viernes, 19 de junio de 2020

Un decálogo de obviedades


Los populismos existen, son devastadores y se distinguen por su guerra diaria contra la evidencia y el sentido común

POR: JULIO PATÁN
 JUNIO 19, 2020 · 3:04


Sobran las discusiones bizantinas sobre si existe o no la “discriminación a la inversa”: el lenguaje que se usa contra la disidencia desde el ejecutivo (y luego, en cascada, desde todos los ámbitos de fanáticos y convenencieros, de aplaudidores), o sea el insulto, la descalificación; el fifí, el sepulcro blanqueado, el fresa, el neoconservador… Ese lenguaje es bajo, es violento, es fruto del resentimiento. Es inaceptable.

Ya no hay motivos para sostener que este régimen al menos lucha contra la corrupción.


No luego de Ana Gabriela Guevara, los Bartlett, la cantidad de parientes políticos o directos que tienen en nómina varios funcionarios, y de la proporción obscena de adjudicaciones directas que dispara este gobierno, y de los contratos que no quedan claros en los entornos de Zoé Robledo y la Nahle, y de la acusaciones contra la Polevnsky —acusaciones que, lo sabemos, se hicieron públicas sólo porque en Morena hay un grillerío.

No es normal que la esposa del Presidente se vaya a la yugular de Chumel Torres, y no es ni sano ni decente que el Conapred (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación) cancele el encuentro en el que iba a participar Chumel, justo después de esa ida a la yugular.


En el mismo tema, que el Presidente diga que no había oído del Conapred es para ponerse a rezar, lo mismo si es cierto que si no lo es.

No hay justificación para que los niños con cáncer estén sin medicamentos, sobre todo cuando la justificación es que necesitamos un conato de sistema de salud a lo cubano —o sea, el conato de un fracaso— y pues aguántennos tantito.


Es esperpéntico que el Presidente nos mande a la calle, en plena pandemia, bajo nuestra responsabilidad, y que sus recomendaciones sean criar pollos y adoptar una forma de espiritualidad.

No hay justificación a que la camioneta del Presidente se le vaya encima a las personas que tienen desaparecidos a sus familiares, y que la explicación Presidencial sea la sana distancia.

Tenemos un país en el que el medio ambiente ha sido destrozado sin piedad, pero las razones eran normalmente la dejadez, la corrupción o la ignorancia, no la manada de elefantes blancos —Tren Maya, Dos Bocas, etc.— que nos están dejando ir desde el poder federal.

No es normal que estemos en guerra comercial con Arabia Saudita, como no es normal que Pemex haya perdido la cantidad de dinero que perdió el año pasado, un récord.

La ruina económica que se nos viene —hay que necear con esto, ni modo— antecede a la pandemia y será mucho más grave que en el resto del planeta porque es responsabilidad, otra vez, del Presidente.

Perdonarán las obviedades, que salieron en decálogo. Pero los populismos existen, son devastadores y se distinguen precisamente por su guerra diaria contra la evidencia y el sentido común, así que la obviedad es necesaria. Y esto, sí, es una forma de populismo.

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