jueves, 15 de agosto de 2019

Tres fases del populismo

Jorge Suárez-Vélez
15 Ago. 2019


Fui a Argentina en 1992 por primera vez. Me sorprendieron su clase media, sus empresas insertándose en mercados internacionales y la calidad de sus servidores públicos. Volví en 2014, y vi que por las tardes descendían familias enteras de "cartoneros" a los barrios ricos, para extraer reciclables de las bolsas de basura y venderlos. Entre uno y otro momento ocurrieron los Kirchner, Néstor (2003-2007) y Cristina (2007-2015). En forma sorpresiva, están de vuelta. Se pone fin al intento de Mauricio Macri de corregir el desastroso rumbo que heredó en 2015, tras 12 años de populismo.

A pesar del fuerte crecimiento económico al inicio de la era de Kirchner, gracias a precios récord de materias primas como la soya que Argentina exporta, se cayó en una fuerte crisis por el enorme gasto público -e inmanejable déficit- agravado por una política monetaria laxa. El peso argentino estaba a la par del dólar la primera vez que fui, a tres por uno hace 15 años, y hoy cotiza a 55 por dólar.

El cortoplacismo en decisiones como el control de cambios, la pérdida de autonomía del banco central, la enajenación de las AFJP's (equivalente a las Afores), la prohibición de exportaciones de carne para que su precio bajara en el mercado local (pasaron a ser importadores de carne uruguaya y paraguaya), el ataque al Instituto Nacional de Estadística y Censos porque las cifras que éste reportaba no agradaban a la Casa Rosada, los conflictos del Poder Ejecutivo con el Judicial, y la censura de la prensa independiente (en la que el Grupo Clarín fue atacado por los Kirchner), entre muchos otros factores, provocaron el aislamiento de Argentina, el desplome de la inversión privada nacional y extranjera, y el empobrecimiento del país que, otrora, fuese uno de los más ricos del mundo.

El regreso de Kirchner confirma la dificultad de restituir el profundo daño estructural que las políticas populistas le hacen a un país. Para regresar a una situación económica viable, se volvía imprescindible revertir los insostenibles planes de gasto social y de jubilación que implementaron los Kirchner. Macri pagará con su derrota haberlo intentado.

Argentina no es Venezuela, pero comparten más que la riqueza de recursos naturales. A no ser que el nuevo gobierno argentino nos sorprenda con un pragmatismo imprescindible, podemos adivinar qué futuro le depara a esa nación viendo la terrible crisis que vive Venezuela, donde más de 90% de la población está en situación de pobreza, hay poco que comer y el Estado ya no presta servicios básicos (salud, seguridad, etcétera). Dos tercios de los venezolanos han perdido 11 kilos en promedio durante el último año, en la trágicamente denominada "dieta Maduro".

Tenemos la inusual oportunidad de ver tres fases de implementación de modelos populistas en nuestra región: México en la primera, Argentina en la segunda y Venezuela en la tercera. En México, AMLO heredó una situación económica estable -aunque con crecimiento económico insuficiente-, inflación bajo control, amplias reservas internacionales, alta credibilidad internacional, y la segunda calificación crediticia más alta en América Latina después de Chile.

El nuevo gobierno se deshizo de los mejores funcionarios públicos, debilita a órganos autónomos incómodos, va desmantelando estructuras sociales que funcionan -como el Seguro Popular-, cuestiona la credibilidad de cifras oficiales (Inegi), debilita la democracia (Baja California) y empieza a interferir en la separación de poderes. Si bien se comprometió con disciplina fiscal, la pésima asignación de recursos a obras absurdas (Dos Bocas) y la cancelación de proyectos estratégicos (NAIM) provocarán estancamiento económico, reduciendo la recaudación fiscal, dejándolos apenas con suficiente para financiar programas sociales emblemáticos. Si éstos logran beneficiar a más de 20 millones de mexicanos, como se intenta, será difícil que otro Presidente más sensato enmiende el rumbo.

El populismo acaba con todo. Desafortunadamente, el deterioro es lento. Me niego a pensar que sea irreversible.


@jorgesuarezv

No hay comentarios:

Publicar un comentario