viernes, 29 de mayo de 2015

Nuevamente el compló

Bibiana Belsasso
 
A poco más de una semana de que se lleven cabo las elecciones, Andrés Manuel López Obrador ha dicho que no aceptará ningún fraude electoral en la capital del país y que, de ocurrir, el responsable será el actual jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera.
Ha denunciado a candidatos que compiten por las jefaturas delegacionales de Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Magdalena Contreras, Cuauhtémoc, Milpa Alta, Tlalpan y Gustavo A. Madero.
Y le pidió a Mancera, públicamente, que detenga la entrega de despensas, materiales de construcción y dinero que, según él, realiza el PRD para coaccionar el voto en las delegaciones.
La realidad es que esto es lo que siempre hace López Obrador cuando el voto no le beneficia. Y ahora que las encuestas no están del todo a su favor, ha decidido recurrir a su antigua estrategia de acusar fraude electoral.
Según la encuesta de GEA-ISA, el PRD tiene en promedio 28 por ciento de las preferencias electorales, seguido del PRI con 17 por ciento y en tercer lugar hay un empate entre el PAN y Morena con el 13 por ciento cada uno.
Para Morena es importantísimo hacerse de delegaciones en el Distrito Federal, para así tener mayor control territorial y recursos económicos.
La historia del interminable fraude es, como decíamos, recurrente. La primera vez que Andrés Manuel utilizó esa estrategia fue en 1988, cuando buscó la candidatura para gobernar Tabasco por el Frente Democrático Nacional.
Perdió, exigió la anulación de las elecciones y realizó una gira por todo el estado para “alertar del clima de autoritarismo y represión”. En aquel entonces escribió su primer libro Tabasco, Víctimas de un Fraude.
En 1994 buscó nuevamente la gubernatura de la entidad y volvió a perder. Esa elección se la ganó Roberto Madrazo, del PRI.
AMLO inició nuevamente su resistencia civil, tomando pozos petroleros y realizando marchas.
En el 2006, en la elección más competida en la historia de México, Felipe Calderón ganó por un margen muy pequeño de 0.56 por ciento, y eso le dio toda la oportunidad a López Obrador de decir que se había orquestado un fraude y plantear ideas conspiratorias en su contra.
Promovió entonces el plantón de Paseo de la Reforma, bloqueos viales y marchas. Muchas de éstas financiadas en parte por el entonces jefe de gobierno Alejandro Encinas, a quien López Obrador había dejado como interino.
El 2 de julio de 2007, presentó su libro La Mafia nos robó la Presidencia, sobre su campaña y la elección presidencial.
En los comicios federales de 2012, de nuevo López Obrador perdió la Presidencia de la República, así que manifestó nuevamente su inconformidad y presentó pruebas con las cuales, según él, se demostraba un fraude en su contra.
Paradójicamente, en la única elección en la que AMLO no se inconformó fue en la de 2000, cuando ganó la jefatura de gobierno del Distrito Federal. Esa elección estuvo muy competida. Ganó con 34.5 por ciento de los votos emitidos contra 33.4 por ciento obtenido por su competidor más cercano, Santiago Creel, del PAN.
En ese proceso electoral sí que hubo irregularidades: para empezar, la credencial de elector de López Obrador era del Estado de Tabasco, donde como les decía había ya competido en dos ocasiones por la gubernatura.
Por supuesto nunca argumentó fraude alguno ante el escaso margen de ventaja que tenía.
Con la escuela que tiene el líder de Morena, cuyo patrón es inconformarse cuando las elecciones no le favorecen, no sé cómo nos puede extrañar que desde ahora esté argumentando fraudes y complós en su contra.
bibibelsasso@hotmail.com 
Twitter:
 @bibianabelsasso

No hay comentarios:

Publicar un comentario