martes, 9 de abril de 2019

La toma total del poder

Pablo Hiriart, 9 abril 2019, El Financiero.

Morena se alista a la toma de la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante el aumento del número de ministros y de esa manera lograr el control total del máximo órgano del poder Judicial de la Federación.
No es una estrategia novedosa. La empleó Hugo Chávez en Venezuela en mayo de 2004 cuando aumentó de 20 a 32 el número de magistrados del Tribunal Supremo de Justicia de ese país.
De acuerdo con un texto de Human Rights Watch, publicado el 16 de junio de ese año, “la toma política del Tribunal Supremo agravará la falta de independencia judicial... y la nueva Ley permitirá al gobierno y su coalición en la Asamblea Nacional (Congreso) copar y purgar el control del Tribunal Supremo”.
Dicho y hecho. Así sucedió, y de esa manera el régimen chavista puso bajo su mando al poder judicial.
Aquí en México el partido Morena, en el Senado, anunció una iniciativa para aumentar de 11 a 16 el número de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con lo que asumiría el control del Poder Judicial.
El método de elección de los ministros de la Corte es similar al que presenciamos la semana pasada para nombrar nuevos integrantes de la Comisión Reguladora de Energía, en que al no haber mayoría calificada en el Senado es el Presidente de la República el que designa a sus integrantes.
Hoy Morena tiene el control total de la Cámara de Diputados, y en el Senado está a nueve senadores de contar con mayoría calificada.
La nulidad de la separación de poderes, para concentrarlos todos en el Presidente y su partido, está a la vuelta de la esquina.
Decían que exagerábamos al afirmar, desde hace años, el riesgo de chavismo en México, pero en cuatro meses hemos ido mucho más rápido en esa dirección a lo hecho por el propio Chávez en Venezuela.
En el terreno económico México es más fuerte, en su sector privado, que Venezuela, y ahí puede haber un valladar.
Pero hasta ahora hemos visto a un conglomerado empresarial que está dispuesto a dejar hacer lo que sea en lo político al Presidente, con tal de que no se meta con ellos en lo económico.
Vamos a ver qué sale de ese pacto no escrito, pero es ingenuo pensar que luego de tener el control total del Estado, el gobierno de López Obrador no eche a andar su proyecto económico que dista mucho del que defienden los empresarios y del que conocemos hasta la fecha.
Después de la toma del poder del Estado, viene la toma del poder económico.
Para el Instituto Nacional Electoral también hay un proyecto de modificación: reducir su número de consejeros de nueve a cinco, con el pretexto del ahorro.
El objetivo es modificar la Constitución para que el Congreso (de mayoría morenista) nombre a los nueve consejeros del INE.
Así, el órgano electoral del país caería por completo bajo el control político del partido del Presidente. Adiós a su autonomía.
De la misma manera se piensa sustituir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos por un órgano denominado “Defensoría del Pueblo”, como existe en Venezuela y es una marioneta del régimen bolivariano.
La propuesta para cambiar la composición de la Corte ahí está, ellos la anunciaron, no es un misterio. Y los dos pasos para controlar al INE y a la CNDH están en puerta.
¿No nos hemos dado cuenta de la gravedad que implica el avance de la concentración de poder en una sola persona?
¿Todavía hay dudas de hacia dónde nos quieren llevar?
Por ahora hay una débil pero valiosa resistencia en la Cámara de Senadores, que pende de una delgada línea de defensa de legisladores, pero eso es todo.
Los empresarios están replegados, con la esperanza de que les vaya bien en los negocios, sin percatarse que eso, con libertades políticas acotadas, dura lo que el humor y la estrategia del Presidente quieran que dure.
El otro foco crítico que existe, el de los articulistas y columnistas en medios de comunicación, está bajo fuego de la artillería ligera que sale de Palacio Nacional con amedrentamiento e insultos.
Van a subir de tono hasta aplacar a buena parte de la disidencia –fundamental en un régimen democrático– con el miedo a tener el águila de frente.
O por medio de la calumnia para inhibir moralmente a los críticos con el instrumento de las redes sociales.
Lo que viene está a la vista: la toma del poder del Estado, completo, por parte del grupo político que hoy conduce al país. Luego, la economía.

La realidad alcanza a AMLO

Sergio Negrete Cárdenas, El Financiero, 5 abril 2019

Durante 14 años Andrés Manuel López Obrador vivió en la comodidad de la campaña. Criticaba, chacoteaba, protestaba. No necesitaba de planes concretos o alternativas serias, bastaban las frases. El tabasqueño ofrecía a su persona como la solución de los problemas nacionales. Las instituciones estorbaban o eran innecesarias. ¿Un Sistema Nacional Anticorrupción? Suficiente decir que sería como barrer las escaleras: de arriba hacia abajo. Nada de complicar a los votantes con propuestas tecnocráticas. En medio del lodazal peñista, bastaba presumir un plumaje impoluto.
México eligió como presidente al hombre que buscó incansable el cargo, pero nunca se preparó para ejercerlo. AMLO piensa que sus ideas setenteras, producto de una ideología fracasada, sus ocurrencias e improvisaciones, representan la visión para un sólido futuro. Agregando arrogancia a su ignorancia, las presenta como un proyecto transformacional. Que el trío de Juárez, Madero y Cárdenas abran un hueco en la Historia (con mayúscula), porque llegó López Obrador a hacerles compañía.
Los sueños guajiros no eran problema en la campaña, hoy la terca realidad ya lo está alcanzando con rapidez. El presidente de la República, este en lo particular, goza de un poder gigantesco, pero lejos de la omnipotencia mesiánica que despliega en sus discursos.
La economía no crecerá como dicta AMLO, probablemente mucho menos. Puede criticar a su propia Secretaría de Hacienda, y de paso tirarle piedras al Banco de México, pero no logrará inflar el PIB una centésima de punto porcentual. Eliminar el crimen resultó que no era cuestión de buena voluntad, sino que va en aumento. Desató una guerra inútil contra el huachicoleo, con decenas de muertos colaterales. La corrupción no se desvaneció ante las proclamaciones presidenciales de honradez, sino que sigue y probablemente aumentará (y eso que la vara peñista es muy alta) gracias a un gasto discrecional y sin control.
El presidente Trump no responde a los constantes guiños entreguistas, sino que ataca todavía más a México. El rey de España no compartió la perspectiva obradorista de que hay heridas que es necesario restañar. Hoy el gobierno destaca por apapachar a un dictador sanguinario como es Nicolás Maduro. México era un país respetado en círculos internacionales, hoy se transforma en un apestado.
No se producirá mucho más petróleo porque así lo repita el titular del Ejecutivo, tampoco la refinería de Dos Bocas costará los ocho mil millones de dólares que dicen sus planes, y menos se terminará en tres años. Tampoco CFE se convertirá en una empresa más eficiente que las privadas que hoy tanto desprecia. Mucho menos México será autosuficiente en gasolina en 2024.
La realidad alcanza a López Obrador con pocos meses de mandato. Su sexenio será histórico, sin duda, pero por su ineptitud y arrogancia, por haber abusado de un mandato democrático para retroceder a México al autoritarismo político, el mesianismo económico y la polarización social.

lunes, 1 de abril de 2019

“Es un honor, estar con Obrador”

• El fanatismo abreva de muchas fuentes: los vertiginosos cambios sociales, propiciados por la tecnología; la incertidumbre sobre el futuro, alimentada por una desconexión con el pasado que aviva el miedo al presente.

01 de Abril de 2019, VÍCTOR BELTRI, Excelsior.


El fanático está dispuesto a sufrir. No sólo está dispuesto, sino que —incluso— lo desea: las consecuencias negativas de sus convicciones no son sino la prueba de una legitimidad cuestionada por el mero interés personal de sus adversarios. De sus antagonistas. De sus enemigos.

Enemigos que han surgido del encono propiciado por sus propios líderes, impresentables que accedieron al poder —y fueron capaces de convencer a sus incondicionales— aprovechando las circunstancias propias de la vida moderna. El fanatismo abreva de muchas fuentes: los vertiginosos cambios sociales, propiciados por la tecnología; la incertidumbre sobre el futuro, alimentada por una desconexión con el pasado que aviva el miedo al presente; la ingente competencia laboral, propiciada por el auge de las computadoras y el outsourcing internacional; el creciente discurso xenófobo, que apunta hacia las minorías como responsables de la pérdida de trabajos y recursos; la falsa percepción de zona de confort que crean las redes sociales, así como la falta de igualdad y las carencias económicas de quienes sostienen las mismas ideas.

Un caldo de cultivo extraordinario, sin duda, y que ha sido aprovechado por quienes han sabido beneficiarse del mismo. El fanatismo está en auge, y se ha convertido en el patrimonio de los líderes que, utilizando su carisma personal, han hecho las promesas de prosperidad, seguridad y estabilidad que reclama un sector de la población que no atiende sino lo que está dispuesto a escuchar. Por eso progresa el populismo, por eso resurgen los fanáticos en el mundo entero: a las consecuencias de la sobrepoblación, y la falta de recursos, se suman las guerras y hambrunas regionales, la falta de estabilidad política y el rompimiento del tejido social que, aunados a la inestabilidad social —producto del debilitamiento del sistema anterior— la disolución de vínculos familiares y, a una —cada vez más— desigual concentración de la riqueza, narrada desde el maniqueísmo, han favorecido el arribo de líderes populistas al poder.

Líderes populistas que, con independencia de sus convicciones, capacidad u objetivos, han sido capaces de convertir a una porción de sus seguidores en fanáticos. Líderes que se centran en un solo mensaje —promovido de manera constante haciendo uso de técnicas propagandísticas— con el que se oponen a la verdad, manipulan la realidad, distorsionan los hechos y generan noticias falsas. Líderes intolerantes dispuestos no sólo a deslegitimizar su propia oposición, sino a tratar. Líderes que dividen, y que no dudan en asignar etiquetas de “buenos y malos” según quiénes se inscriban en sus propios planes.

El fanático está dispuesto a sufrir, asumiendo la visión de blanco y negro establecida por el líder. El fanático busca el reconocimiento manifiesto por el líder: una palabra suya bastará para salvar su alma. El fanático odia a quien le dicen que debe odiar, y obedece a su amo sin chistar: lo mismo ladrará para cancelar un aeropuerto, en México, o para cerrar las fronteras, en Estados Unidos.

Aunque le cueste el trabajo, aunque le cueste la tranquilidad, aunque le cuesten las oportunidades. Aunque nada haga sentido, más allá de su propio rencor. El fanático está dispuesto —quiere— a sufrir: “Es un honor, estar con Obrador”.

Anacronismo absurdo


DE POLÍTICA Y COSAS PEORES / Catón
27 Mar. 2019

La carta que López Obrador envió al Rey de España es una solemnísima gansada. No sólo atentó contra los más elementales principios de la diplomacia: también faltó al buen sentido y al rigor en el tratamiento de la historia. Ese mayúsculo dislate no habría tenido lugar si AMLO y quien influyó sobre él para que incurriera en tan grande sinrazón hubiesen conocido la sabia y sabida sentencia según la cual las violencias que en la Conquista y la Colonia hubo "crímenes fueron del tiempo y no de España". Así lo hizo notar la bien ponderada -aunque enérgica- respuesta que el soberano español dio a la ríspida misiva del Presidente mexicano. En efecto, cae en anacronismo absurdo quien juzga una época a la luz de las ideas y conceptos de otra. Tal yerro cometió López Obrador. Si se aplicara a sí mismo el criterio que pretende emplear tendría que disculparse con España por la sangrienta masacre de hombres, mujeres y niños españoles que los insurgentes hicieron en la alhóndiga de Granaditas, o por la terrible matanza de peninsulares en la barranca de Oblatos, en Guadalajara, que Hidalgo permitió. Crímenes fueron también ésos del tiempo, y no de México. Por otra parte es una absoluta falsedad la afirmación de que en nuestro País los españoles no son queridos, y aun odiados. Basta recordar la forma en que los republicanos en el exilio fueron recibidos aquí, y la valiosísima aportación que en todos los campos de la cultura y el trabajo hicieron los refugiados y siguen haciendo sus descendientes. Aquí pongo un recuerdo agradecido a ilustres maestros míos españoles como Luis Recasens Siches, Mariano Jiménez Huerta y Rafael Sánchez de Ocaña, por citar sólo a tres de ellos. La inmensa mayoría de los mexicanos tenemos doble origen: el de nuestros ancestros aborígenes y el de nuestros antepasados españoles. A ambas raíces debemos honrar por igual. Somos una de esas "ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda" a las que cantó Darío. Hablamos español y nos nutrimos primordialmente en la cultura y tradiciones de aquella a la que hemos llamado Madre Patria. Nuestra relación con España, ya no filial, sino fraterna, se ha visto turbada momentáneamente por el innecesario exabrupto de López Obrador, quien en vez de procurar la concordia y buena voluntad en vísperas de la recordación del quinto centenario de la Conquista llamó al desencuentro y a la hostilidad. Más y mejores cosas se habrían obtenido si en lugar de presentar una arrogante demanda se hubiesen buscado acuerdos para que las dos naciones llegaran juntas y en armonía a la conmemoración de ese suceso. Pregunto: cuando López Obrador se reunió hace unos días con el yerno de Trump, ¿le pidió que se disculpara por la injusta guerra mediante la cual su país nos arrebató más de la mitad de nuestro territorio? ¿Le reclamó que sus ancestros hayan exterminado a los pueblo aborígenes, a diferencia de lo que hicieron los españoles, que se fundieron con los indígenas para dar origen al rico mestizaje del que los mexicanos somos fruto? Fiel a su estilo pugnaz y a su personalidad beligerante AMLO revive enconos ya olvidados que de seguro recogerán sus feligreses, como ésos que cada 12 de octubre pintarrajean el pedestal de la estatua de Colón y bailan danzas apócrifas ante ella en venganza contra el Almirante por haber descubierto, con patrocinio de España, las tierras que habitamos hoy. Ojalá el buen juicio y prudencia de nuestros diplomáticos y los españoles corrijan cualquier nocivo efecto que pudiera tener esta nueva ocurrencia de López Obrador. Ojalá su desatentada petición quede sólo en vergonzante anécdota. Lo sucedido es culpa suya, no de México ni de los mexicanos... FIN.


afacaton@yahoo.com.mx

Pobres animalitos


JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
01 Abr. 2019


"A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder".

Eduardo Galeano


PUEBLA.- Desde el púlpito de la mañanera el Presidente Andrés Manuel López Obrador pontifica: Los neoliberales "pusieron de moda una frase: 'Enseña a pescar, no regales el pez'. ¿Cuántas veces usaron esto? Claro que hay que enseñar a pescar, pero también la justicia es atender a la gente humilde, a la gente pobre. Esa es la función del gobierno. Hasta los animalitos -que tienen sentimientos, ya está demostrado- ni modo que se le diga a una mascota: 'A ver, vete a buscar tu alimento'. Se les tiene que dar alimento, sí, pero en la concepción neoliberal todo eso es populismo, paternalismo".

En realidad la frase "Si das pescado a un hombre hambriento, lo nutres durante una jornada; si le enseñas a pescar, lo nutrirás toda su vida" es anterior al neoliberalismo. Algunos se la han atribuido a Lao Tse, el legendario filósofo chino de los siglos VI al IV antes de Cristo, pero la primera aparición documentada está en un escrito de Anne Ritchie, la hija de William Thackeray, en la Inglaterra del siglo XIX. De cualquier manera es antes del neoliberalismo.

La idea, sin embargo, es lo importante. López Obrador sostiene que la función del gobierno es "atender a la gente humilde, a la gente pobre". Los pobres son como "animalitos" que no pueden alimentarse por sí mismos. La verdad, sin embargo, es que la caridad no acaba con la pobreza, ni siquiera la disminuye. Por lo contrario, la vuelve permanente ya que genera incentivos para su preservación.

En México hemos tenido programas sociales cada vez más amplios y generosos. En 1994 el gobierno federal gastó 15,888 millones de pesos en programas contra la pobreza; para 2012 erogó 310,302 millones ("Informe de gobierno 2013", apéndice estadístico, p. 69), un aumento de casi 20 veces. La pobreza, sin embargo, apenas bajó de 52.4 a 52.3 por ciento de la población económicamente activa (Coneval).

Dambisa Moyo, una brillante autora originaria de Zambia, ha documentado que la ayuda internacional no solo no genera riqueza sino la inhibe. Las donaciones internacionales impiden la formación de capital privado y solo enriquecen a las élites locales. "¿Han ayudado más de un billón de dólares en ayuda en las últimas décadas a África? No, de hecho. Los receptores de ayuda están peor, mucho peor" (Dead Aid).

Cuando López Obrador habla de los pobres como animalitos que no pueden cuidarse a sí mismos se refiere a las mascotas, que acostumbradas a vivir sin libertad no tienen efectivamente forma de alimentarse o de sobrevivir por sí mismas. Pero los animales en libertad lo hacen de manera admirable. No necesitan dueños.

Por eso preocupa la visión de López Obrador, quien no quiere a ciudadanos con libertad y capacidad económica, sino a mascotas dependientes que tengan que permanecer toda la vida bajo la dependencia del ogro filantrópico. "Tratan de resolver el problema de la pobreza... manteniendo vivos a los pobres -escribía Oscar Wilde en El alma del hombre bajo el socialismo-. Pero esta no es una solución; es agravar la dificultad".

Quizá el propósito político no es eliminar la pobreza sino conservarla. Si a los pobres les das dinero, como animalitos dependientes, siempre estarán agradecidos y votarán por ti. Si los haces independientes, como los animales en la selva, sentirán la libertad de votar por quien se les antoje.



LA AMBICIÓN


Puebla ha prosperado en las últimas décadas, pero la muerte de la Gobernadora panista Martha Érika Alonso ha abierto una oportunidad de oro a Morena. Luis Miguel Barbosa, quien habló pestes de López Obrador cuando estaba en el PRD, siente hoy que Morena está a punto de cumplirle su ambición.

Esto sí es la 4T

Pablo Hiriart, 1 abril 2019, El Financiero,

La cuarta transformación consiste en la toma del Estado por parte de un grupo político nucleado en el partido Morena y que gira en torno a la persona de Andrés Manuel López Obrador.
El control político del país es la obsesión del nuevo equipo gobernante. Y lo van consiguiendo con una rapidez asombrosa.
La economía se desacelera. Bajan las exportaciones, sube el empleo informal y cae el crecimiento del empleo formal. Los despidos de personas están a la orden del día. La inseguridad crece.
No importa. Lo prioritario es el control político.
Los superdelegados se crearon como un gobierno paralelo, designado por el presidente, para preparar la caída en manos de Morena de todos los estados de la República.
Ahora se refuerza su poder: los superdelegados tendrán un gabinete. Será toda una estructura de gobiernos paralelos.
En los estados habrá un gobernador electo por los ciudadanos, y en paralelo, otro gobernador, con todo y gabinete, designado por el presidente López Obrador, que tendrá el poder sobre el dinero y su reparto en programas sociales.
Ese superdelegado, además de repartir los recursos y fiscalizar al gobierno estatal, tendrá toda la exposición en medios para convertirse, cuando llegue la fecha, en el candidato de Morena a la gubernatura.
Ya empezaron: en Baja California, el superdelegado Jaime Bonilla renunció al cargo para convertirse en el candidato de Morena al gobierno estatal en las elecciones que habrá en dos meses. Con los guantes cargados de plomo, va a noquear, sin duda.
La revocación de mandato tiene por finalidad que el presidente esté en la boleta de las elecciones intermedias en 2021. Así Morena busca conseguir un triunfo avasallante, porque el presidente López Obrador no ha dejado de hacer campaña personal, todos los días, en red nacional de televisión.
El dominio que tendrá en la Cámara de Diputados y en los congresos estatales será abrumador, lo que cancela cualquier posibilidad de contrapeso político.
Los programas sociales consisten en repartir dinero de manera personalizada. Veintidós millones de personas recibirán dinero contante y sonante de manos del gobierno federal.
No se trata de organizar a la comunidad para superar carencias y estrechar lazos entre sus integrantes con el apoyo del gobierno. No, es cash.
Veintidós millones de ciudadanos serán organizados para votar y no para superar su condición de necesitados. Sin el dinero del gobierno (Morena), recaerían en la pobreza.
Al gobierno no le interesa enseñar a pescar, sino regalar pescado a los que votan.
Para los organismos autónomos está en marcha el mecanismo de apretarlos presupuestalmente y subordinarlos a la voluntad presidencial.
¿No se alinean? Entonces los exponen al escarnio público desde Palacio Nacional, como hicieron con el presidente de la Comisión Reguladora de Energía.
El Tribunal Electoral es el mejor ejemplo de alineamiento, aunque no el único: el magistrado ponente en el caso del PES elaboró un dictamen para revivir a ese partido aliado del gobierno, a pesar de no haber alcanzado el tres por ciento exigido de los votos por la ley.
Hubo una gran respuesta de parte de periodistas y comunicadores en general. La maniobra anticonstitucional de revivir al PES abortó gracias a eso que desdeñosamente llaman “comentocracia fifí”, y se llegó a lo insólito: el magistrado ponente estuvo en contra de su propio proyecto. ¿Hay control o no hay control?
Y para amedrentar a esos pequeños pero incómodos contrapesos, que son los opinadores en medios de comunicación, ahí están la Unidad de Inteligencia Financiera y las redes sociales.
A los que hicieron el documental sobre populismo en América Latina, les congelaron las cuentas bancarias por supuesto “lavado de dinero” y se les linchó en Palacio Nacional sin respetar el debido proceso, la presunción de inocencia ni el secreto bancario.
No les importa la ley ni el resultado de la investigación, sino infundir miedo.
¿No se van a alinear o a matizar sus opiniones críticas? Ahí va el linchamiento, por la UIF o por personas que se prestan a denigrar en redes sociales.
Frente a los únicos focos de resistencia al pensamiento único de la cuarta transformación, se usa el amedrentamiento.
Habrá más golpes bajos para infundir miedo y desprestigiar críticos.
El presidente aplica el derecho de réplica contra medios de comunicación y periodistas, a los que califica de hipócritas, fifís y conservadores porque lo critican a él.
Pero cuando Trump insulta a México, entonces no hay derecho de réplica sino un gracioso “yo zafo”.
Eso es la 4T. Una maquinaria para apropiarse de todo el poder del Estado y aniquilar política o moralmente al que difiera.