JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
26 Sep. 2016
"Dadme cuatro años para enseñar a los niños y la semilla que siembre nunca será desenraizada".
Atribuido a Lenin
CUERNAVACA.- Ayotzinapa no es una escuela. Es la sede de un movimiento político que busca acabar con el régimen. Para eso fue creada. Por eso subsiste. Lo paradójico es que el propio régimen la subsidia.
"Me preguntan por qué me animé a venir", dice a César Martínez del Reforma uno de los "pelones", los alumnos de primer ingreso de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en Tixtla, Guerrero. "Pues nada más que la necesidad es lo que lo lleva a uno... querer superarse y tomar armas contra el mismo gobierno, o sea, la mejor arma que tenemos es el leer y tener esa educación, ese proceso para ser docentes".
El movimiento no empezó con el secuestro y presumible homicidio de 43 estudiantes el 26 de septiembre de 2014, hace dos años. La escuela fue fundada en 1926, hace 90, por Rodolfo Bonilla, padre del actor y diputado constituyente Héctor Bonilla, cuyo trabajo fue continuado por Raúl Isidro Burgos, de quien la escuela derivó su nombre. Es un internado que busca combinar una enseñanza académica con instrucción práctica para jóvenes del campo.
Desde un principio la escuela tuvo un fuerte elemento político. Moisés Sáenz, impulsor de las normales rurales desde la Secretaría de Educación Pública, argumentaba que su propósito debía ser "preparar una nueva generación de maestros rurales debidamente capacitados para actuar como mentores y líderes sociales" ("El internado como familia", Revista Latinoamericana de Estudios Educativos, 2006). De Ayotzinapa surgieron líderes guerrilleros como Lucio Cabañas y Genaro Vázquez. Más que una escuela, Ayotzinapa ha sido durante décadas el centro de un movimiento que quiere acabar con el capitalismo. En sus famosos murales no se rinde homenaje a Hidalgo o a Madero, sino al Che Guevara, Marx, Engels, Lenin y el subcomandante Marcos. Todos los alumnos recibieron calificaciones de 9 a 10 en 2015 pese a no haber tenido clases en un año (Excélsior, 21.9.15).
La desaparición de los 43 ha dado nueva vida al movimiento. "Nos han recalcado que por ellos estamos aquí, y es verdad -dice Julio César, el alumno de primer ingreso-. Si ellos no hubieran estado desaparecidos nuestra normal hubiera caído o, en su defecto, se hubiera disminuido la matrícula, como se ha venido intentando desde años atrás". Inscribirse es unirse al movimiento. Si en años anteriores la escuela tenía que hacer esfuerzos para atraer estudiantes, pese a que los alumnos reciben becas, alojamiento y alimentos, hoy cuenta con una nueva y entusiasta generación de pelones. Entrar a la escuela es un compromiso político.
La tragedia de Iguala no sólo ha subido los reclutas sino también las donaciones. Los líderes, como el abogado Vidulfo Rosales, pueden trabajar de tiempo completo para el movimiento. Siete madres de desaparecidos viven en la escuela y trabajan para la causa.
Ayotzinapa es hoy símbolo en el mundo para quienes se oponen al sistema de libertad económica. Los hechos de Iguala han sido uno de los factores del desplome de la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto. Los líderes, apoyados por activistas internacionales, como el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), han fortalecido la tesis política de que el culpable de las desapariciones "fue el Estado". Hoy, a dos años de Iguala, el movimiento buscará mostrar nuevamente su fuerza con una manifestación en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México.
AYUNO DEL RECTOR
Alejandro Vera Jiménez, rector de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos, realizó un "ayuno de alimentos y palabras" de 40 horas para pedir dinero al gobierno de Graco Ramírez al que quiere derrocar. Se espera que la universidad se quede sin recursos, hasta para pagar la nómina, en dos semanas.
@SergioSarmiento
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