martes, 30 de junio de 2020

La descomposición empieza temprano

30/06/2020 - Pablo Hiriart

A todos los gobernantes del mundo les incomodan los periodistas. Sólo los grandes saben acercarse y mantener una relación fluida, porque se necesitan mutuamente.

FranÇois Mitterrand y John Kennedy, para citar a dos presidentes extranjeros y difuntos, fueron grandes interlocutores de los medios y se acercaron a los más brillantes periodistas de la segunda mitad del siglo pasado. Tenían un nivel similar.

Nuestro Presidente ha enseñado que, en esos menesteres, está a la altura de Lord Molécula.

O a ese nivel lo ha puesto la perfidia de su vocero, Jesús Ramírez Cuevas.

Le conocemos amistades más inteligentes en los medios, pero AMLO exige subordinación de tiempo completo.

El Presidente no se reúne a discutir y a defender sus políticas con periodistas de El Universal o Reforma, o Nexos y Letras Libres. Ni siquiera a escuchar qué piensan los que, para bien o para mal, contribuyen a formar opinión.

Se siente a disgusto con personas preparadas. Sólo admite incienso. Puro Lord Molécula, pues. (Igual ocurre entre sus colaboradores. Los que saben se callan, pues administran sus aspiraciones políticas personales).

Ayer a ese pobre cristiano que se presenta como Lord Molécula le encargaron que calumniara al periodista Ciro Gómez Leyva en la conferencia matutina, y así dio lugar a que el Presidente soltara una prolongada descarga de insultos contra los medios.

Micrófono en mano, dijo el que se sienta en la primera fila de la prensa: “estos voceros del régimen neoliberal, Presidente, están rebasando la línea de la libertad de expresión”. Pidió echarles Gobernación encima.

El titiritero de Lord Molécula es Jesús Ramírez Cuevas, vocero del Presidente. Eso piensan de los periodistas y de los medios en Palacio Nacional.

Como apuntó ayer Julián Andrade: “Los payasos que por las mañanas leen (o tratan de hacerlo) preguntas, para dar pie al ataque contra periodistas no son simpáticos, son una muestra de la descomposición de un poder y su rostro autoritario. Son heraldos de una oscuridad que avanza”.

AMLO no frena al narco, que mata, distribuye drogas, tortura, extorsiona, secuestra, decapita a seres humanos... pero le declara la guerra a los medios que señalan los desastrosos resultados de su gestión en economía, salud y seguridad.

Los quiere asfixiar económicamente y destruir por la vía del descrédito.

En las conferencias matutinas no toca al Mencho, ni al Cártel del Pacífico, ni a las bandas criminales. A medios de comunicación sí.

Tiempo le sobra para denostar, él o a través de los títeres del vocero, a los periodistas. También la emprende contra intelectuales, como hizo ayer con Jorge Castañeda porque dijo que Pochutla es feo. Y se siguió con Leo Zuckerman y Héctor Aguilar porque al parecer se rieron del comentario de Castañeda.

Ahí están su atención y preocupaciones.

Esas prioridades se reflejan en sus acciones de gobierno. Sólo actúa contra grupos delictivos cuando lo presiona el gobierno de Estados Unidos. El bloqueo de fondos a empresas y personas ligadas al CJNG, no fue iniciativa de su administración.

Al día siguiente de que la Unidad de Inteligencia Financiera informó del congelamiento de cuentas bancarias del cártel, el Presidente aclaró que fue a petición de la DEA.

La batalla para que el CJNG no se apodere del hampa en la Ciudad de México ha sido una lucha personal de Omar García Harfuch, respaldado por Claudia Sheinbaum.

Esa es la razón por la cual lo quisieron matar a él, y no a otros. El tema del narco no está en el radar del Presidente.

Sí lo están, en cambio, los periodistas y los medios.

Para él son perros que “muerden la mano que les quitó el bozal”, según dijo en una conferencia matutina.

Desde su gabinete se acusa de “sicarios” a periodistas, como se expresó la secretaria de la Función Pública luego de un reportaje del equipo de Carlos Loret.

Una batería de cartonistas militantes reducen al papel de miserables a los periodistas que AMLO toca con sus latigazos de amargura.

Algún día va a ocurrir una desgracia derivada de sus palabras y la forma corrosiva en que permean sus ofensas hacia los que no piensan como él. Lo sabe, pero no le importa.

Su gobierno está descompuesto. Se expresa al nivel de Lord Molécula.

martes, 23 de junio de 2020

El presidente perdió el consenso

23 de junio de 2020 Raymundo Riva Palacio

El país está dividido, y es un logro indiscutible de Andrés Manuel López Obrador. Para quien ha seguido su carrera política, esto es redundante. Su estrategia siempre ha sido polarizar. Cuando perdió la gubernatura de Tabasco, denunció fraude y la sociedad tabasqueña, que no le faltaba mucho para partirse, se fracturó irreversiblemente. En la Ciudad de México, con la inopinada colaboración del presidente Vicente Fox, recrudeció la lucha de clases, que profundizó en las elecciones de 2006, y ha llevado hoy a la frontera de la conflictividad social.

López Obrador ganó la elección presidencial con una estrategia que potenció su discurso, desechando las fallidas tácticas de 2006 y 2012, y entregando el diseño de su nueva lucha a un grupo de expertos que diseñaron los temas de la campaña y cómo atacar al electorado a partir de un análisis con inteligencia artificial, que maximizó los agravios con el poder. En esa estrategia no participaron quienes siempre lo habían acompañado, pero al comenzar su gobierno los hizo a un lado y, gradualmente, víctima de su propia naturaleza, se entregó al ala radical de su movimiento y retomó la polarización primitiva, por religiosa y maniquea, que ha empezado a costarle.

Alejandro Moreno, jefe de Encuestas de El Financiero, publicó este lunes una medición elaborada después del discurso de López Obrador a principios de junio, donde habló del tiempo de definiciones, y que si no se estaba a favor de la transformación que impulsaba, estaba en contra. Al plantear esa disyuntiva en las preguntas, anotó Moreno, el 37% dijo estar a favor de su proyecto de nación, y el 37% dijo estar en contra, con un 25% que declaró no estar a favor de ninguna posición extrema. La fotografía del momento mexicano está clara.

Si alguien quiere ver cómo México está partido, la encuesta de El Financiero provee una buena ventana. Si quiere comprobar cómo va perdiendo López Obrador el consenso para gobernar, el estudio aportará respuestas que permiten calibrar el termómetro político en estos momentos. O si alguien piensa que las cosas mejorarán para el Presidente, el número creciente de muertos y contagios por la covid-19 y la profunda crisis económica que está comenzando, le mostrará lo equivocado que pueda estar. Pero también, si cree que López Obrador no podrá salir del socavón en el que se encuentra, se recomienda la prudencia, porque él sabe muy bien cómo utilizar los recursos políticos de la Presidencia.

Apenas hace 23 días, El Financiero publicó que la aprobación presidencial de López Obrador había bajado ocho puntos en mayo, de 68% en abril a 60%. La encuesta este lunes permite suponer que ese dato se ha ensanchado porque el presidente refleja un mayor desgaste, particularmente en el segmento de los jóvenes. Quienes más se pronunciaron contra su proyecto transformador (46% del 37% de rechazo) tienen entre 18 y 29 años, un número no determinado de quienes se espera que voten por primera vez el próximo año en las elecciones intermedias. El segmento entre 30 y 49 años está equilibrado, y el que se inclina a favor de López Obrador en 41% del 37% de quienes respaldan la transformación, representan al grupo de mayores de 50 años, que podría explicarse en parte a los programas sociales, o que los agravios de anteriores gobiernos que recuerda sistemáticamente, les atañen en forma más directa.

Pero si demográficamente el país muestra líneas divisorias claras, la encuesta también enseña que las bases de apoyo de López Obrador están regresando, como observa Moreno, a la división regional de las elecciones presidenciales de 2006. Los números que arrojan las preferencias por Morena muestran debilidad en el norte y centro-occidente del país, que corresponde a la fortaleza que han tenido los gobernadores en esas zonas por su respuesta a la covid-19, donde la intención de voto por el partido en el poder está en 27%, con un rechazo de 37%. En el centro (la Ciudad de México incluida) y el sur, Morena tiene el respaldo del 39% del electorado, contra el 32%.Es decir, la narrativa tramposa sobre el pasado, donde todo estuvo mal hasta que llegó al poder, está dejando de tener el impacto que gozó en un principio y que le dio su notable victoria en las elecciones presidenciales. Si en futuras encuestas se confirma el regreso del mapa electoral a como estaba hace 18 años, López Obrador habrá perdido el terreno ganado desde 2015, cuando comenzó a ganar electores de forma acelerada. La pérdida en sus niveles de aprobación y los crecientes negativos revelan que ha ido perdiendo consenso para gobernar, pese a mantener aún márgenes cómodos.

Los datos aportados por la encuesta dibujan, sobre todo, la división nacional. La declaración de López Obrador de quien no esté con él está contra él, fue preludio de la difusión en Palacio Nacional de un documento sobre un supuesto Bloque Opositor Amplio que reunía a empresas, instituciones, medios y periodistas en su contra, para que Morena perdiera las elecciones de 2021 y le revocaran el mandato. A la pregunta de si creían que el documento era verdadero o falso, la opinión se partió exactamente en 44%. Cuatro de cada 10 quieren u odian a López Obrador, sin matices y sin ambages.

La división del país no tiene punto de retorno. Al contrario. Con López Obrador, que habita en los extremos, se ahondará. El discurso radical consolida su núcleo duro, pero excluye y antagoniza con el resto, como muestra la encuesta. Esta división lo beneficiará siempre y cuando quienes expresan su oposición no encuentren quien los represente. Pero si surge alguien que aglutine a quienes crecientemente rechazan su modelo transformador, su proyecto enfrentará el riesgo, ante los costos que traerá la covid-19 y la crisis económica, de que se descarrile.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

lunes, 22 de junio de 2020

La Presidenta

22 de junio de 2020 Raymundo Riva Palacio

En poco más de un año, Beatriz Gutiérrez Müller, pasó de ser la esposa a la que escuchaba Andrés Manuel López Obrador y carecía de voto y veto, a la esposa a la que el Presidente le hace caso y lo lleva a modificar políticas públicas y acciones de gobierno. La vimos actuar por primera vez cuando lo empujó a un diferendo diplomático con España por exigir a manotazos una disculpa por la Conquista hace más de 500 años, y recientemente, al empujarlo a firmar la muerte de un órgano contra la discriminación que surgió del activismo y la presión de luchadores de la verdadera izquierda mexicana en beneficio de la nación, y provocar una polémica censura a la libertad de expresión.

A lo largo de este tiempo, Gutiérrez Müller se ha colocado en las antípodas de lo que su complaciente esposo dice no ser: déspota, autoritaria e intolerante. El último episodio, discutido ampliamente, sobre la insensibilidad y torpeza de Mónica Maccise, que como titular del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, invitó al comediante Chumel Torres a un foro sobre racismo y clasismo después de que se había referido de manera racista y clasista, sobre el hijo menor de la pareja presidencial.

Su intervención, sin facultad alguna para hacerlo, para que la Comisión cancelara el foro, fue preludio a que el Presidente pidiera el cierre del respetado organismo en México y el mundo -como lo han demostrado las críticas al Presidente por su ataque al organismo-, y a sus más cercanos a exigir a la cadena HBO, que transmitía un programa de Torres,  cancelarlo. Lo profundamente despreciable de los comentarios del comediante, sólo fueron superados por el condenable ataque a las libertades, sólo vistas hoy en día en regímenes autoritarios. Se puede argumentar que si el Presidente no detuvo esas acciones ilegales e ilegítimas, es porque las avala y las escala.

Este desafortunado e inacabado episodio desnuda el talante de Gutiérrez Müller, quien no fue la primera vez que intervino con la fuerza implícita que le da ser la esposa del Presidente. El año pasado, cuando su hijo tuvo un accidente que ella misma hizo público en redes y convirtió un asunto privado en público, protestó airadamente a El Universal, por publicar la fotografía del menor saliendo del hospital en una silla de ruedas. Los propietarios del periódico sintieron que tenían que compensarla y sacrificaron a dos experimentados editores y a una reportera. 

La forma como irrumpe la señora presidenta, por la que nadie votó pero que toma decisiones que afectan a la sociedad, no tiene precedente. Otras primeras damas -un término que le choca que le apliquen, aunque no significa absolutamente nada y es un sinónimo popular para identificar a la esposa del presidente aquí y otras partes del mundo-, que han tenido influencia sobre sus cónyuges, pero sin el talante abiertamente brutal, por lo violento de sus formas y consecuencias, como el que realiza Gutiérrez Müller.

Marta Fox, quien se casó con Vicente Fox en Los Pinos, fue precursora de la señora Gutiérrez Müller en convertir asuntos de vida privada en públicos, y usaba su influencia con su esposo, no para cambiar políticas públicas, sino para hacer gestiones para conocidos -algunos actuales colaboradores de López Obrador en Palacio Nacional, por cierto-, y tejer negocios al amparado del poder. La señora Fox sí se llegó a quejar, en calidad de operadora de medios de su esposo, sobre coberturas periodísticas, pero sin amenazas ni gritos. 

Fuera de Marta Fox, no se recuerda a nadie con las ínfulas de poder que da compartir alcoba con el Presidente. Los abusos cometidos, como la frivolidad de Angélica Rivera, no causaron daño a la sociedad, sino más bien fue tóxico para su esposo Enrique Peña Nieto, a quien una casa adquirida en un claro conflicto de interés, pavimentó el último trato de la carretera para que López Obrador llegara a la Presidencia. 

Rivera nunca se quejó con los medios de los insultos soeces contra sus hijas, algunos de ellos proferidos por los que ahora se quejan de Torres. Margarita Zavala, que tenía una larga carrera política cuando Felipe Calderón, su esposo, llegó a la Presidencia, nunca se quejó de las duras críticas que recibieron, y si bien no dejó de hacer política partidista, no lo hizo de manera pública.

Previamente, ninguna esposa de presidente actuó en la política, ni generó escándalos públicos. La única primera dama que vivió un episodio vinculado con una publicación fue Carmen Romano, esposa del presidente José López Portillo, cuando en la parte final del sexenio apareció un libelo –llamándola incluso meretriz-, en una revista del Instituto Nacional de Bellas Artes, que provocó una indignación que llevó a la destitución violenta de su entonces director, Juan José Bremer. 

Más allá de aquello, no se habían vivido ataques frontales a las libertades como los que realiza la señora Gutiérrez Müller. El presidente López Obrador insiste siempre en que respeta las libertades, lo que objetivamente es cierto, y que no hace lo que otros presidentes, que piden cabezas de periodistas, que también es cierto. Por eso mismo, al encontrarse en sus antípodas, su esposa tendría que contenerse o ser frenada. En términos de responsabilidad política y rendición de cuentas, la señora no existe, pero la tolerancia a sus acciones provoca alteraciones en la vida pública, lastiman a instituciones y provocan cambios en la política, que afectan a todos. 

En el episodio con la Conapred y Chumel Torres, el sentido común y la indignación pública coinciden con la molestia de la señora Gutiérrez Müller. De ninguna manera en sus arrebatos, ni en la forma como se dejó influir López Obrador y actuar en consecuencia, lo que es improcedente e indebido para un Presidente, que respondió con acciones que afectarán a miles de personas el arrebato de su esposa.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa   

Ricos vergonzosos

 Sergio Sarmiento en MURAL 22 Jun. 2020


"Lo único que me gusta
de los ricos es su dinero".

Nancy Astor


Carlos Loret dio a conocer que la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval, y su esposo, el académico y comentarista John Ackerman, acumularon un patrimonio inmobiliario de hasta 60 millones de pesos, cinco veces más de lo que asienta su declaración patrimonial. Cinco propiedades fueron compradas en efectivo cuando ambos eran investigadores de la UNAM. La sexta fue un terreno supuestamente cedido por el gobierno del Distrito Federal en 2007 que hoy tiene 300 metros cuadrados de construcción.

Ackerman respondió que estas propiedades son fruto del trabajo de ambos y de donaciones de sus familias: "No estamos obligados a explicarle nada a nadie con respecto al patrimonio que logramos construir con gran esfuerzo, y con las generosas aportaciones de nuestros familiares, antes de que Irma Eréndira ocupara cargo público alguno". Dijo que presentará demandas contra Loret por la filtración de datos personales y lo hizo responsable "por cualquier agresión o extorsión que pudiera sufrir mi familia a raíz de su irresponsable y criminal reportaje".

"Aquí nadie le descubrió nada a nadie. La declaración... se encuentra en regla y reporta todos y cada uno de nuestros bienes con absoluta precisión. La nota de Loretito presenta estos datos de manera engañosa (transformando mágicamente departamentos y un terreno en 'casas'), recurre a imágenes que no corresponden en absoluto con la realidad y ofrece interpretaciones fantasiosas sobre el origen de los bienes, pero no aporta ningún dato adicional más allá de lo ya declarado por la Secretaria".

La verdad es que tenemos un gobierno de ricos, pero vergonzosos. El director de la CFE, Manuel Bartlett, sus hijos y su pareja sentimental (que no concubina) son propietarios de cuando menos 23 casas de lujo, principalmente en Las Lomas de la Ciudad de México, y de empresas. La secretaria de Gobernación tiene un condominio en Houston. El canciller Marcelo Ebrard, quien afirmaba no tener patrimonio personal cuando dejó el gobierno de la Ciudad de México, vivió años en París sin un trabajo visible y hoy porta relojes de más de 14 mil dólares. Javier Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones, tenía un apartamento en Texas, pero lo cedió a su hijo, y ha sido consejero de la petroquímica Idesa, pero en representación de acciones de su esposa.

El presidente López Obrador donó a sus hijos todas sus propiedades, incluido el rancho La Chingada de Palenque, y hoy dice no tener ninguna propiedad. El jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, acumuló una enorme y legítima fortuna como empresario, pero al asumir el cargo ya era solo propietario de dos terrenos, una camioneta y cuentas bancarias por 5 millones de pesos.

Los políticos hacen un esfuerzo sistemático por presentarse como pobres, aun cuando tengan dinero de fuentes legítimas. De hecho, hoy se necesita un patrimonio cuantioso para trabajar en el gobierno, ya que los sueldos han sido reducidos y se prohíbe al funcionario trabajar durante 10 años en su campo de especialidad.

Ackerman afirma haber recibido donaciones de sus padres. Los dos "han sido sumamente generosos con mi hermana mayor y un servidor, así como con sus nietos, a favor de construir oportunidades para las nuevas generaciones". Pero es triste que tengamos un régimen de ricos que afirman haber donado todo su patrimonio o de otros ricos que dicen que todo lo que tienen es regalo de sus papás. Supongo que ya no hay cabida para quienes construyen un patrimonio a fuerza de trabajo y lo preservan juiciosamente.



· CHUMEL


Las descalificaciones de Chumel Torres al hijo menor del Presidente son execrables, pero inquietan su destitución por HBO para quedar bien con el gobierno o la posible destrucción del Conapred por haberlo invitado a un foro.


@SergioSarmiento

El comité de campaña de Irma Eréndira


 22/06/2020 - Pablo Hiriart

Eso de que “hay una campaña” contra Irma Eréndira Sandoval es cuento. Campaña, la suya.

Aprovecha cualquier pretexto para hacerse propaganda y finge que es víctima de algo.

¿De dónde sacan –ella y sus amigos del primer círculo presidencial– que publicar un hecho cierto –lo de las seis casas y un terreno regalado por el gobierno del DF–, es una 'ofensa'?

Lo que en otros es un presunto delito, indicio de corrupción y motivo de escarnio, en ellos es una virtud gracias al trabajo en la academia.

Y amaga con una demanda judicial contra el periodista, al que se suma un coro de impostados que se dice víctima de una “persecución de los que tenían privilegios”.

Son campeones de la treta y la mentira.

Fingen golpes de los 'conservadores', campañas de desprestigio, persecución de empresarios dibujados por sus porristas –dirigentes de Morena– en los periódicos.

A los señalamientos a la secretaria de la Función Pública, la respuesta fue el destape de un comité de campaña para su candidatura presidencial.

Con eso de 90 por ciento lealtad y 10 por ciento de conocimientos, cualquiera se anima.

Más aún si el Presidente tiene una aversión a flor de piel contra la ciencia y los expertos.

Así es que los radicales del gobierno ya tienen candidata: Irma Eréndira Sandoval Ballesteros.

Ahí confluyen ultras y oportunistas que le exigen cuentas a los demás y ellos, protegidos por la mano de dios (con minúsculas), no le deben explicar nada a nadie.

Los intocables de AMLO llaman corruptos a todos los que no están con ellos y cuando un periodista, Carlos Loret, señala que Sandoval tiene media docena de casas y un terreno regalado por el gobierno capitalino, acusa al reportero de sicario mediático.

La semana pasada también estalló en redes sociales contra la publicación del acuerdo firmado por ella en el Diario Oficial, en que se amplían las facultades a los Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción.

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) de Cuba, se están implantando en México vía la secretaria de la Función Pública.

Ahora que la cuestionan a ella, y lo hace un periodista que no es anónimo ni cobra recompensa por delatar, la secretaria se absuelve a sí misma, se hace la víctima de una campaña de la oligarquía, insulta al reportero y atrae los reflectores a su precandidatura.

Y brincó su comité de campaña:

Ahí está Rocío Nahle, que asignó contratos directos y millonarios a su compadre en Dos Bocas. ¿Qué pasó? Obvio, nada. Hoy por ti, mañana por mí.

Destaca Luisa María Alcalde, secretaria del Trabajo, quien aspira a ser candidata a jefa de Gobierno de la Ciudad de México y, pequeño detalle, su mamá, Bertha Luján, se postula para presidir Morena.

Más Olga Sánchez Cordero, Miguel Torruco, la secretaria de Bienestar, María Luisa Albores –quien en su momento lanzó la primera piedra para destruir a la CNDH–, el director de la Unidad de Inteligencia Financiera –Santiago Nieto–, el vocero del Presidente –Jesús Ramírez– y Hugo López-Gatell, subsecretario encargado de combatir el coronavirus.

De ese grupo destaco a Hugo López-Gatell, un desalmado que cierra filas con el grupo radical que gana terreno en el corazón de AMLO, porque se juega algo más que su maltrecho prestigio profesional.

López-Gatell es responsable de la muerte de miles de mexicanos por coronavirus, debido a su negligencia criminal.

Pudo ser un error al principio –inaceptable pero involuntario–, haber dado un diagnóstico erróneo del Covid y equiparar sus efectos a una influenza estacional.

Sin embargo, después –contra toda evidencia– se sostuvo en lo inútil del cubrebocas, y envió equipo inadecuado a personal médico que se contagió y no pocos han muerto. Una trampa mortal a sus compañeros de profesión.

No le importan los muertos, pues para él dan lo mismo seis mil que 30 mil. El juramento de Hipócrates le es tan insignificante como el juramento ante el Senado.

Sí le importa, y mucho, alinearse con el equipo de radicales que están con Irma Eréndira Sandoval, por lo que se pueda ofrecer.

De coronavirus no sabe, pero ya investigó, y descubrió, que “las campañas de desinformación contra la Doctora Irma Eréndira Sandoval y su familia provienen de los grupos de interés que se resisten a la eliminación de la corrupción”.

¿En qué momento tuvo tiempo para averiguar eso?

Noventa por ciento de lealtad, diez por ciento de conocimientos. Es lo que hay en el gobierno y los dolorosos resultados están a la vista.

Con ese incentivo, Irma Eréndira se apunta a la candidatura presidencial de Morena. Y de las sombras brincó su comité de campaña.

domingo, 21 de junio de 2020

Desprestigiar

Carlos Elizondo Mayer-Serra
en MURAL
21 Jun. 2020


A AMLO no le gustan los órganos autónomos. Según él, son corruptos. Habría entonces que desaparecer a Morena. Su presidente interino, Alfonso Ramírez Cuéllar, ha acusado a su antecesora, Yeidckol Polevnsky, de hacer pagos a empresas fantasma por casi 400 millones de pesos.

Su otro sonsonete es su alto costo. Bajo esta lógica AMLO no debería continuar con sus caprichos, desde su programa a favor del beisbol, hasta una costosa e inútil refinería.

No le gustan los órganos autónomos porque son autónomos. Las instituciones tienen que estar a su servicio. Cualquier crítica es vista como una afrenta. Bastó una queja de su esposa para hacer renunciar a la titular del Conapred, nombrada por él en noviembre del 2019.

Una institución que le disgusta en particular es el INE. Dijo este jueves que es el organismo electoral "más costoso del mundo". También lo ha acusado de que "se hicieron de la vista gorda ante fraudes electorales".

Quizás su andanada contra el INE sea para que, como lo ha dicho respecto al Conapred, sea absorbido por la Secretaría de Gobernación (donde ya está), aunque no creo que tuviera los votos para reformar la Constitución si eso quisiera. Los ataques contra el INE parecen perseguir otros dos propósitos. El primero, estrangularlo presupuestalmente. Con menos dinero, su capacidad para funcionar será menor. Sí, es una institución cara. En buena medida por las muchas responsabilidades a su cargo, resultado de la desconfianza de la oposición hacia el gobierno, del abuso de su poder, desde el robo de los votos hasta la intención de influir en el proceso o el resultado. AMLO ya no está en la oposición. Ahora quiere margen de maniobra.

Este martes dijo que va a estar muy pendiente de que las autoridades estatales no vayan a "aplicar prácticas de compra de voto, de acarreo, de reparto de dádivas". Es el ladrón gritando "¡ladrón!". AMLO parece preparar el espacio presupuestal para poder gastarlo en la elección del 2021. Pretende quedarse con los recursos de fideicomisos que hoy financian tareas importantes, como apoyar a los estados en caso de desastres naturales.

Ya existe el instrumento para operar la elección: los servidores de la nación. Esa red de activistas de Morena que levantó en el 2018, a nombre de AMLO, un censo para poder distribuir los programas sociales de su gobierno. No se sabe la metodología utilizada, ni qué uso se da a ese padrón. Hoy son empleados de la Secretaría del Bienestar y una poderosa arma para la movilización electoral.

Las elecciones intermedias requieren estimular al votante. Con baja participación, el aparato gubernamental pesa más. La participación electoral en la del 2015 fue del 48 por ciento del electorado, frente al 62 por ciento del 2018.

El segundo objetivo es desprestigiar al INE y a sus consejeros. La mayor fuerza del INE es su credibilidad. Entre más alta, más le cuesta al Ejecutivo, políticamente hablando, una amonestación o advertencia emanada del INE. En el 2019, en una escala del 0 al 10, el INE tenía un nivel de confianza de 6.5, la Presidencia 7.0. https://bit.ly/2UZMGPw

El Presidente ya inició la campaña electoral, o más bien, nunca la terminó. Quiso sin éxito que la revocación de mandato coincidiera con la elección intermedia para poder impulsar el voto de su coalición, hoy con su nuevo miembro, el Partido Verde Ecologista de México. Éste apoya a un gobierno que ve en los hidrocarburos el futuro energético. Para poder usar la mañanera como púlpito en el proceso electoral y usar el gasto público para estimular a su base, le conviene un INE desprestigiado y debilitado.

Hoy gasta su tiempo y energía en lo electoral. No le importa que México sea ya el segundo lugar mundial en muertes diarias por millón de habitantes por coronavirus, salvo para tomarse una foto vestido de traje frente a un presunto paciente.



@carloselizondom

viernes, 19 de junio de 2020

Desaparézcase


JAQUE MATE / Sergio Sarmiento en MURAL 19 Jun. 2020


"¡Que se vayan al diablo
con sus instituciones!".

Andrés Manuel López Obrador
 
 
Cuando Hugo Chávez andaba por las calles de Caracas y otras ciudades de Venezuela y veía algo que no le gustaba -o que le gustaba mucho- ordenaba: "Exprópiese". Andrés Manuel López Obrador opera desde las mañaneras y no ordena expropiaciones, pero sí la desaparición de instituciones.

El Presidente siempre justifica sus órdenes con el argumento de que busca reducir gasto y corrupción. Los neoliberales, dice, hicieron crecer las instituciones para robar. Ayer arremetió contra el Conapred, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, que un día antes dijo no conocer: "Ah, ya me enteré, lo crearon durante el gobierno del presidente Fox, pero así se crearon todos esos organismos y la gente ni siquiera sabe que existen".

El Conapred, sin embargo, procede de la izquierda. Vicente Fox lo creó con el ánimo de promover un gobierno de unidad nacional y conciliar a los distintos grupos políticos del país.

El verdadero impulsor era Gilberto Rincón Gallardo, un hombre con una trayectoria en la izquierda anterior y mucho más consistente que López Obrador, quien militó en el PRI hasta 1988. Encarcelado en 32 ocasiones por su militancia, participó en el Movimiento de Liberación Nacional, el Partido Comunista Mexicano, el Partido Socialista Unificado de México, el Partido Mexicano Socialista y el Partido de la Revolución Democrática. Contendió contra Fox en 2000 como candidato de Democracia Social y propuso la creación de un organismo para prevenir la discriminación. Fox le ofreció crearlo y nombrarlo titular. Rincón Gallardo aceptó con el fin de construir lo que hoy es el Conapred.

Es difícil creer que López Obrador no haya conocido la institución. La afirmación fue o una provocación o una inquietante muestra de deterioro de la memoria presidencial. Él designó a la titular hasta ayer, Mónica Maccise, y esta participó en una ocasión en su mañanera, sin que el mandatario haya mostrado ninguna extrañeza sobre el organismo. Ayer, finalmente, se vio obligada a renunciar.

Más probable es que López Obrador haya decidido castigar al Conapred por haber invitado a un panel de discusión a Chumel Torres, un comediante y comentarista que había utilizado un término peyorativo para referirse a su hijo menor. Quien enfureció por la invitación fue la esposa del Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, la cual lanzó el 16 de junio una crítica en Twitter al Conapred (ella no tenía dudas de su existencia): "¿A este personaje invitan a un foro sobre discriminación, clasismo y racismo? Sigo esperando una disculpa pública de este individuo sobre los ataques a mi hijo menor de edad". El foro se canceló y Torres ofreció finalmente esa disculpa pública, pero al parecer no será suficiente para salvar a la institución.

El Presidente afirmó ayer que habría que discutir la posibilidad de "desaparecer" al Conapred y dejar que la Secretaría de Gobernación "se haga cargo" de sus funciones. Quizá no se ha enterado todavía que el Conapred es ya un organismo descentralizado de la Segob. La crítica presidencial de que la enorme multitud de instituciones gubernamentales cuestan mucho es válida, pero cuando el propio Presidente gasta fortunas en un aeropuerto, un tren, una refinería y una Oficina de Presidencia para el Beisbol, parece cuestionable que busque ahorrar extinguiendo una de las instituciones más emblemáticas surgidas de la izquierda.

Quizá la explicación es que el Presidente no se identifica con las causas de la izquierda, pero este no es, por lo menos, el argumento que ha usado públicamente.

 
 
· OPORTUNISMO
 
El Partido Verde ha tenido siempre un agudo sentido de la oportunidad. Cuando nació se alió con el PRI, en los tiempos de Fox y Calderón se acercó al PAN, y regresó al PRI del brazo de Peña Nieto. Ahora se alía con Morena. Eso se llama tener principios sólidos.

 
 
@SergioSarmiento

Derrotar al populismo


Guillermo Velasco Barrera en MURAL 19 Jun. 2020


Crece el descontento contra López Obrador y el gobierno que encabeza, lo que queda de manifiesto, no tan sólo en diversas encuestas de opinión que se han publicado recientemente, sino en los reclamos crecientes al Presidente durante sus giras por diversas regiones del país.

No se trata sólo del Presidente, los gobernantes emanados de Morena han resultado, en términos generales, los peor calificados por la ciudadanía. Una encuesta llevada a cabo recientemente por Massive Caller para valorar la gestión de los alcaldes en México, exhibe de forma muy clara que los presidentes municipales con menor aprobación son justamente los del partido guinda.

De acuerdo a esta encuesta, de los 20 munícipes con menor aprobación, 16 pertenecen al partido fundado por Andrés Manuel López Obrador. El dato no es menor, pues demuestra que más allá de cualquier narrativa política, los gobiernos que son parte de la 4T han resultado en la práctica malos gobiernos, sin experiencia, sin capacidad de resolver los problemas de los ciudadanos y en muchos casos más corruptos que los anteriores.

Datos como los referidos dan mucha luz sobre la narrativa que se tendría que construir desde la oposición para intentar ponerle un alto a Morena en las elecciones del próximo año. El camino no es la crítica a la persona del Presidente, mucho menos con insultos y burlas. Tampoco ayuda pedir su renuncia, aunque lo anterior sea el deseo creciente de miles de mexicanos.

Personalizar la batalla contra AMLO abona en la polarización que promueve el propio Presidente y lo victimiza, y el efecto es a final de cuentas que muchos ciudadanos que se han visto profundamente afectados por las decisiones de López Obrador y de su gobierno, en lugar de caer en cuenta que hoy se encuentran peor que antes, siguen en pie de guerra, cegados por la sed de venganza, contra fifís, conservadores, gobiernos anteriores y todos los "enemigos del pueblo" exhibidos en cada mañanera.

La acción de la oposición de cara a las elecciones del 2021 deberá ser estratégica y articulada, y fuera del terreno en el que el Presidente quiere que se libre la batalla. No tendrá que ser una campaña reactiva al guion de López Obrador, sino que implicará la construcción de una narrativa alternativa que concientice a la sociedad sobre lo mucho que hemos perdido, y lo que perderemos en el futuro en manos de un gobierno populista y por lo tanto ineficaz, y que muestre un camino distinto para resolver los muchos y muy graves problemas que tenemos los mexicanos.

La concreción de esta batalla en el corto plazo son las elecciones del próximo año, pues no tenemos otro camino para derribar a un gobierno populista más que las urnas. Nos jugamos mucho en las elecciones del 2021, entre otras cosas, la renovación de 15 gubernaturas y del Congreso federal.

Volvamos al punto de inicio de esta reflexión. El descontento ya existe y va en aumento, el reto de la oposición será ahora capitalizar dicho descontento y unirse para evitar la dispersión del voto y lograr la derrota electoral de Morena. Lo anterior implica, entre otras cosas, la alianza entre partidos, lo que siempre entraña dificultades importantes, pero puede prosperar cuando se tiene un propósito común de gran envergadura.

Además de las alianzas, será importante que los partidos se abran a perfiles ciudadanos que puedan significar rentabilidad electoral, ya sea empresarios, líderes sociales, académicos, jóvenes comprometidos con diferentes causas, etcétera. Hombres y mujeres con liderazgo en sus comunidades que, frente al rechazo generalizado hacia los políticos de siempre, puedan significar un nuevo rostro para la política. Esa será la fórmula ganadora: unión de la oposición y candidatos competitivos.

 
 
@gvelascob

El brutal retroceso con AMLO

19 de junio 2020, Sergio Negrete Cárdenas, Econokafka

Andrés Manuel López Obrador es un visionario del pasado, el eterno enamorado del México de su juventud. Era un país con mayor pobreza y marginación, cerrado a la globalización y firme integrante de lo que se llamaba Tercer Mundo. Pero el Presidente tiene otros datos, o recuerdos, que idealiza. Sueña con un México simple en que la gente no es pobre, sino que vive con sencillez y austeridad (que, obvio, no es lo mismo que pobre). No están esas tensiones que conlleva la vida moderna, sino una hermosa placidez.

Ese México de los recursos naturales, como agua y petróleo. El tabasqueño añora las corrientes del Grijalva y el chapopote de Cantarell. ¿Mercado eléctrico competitivo con energía solar y esos espantosos generadores de viento? Con lo simple que era tener una sola empresa que se encargaba de todo, un gigante en manos del benévolo Estado mexicano. Por eso AMLO destruye sin miramientos la infraestructura eléctrica que heredó, para que vuelva a dominar la Comisión Federal de Electricidad, esa empresa creada, como Pemex, por Lázaro Cárdenas.

AMLO está teniendo un éxito rotundo en esa vuelta al pasado, con todo el poder que, votando con el hígado, le confirieron millones. México es crecientemente un apestado para los inversionistas, este año ya expulsado de la lista que A.T. Kearney elabora sobre los 25 destinos más atractivos para esos dineros. Recursos que mejor irán, entre otras alternativas, a Brasil (que permanece en ese grupo). Quizá ningún Presidente desde José López Portillo había adquirido tal fama de arbitrariedad con la empresa privada.

En 2020 millones se agregarán a los clasificados en pobreza o pobreza extrema. Como anillo al dedo una pandemia para que el consumo de carne se convierta en un lujo en tantas mesas mexicanas. Algo que quizá le hubiera tomado el sexenio entero, en cuestión de meses. Hay que consolidar el logro, claro, pero ahí la lleva: en 2019 hubo una ligera contracción, y en 2020 será una severa recesión o hasta depresión. ¿El PIB per cápita? No importa, porque lo relevante será la felicidad del pueblo, y ya AMLO está diseñando una fórmula para medirla que deslumbrará al mundo. Quizá hasta escribirá otro best seller al respecto.

El retroceso en la infraestructura pública de apoyo a la población menos privilegiada será igualmente brutal. No son los caminos hechos a mano en Oaxaca que tanto enorgullecen al Presidente, es la destrucción del Seguro Popular y haber regresado la educación a los militantes de la CNTE. Es el haber dinamitado un andamiaje de compra de medicinas para ahorrar dinero, y sustituirlo con la discrecionalidad más absoluta, de paso matando hasta niños. El dinero mejor emplearlo en un tren turístico y una planta para refinar gasolina, asegurando la pérdida de miles de millones de pesos cada año.

Un IMSS digno de 1970 y un sistema público educativo a la par serán elementos que ayudarán a la población a permanecer en la pobreza, perdón, la sencillez y austeridad de la tortilla y los frijoles. No se trata de que los jóvenes se superen por medio de la educación, porque eso de la meritocracia es un invento neoliberal, sino de que reciban su beca Benito Juárez y agradezcan al Señor Presidente por su generosidad.

El cierre con broche de oro será el retroceso democrático. Morena, como el nuevo PRI, y sobre todo AMLO como el Tlatoani y Gran Elector del pueblo sabio. Un México que en 2024 en mucho recordará al de 1974, con un Presidente inmensamente satisfecho.

Un decálogo de obviedades


Los populismos existen, son devastadores y se distinguen por su guerra diaria contra la evidencia y el sentido común

POR: JULIO PATÁN
 JUNIO 19, 2020 · 3:04


Sobran las discusiones bizantinas sobre si existe o no la “discriminación a la inversa”: el lenguaje que se usa contra la disidencia desde el ejecutivo (y luego, en cascada, desde todos los ámbitos de fanáticos y convenencieros, de aplaudidores), o sea el insulto, la descalificación; el fifí, el sepulcro blanqueado, el fresa, el neoconservador… Ese lenguaje es bajo, es violento, es fruto del resentimiento. Es inaceptable.

Ya no hay motivos para sostener que este régimen al menos lucha contra la corrupción.


No luego de Ana Gabriela Guevara, los Bartlett, la cantidad de parientes políticos o directos que tienen en nómina varios funcionarios, y de la proporción obscena de adjudicaciones directas que dispara este gobierno, y de los contratos que no quedan claros en los entornos de Zoé Robledo y la Nahle, y de la acusaciones contra la Polevnsky —acusaciones que, lo sabemos, se hicieron públicas sólo porque en Morena hay un grillerío.

No es normal que la esposa del Presidente se vaya a la yugular de Chumel Torres, y no es ni sano ni decente que el Conapred (Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación) cancele el encuentro en el que iba a participar Chumel, justo después de esa ida a la yugular.


En el mismo tema, que el Presidente diga que no había oído del Conapred es para ponerse a rezar, lo mismo si es cierto que si no lo es.

No hay justificación para que los niños con cáncer estén sin medicamentos, sobre todo cuando la justificación es que necesitamos un conato de sistema de salud a lo cubano —o sea, el conato de un fracaso— y pues aguántennos tantito.


Es esperpéntico que el Presidente nos mande a la calle, en plena pandemia, bajo nuestra responsabilidad, y que sus recomendaciones sean criar pollos y adoptar una forma de espiritualidad.

No hay justificación a que la camioneta del Presidente se le vaya encima a las personas que tienen desaparecidos a sus familiares, y que la explicación Presidencial sea la sana distancia.

Tenemos un país en el que el medio ambiente ha sido destrozado sin piedad, pero las razones eran normalmente la dejadez, la corrupción o la ignorancia, no la manada de elefantes blancos —Tren Maya, Dos Bocas, etc.— que nos están dejando ir desde el poder federal.

No es normal que estemos en guerra comercial con Arabia Saudita, como no es normal que Pemex haya perdido la cantidad de dinero que perdió el año pasado, un récord.

La ruina económica que se nos viene —hay que necear con esto, ni modo— antecede a la pandemia y será mucho más grave que en el resto del planeta porque es responsabilidad, otra vez, del Presidente.

Perdonarán las obviedades, que salieron en decálogo. Pero los populismos existen, son devastadores y se distinguen precisamente por su guerra diaria contra la evidencia y el sentido común, así que la obviedad es necesaria. Y esto, sí, es una forma de populismo.

lunes, 15 de junio de 2020

Abrumador

15/06/2020 Macario Schettino

El 1 de julio de 2018, López Obrador ganó de manera abrumadora. Fue un triunfo legítimo y democrático. En agosto, manipularon las cifras para obtener una mayoría en la Cámara de Diputados que los votos no le habían otorgado. El 30 de octubre, canceló la construcción del AICM, convirtiendo la mayor obra de infraestructura de América Latina en ese momento, financiada de forma privada, en deuda pública.

En noviembre, las personas que él designó para hacerse cargo de Energía instruyeron a Pemex a dejar de importar crudo ligero y gasolina. En diciembre, inhabilitaron Salamanca por usar crudo pesado, y para mediados de mes era claro que no habría combustible suficiente. Inventaron entonces una ficticia lucha contra el crimen (el huachicol), que nunca ocurrió. En enero el desabasto de gasolina ya era un problema nacional, aunque lograron concentrarlo en los estados de oposición. A mediados de enero, el desorden en el sistema de distribución de gasolina provocó una explosión en Tlahuelilpan, Hidalgo, que dejó más de 135 muertos.

Muy pronto, la oficial mayor de Hacienda intervino en las compras de medicinas y material médico, con la excusa de combatir la corrupción. Al centralizarlo, el proceso se hizo tan ineficiente que unos meses después empezó el desabasto. En mayo, el director del IMSS renunció a su cargo precisamente por eso. En el caso de medicinas contra el cáncer, especialmente para niños, todavía hoy la Secretaría de Salud sigue sin resolver el problema. Para terminar 2019, se canceló el Seguro Popular, y se creó un esperpento llamado Insabi, sin reglas, protocolos, presupuesto, nada.

A mediados de año, inició la ofensiva contra la reforma energética. Por un lado, se movieron recursos a Pemex; por otro, se decidió construir la refinería de Dos Bocas en contra de la opinión de tirios y troyanos. En julio renunció el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. Para fines de año, tomaron la mitad de los recursos del fondo para recesiones, todo lo que había en Seguro Popular, y al arrancar 2020, casi todos los fideicomisos. Se decretó la reducción del gasto operativo del gobierno en 75 por ciento, cerrando, en los hechos, la administración pública.

En 2019, la economía mexicana se contrajo -0.3 por ciento, aunque en 2018, hasta la decisión del aeropuerto, crecía 2.5 por ciento. Para inicios de este año, se profundizó la caída. Al 13 de marzo, según datos de la secretaria de Trabajo, habían logrado crear apenas 226 mil empleos en casi 16 meses, una tasa anual de 1.4 por ciento, la más baja en 25 años, con la excepción de las recesiones importadas.

Cuando llegó la crisis sanitaria y económica global más importante en un siglo, México ya acarreaba todo lo que le he comentado, y más. Este golpe externo nos toma en una situación de vulnerabilidad terrible, creada por decisión de López Obrador. Innecesaria y absurda pero, sobre todo, criminal.

En lo referente a la pandemia, el manejo ha sido deplorable. Se encargó al subsecretario López-Gatell, que rechazó realizar pruebas en cantidad importante, o promover medidas suplementarias, como el uso de cubrebocas. Zalamero con su jefe, soberbio con sus críticos, ha mentido hasta que se ha cansado. Somos ahora uno de los países con menos pruebas pero con más contagios y muertes. Para fin de mes, las muertes en exceso rondarán 120 mil: equivalente a los homicidios en todo el sexenio de Calderón.

López Obrador no quiso aplicar un plan de contención económica. Ahora tenemos 18 millones de mexicanos que han perdido su ingreso total o parcialmente. Uno de cada tres trabajadores.

El triunfo de López Obrador, le decía, no está a discusión, fue abrumador, legítimo y democrático. Su fracaso como Presidente es también abrumador. Eligieron a un criminal, que está destruyendo al país entero. Algo debe poder hacerse para evitar que el crimen se consume. Platicamos mañana.

martes, 2 de junio de 2020

Enanismo

FEDERICO REYES HEROLES

• A 18 meses de gestión, AMLO ya es sinónimo de un hombre atrapado por sus obsesiones.

02 de Junio de 2020

           El precio de la grandeza es la responsabilidad.

           W. Churchill

 
Por la dimensión del triunfo, por el ánimo fundacional, por las frecuentes referencias a la historia nacional, todo parecía indicar que la megalomanía era el mayor riesgo. Pero no fue así, el enanismo es la verdadera amenaza.

El Presidente admite sin empacho no saber qué es Cofece, la confunde con el Imco. También admite no entender qué hace el Instituto “ese de la transparencia”. Para él los órganos reguladores sobran, para qué dos en telecomunicaciones. A partir de su desconocimiento, concluye desapariciones. No entendieron las labores del INEE y lo desaparecieron. Las críticas sistemáticas al INE muestran que desconoce sus responsabilidades y su carga de trabajo. Si hay CRE, CNH y Cenace es por algo. La energía es complicada. Adiós al Fonca, no lo entendieron.

Los recortes, el “austericidio”, desnudan una ignorancia sobre las responsabilidades de miles de servidores públicos. México es grande y complejo, hacer tabla rasa en los recortes al sector salud, incluidos los institutos, muestra un doloroso desconocimiento. Que alguien así, desinformado, que no conoce el mundo, sea presidente, no tiene que ser trágico. José Mujica no era exactamente un estratega. Vicente Fox desconocía muchas áreas de la administración federal, pero preguntaba. ¿Qué es el Colegio Nacional?, ¿cómo opera la Conagua, para qué serviría la transparencia? Lo ideal es que un presidente conozca el enorme andamiaje institucional, pero puede aprender en el camino. Así lo hizo Fox.

Ahora la mecánica es otra: si yo no sé qué es, el problema está en la institución. Qué desaparezca. Dudo que el Presidente sepa de las funciones multilaterales de nuestro embajador en Viena, o qué es la OIEA, qué hace la Unesco o el CIDE o el embajador ante la OCDE  o las instancias de DDHH de la ONU. Al plantearse él mismo como medida de la República y no mostrar ningún interés por aprender, está provocando una grave tensión, pero el perdedor será él. ¿Quiénes van a ganar en el mediano y largo plazo, los defensores y productores de las energías limpias y las decenas de millones de consumidores que hay detrás o el intento simplista de volver a los inviables monopolios estatales? La política cavernaria de regresar a las energías fósiles será un golpe brutal al bolsillo de los más pobres, a la salud decenas de millones. Ellos son un actor permanente. Los demás pasarán. El potencial de energías limpias de México se impondrá. Por el retraso y daño habrá factura.

Que el Presidente desconozca cómo trabaja un investigador y qué significa hacer ciencia es su problema, porque la ciencia en México, los científicos, van a estar allí cuando él salga. Que ponga su salario como tope habla, de nueva cuenta, de su ignorancia de cómo operan los mercados laborales, esos mexicanos que él critica por ganar “demasiado” van a encontrar ofertas fuera del estado. A la larga, los salarios de las altas burocracias tendrán que ser revisados. Con esa mecánica no va a ninguna parte, pero México pierde tiempo precioso en combatir la pobreza. Ellos serán responsables. Se tendrán que reponer los hoy amenazados órganos reguladores, son los nuevos anclajes para los inversionistas. Las calificadoras seguirán haciendo su trabajo. El mundo no va dar vuelta en U, México tampoco. La batalla lleva dos años, faltan cuatro. Por las marchas del sábado, algo fuerte se está moviendo. A 18 meses de gestión, AMLO ya es sinónimo internacional de un hombre atrapado por sus obsesiones, peleado con la modernidad, desconocedor del mundo y de la economía.

Pero AMLO no es México. Éste es un gran país que en pocas décadas se democratizó, abrió su economía y se convirtió en potencia exportadora. Esas realidades se impondrán al enanismo, pero el costo será muy alto. A la historia.

P.D: El país en rojo, 10,000 muertos, muy riesgosa reapertura y el Presidente de gira. ¡Vaya ejemplo! Irresponsable, le diría Churchill.

 

Yo, el miserable

Martín Moreno

"Yo, el miserable, que ni siquiera me he parado en un hospital para supervisar que se esté atendiendo adecuadamente a  mis compatriotas ante el coronavirus".


SINEMBARGO

MAYO 27, 2020


El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.
“Yo, el miserable, que promete crear dos millones de empleos que sé perfectamente que no podré generar”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

+ Miento, manipulo, trampeo…

+ “Nos vino como anillo al dedo…”

Yo, el miserable, que desde Palacio Nacional insulto y divido a un país con propósitos políticos.

Yo, el miserable, que a la mentira la he convertido en un patrón de conducta.


Yo, el miserable, que tengo arruinada a la economía por mis delirios de imponer el socialismo marxista.

Yo, el miserable, que ofendo a compatriotas que osan criticarme, llama perros a los periodistas que me cuestionan y crucifica a los medios críticos de la 4T.

Yo, el miserable, que ofrece a los ciudadanos presupuestos de miseria a cambio de mantener intactos mis programas clientelares.

Yo, el miserable, porque le quito apoyos a los niños con cáncer.

Yo, el miserable, porque elimino programas sociales para madres solteras, estancias infantiles y refugios para mujeres violentadas.

Yo, el miserable, porque les doy limosnas al sector salud y mantengo mis caprichos personales en tiempos de emergencia pandémica.


Yo, el miserable, que ha dejado morir al turismo y al fomento de empleos y fortalecido a mi Ejército, a Hacienda y a Energía, con fines personales.

Yo, el miserable, que ni siquiera me he parado en un hospital para supervisar que se esté atendiendo adecuadamente a  mis compatriotas ante el coronavirus.

Yo, el miserable, que pido a los doctores y enfermeras comprar sus propias medicinas y equipos de salud, mientras adquiero con recursos públicos un estadio de béisbol por quinientos millones de pesos.

Yo, el miserable, que acuso a médicos y a doctoras de ser mercenarios de la salud, cuando la mayoría se está partiendo el alma y jugándose la vida en los hospitales contra la COVID-19.

Yo, el miserable, que a pesar de que lo supe con anterioridad – desde marzo -, pidió a sus compatriotas salir a las calles, abrazarse e ignorar las restricciones sanitarias ante la pandemia que ya nos mataba, y de la cual festiné públicamente que nada nos haría.

Yo, el miserable, que festeja la llegada de una pandemia terrible al decir que “nos vino esto como anillo al dedo” mientras, hasta ahora, han muerto 7 mil 633 personas, más de un millón han perdido su empleo y miles de empresas están quebrando por falta de apoyos de mi Gobierno.

Yo, el miserable, que asegura que la curva de muertes por el virus ya se está aplanando y que la pandemia ya se ha domado, cuando miles siguen muriendo sin atención médica adecuada y decenas de miles contagiándose sin ningún remedio y condenados a su desgracia.

Yo, el miserable, que tengo a los hospitales públicos en el abandono y celebro que mi nieto nazca en un hospital privado en Houston.

Yo, el miserable, que le estoy permitiendo a mis hijos hacer jugosos negocios con una fábrica de chocolates que nadie conoce ni fiscaliza y una fábrica de cerveza que nadie conoce ni fiscaliza, mientras miles de compatriotas pierden a diario su trabajo y sus negocios.

Yo, el miserable, porque a través de programas sociales – al estilo de mi ex partido, el PRI-, condiciono votos y mantengo clientelas electorales.

Yo, el miserable, que le presto con intereses usureros 25 mil pesos a los micros, pequeños y medianos empresarios, bicoca que de muy poco les servirá en tiempos de pandemia, en tanto no le arrebato ni un peso a un Refinería inviable que nos costará 12 mil millones de dólares.

Yo, el miserable, que mientras otras naciones le entregan dinero de forma directa a sus habitantes para que sobrevivan encerrados en sus casas – hasta Trump ordenó darles 2 mil dólares a cada familia -, yo no les doy ni un centavo mientras continúo con la construcción de un Aeropuerto que en nada apoyará al desarrollo del país.

Yo, el miserable, que permito quebrar a empresas que generan ocho de cada diez empleos para hombres y mujeres productivas, en tanto destino miles de millones de pesos a un tren del sureste que solo es un capricho inútil emanado de mis traumas y prejuicios.

Yo, el miserable, que miente al decir que “tan bien que íbamos…y que se nos presenta la pandemia”, cuando en mi primer año de Gobierno la economía registró menos cero punto uno por ciento de crecimiento, hubo medio millón de desempleados y la inversión pública nacional y extranjera se desplomó.

Yo, el miserable, que en tiempos de pandemia ha negado apoyos al sector productivo contribuyendo a que un millón cien mil trabajadores perdieran su empleo.

Yo, el miserable, que por su obsesión petrolera ha permitido que Pemex pierda 25 mil millones de dólares durante el primer trimestre del año y se le sigan inyectando recursos, en tanto la cadena productiva se encuentra desamparada.

Yo, el miserable, que promete crear dos millones de empleos que sé perfectamente que no podré generar.

Yo, el miserable, que devora como bestia insaciable los recursos de fideicomisos destinados a cultura, arte, ciencia y deporte, para desviarlos a mis barriles gubernamentales sin fondo.

Yo, el miserable, que desde el atril insensible desprecio los feminicidios y niego que haya maltrato a las mujeres en la medida en la que la reportan los medios.

Yo, el miserable, que despojé a mi país de una Comisión Nacional de los Derechos Humanos independiente y confiable, para convertirla en una oficina burocrática arrodillada a mi presidencia mediante una inculta y fanatizada ombudsman.

Yo, el miserable, que dice que “el objetivo de una revolución es una transformación”, azuzando a millones a enfrentarse entre sí, bajo el credo del socialismo marxista.

Yo, el miserable, que se ha desentendido de la seguridad nacional y cierra los ojos ante el baño de sangre que ya marca los niveles de violencia más altos en comparación a los dos sexenios anteriores durante diecisiete meses.

Yo, el miserable, que dice que “la tarea del Gobierno no es capturar a narcotraficantes” y saluda de mano a la madre del narcotraficante más poderoso de México.

Yo, el miserable, que blande un pañuelito blanco para festejar de manera tramposa que la corrupción ha terminado y a mi espalda me aplauden Manuel Bartlett y Napoleón Gómez Urrutia protegidos por el manto de la impunidad, mientras las cifras me demuestran que durante mi Gobierno, la corrupción aumentó.

Yo, el miserable, que le niego recursos y apoyos suficientes a los estados donde gobierna la oposición.

Yo, el miserable, que para ocultar mi fracaso absoluto e irrebatible en la conducción de la economía nacional y finanzas públicas, recurro a la trama de mutar al crecimiento en “desarrollo”, al PIB en “bienestar” y a lo material en “espiritual”.

Yo, el miserable, que despreció vivir en la casa presidencial para mudarse, literal, a un palacio.

Yo, el miserable, el peor Presidente que ha tenido la historia de mi país durante los primeros diecisiete meses de Gobierno.

Yo, el miserable.

TW @_martinmoreno

FB / Martin Moreno

mmorenoduran03@gmail.com    

lunes, 1 de junio de 2020

El romanticismo reaccionario

Jesús Silva-Herzog Márquez en MURAL
01 Jun. 2020


La emergencia sanitaria ha acelerado la radicalización. Nada queda del pragmático alcalde de la capital. Nada queda del candidato que hizo campaña como un reformista moderado. El Presidente no tiene ya interés en mantener diálogo con grupos independientes. Sin haber llegado al segundo año de gobierno, han quedado en ruinas los puentes del diálogo. La pandemia ha persuadido al Presidente de que no los necesita y que hablar con ellos es una pérdida de tiempo. Le basta la fantasía que ha construido para evitar el fastidioso trato con la realidad y el aliento de los aduladores que lo envuelven.

Su desprecio del reformismo es antiguo. La historia a la que alude constantemente se escribe con fuego: grandes conflagraciones, batallas memorables de las que brota, luminoso, el futuro. Por eso ha creído el Presidente desde siempre que en todo negociador se esconde un traidor y que todo moderado es un cobarde, un tibio que colabora para mantener en movimiento la rueca de la opresión. Durante algún tiempo, el político equilibraba ese radicalismo con gestos de inteligencia práctica. Ya no. El aliento revolucionario es cada vez más nítido y más enfático. Los más cercanos en su corte de halagadores lo celebran. Creo que hay que tomar en serio este vuelco al radicalismo, aunque su inspiración sea profundamente reaccionaria. Y no lo digo simplemente porque su política sea, en términos mecánicos, una reacción al tiempo neoliberal, sino porque expresa un impulso antimoderno. Lo que el Presidente imagina como el cuarto nacimiento de la patria encuentra fuente en el romanticismo reaccionario.

Quien quiera entender el perfil intelectual de este proyecto, debería leer los textos de Isaiah Berlin sobre el romanticismo político, antes que los cuadernos de la cárcel de Gramsci. El discurso oficial tiene, sin duda, tinte igualitario. Pero el horizonte imaginario de esa política es arcaico. Mucha nostalgia y poca imaginación. Pensemos, por ejemplo, en lo que Berlin llama la "apoteosis de la voluntad". El temperamento romántico es precisamente la afirmación de un deseo sin restricciones que enaltece al héroe. La política romántica es la epopeya de los grandes hombres que han roto las ataduras de la tradición y de las reglas y que así inventan naciones cobijados por el amor de su pueblo. Todo lo pueden porque lo quieren de veras, porque no se desvían de la ruta que trazaron, porque son auténticos. No necesitan programa, ni estrategia: tarde o temprano, en esta vida o la siguiente, el mundo se rendirá a su deseo. En el indómito imperio de la voluntad política, reinan las intenciones. Para qué perder el tiempo midiendo el impacto de una política, para qué asomarse a las experiencias de fuera, por qué leer la ley, si mis intenciones son hermosas. Quien dude de ellas, es un traidor.

Identifica también Isaiah Berlin una economía romántica que rechaza cualquier idea de ley objetiva del intercambio por encima del control humano. Si el comercio y la producción tienen algún sentido no es la satisfacción de necesidades sino la elevación espiritual. Bajo la probidad, los panes se multiplican al infinito y es por ello innecesario, contar. Cuando hay recato, cuando se rechaza el lujo, todo alcanza para todos. La economía moral es eso: la evaporación de la economía.

El Presidente elogia la estrechez del monasterio como vía de elevación moral de los ciudadanos. ¿Para qué tener más de un par de zapatos? En el interés está ya un impulso podrido que hay que rechazar en nombre de la felicidad del corazón. Y no deja pasar oportunidad para mostrar su desprecio al mundo profesional. Para el político romántico, la ignorancia es una recomendación y todo conocimiento sospechoso. Para ser de veras valiosos, el arte y la ciencia han de demostrar compromiso.

Esta semana, el embate del Presidente llegó a extremos tan ridículos como alarmantes. A los científicos que han protestado por el sectarismo de su política científica y los brutales recortes thatcherianos, los acusó de porfiristas. El argumento es, en verdad, risible. Que a los abogados y financieros de aquel régimen les hayan puesto el mote de científicos, no significa que lo hayan sido. Pero en la fantasía conspiratoria del Presidente, los matraces y las cápsulas de petri son arsenal para los golpistas.

-------
http://www.reforma.com/blogs/silvaherzog/