viernes, 15 de octubre de 2021

Tres

No tenga duda. Si alguien habla a favor de la reforma, o más ampliamente, de este gobierno, o se abstiene de criticar, es un deshonesto, un ingenuo o un cobarde. Aléjese pronto.

Macario Schettino

octubre 15, 2021 | 8:54 am hrs

Se cumplen dos semanas de la presentación de la reforma eléctrica. El rechazo ha sido prácticamente unánime. Expertos, académicos, empresarios, opinadores, han expresado de formas diferentes su negativa a que México se mueva en esa dirección. Concentrar el mercado eléctrico, dejarlo en manos de un organismo sin contrapesos, regresar privilegios al sindicato, sólo significa mayores costos, menor abasto y el desplome de la inversión.

Sin embargo, es lo que proponen el Presidente y su equipo, de forma que al menos ellos están a favor. Hay otros que, sin entender bien qué pasa, los apoyan. Y hay, finalmente, un grupo que entiende los riesgos, pero no se atreve a enfrentar al poder. Esos son los tres grupos que promueven, defienden o toleran la reforma.

Los primeros, quienes entienden los costos que implica la reforma, pero los consideran soportables a cambio de obtener algo, son los deshonestos. Encabeza este grupo el Presidente, quien ya sabemos que miente con gran facilidad (90 afirmaciones inexactas por mañanera). Inventa cifras, descalifica opiniones, acusa corrupción sin pruebas. Hay que sumar en este grupo de deshonestos a Bartlett, Nahle, Sheinbaum y varios jilgueros presidenciales que ocupan espacios en medios de comunicación o redes sociales precisamente con este objetivo: defender y apoyar siempre al Presidente. Cada uno de estos deshonestos sabe que la reforma provocaría un daño serio al país, pero no le importa, porque obtendrá algún beneficio personal: perpetuarse en el poder, demostrar que siempre tuvo razón, alcanzar una gubernatura o la presidencia, enriquecerse.

El segundo grupo lo conforman los ingenuos, por decirlo suave. Sin entender lo que ocurre, prefieren creerle al Presidente. No tienen tiempo o ganas de leer o escuchar opiniones diferentes, no acostumbran pensar en el futuro y son seguidores de la máxima ‘Dios dirá'. Los ha sorprendido la pandemia, los despidos, los menores ingresos, la inflación creciente.

Finalmente, hay un tercer grupo, los cobardes. Son aquéllos que entienden perfectamente el daño que se está haciendo, pero no quieren enfrentarse al poder. Tienen negocios con el gobierno, que no quieren ver afectados; temen que se use la Fiscalía en su contra, como ya se hizo costumbre; su pasado los persigue. Parece que Alito, el presidente del PRI, es el personaje más connotado de este grupo, pero sin duda no es el único. Políticos, empresarios, comentaristas; si algo abunda en México son los cobardes.

Observe usted que lo que acabo de describir, en referencia a la reforma eléctrica, es en realidad el panorama político completo. Esta propuesta de reforma ha descarado a López Obrador. Es tan absurda, autoritaria, pedestre, que me permite demostrar, sin necesidad de discutir mucho, que todos aquéllos que la apoyan son miembros de uno de estos tres grupos: deshonestos, ingenuos o cobardes. Pero la iniciativa es López Obrador, es la fementida transformación. No hay más.

Habrá quien diga que mi opinión sólo polariza, que es un insulto a millones de personas, que es resultado de algún odio oscuro. Nada de eso. Es simplemente el análisis lógico de lo que hemos visto en estas dos semanas, que no es sino reflejo de lo vivido en los últimos años. No hay otros datos, no hay otras conclusiones.

El intento de restauración autoritaria de López Obrador ha sido posible gracias a su deshonestidad y la de quienes lo acompañan, a la ingenuidad (rayana en la estupidez) de quienes no quieren hacer un mínimo esfuerzo, y a la cobardía de las élites políticas, empresariales, académicas, que rehúyen el conflicto, confiados en que a ellos, en lo personal, no los afectará.

No tenga duda. Si alguien habla a favor de la reforma, o más ampliamente, de este gobierno, o se abstiene de criticar, es un deshonesto, un ingenuo o un cobarde. Aléjese pronto.

jueves, 14 de octubre de 2021

El Che asesino

 JAQUE MATE / Sergio Sarmiento en MURAL

14 Oct. 2021

"Tengo que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar".

Ernesto Che Guevara

El Che Guevara es uno de los productos más refinados de la mercadotecnia. El revolucionario que hizo tanto por destruir el capitalismo, ha escrito Álvaro Vargas Llosa, "es hoy una marca quintaesencial del capitalismo. Su imagen es adorno de tazas, mecheros, llaveros, carteras, gorras, pantalones vaqueros, sobres de infusiones y, por supuesto, esas omnipresentes camisetas con la fotografía tomada por Alberto Korda: el galán del socialismo..., el logo del chic revolucionario".

Muchos políticos mexicanos son fieles cautivos de esta mercadotecnia. El 9 de octubre, aniversario de la muerte del guerrillero argentino, la diputada y expresidenta de Morena Yeidckol Polevnsky escribió en Twitter: "A 54 años del infame y cobarde asesinato del Comandante #Che Guevara, lo recordamos con cariño y admiración. Hombre congruente, revolucionario íntegro, ejemplo del hombre nuevo. Guerrillero de todos los tiempos. Sus sueños y anhelos vivirán siempre en nosotros". El 12 la Cámara de Diputados le ofreció un inusitado homenaje; el morenista Víctor Gabriel Varela López afirmó: "Nosotros somos herederos de grandes humanistas, como el Che Guevara".

Sin embargo, el Che no fue ni humanista ni ejemplo del hombre nuevo; era más bien un asesino patológico. Desde su juvenil diario de viaje, romantizado en la película Diarios de motocicleta, protagonizada por Gael García, escribió: "Degollaré a todos mis enemigos". Durante la revolución cubana y en los años posteriores fue el sicario del movimiento. Asesinó a algunos de sus propios compañeros y a quienes identificaba como enemigos. En 1959, cuando Fidel Castro lo puso a cargo de una prisión, declaró: "En La Cabaña todos los fusilamientos se han dado por órdenes expresas mías". La mayoría de las ejecuciones se hacían sin juicio; pero cuando los había, duraban, si acaso, media hora. Todos los acusados eran declarados culpables y ejecutados. "Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario", dijo en 1964 en las Naciones Unidas.

El Che plasmó en su diario de viaje sus ideas racistas: "Los negros, esos magníficos ejemplares de la raza africana que han mantenido su pureza racial gracias al poco apego que le tienen al baño". Odiaba también a los homosexuales a quienes consideraba "pervertidos sexuales" que debían dejar el paso al "hombre nuevo" comunista. Organizó el campo de trabajos forzados de Guanahacabibes para recluir y "curar" a los homosexuales.

Un distanciamiento nunca explicado con Fidel Castro hizo que renunciara en 1965 a sus cargos, pero también a la nacionalidad cubana. Se incorporó a un movimiento guerrillero en África, aunque fue rechazado por los locales. Encabezó después una fallida guerrilla en Bolivia, pero en octubre de 1967 fue herido y capturado por tropas bolivianas. Lo ejecutaron el día 9, como él había hecho con tantos.

No solo lo admiran los diputados de Morena y el PT. También la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Rosario Piedra le ha rendido pleitesía. En su portal de internet declara: "Las ideas del Che Guevara fueron siempre, las de una América Latina independiente, unida y socialmente justiciera. Así entonces, entre sus cualidades revolucionarias más destacables encontramos su pasión por la justicia, su humanismo, y la armónica estructuración que alcanzaron sus ideas políticas, económicas y militares". Del asesino patológico, racista y homófobo no dice nada. La mercadotecnia capitalista no solo sirve para vender camisetas.

· OXXO

"¿Cómo es posible que Oxxo pague tres veces menos por la luz que lo que paga una familia en México?", preguntó retóricamente ayer AMLO. "Es que los dueños de Oxxo eran los que mandaban en México". Falso. Oxxo invirtió en electricidad. Subir artificialmente sus precios no bajará lo que pagan las familias.

@SergioSarmiento

viernes, 8 de octubre de 2021

Rencuentro con el PRI

Guillermo Velasco Barrera en MURAL 08 Oct. 2021

La alianza Va por México, conformada por PAN, PRI y PRD para competir contra Morena en las pasadas elecciones, duró lo que al triste la alegría. No hay novedad en este desenlace, pues las señales de alineación del tricolor con la 4T han sido constantes y evidentes.

La posición que perfila el PRI con relación a la contrarreforma eléctrica propuesta por el Presidente será no solamente una señal más de su reencuentro con Morena, sino el principio del rompimiento de una alianza coyuntural, sin bien efectiva en términos electorales, absolutamente efímera.

La reforma a la ley eléctrica propuesta por López Obrador representaría una verdadera desgracia para el país, no sólo por la afectación al medio ambiente, sino por el impacto negativo que tendría en materia económica al desalentar la inversión, destruir empleos e incrementar el precio de la luz, afectando a todos los mexicanos, especialmente a los más pobres.

La aprobación de la propuesta presidencial en materia eléctrica representaría, además, un premio a la ineficacia, favorecería los monopolios, rompería acuerdos internacionales para la preservación del medio ambiente y nos convertiría en una nación cada vez menos productiva. Pero lo más importante, representaría un duro golpe para la economía de las familias mexicanas.

Ahora bien, sin dejar de lado estas graves consecuencias, vale la pena detenerse un poco en el rejuego político que representa para las pretensiones políticas del Presidente con miras a las elecciones del 2024 y para el futuro político del PRI, como un partido bisagra, cuya esencia ha sido el pragmatismo para estar en el poder.

El PRI apoyó la reforma eléctrica de Enrique Peña Nieto, algunos priistas quizá convencidos de su contenido, pero en su mayoría lo que primó fue la subordinación al Presidente en turno. Pero este mismo partido, cuando percibió que López Obrador era imparable en el 2018, cerró filas con el entonces candidato de Morena. Es cierto que no podemos hablar de un PRI homogéneo, pero amplios sectores de este partido se subieron al "carro ganador", no sólo para lograr espacios de poder, sino en muchos casos para garantizar impunidad.

A estas alturas del sexenio, el Presidente requiere nuevamente el apoyo de sus amigos, y el PRI requiere levantar cabeza si aspira a ser una fuerza política relevante en los próximos años. No hay que olvidar que, antes de la elección del 2024, se disputarán en 2022 y 2023 algunas gubernaturas, varias de ellas que hoy son del PRI. La más relevante es la del Estado de México, un bastión clave para el "Primor" con miras a la pelea por la Presidencia.

El Presidente requiere, no solamente sacar adelante su reforma eléctrica para proteger intereses creados en torno a este sector, hoy entregado a Manuel Bartlett, sino también ampliar su fuerza política en varios estados que hoy no controla y en donde Morena no tiene estructura o está dividido. Frente a este escenario, el PRI se vuelve su mejor socio. Se conocen, se necesitan y, en última instancia, tienen el mismo ADN.

Y si bien esta alianza puede no ser perfecta, dado que existe un sector del PRI que no se pliega a su dirigente nacional, "Amlito", perdón, "Alito", el Presidente buscaría en todo caso romper la alianza tripartita para tener una oposición lo más atomizada posible con miras a la elección del 2024. Creo que representaba una gran ingenuidad pensar que la alianza Va por México se mantendría unida, no solo para frenar reformas perjudiciales para el país, sino para intentar derrotar a Morena en las próximas elecciones.

El Presidente tiene muy claras sus prioridades y actúa en consecuencia. La oposición tendrá que replantear su estrategia, especialmente el PAN, que es la segunda fuerza política en el país. Su mejor alianza sería con la sociedad, si en verdad se abriera a la participación de los ciudadanos. Hasta ahora la prioridad de su dirigente nacional ha sido su reelección.

@gvelascob