Ricardo Elias en MURAL 27 Ene. 2022
El presidente López Obrador informó que tiene un "testamento político" elaborado con el fin de garantizar la gobernabilidad en caso de su fallecimiento. No conocemos el contenido de dicho documento, por lo que sólo podemos opinar acerca de lo que él mismo dijo al respecto:
"Tengo desde hace algún tiempo un testamento y, ya siendo Presidente, le agregué un texto que tiene el propósito de que, en el caso de mi fallecimiento, se garantice la continuidad en el proceso de transformación y que no haya ingobernabilidad, que las cosas se den sin sobresaltos, sin afectar el desarrollo del país, garantizador siempre de la estabilidad, y el que se avance en el proceso que hemos iniciado".
Un testamento es la declaración voluntaria de una persona expresando lo que quiere que se haga con sus bienes después de su fallecimiento.
En este caso siendo un testamento "político", se refiere no a sus bienes, sino a las acciones y reglas que pretende o quisiera que continúen aplicando los que en el futuro gobiernen o aspiren a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o al país.
Obviamente cualquiera puede dejar por escrito lo que quisiera que sucediera en su ausencia, lo cual no tiene más fuerza que la de una sugerencia o recomendación personal, a menos claro está que sus seguidores logren convertir ese desconocido, pero intuido, testamento político en artículos de la Constitución.
Para mí el solo hecho de hacer público, y en vida, la existencia de un documento de esta naturaleza habla de soberbia, megalomanía y un deseo incontenible de "pasar a la historia" como el prócer de una fatua colección de utopías y promesas huecas, llamada Cuarta Transformación, la cual considera su legado, deseando que éste se convierta en la guía moral, espiritual y política para lograr el bienestar de las siguientes generaciones de mexicanos, y en general de todos los pobres del planeta (una muestra de estas utopías fue la propuesta llamada "Plan Mundial de Fraternidad", que como "genio incomprendido" hizo en el Consejo de Seguridad de la ONU, para que las personas y empresas más ricas del mundo donen el cuatro por ciento de sus fortunas y así acabar con la pobreza).
Todos alguna vez en la escuela escuchamos el término "prócer" sin realmente entender su significado. Y eso es exactamente lo que AMLO quisiera ser o convertirse en.
Nada haría más feliz a AMLO que asegurarse en vida de que, así como la historia nombra a Miguel Hidalgo "Prócer de la Independencia" o "Padre de la Patria", él sea nombrado y recordado como "Prócer de la Cuarta Transformación" o "Padre de los Pobres".
Pero el Presidente está muy lejos de ser o llegar a ser un prócer -vocablo formado por el prefijo pro (hacia delante, progresivamente) y la raíz del verbo crescere (crecer)-, más bien sus acciones y resultados dan pie para acuñar en su honor un nuevo vocablo, el de "retrócer", que significa el que hace que las cosas crezcan, pero hacia atrás.
La grandeza no se logra con sólo ponerle títulos grandiosos a las cosas. No por llamar Cuarta Transformación a una simple, malhecha e improvisada administración pública, automáticamente adquiere la dimensión de una Independencia o de una Revolución, aunque sea pacífica.
Esto me recordó una parte de la letra de la obra de teatro musical Alexander Hamilton -que ampliamente recomiendo la vean (Disney+) y sobre todo pongan atención a su letra-, creada por el Pulitzer Lin-Manuel Miranda, que decía: "You want a revolution, I want a revelation".
Y la verdad es que AMLO y su 4T, por más que llamen a su movimiento "regeneración", "transformación" o "revolución", está muy lejos de ser una revelación.
Para nada es comparable un personaje como AMLO -que llegó a la Presidencia no por sus capacidades para gobernar, sino por una hábil y oportunista manipulación de la pobreza, la ignorancia y los anhelos de millones de mexicanos-, con los próceres de la historia que han cambiado para bien el destino de sus pueblos.
Lo digo porque la transformación que AMLO ha logrado no ha sido para bien. Con ella hay más pobres, más muertos, más inseguridad, menos salud, menos educación, menos crecimiento y menos desarrollo económico.
Si algo bueno le atribuyo a la 4T, sería solamente el habernos hecho conscientes a todos de que el camino por el que íbamos, y vamos, no es el correcto.
"Voy derecho y no me quito, y si me
pegan me desquito".
Yo (interior de AMLO)
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