viernes, 12 de febrero de 2021

El regreso del Presidente - después de Covid

Guillermo Velasco Barrera en MURAL

12 Feb. 2021

El Presidente reapareció el pasado lunes en la mañanera, luego de un breve periodo de "ausencia" por estar enfermo de Covid. Al menos esa fue la versión oficial. No hay nada nuevo en él ni en su discurso tras su regreso, y no habría razones para que las cosas cambiaran. Si algo tiene López Obrador es consistencia en su ruta política, al grado de obcecación.

Reapareció sin cubrebocas, con el desdén y la arrogancia de siempre, cuando ayer alcanzamos en México los 171 mil 234 muertos por Covid-19. Al menos debería usarlo para mostrar un poco de sensibilidad en medio de tanto dolor, y para contribuir a generar conciencia entre los mexicanos, pero no, López Obrador se mantiene fiel a su delirante narrativa.

Retomó su mensaje contra el neoliberalismo al defender la iniciativa preferente que mandó al Congreso para pretender reformar la Ley de la Industria Eléctrica, argumentando que algunas empresas privadas se habían apoderado del negocio de la generación de energía, en medio de una gran corrupción. Señaló lo anterior, como siempre, sin aportar datos, ni pruebas.

Sobre la pretensión de reformar la Ley de la Industria Eléctrica, cabe mencionar que se trata, sobre todo, de un discurso político, aunque hay que decir que, si tal iniciativa prosperara, volveríamos a los tiempos de los peores monopolios, privilegiando la generación de energía más cara y más contaminante, quebrantando acuerdos internacionales, certeza jurídica para la inversión, y, sobre todo, afectando el bolsillo de millones de mexicanos.

Tal reforma, si prospera, podría incluso ser impugnada en la Suprema Corte, pero no hay que perder de vista el discurso. López Obrador sigue con su perorata de que acabará con la corrupción, que le quitará negocios a los ricos y a los extranjeros, y que en su gobierno no subirán los precios de la luz y de la gasolina.

No habla de la gran tragedia que vivimos en México, tanto en materia de salud como en materia económica, sino que sigue pidiendo a sus seguidores un acto de fe. No olvidemos que estamos frente a una suerte de "Mesías" que, sin resolver el presente, promete una tierra de bonanza para todos, a la que nunca llegaremos por el camino que vamos, pero mantiene un discurso que sigue siendo creíble para millones de mexicanos.

Con ese mesianismo el Presidente volvió a presumir sus obras "faraónicas". El miércoles dio el banderazo de salida al aeropuerto Felipe Ángeles, en la base militar de Santa Lucía, aterrizando él mismo en este lugar en un avión militar pro- veniente del aeropuerto de la Ciudad de México.

Bombo y platillo para inaugurar su obra insignia, obra por cierto que hoy solo tiene una pista de aterrizaje, no hay nada más, pero que en la lógica de los pseudoeventos, a los que hacía referencia Daniel Boorstin, es suficiente para seguir viviendo de la política ficción.

Lo mismo ocurre con sus otras obras emblemáticas: el Tren Maya, una apuesta inviable financieramente, con grave impacto medioambiental e innecesaria para resolver problemáticas reales de movilidad. O la refinería de Dos Bocas, un engendro que terminará siendo un elefante blanco, y que simboliza la regresión, la verticalidad y la soberbia.

Mientras se destinan ingentes recursos para satisfacer estos caprichos del Presidente, no se destinan recursos para ayudar a reactivar la economía y por lo tanto salvar los empleos, y no se invierte para hacer frente al Covid, en un momento muy crítico, en donde si hubiera una estrategia sólida con la inversión requerida se salvaría a muchas personas.

Pero nada ha cambiado, ni cambiará. El Presidente está convencido de que vamos muy bien, y lo cierto es que, a pesar de la falacia que representa su proyecto, sigue gozando de una amplia aprobación. Así que no habría razón alguna para que modifique su estrategia, pues si bien ésta no significa bienestar para el país, electoralmente podría resultarle. Muy pronto lo sabremos.

@gvelascob

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