donde adelantó la propuesta que tanto daño le está causando. La errata comenzó a ser reconocida en casa, pero orgulloso, no la admite todavía.

Si quería López Obrador confrontarse con todos, comenzar a ser criticado por el simplismo de su propuesta y mofa en las redes sociales –donde circuló desde el lunes al mediodía un meme de Joaquín El Chapo Guzmán con la leyenda de campaña, “estaría mejor con López Obrador”–, este fue el mejor camino. Si quería seguir agraviando a las Fuerzas Armadas, fue el atajo más rápido. El gobierno no puede pactar con la delincuencia organizada, dijo el secretario de la Marina, el almirante Vidal Soberón, porque sería convertir al Estado en parte de la delincuencia organizada. ¿Habrá pensado López Obrador que su propuesta convertiría a su eventual gobierno en un delincuente? 

López Obrador necesita corregir rápidamente su dicho y rechazar esa propuesta. Su autoridad moral como líder depende de ello y no puede refugiarse en su base electoral, que es incondicional y a la que no le importa estar dentro de la ley o en la ilegalidad, o que sus dichos y ocurrencias le causen daño político a aspiraciones presidenciales, o lo descalifiquen como un aventurero que no entiende la complejidad de los temas de fondo. No puede jugar con su gradería que, en dos elecciones presidenciales, ha mostrado ser insuficiente para llegar al poder.

Desde el lunes, varios analistas han mostrado lo inútil que ha sido esta medida en experiencias internacionales. Tiene una doméstica, emprendida por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto en Michoacán, donde, en 2013, con la finalidad de liquidar a Los Caballeros Templarios, armó grupos paramilitares, denominados grupos de autodefensa civil, con protección del Ejército y la Policía Federal, inspirados e infiltrados por los cárteles Jalisco Nueva Generación y de los hermanos Beltrán Leyva. Esas acciones representan el elemento más vulnerable que tiene el presidente Peña Nieto para que pueda ser llevado a cortes internacionales acusado de genocidio. ¿Qué nadie le explicó a López Obrador aquel episodio que consideraría repetir, a nivel nacional, de ser presidente?

Una línea de discusión en los medios comenzó, en cambio, a socializarse. Si López Obrador plantea la amnistía para los líderes de los cárteles de las drogas, ¿no está buscando también financiamiento del narcotráfico para su campaña presidencial? Cercanos a López Obrador aseguran que es un disparate, pero al igual que las técnicas que él maneja, las percepciones se van construyendo hasta convertirlas en realidad. Para que una percepción cobre legitimidad –que no es lo mismo que legalidad o certeza–, debe haber elementos que la alimenten. López Obrador los tiene. Recientemente en Guerrero, donde hizo esa declaración, nombró como su coordinador de campaña al exalcalde de Acapulco, Félix Salgado Macedonio, de quien se escribió en este espacio en febrero de 2007: 

“¿Qué tanto se metió el alcalde de Acapulco con los cárteles de las drogas? No hay acusaciones contra él a nivel federal, ni averiguación previa en marcha. Sí se tiene indicios en el gobierno federal de que hubo dinero del narco en la campaña de Salgado Macedonio, de los dos cárteles que se disputan Acapulco, el de Sinaloa y el del Golfo, que encabezan los hermanos Beltrán Leyva y su socio Joaquín El Chapo Guzmán, y el recientemente extraditado a Estados Unidos, Osiel Cárdenas”. 

Los nexos oscuros de López Obrador en Guerrero no le ayudan en absoluto. En 2006, Salgado Macedonio acumulaba 20 amenazas de muerte y había bajado cerca de 30 kilos de peso por las angustias. Salvó su vida por la protección federal y porque los cárteles comenzaron su guerra de unos contra otros. Otro asociado a López Obrador en Guerrero es Lázaro Mazón, que fue secretario de Salud en el gobierno de Ángel Heladio Aguirre, quien lo separó (del cargo) después de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa por su relación con el alcalde de Iguala, José Luis Abarca, a quien presentó a López Obrador para que lo apoyara en su carrera política. Abarca está preso por aquél crimen, y se han ido recopilando evidencias que lo vinculan directamente con aquella desaparición y el asesinado de varios de esos estudiantes.

López Obrador va a seguir abriendo espacios para que lo critiquen o denuesten si no lo frena. Las analogías se van a trazar rápidamente con Venezuela, donde ya lo han estado equiparando con el finado Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro, que han tenido conexiones con los cárteles de las drogas y crearon un incipiente narcoestado. Es claro lo que tiene que hacer el precandidato presidencial aquí: rectificar y establecer una postura contundente contra los criminales, sin matices. O está a favor, o está en contra de los cárteles de las drogas. No hay más para dónde hacerse. Como es su comportamiento público, está entre el todo o el nada, sin nada en medio.

Twitter: @rivapa

martes, 5 de diciembre de 2017

AMLO busca financiar campaña con el narco: El Bronco



México no puede negociar con el narco, advirtió Jaime Rodríguez Calderón, aspirante a la candidatura independiente a la Presidencia de la República.
Al término del foro “Fortaleza Ciudadana, Compromiso por la Seguridad”, el también gobernador de Nuevo León condenó la propuesta del líder nacional y dueño de Morena, Andrés Manuel López Obrador, respecto a perdonar al crimen organizado.
Aseguró que este tipo de acuerdos no han funcionado y atribuyó el planteamiento del representante de Morena a su búsqueda de recursos para financiar su campaña y captar simpatías.
“No debemos de poner en duda que este país no pude negociar con los narcos, no ha funcionado en ninguna parte (del mundo). Si fuera una intención real no creo que sea conveniente, no es conveniente para México, eso es peligroso”, expresó.
De ser así, cuestionó, quién pagaría por la muerte de millones de personas, tanto civiles como policías, en la lucha contra la delincuencia organizada.
“No podemos jugar en ese sentido para ganar votos o de ganar simpatías… a lo mejor Andrés Manuel quiere poner a Caro Quintero de Secretario de Finanzas, a la mejor quiere poner al Chapo en el tema de Secretario de Seguridad Nacional, ya los perdonó”.
Refirió que es muy fácil hablar cuando no se ha sido víctima de la delincuencia, y más aún en caso de López Obrador, quien suma más de 18 años de vivir del erario.

Perfidia contra las Fuerzas Armadas

Pablo Hiriart, El Financiero, 5 dic 17

De la manera más grotesca, desde el flanco de Morena y de algunos anayistas se ha hecho creer que el problema de la criminalidad en México es culpa del Ejército y no del narco.

Morena y su candidato presidencial han exigido el retiro inmediato del Ejército a sus cuarteles, a la vez que promueven una amnistía a los capos del narcotráfico.

Sí, una amnistía a “los que han matado bebés delante de sus padres. Han obligado a hermanos a mutilar a sus hermanos. Han sacado los ojos a militares vivos para jugar con ellos antes de matarlos”, como lo expresó de manera cruda pero verídica el consultor Xavier Tello en redes sociales.

Pero el cinismo no para ahí.

En el programa de gobierno de Morena, presentado el 20 de noviembre, se plantea crear una Guardia Nacional con el apoyo de 214 mil 157 soldados y 55 mil 574 marinos “para garantizar la seguridad de los mexicanos y serenar al país”.

Los legisladores de Morena han arremetido contra la Ley de Seguridad Interior que se votó en Diputados y hoy estará en el Senado, pero su Proyecto Alternativo de Nación, página 63, apunta: “Si el ejército mexicano continuará en las calles (sic), sería necesaria una ley de seguridad interior, ya que no es factible que el ejército continúe haciendo labores de seguridad pública que no le corresponden sin un ordenamiento legal apropiado”.

Han rechazado el mando policial único en las 32 entidades federativas –que es la alternativa a la presencia del Ejército en las calles– porque, lo han manifestado en la tribuna de la Cámara de Senadores, “se trata de una imposición de Estados Unidos”.

Pero en el programa de gobierno presentado el 20 de noviembre, proponen “retomar al mando único policiaco” con 32 corporaciones estatales.

¿De qué se trata el juego?

Se trata de que a México le vaya mal, para que a ellos les vaya bien. La máxima cubana: “mientras peor, mejor”.

El PRD y el anayismo también están contra la Ley de Seguridad Interior, que da un marco jurídico a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública, muy a su pesar y por incompetencia de los civiles o perfidia como la de AMLO y Morena.

Si no están de acuerdo con la presencia del Ejército en las calles, que pidan el regreso a sus cuarteles en los estados que gobiernan. Así de fácil. Está entre sus facultades, nadie se los puede imponer.

A ver, Silvano Aureoles, ¿por qué pide apoyo del Ejército en Michoacán, y su partido vota contra de la Ley de Seguridad Interior en el Congreso?

Demasiado cinismo.

Peor aún los anayistas, como el gobernador de Chihuahua Javier Corral, que exhortó a los senadores del PAN a rechazar la Ley, y a la vez pide que por favor los soldados no salgan de su estado.

En Chihuahua la criminalidad iba hacia abajo, se ponía como ejemplo de control de la violencia, pero con la llegada de Corral los asesinatos se dispararon al grado de darse uno cada cinco horas, ya es de nuevo la segunda entidad con más crímenes y regresaron las matanzas.

Las víctimas en esa entidad no son únicamente delincuentes, sino que también alcanzan a periodistas, empresarios, niños y civiles inocentes.

A ver Corral, pida que se vaya el Ejército de Chihuahua. ¿Dónde está la congruencia? Si ése es el problema, la solución es fácil.

La Ley de Seguridad Interior establece un plazo para que las Fuerzas Armadas permanezcan en las calles de un estado: un año. Así debe ser. Y aplicarla.

Si no se presiona a gobernadores y políticos irresponsables para que armen buenas policías estatales (recursos han tenido a manos llenas), seguirán empleando al Ejército para contener un poco la criminalidad, y desde luego que esa no puede ser la solución permanente.

Mientras, usan al Ejército, lo calumnian en el Congreso y en los medios de comunicación, y piden la amnistía para quienes les arrancan los ojos a los soldados.