Ricardo Elias 09 May. 2019
Luego de que se llevara a cabo el domingo pasado la "Marcha del Silencio", llamada despectivamente "Marcha Fifí" -como si el hecho de tener o haber logrado una situación económica mejor al promedio, elimina el derecho a disentir y los argumentos que motivan una manifestación pierden validez-, el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, a través de su cuenta de Twitter, se burló de los manifestantes diciendo:
"Nunca pensé que todos los que están contra AMLO fueran a la marcha, pero sí..., ¡FUERON TODOS!".
Yo nunca pensé que un Secretario de Estado pudiera mofarse de 15 mil mexicanos que, le guste o no, tienen el derecho a manifestarse de la misma manera que otros grupos disidentes lo hacen, pero con la enorme diferencia que en lugar de ser manifestaciones pacíficas y ordenadas como lo fue ésta, son más bien un método para extorsionar al Gobierno, bloqueando carreteras, destruyendo edificios públicos y afectando a millones de ciudadanos para exigir acuerdos y prebendas, lo cual no sólo es tolerado por el Gobierno actual, funcionarios y seguidores de AMLO, sino que en lugar de aplicar la ley y castigar sus desmanes como debieran, pagan las extorsiones con los impuestos que contribuimos todos, menos los quejosos.
Cabe hacer notar que las personas que por haber logrado un relativo éxito económico caemos en la insultante y divisoria categoría de "fifís" inventada por AMLO, somos las que más impuestos pagamos.
El Secretario de Comunicaciones, en lugar de escuchar las razones y sentimientos que motivaron la marcha, y ver qué se puede hacer para atender las quejas y demandas (como sería la reanudación del Aeropuerto de Texcoco que cae en su esfera de in-competencia) se mofa de la cantidad de manifestantes que asistieron a la marcha.
Él y sus seguidores miden la validez y pertinencia de la crítica en función de la cantidad de críticos. En otras palabras: no les importa lo que se dice, sino quién o cuántos lo dicen.
Su manera de ver las cosas cambiaría si leyeran un poco acerca de la ignorancia y entendieran que el solo hecho de reconocerla la reduce.
En el seguramente iluso deseo de que los fanáticos de la 4T leyeran algo al respecto comparto dos reflexiones acerca de la sabiduría e ignorancia que revelan lo que está ocurriendo:
1. "Un sabio enfrenta los hechos concretos sin deformarlos ni teñirlos con el tinte de sus significados subjetivos. Un ignorante deforma los hechos para que coincidan con sus creencias más amadas, así la realidad (imaginaria) se le presenta como él la planeó" (Omar Joray / Webislam).
2. "Cuando los ignorantes se han vuelto lo suficientemente numerosos o poderosos, se les denomina con un nombre especial. Este nombre es: Los Sabios" (Idries Shah).
Hay que reconocer algo obvio: los sabios nunca serán mayoría. El pueblo tiene individuos sabios, pero el pueblo como masa no es sabio, y menos en materias económicas, legales, aeronáuticas o pedagógicas, que tienen que ver con las decisiones y políticas públicas más criticadas del Gobierno actual.
Los individuos sabios del pueblo, los más calificados son los que deberían gobernarnos, pero desgraciadamente no es ni ha sido así.
La única diferencia entre las administraciones pasadas y la de hoy, es que la bandera que se utiliza para hacer lo que les viene en gana es la de la honestidad, con lo cual se busca justificar la incapacidad e inexperiencia, argumentando en una absurda contradicción que para acabar con la corrupción pasada, la destrucción de todo lo anterior y hasta la violación de las leyes es necesario.
El riesgo que estamos corriendo en el proceso de cambio de una mafia por otra, de una corrupción vieja por una nueva, por la manipulación y falta de capacidad y experiencia del nuevo gobierno, es que las empresas y empresarios que generan empleo e impuestos se reduzcan, cierren o se vayan, y terminemos todos en el peor de los mundos, uno en el que los ricos se hicieron pobres y los pobres siguieron pobres.
Y de esto último espero que el odio y resentimiento social de los fanáticos de la 4T no los haga llegar al extremo de adoptar en perjuicio de todos el dicho que dice: mal de muchos, consuelo de tontos.
"El hombre sabio hace inmediatamente lo que el tonto finalmente hará".
Maquiavelo
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